LA ECONOMIA OTRO AÑO DIFICIL

Quito. 20.08.91. La evolución global de la economía
ecuatoriana en el tercer año del actual gobierno muestra
cierta mejoría con respecto a la del segundo año.

Azunque resulta difícil realizar estimaciones precisas del
período comprendido entre agosto de 1990 y agosto de 1991, los
datos que presenta el Banco Central para 1990 y los
indicadores parciales para 1991, permiten concluir que, hasta
el momento, la economía mantiene una cierta capacidd de
crecimiento, atribuible principalmente a la evolución del
sector externo.

Este crecimiento, sin embargo, se ha dado en un marco menos
estable que el año anterior, y las perspectivas hacia finales
de 1991 son de una acentuación de dos desequilibrios
importantes: la cuenta corriente con el exterior y el déficit
fiscal.

El balance económico de 1990

Hata finales de este año, la economía mostró una evaluación
bastante mejor que la de 1989. El crecimiento del Producto
Interno Bruto, indicador global del comportamiento económico,
pasó de una tasa de apenas 0.6 por ciento en el 89 a 2.3 por
ciento en 1990.

Aunque, en términos por habitante, no habría habido
crecimiento alguno (la población, según el censo, crece
prácticamente a la misma tasa anual que el PIB) por lo menos
no se observó el deterioro de 1989.

Los sectores productivos, excluido el petróleo, crecieron algo
más rápido; de 2.2 por ciento en 1989 pasaron a 2.4 por
ciento. el petróleo, en tanto, mostró una fuerte recuperación;
su ritmo de crecimiento, que en 1989 fue negativo (-10%), pasó
a una tasa positiva de 1.8 por ciento.

El deficit en cuenta corriente con el exterior, que en 1989
ascendió al 4.7 po ciento del PIB , proporción preocupante,
descendió al 1 por ciento en 1990 y el deficit del sector
público no financiero se redujo del 3.2 por ciento del PIB al
2.2. para 1990.

Los cambios globales citados se explican, principalmente, por
el comportamiento del sector externo. las exportaciones
totales se incrementaron en 360 millones de dólares (15.3%),
de los cuales 261 millones correspondientes a petróleo y sus
derivados. Los 99 millones restantes provienen, básicamente de
exportaciones de banano (98 millones). El conflicto del Golfo
Pérsico, un mejor esfuerzo privado de comercialización
bananera y los efectos iniciales de las variaciones en la
política cambiaria, fueron determinantes de estos resultados.

La producción para consumo interno, en cambio, apenas mejoró
con respecto a 1989; paso de crecer 1.8 por ciento en este
año, a 1.9 por ciento de 1990 y la formación de capital
(inversión fija), pasó de crecer a 1.1. por ciento, a decrecer
en 1 por ciento en 1990.

Lo más preocupante fue el crecimiento del consumo en la
administración púlica. En 1989 se había logrado contraer el
crecimiento del gasto público en consumo, como lo demuestra
una tasa negativa del -2.9 por ciento. en 1990, sin embargo
este tipo de gasto retonó impulso y creció al 0.7 por ciento.

En tanto, el consumo de los hogares, que venía creciendo el 89
al 2.7 por ciento, algo más que la población, pasó al 2.2 por
ciento en 1990, lo cual reflejaría, cuando menos, un
estancamiento en este indicador.

El crecimiento de los diversos sectores de la economía muestra
claramente la influencia del sector exportador en el
crecimiento global. El sector agropecuario -incluido pesca-
creció al 3.8 por ciento en 1990; en este crecimiento influyó
notablemente la producción de banano y camarón principalmente,
dando por resultado que los productos tradicionales de
exportación -banano, café y cacao- crecieran al 18.9 por
ciento y los productos pesqueros a un 11.7 por ciento.

El resto de productos agropecuarios, que es destinado casi
totalmente al abastecimiento interno, mostró más bien un
decrecimiento del -1 por ciento en 1990.

El petróleo recuperó su dinamismo (4.7%) y la manufactura
pasó, de una depresión acentuada en 1989 a una etapa de
recuperación (2.6%) que, sin embargo, aún está lejos de
permitir que este sector alcance los niveles que tenía hace
siete u ocho años.

La construcción, por su parte, después de un ligero repunte en
1989, volvió a mostrar un decrecimiento fuerte en 1990 (-
4.9%), explicable, principalmente por la reducción de la
inversión pública en infraestructura física.

Los servicios financieros, que desde 1986 mostraban muy
fuertes incrementos, para 1990 siguen acusando el efecto de
una política monetaria contractiva, (-4.2%) que en 1989 ya
mostró, muy fuertemente, los resultados (-38.1%).

Las perspectivas en 1991

Al igual que en 1990, en este año -salvo la presencia de
fenómenos naturales como la corriente de El Niño, por
ejemplo- será el sector externo, el que estará impulsando el
crecimiento, a pesar de una disminución de ingresos de divisas
por la baja de producción y precios del petróleo. Esta
disminución sería compensada por las ventas al exterior de
banano y productos pesqueros, siempre que se implementen
medidas compensatorias a las tomadas recientmente por la Junta
Monetaria y que afectan al sector exportador, aunque no en la
magnitud dramática que éste aduce.

Es posible esperar que las exportaciones totales de bienes y
servicios se mantengan en los niveles de 1990, es decir,
alrededor de los 3,200 millones de dólares.

