Quito. 28.03.95. TESIS I: LA VALIDEZ

Luego de la suscripción del Protocolo, en los años 40, las
autoridades ecuatorianas dijeron una y otra vez que nuestro
país honraría los documentos internacionales que hubiere
suscrito.

El "Bureau Político", surgido de la revolución de mayo de
1944, ese mismo mes señaló que "el Tratado de Río de Janeiro
entre el Ecuador y Perú será mantenido como lo aconsejan los
vitales intereses actuales de la Patria ecuatoriana".

Y, poco después, el ministro de RREE, Camilo Ponce Enríquez:
"El Protocolo de Río de Janeiro -por el que se puso fin al
diferendo limítrofe entre el Ecuador y el Perú en lo
sustancial- es un hecho consumado y el Ecuador respetará ese
pacto internacional".

El 24 de junio, en respuesta a una pregunta que se le
formulara a raíz de la prisión del ex canciller Julio Tobar
Donoso, que podía interpretarse como un desconocimiento del
Protocolo, el presidente José María Velasco Ibarra dijo: "El
tratado en sí es un ente jurídico diferente, es un ente
internacional. Vincula a dos o más Estados. Tiene vida propia,
cae bajo la legislación internacional. Nosotros estamos
obligados a respetar esos tratados y los respetaremos".

Velasco, otra vez, el 10 de agosto de 1944: "...el Ecuador no
quiere alterar la paz del continente, no quiere revisión de
tratados ni se inspira en ningún criterio de venganza".

Declaraciones similares se hicieron en el gobierno de Carlos
Julio Arosemena Tola (septiembre 1947-agosto 1948).

TESIS 2: REVISION DEL TRATADO

Entre 1947 y 1951, el Ecuador hizo estériles esfuerzos para
que se incluyera el principio de revisión de los tratados a
solicitud de una sola de las partes.

Y el propio presidente José María Velasco Ibarra en 1954: "El
Ecuador quiere cumplir los tratados y respeta las leyes
internacionales. Pero no puede admitir que las cláusulas
obscuras de un tratado se interpreten siempre contra él, a
pesar de que el derecho y la equidad impongan el recuerdo de
que un día el Ecuador ocupó la margen Norte del Amazonas".

TESIS 3: INEJECUTABILIDAD

En 1951, el presidente Galo Plaza declaró que "mi gobierno no
podrá aceptar, en ese sector (la zona Santiago-Zamora), una
frontera que no reconozca los inalienables derechos amazónicos
del Ecuador y proporcione una salida propia y soberana al
Marañón".

En agosto de ese año fue la Cancillería del Ecuador la que se
dirigió a los países garantes, señalando que en el sector en
que se interpone el río Cenepa, no existe el divortium aquarum
supuesto en el Protocolo.

El 10 de agosto de 1957, cuando Camilo Ponce Enríquez llevaba
un año de presidente de la República, retomó la cuestión como
había sido una suerte de norma: en el mensaje al Congreso.
"Dígase lo que se diga", dijo el presidente socialcristiano,
"el Protocolo de Río de Janeiro es inejecutable parcialmente y
la inexistencia del divortium aquarum del Santiago y el
Zamora, consultada por la línea instrumental, parece una
lógica consecuencia de haberla trazado con sobra de
precipitación ante un mapa algo mayor que una caja de
fósforos".

TESIS 4: NULIDAD

El 10 de agosto de 1960, el presidente Velasco Ibarra planteó
la nulidad del Protocolo de Río de Janeiro al inaugurar un
monumento de Edmundo Chiriboga en Riobamba.

"No hay justicia en la humillación, en el arrinconamiento del
Ecuador en el mar y la montaña. Yo estoy obligado a velar
todos los días, aun con mi vida, porque la patria un día se
fortifique tanto que regrese al lugar de donde ella nunca
debió salir si hubiera habido justicia. Ayer o esta mañana leí
en un periódico que las autoridades peruanas reclaman que
cumpla el Tratado de Río de Janeiro. Pero yo pregunto ante
vosotros: ¿es que ese es un tratado? ¿cabe que se celebre un
contrato con la pistola en el pecho del contrincante. El
Tratado de Río de Janeiro es un tratado nulo".

Su planteamiento adquirió una inusitada popularidad. Fue
asumido por los partidos políticos, las universidades, las
FFAA, el Congreso, la prensa. De alguna manera era la
respuesta que estaba buscando un país que nunca asimiló el
cercenamiento territorial de 1942.

