Quito. 02 nov 97. La astucia, la paciencia, el análisis son
las cualidades de un detective. Solo uno de los 120 agentes de
la OID se ha convertido en un buen investigador.

Ya cumplió los 25 años de detective. Y es considerado por sus
compañeros como uno de los mejores agentes de la OID. Su
experiencia lo distingue.

Es un hombre cauto. Eso le ha llevado ha "infiltrarse" en
organizaciones ilegales peligrosas. Una de las vivencias que
jamás olvidará la vivió en 1980, cuando detuvo a más de 60
personas acusados de violar a unas 80 chicas, muchas menores
de edad. Los descubrió tras cinco meses de seguimientos y
hasta infiltrarse en la banda; 30 de ellos fueron
sentenciados.

La organización la manejaba el "loco Fredy", uno de los
delincuentes más violentos detenidos en el país.

Otro de los crímenes descubiertos por este detective anónimo y
su compañero inseparable, es el de Juan Carlos Hermosa, ("el
chico del terror"), quien confesó haber asesinado a por lo
menos a ocho taxistas en Quito. Su captura lo logró en uno de
los locales de juegos electrónicos de La Marín, en el centro
de la ciudad.

Este agente tiene olfato: percibe inmediatamente las actitudes
sospechosas. Dice que aprendió a sacarles la "verdad", sin
presión física. "Todo depende de la persuasión del agente, de
cómo se encuentre el detenido y del grado de compresión del
acusado sobre la gravedad del problema. Es necesario darle
confianza, para aprovechar su estado emocional. Tarde o
temprano terminará contando todo o delatando a otros".

En estos 25 años ha intentado inculcar a sus compañeros esta
experiencia. No todos la acogen. A algunos se les va la mano,
es decir abusan.

"No hay crimen perfecto". "Y el saco se rompe por el lado más
débil". Son los lemas de los 120 agentes de la OID. A ello hay
que añadir varias cualidades: astucia, lógica, seguridad,
paciencia, saber escuchar y hablar poco, analizar y sobre
todo, poner toda la atención en el caso.

El conocimiento de métodos sicológicos, técnicas de
investigación, entrevistas, entre otros, hace que se obtenga
"una versión cercana del hecho" por medio de las estrategias
del equipo investigador, como la del bueno y malo. La presión
del malo hace que el acusado ceda y le dé la confianza al
bueno; el 90 por ciento de casos se ha aclarado de esa manera.

En el ánimo de descubrir la verdad, a veces recurren a
diligencias prohibidas como los "careos" entre testigos e
involucrados es una práctica muy común. Esto ocurre dentro de
las 48 horas que tiene la Policía para tomar las declaraciones
y testimonios contradictorios.

"En los casos más sonados hay presión contra el detective y la
gente no quiere colaborar por temor a verse involucrada. Para
estas indagaciones se utilizan otros métodos que no lo podemos
decir".

Sobre la vida privada de un detective hay un aire de misterio.
El estar en contacto con delincuentes crea un lazo de cercanía
o de enemistad que puede terminar en venganzas o sobornos. La
muerte les acompaña: "en 24 años he visto cómo unos 40
compañeros han muerto en enfrentamientos".

El perfil de un detective ideal es ser soltero, a tiempo
completo, apasionado por investigar y dispuesto a entregar su
vida por dar con la verdad. El cuartel se convierte en su
casa. Todo gira alrededor de las investigaciones. Le gusta ver
películas de acción y las novelas policiales son las
preferidas, aunque pocos tienen el hábito de la lectura. Su
vida está sujeta a improvisaciones. Casi nunca planifican con
anterioridad actividades familiares porque siempre aparece
algo urgente.

Les falta preparación para la investigación

Uno de los puntos más débiles de los agentes detectives de la
Oficina de Investigación del Delito de la Policía (OID) es la
falta de capacitación profesional. Aunque todos los policías
de la OID han aprobado el curso de detectives, no han vuelto a
recibir otros de mejoramiento, ni de reactualización de leyes,
herramienta básica para su desempeño.