Como, según declaraciones oficiales, la renegociación de la
deuda externa se encuentra "empantanada", parece razonable
prever que, hacia fines de año, el movimiento de capitales
será similar al de 1990, incluidos los atrasos de pago sobre
los compromisos aún vigentes, hasta que se de la
renegociación.

Desde el punto de vista de las importaciones, es posible
esperar un cierto incremento con respecto a los niveles de
1990, explicando, en cierta parte, por la recuperación de
algunos sectores de la producción y por vigencia de la reforma
arancelaria, cuyos efectos se podrán observar en mayor
magnitud al año en curso.

Estas condiciones determinarían que, en 1991, se vuelva a
presentar un déficit en la cuenta corriente externa que
llegaría al 2.8 por ciento del PIB; mucho menor que el
producido en 1989 (4.7% del PIB), pero casi el triple del
observado en 1990 (1.0% del PIB).

El sector público

La disminución de los ingresos petroleros ha impactado
fuertemente al sector público. Pese a las fuertes medidas de
austeridad aplicadas formalmente, la cercanía del período
electoral y de la finalización del régimen es posible que
obliguen al gobierno a expandir el gasto, con lo cual se
podría tener un déficit del sector público no financiero algo
mayor que el que se presentó en 1990, que fue del 2.2. por
cienro del PIB. en 1991 este déficit podría llegar cerca del 3
por ciento del PIB.

La política monetaria

La preocupación por el fenómeno inflacionario, interpretado
por el gobierno como el resultado del exceso de dinero en
circulación, llevó a las autoridades respectivas a implantar
medidas tendientes a contraer el medio circulante en los tres
primeros meses de 1991. En términos reales, el medio
circulante decreció entre enero y marzo, pero volvió a crecer
y fuertemente en abril, mayo y junio, hasta donde el Banco
Central publica datos.

Se ha atribuido, en buena parte, este comportamiento monetario
al llamado "déficit cuasifiscal" del instituto emisor,
producido principalmente por las pérdidas que se originan en
la denominada "sucretización" de la deuda externa privada y en
ciertas actividades ajenas a la función específica de la Banca
Central.

Las últimas medidas tomadas en procura de reducir el déficit
cuasi-fiscal, sin embargo, corren el riesgo de afectar, por lo
menos parcialmente, a un sector productivo, especialmente
exportador, ya acostumbrado a un mecanismo barato y
beneficioso. De no declararse medidas adicionales
compensatorias, como sería la creación de capacidad de crédito
accesible a través del sistema financiero privado, por
ejemplo, habría el riesgo de afectar la precaria estabilidad
lograda en 1990.

La inflación

En comparación con los niveles inflacionarios de 1989, las
cifras oficiales muestran logros importantes en 1990. en
efecto, de una inflación anual del 72.8 por ciento a agosto de
1989, el índice de precios descendió a 48.9 por ciento a
agosto de 1990.

Entre esta fecha y julio de 1991, en que hay datos, sin
embargo, solo se logró reducirlo a 47.0 por ciento. Esto
refleja, sin duda al agotamiento de los instrumentos
monetarios para bajar la inflación. Es muy posible que este
indicador, hacia finales de año se mantenga en los mismos
niveles de 1990, es decir, alrededor del 50 por ciento en
cifras oficiales.

Esto significaría que los niveles de estabilización alcanzados
podrían fácilmente alterarse, si no se logran incrementos muy
importantes de productividad y un mayor y mejor uso de la
capacidad productiva instalada en todos los sectores, pero
especialmente en la industria y en la construcción.

El crecimiento probable

Las condiciones anteriores permiten estimar un crecimiento
global de la economía no superior al 2 por ciento en 1991; es
decir, algo menor que el observado en 1990 y del todo
insuficiente para recuperar los niveles de ingresos por
habitante de hace cuatro o cinco años. Esto, pese a la
modificación que han tenido las cifras de población como
resultado del último censo.

En cuanto al crecimiento de los distintos sectores de la
economía, el sector agropecuario, especialmente de
exportación, es posible que tenga una tasa de crecimiento
satisfactoria, que situaría alrededor del 4.5 por ciento. El
sector petrolero, en cambio, disminuirá su crecimiento a una
tasa probable de apenas un 1 por ciento, lo mismo que la
manufactura, que crecería a una tasa menor que la de 1990; a
un 2.0 por ciento en 1991. la construcción, pese a un cierto
repunte de la construcción privada, aún mostrará una tasa
negativa de -0.5 por ciento, con los consiguientes efectos
sobre el empleo.

Para el sector del comercio puede estimarse una tasa del 2 por
ciento y es probable que los servicios financieros se hayan
recuperado algo con respecto al decrecimiento que mostraron en
1990, aunque no ha sido posible obtener datos que permitan
hacer una apreciación cuantitativa sobre el sector.

En conclusión, puede establecerse que el tercer año de
gobierno, en lo económico, ha logrado hasta el momento
restablecer algunos equilibrios esenciales, especialmente
gracias al comportamiento del sector externo, aunque el
crecimiento global sea aún insuficiente, principalmente en lo
que atañe a la producción con destino interno.

Las perspectivas hacia finales de año no son precisamente
halagadoras y la presencia de presiones sociales, así como la
inminencia de un proceso de apertura en que el país no tiene
experiencia y para el que está preparado débilmente, hacen
pensar que, a menos que se logre rápido acuerdo nacional para
efectuar ajustes aún necesarios, el inicio de 1992 puede
desatar factores desestabilizadores que excedan la capacidad
del país para controlarlos.


MARTES ECONOMICO No 143
(Páginas 3-4-5).
EXPLORED
en Ciudad N/D

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