La obra pertenece a la época del Modernismo (años 20), cuyo padre es el nicaraguense Rubén Darío, y a los años posteriores a esta. De Medardo Ángel Silva (1 898-1 919) se publica Poesías Escogidas, un bello texto de 1926, prologado por Gonzalo Zaldumbide. Junto a Arturo Borja (1 892-1 912), Ernesto Noboa y Caamaño (1 892-1 927 ) y Humberto Fierro (1 890 - 1 928), Silva es uno de los más reconocidos modernistas que le escribió a la fatalidad con un matiz romántico y con mucho ritmo. Forma parte de la llamada Generación Decapitada, que probablemente se alimentó de autores como Verlaine o Baudelaire, así como de otro gran maldito de la literatura mundial: Edgar Allan Poe (1809-1849), el estadounidense, autor de Espíritus de la muerte y del célebre poema El Cuervo, que poco antes de morir alcanzó a decir: "Dios ayude a mi pobre alma". Ellos le cantaron a la muerte. Algunos terminaron con su propia vida. ¿Por qué lo hicieron? Fueron presa de la melancolía. Ese estado que, en un momento de la existencia, puede empujar a que se dé un último paso.
Además de Silva, la Casa de la Cultura publica, en esta nueva entrega de "La Campaña Nacional por el Libro y la Lectura", a otro de los grandes de la poesía ecuatoriana y latinoamericana: Jorge Carrera Andrade. De él se editan sus Microgramas, en los que habla de algunos seres que habitan en la tierra: "la mazorca", "cactus", "mariposa", "golondrina", "mozcardón", "grano de maíz", "largatija"... En algún momento de su vida, Carrera dijo: "Todo el Universo es presencia". Estas palabras muestran la importancia que tuvo en su poesía el tema de la ventana como un medio que permite mirar un afuera, un exterior, aquellas presencias que escribe en sus textos. En una palabra, el Universo. Simbólicamente, ese cristal es el que permite la receptividad, la disposición para aceptar las influencias externas. Es el llamado a la apertura, al dejar ver dado a través del poema, sinónimo de ventana en Carrera Andrade. Varios textos (que no forman parte de Microgramas) como "Biografías para uso de los pájaros" o "Biografías", muestran la relevancia que tiene este objeto en su poesía: "...La ventana es continua invitación al viaje: su río de aire y luz desemboca en el cielo..."`o "La ventana nació de un deseo de cielo (...) es amiga del hombre y portera del aire..."
Otro de los textos publicados en esta colección corresponde a la Poesía, de Gonzalo Escudero (1903-1972). En el prólogo del libro Galo René Pérez alude a la primera época de la vida del escritor: "Gonzalo Escudero, adolescente desvelado por tempranas curiosidades intelectuales, en una edad en la que se es discípulo con aptitud para asimilar las normas de la técnica, pero no para penetrar en la densidad ideativa ni en las reconditeces sustancias de lo filosófico, aprendió el deleitable ejercicio del lenguaje selecto, de las cadencias persuasivas y los rigores clásicos en el ajuste de la estrofa". Escudero también se nutrió de las vanguardias extranjeras.
De Alfredo Gangotena (1 904-1 944), que este año cumple 100 años de nacimiento, también se reedita su Poesía total, publicada en 1 956. Su texto "Hemeneútica" refleja la influencia que tuvo sobre él la filosofía existencialista. Se trata de una suerte de búsqueda del sentido de la vida. El otro autor que cierra esta entrega es Augusto Arias (1903-1975). Al igual que los escritores anteriores su Poesía ("Memorias", un texto clave) constituye parte fundamental de la poesía ecuatoriana del siglo XX.


