LA IGLESIA PIDE PERDON

San Salvador. 11.10.92. La Iglesia Católica de América Latina
definirá en Santo Domingo su estrategia para una década, lo
que mantendrá la opción preferencial por los pobres, mostrará
su preocupación por la expansión de nuevas religiones y pedirá
perdón por las veces que discriminó a los indígenas del
continente.

La Cuarta Conferencia General del episcopado latinoamericano
será inaugurada este 12 de octubre en la capital del
República Dominicana por el papa Juan Pablo II, en
coincidencia con el quinto aniversario de la llegada de
Cristóbal Colón a América.

El "documento de trabajo" para la reunión, elaborado
íntegramente por prelados latinoamericanos, es una amalgama de
las principales tendencias internas del catolicismo, desde la
teología de la liberación hasta las posiciones más
conservadoras, con un decidido esfuerzo para mantener la
unidad en la diversidad.

En ese sentido, reconoce que las divisiones internas de la
iglesia son un "escándalo" que ha estado presente a lo largo
de estos 500 años, a la vez que insta a buscar las raíces que
las originan para avanzar en la "reconciliación" de la
estructura eclesiástica.

El texto, denominado "Nueva evangelización, promoción humana,
cultura cristiana", es el resultado de más de dos años de
debates, en ocasiones con ásperos roces.

El documento recoge las líneas centrales de los anteriores
encuentros de obispos latinoamericanos, la Segunda Conferencia
de Medellín (1968) y la Tercera de Puebla (1979), adaptadas a
la situación actual.

Durante este último período surgieron críticas de las
jerarquías eclesiásticas de cada país, cuyas opiniones no
fueron tomadas inicialmente en cuenta, así como también de
teólogos y otros sectores de la iglesia. Sin embargo, el
descontento se redujo al aparecer este documento.

El documento de trabajo pide "perdón" por no haber entendido
el significado de los mitos y rituales de los indígenas, los
que se consideraron "abominables y aberrantes, sin distinguir
inicialmente los profundos valores religiosos que existían" en
esas prácticas.

Y se reconoce que pese a la obstinación de la iglesia por
modificar sus creencias, "la astucia y tenacidad del indígena,
sin embargo, encontró la manera de conservar elementos de su
religión propia bajo manifestaciones de la nueva".

"Con honestidad, pedimos perdón... por las veces que no hemos
sabido reconocer la presencia de la semilla del verbo en estas
culturas, por las veces que hemos confundido, el anuncio del
evangelio con la imposición de una cultura occidental, por las
veces que no los hemos tratado como hijos del mismo padre
Dios".

Denuncia "las condiciones infrahumanas" en que se realizó el
tráfico de esclavos traídos de Africa y reconoce que "esta
realidad negativa no fue suficientemente denunciada por
miembros de la Iglesia, salvo excepciones honrosas".

El documento de trabajo se divide en tres partes: "mirada
pastoral a la realidad latinoamericana", "iluminación
teológica pastoral, Jesucristo ayer, hoy y siempre", y
"propuestas pastorales".

En la línea de Puebla y Medellín, reitera la opción por los
pobres, los jóvenes, la familia, los constructores de la
sociedad pluralista y la persona, y agrega otras cuatro, por
los laicos, la cultura moderna, los medios de comunicación
social y las culturas amerindias y afroamericanas.

En el tema social, coincide en que los años 80 fueron la
"década perdida" por el incremento de la deuda externa, la
caída de los salarios, la inflación, la desocupación y la
miseria, y advierte que en Santo Domingo se agregarán "nuevos
rostros" a la lista de la pobreza, ya enumerada en Puebla y
Medellín.

Se suman ahora, según el documento, los rostros de los
"desilusionados por los políticos que prometen pero no
cumplen", los "humillados a causa de su propia cultura que no
es respetada y es incluso despreciada".

También están los rostros de "los aterrorizados por la
violencia diaria e indiscriminada", "los menores abandonados
que caminan por nuestras calles y duermen bajo nuestros
puentes", "las mujeres humilladas y postergadas" y "los
migrantes que no encuentran digna acogida".

Tras afirmar que estos nuevos rostros representan también
"tragedias anónimas ocultadas debajo de las cifras", admite
que esto ocurre "en países que se dicen católicos", donde se
expresa el "pecado social", y asevera que "esta contradicción
es escandalosa y hiere profundamente nuestra alma de
pastores".

Aunque reconoce la "obligación moral" de pagar la deuda
externa, se cuestiona la "validez" de cumplir ese compromiso
cuando "peligra seriamente la sobrevivencia de los pueblos" y
advierte: "la misma población no ha sido consultada antes de
contraer la deuda".

Denuncia la concentración de la riqueza, en relación con los
países desarrollados y dentro de cada nación de latinoamérica,
reafirma la necesidad de una "auténtica" reforma agraria y
crítica los modelos neoliberales en boga, que han producido
"una exaltación del mercado como único criterio".

La iglesia reconoce la importancia del mercado pero se
pronuncia por "una economía de solidaridad", que incluya "las
nuevas formas de subsistencia, producto de la creatividad
popular", el fortalecimiento de la pequeña y mediana industria
y a la integración regional para la inserción en el contexto
mundial, entre otros aspectos.

El extenso documento dedica largos pasajes a la necesidad de
erradicar la injusticia social, pero para llamar la atención
del carácter histórico de las respuestas dadas también se
pregunta: "¿por qué movimientos de liberación iniciados con
muchas esperanzas resultan opresores de la libertad?".

En ese sentido, afirma que "la promoción humana no se limita a
la abundancia de los bienes materiales ni tampoco a un ideal
de consumo, sino que ha de ser construida con los valores
evangélicos de justicia, de solidaridad y de amor".

Uno de los temas que seguramente originaran polémica en Santo
Domingo es la exclusión de las menciones en el documento al
arzobispo de San Salvador Oscar Arnulfo Romero, asesinado en
1980, y de los seis jesuitas ejecutados en este país por una
patrulla militar, cuyos nombres aparecían en un texto
anterior, la "segunda relatio".

En otro orden, la iglesia expresa su temor por la expansión de
las nuevas religiones, un eufemismo que alude a las sectas.
El documento considera que ese problema adquiere "proporciones
dramáticas" y propone "implementar una acción evangelizadora
que subsane las carencias que han dejado indefenso al pueblo
creyente ante las agresiones a su fé. (IPS)



EXPLORED
en Ciudad N/D

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