Quito. 27 oct 98. Todo empezó desde muy temprano. El Palacio
de Itamaraty, sede de la Cancillería de Brasil, estaba
especialmente preparado para recibir a los protagonistas de la
finalización del conflicto fronterizo entre Ecuador y Perú.

La mañana estaba fresca y una gran alfombra roja -que iba
prácticamente desde la avenida de la Explanada- conducía hasta
el gran vestíbulo de esta obra arquitectónica del brasileño
Oscar Niemeyer. La construcción se caracteriza por sus grandes
espacios y por la sobriedad, resaltada por el blanco de
paredes y tumbados.

Escoltas vestidos de blanco y con vivos rojos -conocidos como
la Guardia da Caballería- estaban apostados a ambos lados de
la entrada y de las gradas que conducían a los invitados
especiales al tercer piso. Ahí está ubicado el denominado
Salón de Brasilia, destinado a los actos trascendentales de la
diplomacia brasileña.

Tiene unos 32 metros de ancho, 16 de fondo y cinco de alto. Su
pared principal está dominada por un gran mural en tela de
Cándido Portinari, un artista de la generación del 22
considerado una insignia de la plástica brasileña. En ese piso
también hay un salón dedicado a la obra de Portinari y un
patio que da a la gran avenida y en el que se exhiben
esculturas de Jarzo Teresati.

Las sillas en el salón habían sido dispuestas para
cuatrocientos cincuenta invitados. Y adelante estaban, sobre
tarimas alfombradas, las sillas divididas en tres grupos. En
el centro, para los protagonistas principales, los presidentes
Jamil Mahuad y Alberto Fujimori; y para los testigos de honor,
sus homólogos de Argentina, Carlos Menem; Brasil, Fernando
Henrique Cardoso; Chile, Eduardo Frei, y Thomas McLarty III,
el representante del presidente de Estados Unidos Bill
Clinton.

A la izquierda, aguardaban los puestos para el rey Juan Carlos
de España, los presidentes de Bolivia, Hugo Bánzer y de
Colombia, Andrés Pastrana; el delegado del Papa Juan Pablo II,
Darío Castrillón Hoyos, y el secretario general de la
Organización de Estados Americanos (OEA), el ex mandatario
colombiano César Gaviria.

En las sillas de la derecha, todo estaba dispuesto para los
representantes diplomáticos de los países firmantes. Adelante,
al centro, la mesa a la que comparecerían cancilleres y
presidentes para sellar definitivamente la paz entre el
Ecuador y el Perú. A un lado, el estrado desde el que se
dirigieron los mensajes en favor del futuro...

El gran salón empezó a llenarse lentamente. Un grupo de
ecuatorianos fue el primero en llegar a las 09h30, y a las
09h45 llegaron los primeros peruanos. Mientras tanto, unos 60
reporteros gráficos, con sus cámaras armadas, seguían copando
las tarimas dispuestas en la parte posterior del salón.

Junto a diputados como Luis Mejía, Germánico Salgado y Ramiro
Rivera se vio a directivos de medios de comunicación como
Alfredo Negrete, Guadalupe Mantilla de Acquaviva, Nicanor
Merchán, Alfonso Espinosa, Jaime Mantilla, Benjamín Ortiz,
Nicolás Kingman; a los empresarios Segundo Wong, Fidel Egas y
Pedro Pinto. Más tarde llegaron los presidentes del Congreso
Nacional, Juan José Pons, de la Corte Suprema de Justicia,
Héctor Romero Parducci, el ex vicepresidente Pedro Aguayo...

El asesor del presidente Mahuad, Roger Fisher, la embajadora
en Estados Unidos Ivonne Baki; el alcalde de Quito, Roque
Sevilla; el presidente del Tribunal Supremo Electoral,
Patricio Vivanco; el secretario de la Administración, Jaime
Durán; la ministra Ana Lucía Armijos, se sumaron más tarde. La
mayoría de delegados llevaba en sus solapas pequeñas banderas
con el lema Juntos por la paz.

Los diputados peruanos, en cambio, portaban un collar con los
colores de la bandera peruana. Entre los diplomáticos de ese
país, el ex canciller Francisco Tudela y el ex embajador en
Quito, Jorge Morelli Pando, se acercaron al grupo ecuatoriano
para intercambiar saludos afectuosos. El ex embajador
estadounidense Peter Romero se mezcló entre los invitados e
intercambió saludos e impresiones.

Eran pasadas las 10h30, el calor era fuerte en el salón y la
mayoría de asistentes estaba de pie: el protocolo había dado
paso al intercambio de impresiones, a los saludos y a la
expectativa por el comienzo de la ceremonia. Quienes seguían
llegando tenían dificultades para encontrar un puesto
desocupado y a las 10h50, mientras crecía la expectativa, ya
había unos 50 asistentes resignados a seguir la ceremonia
desde la parte trasera de la sala. Cinco minutos más tarde,
funcionarios de Protocolo de la Cancillería Brasileña pedían
ocupar los sitios asignados... y apagar los teléfonos
celulares.

