Quito. 15 nov 98. La firma de una paz definitiva con Perú
favoreció y amplió el debate sobre la historia ecuatoriana:
¿Hay que reescribirla? ¿Llenar supuestos vacíos? Y ¿levantar
la reserva de los archivos del Congreso donde están las actas
de las sesiones donde se aprobaron todos los protocolos y
tratados?

Las respuestas de historiadores y autoridades coinciden: no
hace falta reescribir la historia, sí profundizarla; los
estudios históricos dan suficiente cuenta de modo que los
supuestos vacíos no son tal y urge levantar la reserva de los
archivos legislativos.

Sin embargo, los criterios se sustentan en diversos
argumentos. Por ejemplo el canciller José Ayala Lasso es
partidario de resaltar los capítulos heroicos de la historia
nacional: "Recordemos que junto a páginas tristes existen
patrióticas y valiosas que no siempre se destacan".

De ahí que propuso la publicación de todos los documentos de
la negociación desde el conflicto del Cenepa. Con ello, dijo,
el pueblo podrá juzgar objetivamente los resultados, la labor
de los protagonistas y la proyección histórica.

Por esa vía se inscribe la decisión del Ministro de Educación,
Vladimiro Alvarez Grau, de crear una comisión para trabajar en
el análisis y reflexión sobre los textos escolares de Historia
Patria e Historia de Límites.

Los convocados para conformar esa comisión son: Jorge Salvador
Lara, Enrique Ayala Mora, Jorge Núñez, Juan Paz y Miño, Nelson
Gómez, Gustavo Vega, Jorge Chacón, Wellington Paredes,
Cristina Cárdenas y los miembros de la directiva de la
Asociación de Historiadores del Ecuador.

Dos de ellos conversaron con EL UNIVERSO y polemizaron sobre
algunos aspectos porque sustentan sus posiciones desde la
óptica de su metodología de trabajo e interpretación de los
hechos al mismo tiempo que se pronuncian sobre el rol de los
historiadores y el papel desempeñado por Carlos Alberto Arroyo
del Río en la firma del Protocolo de Río de Janeiro.

No reescribirla

Jorge Salvador Lara no se va por las ramas. Para él, quienes
afirman que hay que reescribir la historia dice "una solemne
tontería": "la historia está allí, los hechos dejan documentos
que el historiador recoge y en base a ellos escribe la
historia, reconstruye los hechos".

Claro, advierte que el historiador puede dar una
interpretación, "pero reescribir significaría que la historia
es una cosa de quita y pon, que se puede cambiar según las
circunstancias y según los hechos.

Para diferenciar pone como ejemplo que en los países
totalitarios, como la Unión Soviética, la historia constaba en
su enciclopedia. Por decreto se cambiaba según las
circunstancias. Caía en desgracia uno de los grandes
dirigentes, se reescribía su biografía denigrándole y por
decreto se ordenaba que se cambie la historia. Eso ha ocurrido
siempre a través de los tiempos en todos los estados
totalitarios en los estados que han conculcado la dignidad de
la persona humana.

En cambio, Enrique Ayala Mora destaca que los historiadores
han reescrito la historia del Ecuador desde hace muchos años.
Por ejemplo en la edición que él dirigió (Nueva Historia del
Ecuador) hace diez años, que ya contiene una versión renovada
no solo de la cuestión territorial sino de toda la trayectoria
histórica del país.

Además considera que comenzar desde cero es un error y añade
que es "en buena parte gracias a que se ha hecho la
reformulación de la historia que se pudo crear, entre otras
cosas, un clima nacional de aceptación del arreglo que se
produjo y que esperamos sea definitivo con el Perú".

Eso sí añade que sobre la posibilidad de elaborar nuevos
textos hay "que hacer un historia que recobre nuestro pasado
reconociendo nuestros errores pero sobre todo identificándonos
con nuestro pasado".

Asimismo, reconoce que los últimos diez años han sido de
reelaboración porque "los maestros ya no dicen lo que decían
hace 20 o 25 años en el aula ¿o creen ustedes que la paz y la
voluntad nacional salen del aire?".

Sobre los textos escolares, Salvador Lara al tiempo de
agradecer la invitación para integrar aquella comisión
advierte que en algunos periódicos ya se ha publicado que es
para escribir los nuevos textos de historia que serían
declarados oficiales: "Si ese ha sido el propósito del
ministro, yo manifestaré mi total desacuerdo. No podemos hacer
textos oficiales en donde se cambie o se recambie la historia
de acuerdo a las circunstancias del momento y de acuerdo al
temperamento o al criterio de ciertas gentes que no son
profesionales".

Dudas por clarificar

Por eso dice Ayala Mora que con la firma de la paz el Ecuador
va a tener que profundizar mejor algunos aspectos de su
historia territorial. Por ejemplo: "saber la diferencia entre
la pérdida del territorio al que teníamos derecho y lo que se
legalizó mediante un acuerdo en 1942".

"No es que en el 42 los peruanos avanzaron desde Quito hasta
Rocafuerte. El Ecuador nunca tuvo una posesión efectiva y
continua en la época republicana del río Marañón. Eso sucedió
en la colonia. Una cosa es que te compres o heredes una
hacienda en Nono o más allá que nunca conoces. Tienes derecho
a esa hacienda, sí, pero han estado posesionados unos
campesinos desde hace años ¿quién es el dueño? Eso es lo que
le pasó al Ecuador. La gente simplificó mucho y dijo el 42
perdimos o terminamos de perder lo que ya no teníamos. Lo que
se hizo el 42 es legalizar lo que ya había venido siendo la
norma, la pérdida sistemática del Ecuador", explica.

