Guayaquil. 12 nov 96. Abdalá Bucaram está decidido a
poner en marcha el plan de convertibilidad del sucre.
El esfuerzo de asesores, incluido Domingo Cavallo y
otros funcionarios del frente económico para disuadirlo,
ha resultado inútiles. En Salinas, el 26 de octubre, se
confirmó el tema.

Frente al mar, en el lujoso departamento del presidente
de Junta Monetaria, el Presidente sentó a su alrededor
a la mayoría de los integrantes de su Gabinete para
discutir los detalles de su plan económico, que según
su propio anuncio, se aplazó hasta la próxima semana.
Aunque -como se habría de confirmar después- la
decisión estaba tomada, el Presidente consultó uno a
uno a los miembros del equipo económico y asesores
sobre el sistema de convertibilidad. Así lo confirmó
este diario con un funcionario que participó del
encuentro.

El anfitrión cerró la ronda de consultas, y al igual
que a muchos de sus compañeros de Gobierno, no
lo convencía la idea, pero en una manifestación de
lealtad con Bucaram le dio su apoyo a la creación
del sistema de convertibilidad. La idea es presentar
la propuesta junto con el plan de Gobierno y
entregar al Congreso un paquete de reformas que
faciliten su arranque a partir de julio de 1997.

Desde entonces se establecerá una paridad cambiaria
fija. Esa es una de las características de la caja de
conversión, como lo explica Alan Walters,
considerado el arquitecto de ese esquema en Hong
Kong.

Este funcionario es citado en un artículo sobre el
tema publicado por Richard Judy, director del
Centro de Estudios sobre Europa Central y Eurasia
del Hudson Institute de Estados Unidos. Según
Walters, la caja de conversión está en todo
momento preparada para convertir una moneda
nacional a la moneda de reserva en divisas a un
tipo de cambio especificado y fijo.

Para Paúl Palacios, profesor de la Escuela de
Postgrado en Administración de Empresas de la
Espol, el cambio implicaría que el Banco Central
pierda preeminencia en el manejo monetario para
tener más en el campo cambiario.

Así, todos los agentes económicos pueden pedirle
al Central que convierta el dinero local en divisas,
en este caso en dólares. Según Palacios, una forma
simple de entender el tema es compararlo con el
antiguo esquema del patrón oro. Entonces solo se
podía emitir dinero con respaldo de ese patrón.

Durante años la onza de oro costó 35 dólares y las
economías solo emitían tanto dinero cuanto oro
tenían depositado. "La caja de conversión es lo
mismo: puede emitir cuanta moneda tenga en su
economía y cuanto respaldo en dólares tenga en su
reserva".

La experiencia más cercana es Argentina. En abril
de 1991 se promulgó la Ley de Convertibilidad,
que estableció un nuevo régimen de tipo de cambio
fijo en el cual el peso argentino tendría un respaldo
del 100% de reservas de divisas y libre
convertibilidad con el dólar, en relación uno a uno.

Esa ley fue parte de la reforma económica iniciada
por el Gobierno de Carlos Menem en 1989 y que
continúa. El asunto es que en los años 80 Argentina
parecía un modelo de inestabilidad macroeconómica.
"Con un enorme déficit del sector público, la nación
no podía pagar su deuda externa, reinaba la
hiperinflación y la fuga de capital era masiva".

Para ese analista, los resultados de las reformas
económicas fueron positivas (caída de la inflación,
reducción del déficit público, aumento del ritmo de
crecimiento económico e inversión extranjera...)
aunque reconoce que, como en Estonia -otra nación
que tiene caja de conversión- "no todo es color de
rosa en Argentina". ¿Por qué? El peso se revalorizó
más del 100% desde 1991, mientras crecía el déficit
en cuenta corriente. Entre otras cosas, por el aumento
de importaciones de bienes de consumo y menos
competitividad de las exportaciones.

Según Palacios, el mecanismo de la caja de
conversión hace más vulnerable al país respecto a
choques externos. Pero el lado positivo es que impide
que existan exabruptos en el manejo fiscal, pues le
quitará capacidad al Gobierno para que pueda emitir
sucres solo porque se le ocurre o necesita gastar.