No faltaban, empero, las fotografías de última hora que
algunos de los asistentes querían tomarse con personajes
políticos para guardarlas de recuerdo. Entonces llegó, aunque
no puntualmente, la hora esperada. A las 11h12, el auditorio
recibió de pie y en medio de aplausos a los presidentes de
Brasil, Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú;
al Rey de España y a los representantes del Presidente de
Estados Unidos y del Papa. Dos minutos más tarde, los
cancillerees José Ayala Lasso y Fernando de Trazegnies fueron
invitados a firmar los acuerdos de navegación, de libre
comercio, de medidas de confianza mutua y seguridad, y sobre
el Canal de Zarumilla. Al final se estrecharon las manos en
medio de una lluvia de aplausos y de flashes.

Vino entonces la lectura del Acta Presidencial de Brasilia:
los Garantes señalaron en ella el carácter global y definitivo
de la solución a las diferencias limítrofes entre Ecuador y
Perú y se reafirmaron en su punto de vista vinculante dado a
conocer el 23 de octubre en los dos países.

A las 11h28, la emoción llegó a un punto muy alto: José Ayala
Lasso fue llamado a suscribir el Acta Presidencial en medio de
una ovación cerrada. De Trazegnies le siguió. A las 11h32,
Mahuad, vestido de traje oscuro, camisa blanca y corbata roja,
estampó la firma. La delegación ecuatoriana se paró. Medio
minuto más tarde, toda la sala aplaudía también de pie.
Fujimori firmó con el mismo bolígrafo con que lo hizo Mahuad,
también en medio de sonoros aplausos. Le siguieron los
Garantes, en calidad de testigos de honor.

Y llegó la hora de los discursos. Darío Castrillón Hoyos leyó
el mensaje del Papa. Este resaltó los vínculos comunes y
defendió la que llamó la pedagogía de la paz; exhortó a los
principales representantes de la Iglesia Católica de los dos
países a seguirla practicando. Llamó a que las naciones
hermanas no dejen de avanzar con voluntad firme y perseverante
por las vías trazadas por este acuerdo. Evocó a las santas
Marianita de Quito y Rosa de Lima, y a la Virgen María, reina
de la paz y venerada por las poblaciones de ambos países. Los
ojos de algunos comenzaron a humedecerse.

Cuando Jamil Mahuad tomó la palabra eran las 11h50. Su
discurso fue escuchado con gran emotividad. Algunos de los
pañuelos blancos que se agitaban en la sala sirvieron para
secar las lágrimas en muchos de los pasajes de su
intervención. Demostró ser un gran comunicador.

En tono sereno y firme empezó, como lo hizo el 10 de agosto,
día de su posesión, citando al Eclesiastés y la filosofía de
las armonías de la cultura aymara. "Los dos países estamos
ganando la paz... esta solución es una creación colectiva de
América Latina con la ayuda de los Estados Unidos", fueron
algunas de sus invocaciones. En medio de su discurso, llamó a
su lado al presidente Fujimori: le entregó una cantimplora de
su abuelo, Augusto Witt, quien combatió en 1941 y "murió hace
año y medio pensando que había que hacer la paz". También, un
sucre y un sol entregados por un comerciante lojano como
símbolo del comercio entre los dos países.

El discurso de Alberto Fujimori fue más racionalista pero
también conmovió, sobre todo cuando dijo que la guerra de 1995
le enseñó que quienes morían en la frontera eran seres humanos
con los mismos rasgos pero con distintas insignias. Eran las
12h45 cuando Fernando Henrique Cardoso, dirigiéndose en
calidad de coordinador de los países Garantes, cerró la
jornada a la que calificó de una gran mañana.

A las 13h00, los presidentes Mahuad y Fujimori se juntaron en
un brindis con los asistentes en el patio contiguo al Salón de
Brasilia. En las mentes de todos todavía resonaban los votos
por el futuro, mientras los funcionarios de Itamaraty se
disponían a bajar el telón de una gran jornada por la paz.

* Una noche de expectativa * La de la víspera fue una noche de
nerviosismo e insomnio. Los funcionarios de la Cancillería
trabajaron hasta pasadas las 02h00 junto a los diplomáticos
ecuatorianos acreditados en Brasilia en los detalles a su
cargo para la ceremonia en Itamaraty.
* Dos cuarteles generales * El Hotel Nacional fue el centro de
trabajo de la delegación ecuatoriana. Los 220 peruanos, que
viajaron en tres aviones, se alojaron en el Naoum Plaza y en
el San Paúl.

* Problemas de logística * En el Nacional hubo inconvenientes
para dar cabida a unos 300 delegados ecuatorianos, entre
invitados especiales, diputados y periodistas. El presidente
Mahuad pernoctó en la residencia del embajador ecuatoriano,
César Valdiviezo. Le acompañaron sus familiares.

* La música a punto * Para los miembros de la Orquesta de
Instrumentos Andinos, del Municipio de Quito, no se habían
previsto los detalles de su alojamiento en Brasilia. Ellos
ensayaron hasta la madrugada, en un salón del Hotel Nacional,
para su presentación en el cóctel ofrecido en Itamaraty a las
13h00, tras la firma. Durante el brindis, los músicos
ecuatorianos alternaron con un grupo de danza folclórica
peruana. Fue un espectáculo colorido. Más tarde, hubo una
churrasqueada ofrecida por el gobierno brasileño en la
Churrasquería del Lago para los delegados de Ecuador y Perú.
(Texto tomado de El Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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