PALABRA EN EL TIEMPO

La violenta palabra de Guerrero

Dice Miguel Donoso Pareja, en la solapa de El Viaje (CCE, 2003) de Fabián Guerrero (Quito, 1959), que su poesía es "Desgarrante, cerrada como un puño áspera." Y es verdad. No hay en este libro casi nada de aquello que consideramos característico de la poesía, lo bello, lo armonioso; todo tiene aristas, hiere, es doloroso, agresivo. Sin embargo, no se puede negar la gran dosis lírica del texto. Un lirismo de lo sobrecogedor, de lo repulsivo, de lo tremendo, porque el tema fundamental es el paso del hombre por la vida, su viaje; ese periplo "de adversidad y gloria" del que hablaba el gran Dávila Andrade, pero que aquí es, sobre todo, de adversidad y muerte. Donoso dice: "Alguien muere o está muriendo: yo, usted, el autor, un hijo, una madre, todos." Sí, todos, porque pareciera como si el destino de aquellos que evoca amargamente Guerrero, y que no son más que símbolos del conjunto de la transitoria humanidad, no fuera sino la oscura tierra del gusano. Y sin embargo, en medio de ese resignarse al final esperado ("Es el ir/ su costumbre", dice el escritor), hay como una secreta insurrección, un grito que se levanta del centro mismo de la carne purulenta, corrupta, de la enfermedad y la agonía", y que aparece alguna vez como un acre motivo musical: "Murió doblándose en dos, sin molestar a nadie/ entre imágenes de santos/ y tinajas de agua estancada./ En desobediencia." Solitario, el ser humano es, a pesar de todo, rebelde. Y como alguien tiene que consignar la crónica de la devastación, el poeta se yergue en mitad del perpetuo campo de batalla, que es nuestro viaje por la existencia, para dejar su testimonio, aunque este sea escrito con sangre.
escrito con sangre, pus y cuerpos destrozados-; para afirmarse en un último
acto de pasión: "Amanece,/ manuscribo./ Emparedo el amor." Sí, ha de
amurallarlo, para que no se escape, pues a lo largo de texto ha renegado de
él, lo ha execrado; pero como es la última esperanza, mejor aferrarse, en
pleno naufragio, a su tabla salvadora.
blemente organizado y llevado a término-. Lo hice en dos ocasiones, y la conmoción que causó fue siempre la misma, hasta las lágrimas. Aclarando que en la segunda oportunidad el público estaba íntegramente compuesto por gente jovencísima, colegiales. Un poeta que logra despertar sentimientos de ese modo, nunca pasa. Y ocurre lo mismo con algunos de los "Veinte poemas", con sus "Odas", sus "Pájaros", "Residencia en la tierra", "Confieso que he vivido" y poco más de su caudalosa producción. Es decir, lo más humano y cálido de ella. Deja indiferente, en cambio, su retórica un tanto vana, cuando se pone a filosofar; su discurso extensísimo del "Canto General", del que solo se rescatan fragmentos, y su poesía militante, escrita, casi siempre, en el medio más cómodo y burgués, y que solo tiene eco entre los lectores más politizados.
imaginación.


ENTREVISTA

"Me siento recién parida con la necesidad de descansar" tura

Mariana Landázuri Camacho acaba de publicar una investigación sobre Juana Miranda (1842-1914), fundadora de la maternidad de Quito, con el apoyo del Banco Central

¿Qué la llevó a investigar sobre la vida de J. Miranda?
Lamentablemente, se desconoce gran parte de nuestra historia. Me pareció muy interesante seguirle la pista a esta mujer que fundó la maternidad de Quito. Además, la historia de la medicina en el país es riquísima.
¿Existe un interés por realzar la importancia de las mujeres en la historia ecuatoriana?
Juana Miranda fue muy conocida en su época. Ahora hay que redescubrirla. La condición femenina en el pasado estuvo relegada, aunque las mujeres siempre han cumplido papeles muy importantes.
¿Qué otros personajes habría que redescubrir además de Juana Miranda o M. Sáenz?
Las monjas de la caridad que, en el siglo XIX, se hicieron cargo de los hospitales públicos en los cuales tuvieron mucho mando.
¿Por qué no se ha rescatado su importancia?
Porque el espacio público siempre ha estado dominado por el hombre político. También, ha habido hombres anónimos.
¿Con qué dificultades se encontró en el proceso de investigación de Miranda?
En la búsqueda de archivos. Existe poco interés por cuidarlos, lo que indica poca apropiación por parte de la ciudadanía. Es una pena saber que existieron archivos de la maternidad antigua que ya no hay.
¿Cómo define a J. Miranda?
Valiente, porque afrontó a situaciones poco comunes como acompañar al Ejército Nacional en una guerra internacional. Apasionada, porque su meta fue crear la maternidad para Quito (la pasión mueve la inercia, la burocracia). Ella puso el fuego de la pasión y empujó a conseguir lo que quería.
Inteligente, porque fue una mujer que tuvo acceso a la educación al igual que sus hermanos y hermanas. Además, era una condición que formaba parte de su personalidad.

LA AUTORA

Mariana Landázuri es licenciada en Literatura de la Universidad Católica de Quito (1985). Cuenta con una maestría en periodismo de la Universidad de Oregón (EE UU), realizada en 1988. También cuenta con estudios sobre la cultura alemana, realizados en la Universidad de Tubingen (1989).


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1. Cuestión de dignidad, Walter Riso.
2. Ama y no sufras, Walter Riso.
3. Desifrando el complot, Carlos Julio Emanuel.
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5. El nuevo código secreto de la..., Mitchel Drosnin.
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1. El evangelio según Jesucristo, José Saramago.
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3. Pastillas para el alma, Rogelio Soto.
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5. Vivir para contarla, Gabriel G.Márquez.
6. Los mensajes de los sabios, Brian Weiss.
7. Ama y no sufras, Walter Riso.
8. El delirio, Laura Restrepo.
9. El planeta encantado, J. J. Benítez.
10. El cuarto estado de la mente, Santiago Gangotena.
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