El analista Walter Spurrier coincide con Palacios en
que la conversión no puede hacerse para mañana
porque el país no está preparado.

Exportadores, ¿al sacrificio?

Para el Estado, el cambio de moneda tendría un costo
por la elaboración de la nueva moneda. ¿Cómo
cambiará el usuario su moneda por una nueva? A
través del BC. En México, el cambio se hizo en un
año. En ese lapso circularon el nuevo y el viejo peso.

Cuando en Argentina se aplicó la convertibilidad, se
congeló la cotización a 10 mil australes por dólar.
Después se cambió la denominación de la moneda;
se creó el peso con un valor de 10 mil australes. Así
la relación peso-dólar quedó en 1 a 1.

La revaluación está ligada a la caja de conversión.
Si se reajusta la paridad cambiaria a menos sucres
por dólar, y se mantiene el sistema de bandas de
flotación, sí hay una revaluación real que podría
perjudicar a los exportadores.

Perderían competitividad en el exterior. ¿Por qué?
El exportador recibiría menos sucres por los
dólares de sus ventas externas.

Según Spurrier, aunque esta medida favorecería al
consumidor afectaría al productivo, porque subirían
sus costos. "La revaluación en una economía en
donde la inflación es superior a la internacional, no
es conveniente ni sostenible; lleva a más
devaluaciones".

El cambio no de un toque...

¿Qué pasará con el sucre hasta julio cuando se
aplicaría la convertibilidad? Según funcionarios
del Banco Central, la idea es ir cerrando la banda
de flotación cambiaria hasta llegar a un tipo de
cambio fijo en la fecha prevista. Por lo tanto, no
habría necesidad de mantener el piso ni el techo
cambiario.

Entonces allí se puede hacer un cambio del valor
nominal de la moneda ecuatoriana frente a la divisa.
Los analistas no creen que se trate de una
revalorización real. Spurrier y Palacios coinciden
en que, posiblemente, lo que está pensando Bucaram,
al hablar de revaluación, es en quitarle, por ejemplo,
tres ceros a la moneda ecuatoriana en relación al dólar.

De esa manera la divisa, que en este momento se
cotiza a un promedio de 3.300 sucres, se ubique en
3,3 nuevos sucres (o cualquier otro nombre que se
le ponga a la moneda) por dólar. Spurrier aclara que
sería una nueva denominación, pero con eso el dueño
de la plata no gana ni pierde nada. "Es como cambiar
un billete de mil por dos de quinientos". Para
entenderlo mejor: lo que un ecuatoriano compra hoy
con 3.300 sucres, podrá hacerlo con 3,3 de la nueva
moneda, si se le quitan tres ceros al sucre. Respecto
a los ingresos opera la misma mecánica.

Lo que está prohibido hacer

El esquema no está claro pero los actores van tomando
posiciones. El sector industrial, por ejemplo, no cree
en la convertibilidad. Según el industrial Gustavo Pinto,
un mecanismo así fue aplicable en Argentina, que llegó
a una inflación de cuatro dígitos.

Para Patrick Barrera, de la Asociación de Financieras,
antes de aplicarla es indispensable cumplir tres
condiciones: control inflacionario, disciplina fiscal y
más inversión extranjera. En eso está de acuerdo Paúl
Palacios. "Tiene que haber un proceso gradual de
instrumentación y no aplicarlo de un solo toque".

Para explicar lo que no se puede hacer con un sistema
de convertibilidad, entre analistas hay dos ejemplos
recurrentes: lo que hizo León Febres Cordero después
del terremoto de marzo de 1986 y la última salida del
Banco Central, diez años después (marzo de 1996)
para salvar al Banco Continental. Febres Cordero
emitió sucres sin respaldo en dólares tras la caída
de las exportaciones de crudos por la ruptura del
oleoducto. El resultado: una inflación cercana al
100%. La convertibilidad no permite la emisión
inorgánica no ssalvatajes al estilo del Banco
Continental con un préstamo de 485 mil millones
de sucres. (FUENTE: EL COMERCIO, P. B-4)
EXPLORED
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