Salvador Lara apunta otra explicación para argumentar que no
se ha engañado al país con la historia contada en el último
medio siglo: "Hay mucha gente que dice que habiendo puesto en
el mapa los límites según el Protocolo Pedemonte Mosquera
(1830) y el de Río de Janeiro (1942), se ha engañado al
público. Ese criterio no responde a la menor veracidad: jamás
se ha dicho que el Ecuador está ocupando esos territorios
entre el Protocolo de Río y el Pedemonte Mosquera. Simplemente
se ha puesto eso para concienciar a los ecuatorianos el
derecho que nos asistía".

Entonces, propone que si eso no ha sido explicado o "si
elementos sin suficiente cultura han interpretado de otro
modo, eso es ya otro problema". Sin recato manifiesta que
quienes hablan así responden a intereses creados o a
ignorancia.

Una historia nacional

Ayala Mora agrega otro criterio para que se explique mejor el
caso: "Los gobiernos peruano y ecuatoriano prefirieron siempre
poner un enemigo y decir allá vienen los peruanos, olvidémonos
de lo interno y no solucionar el problema. Eso hizo Flores y
Alfaro. Sucesivos presidentes no tuvieron voluntad de arreglar
el asunto territorial y desde luego los propios gobiernos
plutocráticos del liberalismo del cual Arroyo del Río fue uno
de los representantes".

Y finalmente advierte que no se puede escribir una historia
nacional alrededor del problema territorial. "Ese es un error.
Este es un momento de sinceramiento, un momento de aclaración
de cosas pero después de unos meses cuando haya pasado toda
efervescencia tendremos que volver a ver alrededor de qué
escribimos la historia nacional y no puede volver a ser una
historia de límites", apunta.

Con todo, argumenta más: "Tiene que ser una historia de la
integración del territorio, del poblamiento, de la presencia
de grupos humanos distintos en el conflicto, una historia en
la cual hay oligarcas y trabajadores, costeños y serranos,
conservadores y liberales pero una historia en la que el
pueblo es el principal protagonista".

Polémico Arroyo del Río

QUITO.- Con la revelación de que están embodegados los
ejemplares del libro del ex presidente Carlos Alberto Arroyo
del Río, Por la pendiente del sacrificio, el debate no es
ajeno a los historiadores Enrique Ayala y Jorge Salvador.

Sin embargo, sus declaraciones se enfilan sobre los
calificativos de traidor que se le endilgan al ex presidente.

Ayala Mora dice que Arroyo del Río es un personaje
determinante en la historia del país: por muchos años fue la
figura visible del liberalismo oligárquico del Ecuador, muy
connotado como abogado de cuanto interés extranjero pisaba
esta República; llegó al poder a base de un escandaloso fraude
electoral; gobernó con facultades implícitas; reprimió y
aplicó un plan económico reaccionario y antipopular.

"No es su culpa toda nuestra tragedia territorial ni de su
gobierno. Condujo al país durante la crisis no con el criterio
de salvar la unidad nacional o de ver por los mejores
intereses territoriales del Ecuador, tuvo siempre por delante
el interés de quedarse en el poder a cualquier costo",
comenta.

Jorge Salvador Lara muestra otra visión del tema: "hay que
reivindicar la figura del doctor Arroyo del Río y de su
canciller Julio Tobar Donoso a quienes se les acusó de
traidores por haber hecho lo que no podían haber hecho de otra
manera dadas las circunstancias del país.

"No tenemos que llenarnos la boca con este triste epíteto de
traidores. No creo que haya habido traidores, pudo haber
habido equivocados o elementos interesados en sobreponer su
propio interés a veces económico sobre el interés del país. A
ellos la historia los juzgará".

Normalistas, hilos conductores

QUITO.- Una capítulo aparte es la elaboración de textos
escolares en el Ecuador, porque se ha sustentado la historia
de esos libros sobre el eje de la disputa territorial con el
Perú.
Con esos libros se han educado casi todas las generaciones
desde mediados de este siglo, y los resultados son una
interpretación sesgada y una construcción de la identidad
nacional que olvidó el pensamiento de sus actores y héroes
para solo reivindicar el aporte de los presidentes en favor de
la solución del diferendo limítrofe.

Esas conclusiones se desprenden de las declaraciones de cuatro
jóvenes historiadores: Ramiro Avila, María Elena Porras,
Rosemarie Terán y Milton Luna. En todos hay un sentido de la
historia nacional y que se concentra en la crítica a una sola
forma de mirar nuestro pasado y destino.

Señalan que los estudiantes de primaria y secundaria han leído
textos escolares de historia elaborados por maestros
normalistas sin formación académica en historia.

Un ejemplo: el libro Escolar Ecuatoriano, "en la mente de los
ecuatorianos desde los años 60", fue escrito por Rogelia
Carrillo, una normalista perteneciente a una concepción de la
historia patria depurada y ortodoxa.

Lo importante ahora, dicen, es contar con una historia "en que
se vea la sociedad en su conjunto como gestora de los
procesos".

"Los ecuatorianos solo se acuerdan de la Batalla de Pichincha
o de Tarqui y no de Espejo o Montalvo que pensaron y
propusieron lo que sería el Ecuador. Tal vez se conoce sus
datos biográficos, pero no sus ideas", dice Ramiro Avila.
(Texto tomado de El Universo)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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