Quito. 12 abr 99. Latinoamérica no sólo es la región que peor
distribuye la riqueza sino que tiene serias deficiencias en el
sistema educativo. Las mayores diferencias entre la clase baja y la
alta se observan en Brasil, Chile, Guatemala, Ecuador, México,
Panamá y Paraguay, y sólo Jamaica tiene un nivel de desigualdad
significativamente por debajo del patrón internacional. En aquellos
países donde las instituciones están más arraigadas el nivel de
equidad social es mayor, mientras que en las naciones con poca
tradición democrática crece la inequidad.

Por mariano beristain

Las diferencias entre los ingresos que obtienen los ciudadanos más
ricos y los más pobres se han agrandado de forma significativa en
los últimos 20 años, y han transformado a Latinoamérica en la
región más desigual del mundo, según se desprende del último
informe anual editado por el Banco Interamericano de Desarrollo
(BID) bajo el nombre de "América Latina frente a la desigualdad".

El 5% de la población obtiene la cuarta parte de los ingresos, y el
10% de los ciudadanos con alto poder adquisitivo se queda con el
40% de la torta. En la otra punta de la escala, el 30% de la
población, conformada por pobres y marginales, recibe nada más que
el 7,5% de los ingresos.

Estos niveles de inequidad en la distribución de los ingresos sólo
se pueden observar en los países más atrasados y desiguales de
Africa. En las naciones del sudeste asiático, el 5% más rico
percibe el 16% de los ingresos, 9 puntos menos que los ricos de
América Latina.

El secretario Ejecutivo de la Comisión Económica para América
Latina, José Antonio Ocampo, reconoció durante la primera
Conferencia de las Américas que realizó en 1998 la Organización de
Estados Americanos (OEA) que "la gran desigualdad social ha sido
una característica frustrante del desarrollo económico
latinoamericano. No en vano, América Latina se ha caracterizado por
ser la región del mundo con los más elevados índices de desigualdad
en la distribución del ingreso".

Una de las características predominantes de la mala distribución de
los ingresos en América Latina es la brecha que separa a las
familias más ricas de las más pobres. Los mayores excesos se
observan en Brasil, Chile, Guatemala, Ecuador, México, Panamá y
Paraguay, y sólo Jamaica tiene un nivel de desigualdad
significativamente por debajo del patrón internacional.

Las razones

Los expertos no se ponen de acuerdo sobre las causas que
profundizaron en los años 80 y 90 la diferencia entre los pobres y
los ricos.

El BID y la Cepal, explican que la inequidad social está
íntimamente relacionada con las diferencias en el nivel educacional
que tienen los más ricos y los más pobres. El núcleo de esta
desigualdad son las diferencias entre unos trabajadores y otros,
que también son extremadamente elevadas en la región. Los empleados
con mayores niveles de calificación, y quienes ocupan tareas de
dirección y administración en las empresas, obtienen remuneraciones
supe- riores a aquellos que realizan labores más simples. La
globalización y las nuevas tecnologías profundizaron a su vez las
diferencias entre los países desarrollados y los subdesarrollados.

"El principal componente de este fenómeno es que el ingreso de los
sectores altos no tiene techo, fundamentalmente por efecto de la
globalización, donde algunos sectores son más competitivos que
otros. Se trata de un proceso de transición que después se va a
equilibrar en la medida en que aumente la productividad y
Latinoamérica se convierta en una economía de escala", aseguró el
consultor argentino Manuel Mora y Araujo.

¿Por qué entonces la economía chilena, a pesar de haber
desarrollado una gran revolución económica sigue siendo una de las
más inequitativas de la región?, preguntó Tiempos del Mundo a Mora
y Araujo.

"Hay sectores --respondió el experto-- donde el aumento de
productividad es muy grande y genera cambios importantes y muchas
desigualdades. Es el caso de los servicios públicos privatizados y
aquellos sectores donde hay tecnología de punta. Los que están en
sectores tradicionales tienden a tener ingresos estancados o
débiles. Este fenómeno puede prolongar la inequidad por mucho
tiempo. No se va a resolver el problema en 5 o 10 años, los
procesos históricos son más largos".

El economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo, Ricardo
Haussman, coincide con Mora y Araujo en que "la enfermedad de la
desigualdad de los ingresos en América Latina refleja los dolores
típicos del crecimiento de las sociedades en desarrollo y ciertas
características congénitas del continente, pero la región superará
con el tiempo la desigualdad de los ingresos".

La brecha tecnológica

Pese al optimismo que acompaña las predicciones de los organismos
financieros internacionales como la Cepal y el BID, algunos
indicadores económicos parecen contradecir esta tesitura o al menos
la cuestionan. En el último decenio, aumentó la brecha tecnológica
que separa a los países pobres de los ricos y la deuda externa
creció de 419.282 millones de dólares a más de 617.339 millones en
tan sólo seis años. Hay más deuda externa en la región y esto
achica las posibilidades de crecimiento. Además los índices de
desocupación se han agravado en la generalidad de los casos.

El sociologo argentino Heriberto Muraro, por su parte, sostiene que
el "gran problema" de los países subdesarrollados es que la
inestabilidad financiera internacional recae con más fuerza sobre
el continente y ensancha la asimetría entre las naciones ricas y
las pobres.

La experiencia de los últimos años demuestra además que las crisis
asiática y el Tequila mexicano (ver recuadro), afectaron con mayor
crudeza a los sectores de menores ingresos de la región. Por
ejemplo, en 1989 Venezuela sufrió un desplome de su Producto Bruto
Interno (PBI) del orden del 7,8%, pero el salario real de los
trabajadores en ese período bajó el doble, alcanzando una caída del
15,8%. Cinco años después, en 1994, el crecimiento dio otra vez
negativo por un 2,3%, los salarios disminuyeron el 11%, cinco veces
más. En 1998, con la caída de los precios del crudo la situación se
agravó.

A veces, incluso, el crecimiento económico en lugar de generar una
mejora en el ingreso de los asalariados los perjudica. Durante el
período que va del año 1991 al 1997, la economía argentina creció
a un ritmo sostenido del 6,2% (haciendo un paréntesis en el año
1995 cuando se produce la crisis del Tequila), pero el salario real
del sector manufacturero se desinfló un 19,3%.

"Yo no sería tan optimista como los responsables del BID. Decir que
estamos en un proceso de transición es poner la zanahoria de acá a
cinco años. En Argentina hace varios años que tenemos crecimiento,
pero esto no ha disminuido la desocupación", argumentó Muraro.

Manuel Mora y Araujo dijo, a su vez, que para equiparar las
diferencias que existen entre los distintos niveles salariales hay
que flexibilizar más las normas laborales. De esta manera, la
flexibilidad permitiría bajar los salarios pero que ingresen más
trabajadores al campo laboral. "Yo creo que puede ser mejor, en un
modelo viable, sacrificar salario por ocupación. El problema de
América Latina es que se están sacrificando las dos cosas",
aseguró.

La cuestión tributaria

Hay otro dato que parece explicar en parte la profundización de la
desigualdad en Latinoamérica. Las políticas impositivas que
desarrollaron los gobiernos de la región han tenido en los últimos
10 años un carácter meramente regresivo. O sea que los trabajadores
de menores ingresos pagan proporcionalmente más impuestos que los
ricos.

Hasta hace una década, las tasas máximas de impuestos a las
personas (gravamen sobre la renta) eran del 40% o más prácticamente
en todos los países de la región, y en 10 países cuando menos era
del 50%. Estos niveles se han reducido a un promedio que en la
actualidad se sitúa en un 25%, y que es menor al de cualquier otra
región del mundo.

Los gobiernos latinoamericanos intentaron compensar las
dificultades que tenían para recaudar el impuesto a la renta
apoyándose esencialmente en los tributos al comercio exterior, pero
la apertura económica y la reducción agresiva de los aranceles han
obligado a aumentar la presión fiscal sobre la clase media y baja.

