Quito. 9 dic 98. El presidente Alberto Fujimori dialogó con
HOY en el Palacio de Pizarro. Un enorme caserón que ha sufrido
sucesivas remodelaciones. Es la sede y símbolo del poder en el
Perú.

El nombre del edificio recuerda el pasado virreinal del país y
al español Francisco Pizarro, quien fue al mismo tiempo
conquistador y fundador del Perú mestizo. El palacio con sus
salones inmensos y fríos hace pensar en la grandeza del poder.
También en su soledad.

Allí llegamos con Alejandro Balaguer, un fotógrafo argentino
que ha retratado la tragedia peruana a lo largo de la lucha
contra Sendero Luminoso, la criminal guerrilla maoísta a la
que derrotó Fujimori. Ahora Berdaguer se dedica a tareas más
tranquilas, como hacer fotografías de arte para libros de
paisajes peruanos , o tomar fotos de presidentes en tiempos de
paz.

El presidente Alberto Fujimori, quien está desde hace ocho
años en el poder, nos recibe en una sala de sesiones con la
bandera del Perú. El espacio luce muy grande para cuatro
personas, incluida la asistente de prensa del gobierno. Hay
demasiadas sillas. Un escenario oficial que pareciera hecho
para recordar que la conversación deberá deslizarse a
prudencial distancia, lejos de los temas personales.

Benjamín Ortiz Brennan

Alberto Fujimori es cordial y frío. Le recuerdo que en aquel
mismo lugar concedió audiencia a los directores de periódicos
ecuatorianos que viajamos el Perú por primera vez en 1992,
cuando los periódicos a los dos lados de la frontera
intentábamos mejorar el entendimiento. Responde con un
movimiento de cabeza. Está equipado con una libreta de notas,
en la que rara vez apunta alguna palabra, cuando no quiere
dejar parte de la pregunta sin respuesta.

Fujimori habla muy bajo y despacio. Su relación con la prensa
ha sido compleja, llena de altibajos, y en temas
internacionales se desplaza con la misma prudencia de un
explorador por la selva, la conoce no quiere sorpresas. Habla
bajo y la grabadora apenas capta el murmullo de su voz. Le
cuento que la entrevista le realizo a pedido de El Dorado, una
revista peruana que dedicará un número a la paz y quiere
entrevistar a los presidentes de Perú y Ecuador con
periodistas del otro país. También se publicará en el Diario
Hoy de Quito.

- Usted se propuso varios objetivos básicos como presidente
del Perú. ¿Cuáles son esos objetivos, en qué medidas los ha
alcanzado?

Cuando asumo el cargo de presidente, lo asumo en forma
definida para enderezar el país y superar una serie de
problemas complicadísimos que parecían imposibles de resolver.
El tiempo demostró que hubo la decisión y un trabajo bien
armado. Estratégico porque parte de la identificación y
diagnóstico certero. El mayor problema fue el terrorismo
rapante que no permitía la aplicación de ningún programa
económico, por ideal y óptimo que fuera. Pero nos atrevimos a
emprender simultáneamente las dos primeras tareas, que fueron
la lucha contra el terrorismo y la reforma económica, que
resultaba un riesgo realizarla en medio de la violencia social
y política. Obré con un riesgo calculado y he tenido éxito.
Superados estos problemas, el tema de más largo aliento era el
de la paz con Ecuador. Allí se dieron pasos muy audaces, como
la visita a Quito, cuando era presidente Rodrigo Borja. El
resultado fue gratamente sorprendente. Contradijo los
presagios de los opositores.

Ayudó a formar una nueva relación.

- ¿Cómo alteró ese proceso la Guerra del Cenepa de 1995 ? ¿No
fue esa guerra la que llevó al Perú a reconocer la existencia
del problema fronterizo y al Ecuador a admitir la vigencia del
Protocolo de Río?

Esa guerra precipitó a reconocer la realidad. Pero yo aceptaba
que había un problema. No era posible negarlo. El Ecuador
también admitía la vigencia del protocolo en conversaciones
reservadas, desde los tiempos del Presidente Borja.

¿Cómo ha sido su relación con los cinco presidentes
ecuatorianos con los que usted ha tratado el tema territorial?

La evolución siempre fue positiva. Con cada uno de ellos dimos
pasos hacia adelante. El camino ha sido difícil, largo,
complejo.

Pero todos tenían la mirada puesta en el acuerdo y estaban
dispuestos a suscribir la paz. Cada uno tiene su estilo pero
hemos mantenido buena comunicación. Con Mahuad finalmente
culminó el acuerdo.

¿Cuál ha sido en este proceso de relación el mejor y el peor
momento con los presidentes ecuatorianos?

Prefiero no mencionar.

¿Cómo es Jamil Mahuad?

En mi trato con las contrapartes es preciso primero analizar y
conocer. La primera reunión en Paraguay fue de observación
mútua.

Lo importante es que uno muestre su intencionalidad, cómo
quiere actuar, su metodología y enfoque. Lo encontré
sorprendentemente realista, muy analítico y poniendo sobre la
mesa todos los elementos. Hablamos con franqueza. Me dije
tengo aquí un interlocutor para llegar al problema de fondo.
En Panamá llegué a la convicción de que está cerca la
oportunidad para solucionar el problema de fondo.