Los argumentos de la inejecutabilidad son los vicios de
contenido del tratado (incapacidad de los órganos que
ratificaron y probaron el Protocolo, ausencia de libre
consentimiento del Ecuador, falta de causa justa, inexistencia
de objeto lícito y posible y ocupación de territorio nacional
por la fuerza); y vicios de forma (falta de
perfeccionamiento).

Aún hoy esta tesis sigue marcando los criterios de dirigentes
sociales y políticos.

LA REALIDAD GEOGRAFICA

El 2 de junio de 1942 se inició la ejecución del Protocolo de
Río. Para tal efecto se creó una comisión mixta encargada de
la demarcación de la línea de frontera, con mojones o hitos de
concreto. Hasta 1947 efectuó su trabajo en medio de constantes
desavenencias.

Los desacuerdos fueron encomendados a la resolución personal
del canciller de Brasil, Oswaldo Aranha, quien envió a la
región fronteriza al capitán Braz Dias de Aguiar

En febrero de 1947 se presentó un mapa aerofotogramétrico de
la zona Zamora-Santiago, que había sido requerido por el
Ecuador y Perú a los EE.UU.

Ese mapa demostró que entre los ríos Zamora y Santiago se
extendía, en una longitud de más de 190 kilómetros, un nuevo
sistema fluvial independiente, el del río Cenepa, afluente
directo del Marañón.

Como el río Cenepa se interpone entre los otros dos, no hay un
solo divortium aquarum, sino dos, uno entre el Cenepa y el
Zamora, y otro entre el Cenepa y el Santiago, no previstos
como línea de frontera en el Protocolo.

Pese a ello, el Perú pretendió que la demarcación continuara.
La situación siguió así hasta 1956, en que los garantes del
Protocolo sugirieron que el "Interamerican Geodesic Survey"
efectuara un levantamiento de la zona. El Ecuador aceptó el
pedido. Pero el Perú lo negó. Desde ese momento se suspendió
el proceso demarcatorio.

TESIS 5: LA TRANSACCION HONROSA

Ante la demanda ecuatoriana de nulidad del Protocolo de Río de
Janeiro, los países garantes: EEUU, Chile, Brasil y Argentina,
respondieron al unísono: Mientras la voluntad soberana y
concordante de Ecuador y Perú no disponga otra cosa, mi país
considera que el Protocolo de Río de Janeiro, firmado y
ratificado por Ecuador y Perú y ya aplicado, en su casi
totalidad, es un instrumento válido y debe ser cumplido".

Y en agosto de 1968, el diario "El Comercio" reprodujo una
declaración del presidente electo, Velasco Ibarra, ante
periodistas extranjeros.

"Hay que cambiar el planteamiento, tenemos que llegar a una
transacción honrosa. Que el Ecuador tenga un puerto sobre el
río Amazonas", había dicho Velasco.

Días más tarde se ratificó: "No retrocedo una sola línea en mi
afirmación de que el Ecuador, con respecto al Protocolo de Río
de Janeiro, debe ir hacia la transacción equitativa: un puerto
en el Amazonas. Al Ecuador se le debe justicia y se la debe
buscar por medio de una diplomacia hábil y práctica, no con
declaraciones utópicas y tontas. El asunto limítrofe
corresponde a la gestión diplomática, que debe ser reservada,
prudente, tinosa".

TESIS 6: DIALOGO

Durante los años 70 tanto el Ecuador como el Perú estuvieron
gobernados por dictaduras militares. En esas condiciones los
dos países iniciaron un período de acercamiento. Se iniciaron
estudios de procesos de integración, tanto regional como
fronterizo.

En esa época se suscribieron varios convenios, como por
ejemplo aquel para el aprovechamiento binacional de las
cuencas hidrográficas Puyango-Tumbes y Catamayo-Chira (1971).

También vieron la luz, varias declaraciones conjuntas, del más
alto nivel, con palabras tales como entendimiento,
cooperación, vínculos, diálogo, confianza, respeto, soluciones
justas y realistas, derechos irrenunciables...

Ya en el gobierno de Jaime Roldós, durante la 34§ Asamblea
General de la ONU, el canciller Alfredo Pareja Diezcanseco,
manifestó que el Ecuador busca "a través del diálogo cordial y
franco en que se halla empeñado con el Perú, un entendimiento
de concordia que brinde a su reclamo territorial solución que
satisfaga las exigencias de su honor nacional acorde con su
destino en el río Amazonas".

TESIS 7: CONSENSO

El presidente Jaime Roldós murió trágicamente el 24 de mayo de
1981. Le sucedió Osvaldo Hurtado que, en su primer informe a
la Nación, el 10 de agosto de ese año, dijo que es necesario
definir una política territorial que comprometa a su gobierno
y a los que le sucederían.

