Quito. 19 ene 97. El 1ero. de enero de 1994, un grupo de
indígenas encapuchados, declaró la guerra al gobierno mexicano
desde el Estado de Chiapas. Se trataba del Ejército Zapatista
de Liberación Nacional (EZLN) que sorpresivamente irrumpió en
el escenario político, con demandas de "trabajo, tierra,
techo, alimentación, salud, educación, independencia,
libertad, democracia, justicia y paz" para los indígenas de
México. "No dejaremos de pelear hasta el cumplimiento de estas
demandas básicas", aseguraba el primer comunicado oficial del
EZLN, la "Declaración de la Selva Lacandona".

Dos presidentes -Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo-,
cuatro gobernadores, tres comisiones del Congreso, la Iglesia,
los organismos no gubernamentales, las organizaciones
internacionales, la sociedad civil, personalidades de la
cultura, la vida social y política, y cientos de miles de
indígenas sin nombre ni rostro han estado involucrados en la
búsqueda de soluciones a esta "última revolución del siglo
veinte", como la llamara el escritor mexicano Carlos Fuentes.

Hoy por hoy, el conflicto se mantiene latente, las
posibilidades del diálogo se acaban y no existen visos de una
salida de paz negociada.

Intentos infructuosos.

Una semana y media después de los primeros combates entre el
ejército y el EZLN, en enero de 1994, el gobierno aceptó
sentarse a la mesa de negociaciones. Ya entonces, los
zapatistas habían demostrado su capacidad ofensiva: no era "un
pequeño grupo de transgresores", como al principio afirmaba el
propio Salinas de Gortari.

Los primeros intentos de negociación, apoyados por la Iglesia,
las organizaciones no gubernamentales e internacionales, no
llegaron a ninguna parte. En su pliego de peticiones los
zapatistas contemplaban la realización de nuevas elecciones,
la renuncia del presidente, que habría llegado al poder
"mediante fraudes electorales"; la revisión del Tratado de
Libre Comercio firmado entre México, Estados Unidos y Canadá;
además de tierra, hospitales, escuelas, derechos para las
mujeres y el reconocimiento del EZLN como una fuerza
beligerante.

El gobierno aceptó prácticamente todas estas solicitudes, a
excepción de las políticas, pero los acuerdos jamás se
concretaron. Los zapatistas se refugiaron en la Selva
Lacandona y, desde allí, siguieron combatiendo al ejército,
que no dejaba de cercarlos. Entre reuniones y diálogos, crecía
la posibilidad de un desenlace armado, mientras distintos
sectores y cientos de personalidades a nivel mundial
(cineastas, políticos, literatos, artistas y otros) hacían
llamados por mantener abierta la posibilidad de una salida
negociada.

"La historia de los tres años de conflicto en Chiapas parece
ser justamente ésta" -afirma Juan Manuel Sandoval, antropólogo
y asesor del EZLN- "se reanuda el diálogo, se rompe el
diálogo. El gobierno amenaza; el gobierno promete. Se crean
expectativas que en poco tiempo se esfuman".

Salinas terminó su período presidencial con el conflicto
latente y, en diciembre de 1994, el EZLN dio la bienvenida al
nuevo presidente de México, Ernesto Zedillo, con una segunda
acción militar. Zedillo, por su parte, endureció su posición;
ordenó la aprehensión de los líderes del EZLN y denunció la
supuesta identidad del Subcomandante Marcos, símbolo de la
lucha zapatista, como Rafael Sebastián Guillén.

El último acuerdo

La presión nacional e internacional obligó a que Zedillo
aceptara, en febrero de 1996, un nuevo diálogo, que se
materializó en San Andrés Larráinzar, un poblado del estado
chiapaneco. "A partir de una agenda determinada por los
zapatistas y el gobierno, se llegaron a varios acuerdos claves
-explica Bárbara Zamora, principal asesora legal del EZLN- y,
por primera vez, se pensó en la posibilidad real de la
solución del conflicto. Una comisión formada por legisladores
del Congreso recogió los puntos básicos de esos acuerdos y
realizó una propuesta, que el EZLN aceptó sin modificaciones,
a condición de que el gobierno federal haga lo mismo". Sin
embargo, Zedillo solicitó quince días de plazo para estudiar
la propuesta con sus asesores, al cabo de los cuales envió sus
modificaciones al EZLN.

El pasado 11 de enero, el Ejército Zapatista se pronunció
sobre la propuesta de Zedillo. "Es una propuesta
anticonstitucional, que demuestra la concepción racista,
etnocéntrica y discriminatoria del gobierno de la República"
afirmaron los zapatistas en su comunicado a los medios. Una
vez más, la posibilidad de solución pacífica del conflicto
parece desvanecerse. (DIARIO HOY) (P. 10-A)
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