LA INFANCIA PROSTITUIDA

Quito. 23.03.92. Diversas organizaciones pro derechos humanos
y grupos religiosos y feministas de Estados Unidos han instado
a las agencias de viajes para que no hagan reservas en
determinadas zonas de Tailandia, Taiwán, Filipinas y Sri
Lanka, conocidas como centros internacionales de prostitución
infantil.

Solo en Tailandia son 400.000 los menores de ambos sexos que
se dedican a la prostitución. En los últimos años, la miseria
y el incremento del número de turistas procedentes de Estados
Unidos, Europa y Japón ha provocado un alarmante aumento de la
cifra de menores que ofrecen sus "servicios" por unos pocos
dólares a una sórdida clientela.

"La pornografía, para sobrevivir, necesita aportar novedades
constantemente. El dinero gobierna el mundo, y por él se hace
todo". Esta es la explicación -dura pero acertada- del
fenómeno, apuntada por el fiscal norteamericano Robert
Kendall. Los niños se convierten en una pieza más integrada en
el engranaje del mercado pornográfico.

Según el investigador de la explotación sexual infantil
Kenneth Herrmann, hay cerca de diez millones de niños y
adolescentes en el mundo que son víctimas de la explotación
infantil: muchos, con fines eróticos, ya sea mediante la
exhibición comercializada de sus cuerpos desnudos o a través
de la prostitución sexual directa.

Triste trayectoria

Las referencias eróticas infantiles aparecen ya en las obras
de Apuleyo y Petronio, y en los clásicos orientales. Algunos
estudiosos han visto claras conexiones entre la picaresca
infantil del Siglo de Oro y la prostitución, puesto que era un
medio más de supervivencia.

Desde las morbosas fotografías de niñas realizadas el siglo
pasado por Lewis Carroll, autor de "Alicia en el país de las
maravillas", hasta recientes y turbulentos personajes
cinematográficos de los últimos años, como las púberes
prostitutas encarnadas por Jodie Foster en "Taxi Driver", o
Brooke Shields en "La pequeña", el erotismo de la infancia ha
despertado el interés de muchos artistas.

Un caso tristemente célebre fue el protagonizado por el
director de cine Roman Polanski, al que un tribunal de Santa
Mónica acusó de haber invitado a una chica de trece años a que
posara desnuda para él en la casa de Jack Nicholson y,
realizado el trabajo fotográfico, haberla sometido a toda
clase de prácticas sexuales bajo el efecto de las drogas.

El director de cine polaco -que fue exculpado porque la
adolescente había accedido a sus peticiones con el
consentimiento de su madre y reconoció haber tenido anteriores
experiencias sexuales, aunque el cineasta fue obligado a
abandonar el país- declaró posteriormente: "Es la chica de
trece años más vieja que he conocido".

Trece son muchos años de experiencia para los siete millones
de niños abandonados en las calles de Río de Janeiro, Sao
Paulo, Buenos Aires, Santiago de Chile y otras capitales
latinoamericanas. Según las autoridades, "la mayoría pasa
rápidamente de la venta ambulante a la prostitución".

Mientras se ofrecen a limpiar el parabrisas de los coches o
venden cualquier cosa -desde flores a cocaína- buscan
clientes, preferentemente extranjeros, que se desprendan de
unos dólares a cambio de un poco de sexo. Cientos de niños de
diez a catorce años se prostituyen cada noche en el barrio de
la zona de Copacabana, la famosa playa de Río. Por el día,
muchos matan las horas respirando profundamente bolsas con
pegamento barato.

Hijos del subdesarrollo

Las filas de la prostitución son engrosadas por los hijos del
subdesarrollo. Algunos son directamente vendidos por sus
padres. Otros, alquilados. Los burdeles de casi todas las
capitales de América Latina y muchos del sur de Estados Unidos
están abastecidos de muchachas campesinas latinas de corta
edad. La más vistosas son "exportadas" a Medio Oriente.

Pero en este tema no hay discriminación respecto a sexos: del
casi millón de niños que se prostituyen a diario en los
Estados Unidos, los varones suponen el 70 por ciento. Incluso
hay quien señala que existe un comercio de niños mexicanos
destinados a círculos homosexuales neoyorquinos ocultos.

Un matrimonio formado por un cubano y una hondureña fue
detenido acusado de abusar sexualmente de menores. La pareja,
que regentaba una guardería infantil de Miami, obligaba a los
niños, de edades comprendidas entre los dos y los seis años, a
realizar juegos pornográficos tras ser drogados y atemorizados
con "ritos satánicos" para que no revelasen lo que ocurría.

En Bélgica, a cambio, de pequeños sobresueldos, varios
matrimonios de inmigrantes magrebíes aceptaban "alquilar" a
sus hijos, de edades comprendidas entre los cinco y los quince
años, a la "Asociación sin ánimo de lucro". En realidad se
trataba de una red de pornografía y prostitución infantil que
poseía más de 400 clientes.

Medio millón de niños sufren en España marginación, malos
tratos, abusos y explotación laboral y sexual. Un ejemplo de
esta última fue Edelweiss, una supuesta organización juvenil
de montañismo cuyos afiliados -niños entre 10 y 16 años de
edad- eran instados a practicas la prostitución homosexual.

Junto a estos lamentables ejemplos, hay otros tipos de
prostitución. Una muestra de ellos son las casi 250
publicaciones norteamericanas dedicadas a la pornografía
infantil y juvenil.


Para impedir la utilización de la imagen del niño, la
publicidad en que participan menores ha sido controlada de tal
forma que las agencias solo podrán incluir a niños en los
anuncios que representen ambientes familiares.

Esta medida, al igual que la dirigida a las agencias de viajes
que operan en Oriente, son sin duda positivas. Pero solo un
cambio integral de las condiciones vitales de los niños puede
extirpar la prostitución infantil, enquistada en las capas más
bajas del tejido social.

EXPLORED
en Ciudad N/D

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