En enero el Ecuador había vivido una nueva crisis territorial:
el grave incidente bélico de Paquisha, en la cordillera del
Cóndor.

El 26 de febrero, por iniciativa de los "cuatro países
amigos", como se prefirió llamar a los garantes del Protocolo,
a fin de no dar la menor pauta de reconocimiento del tratado,
tuvieron lugar las reuniones de jefes militares en Huaquillas
y Aguas Verdes, a fin de acordar la separación de fuerzas.

El acuerdo fue, entonces, que los efectivos del Ecuador se
situarían en la vertiente occidental de la cordillera del
Cóndor, y los del Perú en la vertiente oriental de ella.

"Consciente de la trascendencia de este problema nacional",
dijo Hurtado, "propiciaré un diálogo con todas las fuerzas
políticas y sociales, con miras a lograr un consenso
nacional".

Hurtado diría luego que el diálogo no produjo los resultados
deseados. Calificó de "extremistas" a quienes "dijeron que hay
que mantener la herida abierta", en referencia a Febres
Cordero. Señaló que el problema territorial no podrá ser
resuelto sin un acuerdo entre las partes ("un arbitraje o una
mediación no son posibles si las partes no convienen en
solicitarlos") y que "es imposible pensar que el Perú vaya a
concurrir a una mesa de negociaciones si no se acepta antes
del Protocolo".

TESIS 8: HERIDA ABIERTA

El 26 de agosto de 1983, HOY recogió las declaraciones del
candidato por el PSC a la Presidencia de la República, León
Febres Cordero: "Soy terminante en cuanto a la cuestión del
problema territorial. Yo aprendí desde mis primeros años de
estudio de historia, que el Protocolo es írrito y luego
inejecutable. En esto no transijo. Sostengo y planteo al país
la tesis de la herida abierta".

Esa postura se mantuvo a lo largo de su gobierno, que terminó
en 1988. Luego ha sido repetida por el ex presidente. Es una
reiteración de la nulidad del Protocolo de Río de Janeiro.
Pero, a diferencia de la tesis de Velasco, la postura de León
Febres Cordero nunca tuvo acogida nacional generalizada.

En muchas circunstancias esta tesis fue esgrimida como
instrumento política interna y, en medio de una errática
trayectoria diplomática nacional, contribuyó a debilitar el
frente diplomático del Ecuador.

TESIS 9: EL ARBITRAJE PAPAL

El 30 de septiembre de 1991, el presidente Rodrigo Borja, en
la Asamblea General de la ONU, invitó al Perú a buscar un
arreglo del diferendo territorial y presentó una propuesta
formal de someter el conflicto en su conjunto al arbitraje del
Papa Juan Pablo II.

"Con la invariable adhesión de mi país a los principios de la
Carta de las Naciones Unidas, respecto del arreglo de las
controversias internacionales por vías pacíficas, el repudio
de las conquistas territoriales hechas por la fuerza y el
desconocimiento de la victoria militar como fuente de derecho,
invito al Perú, desde la más alta y prestigiosa tribuna que
tiene la humanidad a solucionar pacíficamente nuestro largo
problema y nuestra larga controversia territorial por medio
del arbitraje del Papa Juan Pablo II".

De esa manera el Ecuador tomó la iniciativa diplomática. Y el
presidente del Perú, Alberto Fujimori, anunció que evitaría
una contrapropuesta integral :inspirado en una genuina
vocación por el diálogo". Tal contrapropuesta fue la del
peritaje del Papa.

TESIS 10: VIGENCIA

Durante los momentos más críticos del conflicto del Alto
Cenepa, el Ecuador realizó una gran concesión diplomática al
Perú: admitió la vigencia del Protocolo de Río de Janeiro de
1942.

Este hecho significó un viraje profundo a la postura que había
mantenido durante 53 años.

Ese cambio fue aceptado consensualmente en todo el país. Y fue
perfeccionado por el propio presidente de la República, Sixto
Durán Ballén, quien precisó que es inejecutable en la zona de
la Cordillera del Cóndor.

Es decir, el Ecuador sostiene -parece que como una conclusión
de medio siglo de dudas- la vigencia y la inejecutabilidad del
tratado.

Por ello es que el arbitraje papal continúa siendo una
alternativa válida para llegar a una solución definitiva del
viejo conflicto territorial con el Perú: el arbitraje
funcionaría en aquel sector en que el Protocolo es
geográficamente inejecutable.

Por lo demás, parece que con los éxitos militares en el Alto
Cenepa, se han dado las condiciones subjetivas para que el
Ecuador en su conjunto pueda enarbolar una tesis común en las
complejas negociaciones con su vecino del Sur. (PP. 1-15)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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