Quito. 26 oct 99. Se ha cumplido un año de uno de los mayores
hechos de las últimas décadas: el cierre de la frontera y la
suscripción de los acuerdos de paz con el Perú.

Aparentemente nada ha cambiado. Una línea limítrofe que, hasta
octubre, era provisional, prácticamente se confirmó en casi toda
su extensión. Tampoco los créditos que debían llegar han llegado.

"Los devotos se van de la iglesia cuando acaba la misa", comentó
en un foro un delegado peruano a las conversaciones de paz; y
ahora habrá que reclamar nuevamente a los devotos oferentes de
los créditos, sus compromisos, y concretar los proyectos.

Sin embargo, mucho ha cambiado. Para el Ecuador: volverse a mirar
hacia adentro; y allí están, aflorando lo que el conflicto
velaba: las diversidades regionales, la corrupción interna, la
necesidad de cambiar el país, comenzando, quizás, por sus élites
políticas y llegando también a lo militar.

Se podría señalar un valor más: la frontera con el Perú ya no la
tratamos como cualquier frontera. Hay tantos empeños en torno a
ella, que, de línea limítrofe, va convirtiéndose en un espacio
geográfico para el desarrollo. Y si se forzan los análisis y los
esfuerzos, las negociaciones que se inicien en noviembre con las
instituciones que manifestaron su disposición a colaborar con los
dos países, pueden ser parte de la estrategia para afrontar la
crisis financiera inmediata.

Toda aquella energía negativa que confrontaba a dos países,
parece cambiar de signo y convertirse en una energía empeñada en
construir la integración binacional. Incluso algunos de aquellos
esfuerzos de integración a los que se comprpometieron los países
andinos para la primera década del próximo siglo, podrían
apurarse entre Ecuador y Perú.

El listado de oportunidades de integración es largo. Compromete
intercambio de electrificación, riego de inmensas zonas
agrícolas, transporte de petróleo, complementariedad comercial.

¿Tuvo la firma de la paz un alto costo político? En ese sentido
apuntan tanto las justificaciones del régimen para sus iniciales
acuerdos con el socialcristianismo, como la tardanza de Jamil
Mahuad en abordar la crisis económica, ocupado como estaba en el
tema territorial. Pero todo ello, al fin, no puede achacársele
a la paz. Ni la parsimonia oficial ni el cálculo electoral de los
socialcristianos que, tal vez, pensaron que debían vender caro
su apoyo a una tesis que se pintaba como antipopular. Al final,
se equivocaron en sus temores y se equivicó el régimen si pensó
que debía andar de puntillas para consumar un acuerdo de paz que
lo quería la mayoría de ecuatorianos.

Si no le cargamos al platillo de la paz toda la rémora de la
crisis económica, podemos mirar con serenidad un proceso de
reencuentro de inmensas consecuencias, que, en la conmemoración
de este primer año, ha acertado con el símbolo: el Spondylus.

Porque nos recuerda que fue el comercio de esa concha, embarcada
en Manta, lo que unificaba el comercio prehispánico desde
Mesoamérica hasta Chile. Paradójicamente, el Spondylus de lo que
hoy es un país pequeño y tantas veces excluido, el Ecuador, era
el eje del mundo andino.

SUMESA ATRAPO EL PALADAR PERUANO

"Los peruanos se toman con gusto los refrescos ecuatorianos Yupi
y Fresco Solo", una mejor respuesta no pudo encontrar la
industria alimenticia Sumesa en su primera incursión en ese
mercado, luego de la firma de la paz.

Su propietario, Jorge García Miranda, no dudó en inaugurar una
sucursal de la fábrica guayaquileña y colocar sus productos
en las perchas de los supermercados Wong e hipermercados Metro,
los más importantes del territorio peruano.

El vínculo se generó cuando Jorge García decidió integrar la
comitiva de 200 empresarios que visitaron ese país en la primera
misión comercial que la Corporación de Promociones de Inversiones
y Exportaciones (Corpei) organizó luego de la firma definitiva
de la paz.

Seguir, ser perseverante, hasta conseguir un acercamiento con
Efraín Wong, presidente de la cadena de supermercados del mismo
apellido, fue crucial para lograr un entendimiento y, con ello,
el ingreso de Sumesa al mercado peruano.

Los resultados de la negociación tienen ahora un itinerario:
mensualmente dos contenedores de Sumesa cruzan la frontera. Es
apenas el 4% de la producción total de la industria que compite
en calidad, entre muchas marcas de refrescos.

La industria ecuatoriana encontró tres ventajas en el vecino
país: una aduana con trámites ágiles, el Indecopi (el Instituto
que, en el Perú, regula el manejo de marcas y patentes) eficiente
y la disminución proporcional de las barreras comerciales para
seis mil productos ecuatorianos hasta el 2005.

García advierte que la competencia en el mercado peruano es más
dura que en el Ecuador. Por ello, Sumesa efectuó un estudio de
mercado que pretendía identificar las preferencias de los
potenciales consumidores.

La empresa oficializó, en octubre pasado, la presencia de sus
productos en todas las cadenas de supermercados peruanos. El
propósito es aumentar del 15 al 80% la distribución y
posicionamiento de la marca.

A raíz de las misiones comerciales conjuntas, los empresarios
pudieron establecer contactos, y aunque la concreción de los
negocios todavía espera, la Corpei registra a decenas de empresas
vinculadas comercialmente con el Perú.

LA RECONSTRUCCION DE LA CONFIANZA

Las opiniones sobre la paz entre los dos países y la apreciación
de los unos por los otros, se han modificado a lo largo de los
últimos años, y han creado las condiciones subjetivas para el
paso final: el trazado de la frontera.

Persistieron desacuerdos, evidentemente, pero sectores
mayoritarios fueron venciendo, lentamente, prejuicios de décadas.
A un año de la firma de la paz, las aprobaciones han crecido
significativamente, y se han ido afianzando, la confianza en sus
beneficios, particularmente en el Ecuador, donde la paz se ha
convertido en el mayor valor para los ecuatorianos con un del 77%
de los encuestados.

Fomentar el comercio, proteger la ecología de la zona, culminar
la demarcación de la frontera, generar empleo en las zonas de
frontera y reducir el gasto militar, fueron las principales
razones que se esgrimieron en torno a las negociaciones de paz,
y los resultados de las encuestas parecen confirmar que estas
propuestas ganaron aceptación entre la población. Las encuestas
que reproducimos tienen como fuente las consultas realizadas por
una institución peruana de prestigio, Promperú, entre la
población de Lima, Arequipa, Trujillo, Iquitos, Piura, Túmbez,
Quito, Guayaquil, Cuenca, Machala y Loja.

Estos datos desmienten al antiguo mito de la vigencia de los
rencores entre los dos países. (DIARIO HOY) (P.5-B)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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