Mientras que no exista la especialización en la Policía no se
podrán lograr buenos resultados en los diferentes servicios
policiales, dicen los jefes de la OID.

En el caso de las investigaciones de delitos penales, los
agentes están propensos a pases y cambios de servicio
frecuentes a otros lugares. No se cuenta con una planta fija
de agentes.

Para los servicios especiales como la Unidad de
Investigaciones Especiales y la Unidad Antisecuestros son
escogidos y perfeccionados hasta en el exterior. Pero para
investigar a la delincuencia común prácticamente no hay
preparación.

Otro de los problemas es la falta de recursos humanos: se debe
pedir ayuda a los afectados por un delito para hacer el
trabajo. A veces se enfatiza de acuerdo a las presiones y a la
importancia. Es más se calcula que casi del 20 al 40 por
ciento de las denuncias que llega a la Policía va con alguna
recomendación o "palanca". Esto sin duda es una forma de
corrupción, pero que lamentablemente ya es "normal", dentro de
la Policía y es la mecánica de la burocracia en el Ecuador.

Según uno de los oficiales eso no significa que los resultados
de las investigaciones sean tendenciosas. "Los informes
tratamos de realizarlos con completo profesionalismo. Caso
contrario, eso le implicaría al agente la separación de la
institución porque el informe pasa a investigación recién de
manera legal de la Función Judicial y se pueden descubrir las
irregularidades".

6 casos sin resolver

Cuando no hay pruebas y los testigos no colaboran hay vacíos
dentro del proceso. En estos casos se elabora un informe solo
con presunciones de responsabilidad. Eso ocurrió con seis
investigaciones.

El más reciente es el de Mariana Román, una de las testigo
clave de la muerte del historiador Patricio Ycaza, fue la
única que permaneció antes, durante y después de la muerte del
escritor. Sin embargo, dentro de sus declaraciones
contradictorias involucró a Fabián Ibarra, como el autor del
homicidio. Y aunque el Código Penal no permite que un
sindicado incluya en un proceso a otra persona la Policía sin
tener pruebas no tuvo alternativa que incluirlo.

También se encuentra el del químico Lautaro Gómez Rodas, un
cuencano de 50 años que desapareció la noche del pasado 21 de
noviembre en Quito. Fue después de una clausura de una reunión
de la Asociación de Químicos, que presidía. Presuntamente esa
noche salió con su vehículo del departamento. Pero desde esa
fecha no se supo nada más de él. Pasaron algunos días y su
auto fue encontrado incinerado en las faldas del Pichincha,
sobre la avenida occidental.

Otro caso es el de Verónica Orbe, una joven estudiante de
Derecho de la U. Central que fue vista la noche del 25 de
abril de 1996, junto a su novio Stalyn Padilla. Por no existir
pruebas contundentes Padilla fue puesto en libertad por el
Juez luego de un año de estar detenido como principal
sospechoso en la desaparición.

El ex decano de la Facultad de Jurisprudencia de la
Universidad Central, Guillermo Bossano, desapareció el 28 de
enero de 1995. Desde hace dos años las investigaciones no han
dado frutos.

En principio, según la propia declaración de Elva Cruz,
segunda esposa de Bossano, él habría sido secuestrado. Más
tarde nada de eso se pudo comprobar y más bien en contra de
ella se revirtió el proceso. Lo cierto es que se desconoce su
paradero.

También se encuentran otros casos pendientes como la
desaparición de la joven cuencana Ivonne Cazar. Hasta ahora no
se obtiene ninguna pista. Este hecho ocurrió el 1 de marzo del
año pasado. De igual forma ocurre con el ex entrenador técnico
de El Nacional, Héctor Morales, desaparecido hace varios años.
(Texto tomado de El Comercio)
EXPLORED
en

Otras Noticias del día 02/Noviembre/1997

Revisar otros años 2014 - 2013 - 2012 - 2011 - 2010 - 2009 - 2008 - 2007 - 2006 - 2005 -2004 - 2003 - 2002 - 2001 - 2000 - 1999 - 1998 - 1997 - 1996 - 1995 - 1994 1993 - 1992 - 1991 - 1990
  Más en el