En Chile, por ejemplo, el 30% más pobre de la población soporta una
carga fiscal que resulta cuatro puntos más elevada que la que tiene
el 20% de la población que gana más. La carga del impuesto en
Argentina se reduce del 9% del ingreso en los cuatro primeros
deciles (es decir el 40% de la población que recibe menos ingresos)
a un 4% entre el 10% más rico.

"Es claro que hay una relación entre la regresión del sistema
fiscal, el aumento de la deuda externa, la baja de los productos
primarios en el mercado internacional, y la inequidad social," dijo
Muraro.

Gasto social

Otro de los aspectos que provoca un agravamiento de la desigualdad
social en América Latina es el relacionado con la distribución del
gasto social. Parte importante en los presupuestos nacionales, las
estadísticas muestran sin embargo una realidad muy distinta a la
del resto del mundo. Mientras en los países desarrollados el
gobierno central realiza gastos que representan el 40% del Producto
Bruto Interno, en América Latina ese porcentaje se reduce al 20%.

La eficiencia en la distribución del gasto social también es una
preocupación central entre los habitantes de la región. Una
encuesta realizada por el Latinoabarómetro --es un informe
realizado en Lima por una central empresaria-- señala que el 73% de
las personas consultadas reclama una mejor distribución de los
ingresos, otro 77% pide mejor atención sanitaria, y un 78% solicita
políticas estatales dirigidas a cuidar a los desocupados y los
ancianos.

Heriberto Muraro afirmó, en este sentido, que las reformas sociales
de segunda generación --mejor gerenciamiento en el control y
destino del gasto público-- son el único instrumento que podría
mejorar sustancialmente la distribución de los ingresos. El
concepto de Muraro apunta a tener un "Estado más ahorrativo y
productivo".

Democracia y pobreza

Un trabajo realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo
(BID) asegura que en aquellos países donde las instituciones están
más arraigadas el nivel de equidad social es mayor, mientras que en
las naciones con poca tradición democrática crece la inequidad.

"Existen crecientes evidencias de que las instituciones políticas
afectan la distribución del ingreso, así como su tasa promedio de
crecimiento", apuntó el economista James Rodrik, en un estudio que
realizó para el BID.

La desigualdad social puede condicionar el funcionamiento de las
instituciones como piedra fundamental de la democracia al
entorpecer las decisiones políticas.

Además, una encuesta de opinión realizada en Costa Rica y Uruguay
reveló que en estos dos países, donde la distribución del ingreso
es más equitivativa si se la compara con el resto de la región, la
población considera que la democracia es la mejor forma de
gobierno. Mientras que en países donde las diferencias sociales son
más acentuadas, la población tiene una tendencia a inclinarse por
formas de gobierno autoritarias o deposita su confianza en los
caudillos.

"El gran temor si se mantienen en el tiempo altos niveles de
desempleo e inequidad social no es que se produzca un golpe de
Estado sino que la democracia se vacíe de contenido", acotó el
analista político y presidente del Centro de Estudios para la Nueva
Mayoría, Rosendo Fraga

En los países con mayor nivel de inequidad socioeconómica los
pobladores desconfían de la Justicia, el Poder Legislativo, los
partidos políticos, los sindicatos y los empresarios.

El sociólogo Manuel Mora y Araujo opina que no existe una relación
intrínseca entre la corrupción y la democracia. "Puede haber mucha
equidad social sin corrupción, o puede haber mucha corrupción en un
país que tiene poca equidad social", sostuvo Mora y Araujo. Sin
embargo, el trabajo del BID reconoce que "en las sociedades
fragmentadas es más difícil la integración económica y social de
los diferentes grupos y es más factible que el aparato estatal
quede sujeto a influencias de grupos de presión, corrupción e
ineficiencia, todo lo cual contribuye a mantener la desigualdad".
(Texto tomado de Tiempos de El Mundo)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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