¿Cuál es problema de fondo?

Encontrar una vía que permitiera a los dos países, dentro del
Protocolo de Río, arribar a una solución aceptable. Horas y
horas examinamos varias alternativas. Hasta que dejamos en
manos de los garantes la respuesta final.

Pero cuando asumió la presidencia Jamil Mahuad los dos países
estaban al borde a la guerra.

Ninguno de los dos gobiernos buscaba la guerra pero la
situación de 1998 fue muy similar a la de 1995. Allí estaban
frente a frente las patrullas militares a punto de enfrentarse
en un conflicto.

¿Qué detuvo la guerra en esta segunda ocasión?

Quizá la diferencia entre 1995 y 1998 haya sido que en 1998
los garantes actuaron sagazmente, mientras que en la primera
ocasión no hubo la misma participación. Había también otras
diferencias. Además con tanto avance que se había logrado no
era concebible echarlo todo por la borda.

¿Cuáles son los resultados concretos e inmediatos del acuerdo
de paz?

No son tangibles. La paz es la progresiva eliminación de los
recelos y resentimientos. Ese es el resultado inmediato. Entre
la situación anterior y la posterior la diferencia es abismal.
Quizá como presidente lo percibo a otro nivel. No puedo
esconder mi entusiasmo y felicidad. Los pueblos quizá no
compartan todavía estos sentimientos.

¿Faltó información?

Es quizá porque no vivieron este proceso en toda su
intensidad.

¿En base de su vivencia, cómo prevé la relación entre Ecuador
y Perú en el plazo de un año, de cinco años, de diez años?

En un año se eliminará buena parte de la desconfianza. Se
comenzarán a tomar contactos. A descubrir que no habían
motivos para una relación tensa y que más bien la relación
entre Ecuador Perú encierra enormes posibilidades. A cinco
años vislumbro que la relación será a un nivel de acercamiento
tal que se manifestará en múltiples formas de búsqueda del
bienestar común y la cooperación.

Seremos pueblos hermanados. No será necesaria la retórica para
maquillar una relación contaminada. Más bien la relación
positiva será lo usual. Y en esta relación ambos pueblos
ganarán no solo por lo que hacen sino por el surgimiento de un
potencial combinado. De aquí a cinco años los analistas,
cualquiera que sea su posición actual -favorable, crítica o
desfavorable- reconocerán que los dos gobiernos actuaron en
términos oportunos, con visión de futuro, en función de los
intereses de los Estados, no de los Gobiernos, con sabiduría,
con audacia.

Usted solo habla de consecuencias positivas de la paz. ¿Ve
también alguna consecuencia negativa?

No hay consecuencia negativas. Solo existen manifestaciones
negativas que han sido producto de la manipulación a sectores
de la población que, con el tiempo, en la medida en que
constaten que fueron mal informados cambiarán de opinión.

¿Es una simple coincidencia que hayan sido descendientes de
japoneses y árabes, como son los presidentes de Perú y
Ecuador, quienes hayan finalmente firmado el Acuerdo de Paz,
al cabo de tantos años de mantener el problema sin solución?

En mi caso ha una constante en la actuación. Sea frente al
terrorismo, la hiperinflación o la deuda, he sido un
pragmático.

Quizá sin pretender hacer comparaciones de mal gusto, aquí -en
mi caso- se ha mostrado esa característica con mayor nitidez.
Hay un ingrediente japonés en mi persona. Sin embargo, lo
básico no es lo oriental, sino mi formación como ingeniero y
matemático, que me conduce a una actitud de respeto a la
lógica. Mi decisión de llegar a la solución que se completado
con la relación con el presidente Mahuad. Siempre estuve
decidido a resolver el problema.

- ¿A resolver por las buenas o las malas?

Resolver por las malas no habría sido una solución. Habríamos
perdido todo lo avanzado. Estaríamos ahora en un contexto
distinto. Impredecible. Ahora era el momento de hacerlo. En
caso contrario, habría sido después de 50 años. Lo cual en
los plazos de una persona habría significa nunca. Siempre se
puede argumentar que en el caso peruano no debió hacerse
ninguna concesión. ¿Qué otro símbolo podríamos entregar? ¿Y
que habría ocurrido si ese otro símbolo no resultaba aceptable
para el Ecuador? Había que otorgar un símbolo aceptable. Era
un riesgo. Pero lo que prevaleció fue el interés del Estado
peruano y del Estado ecuatoriano. Para mí era fácil decir
esperemos otra solución distinta al kilómetro cuadrado.
Esperemos y quedar como un presidente que defendió plenamente
el Protocolo. Pero estoy tan convencido de mi actuación que
asumo totalmente la responsabilidad ante mis críticos.

- Para llegar a la solución necesitó en cierta forma desbrozar
el camino interno: sacó del las funciones de presidente del
Comando Conjunto, el general Nicolás Hermosa y después
renunció el canciller Ferrero y el vicecanciller Palma.

En la medida en que se avanzaba cada persona ha tenido un rol
positivo, pero también llegaba el momento en que ese rol
estaba agotado. La continuidad del proceso, en el caso
peruano, ha sostenido el presidente de la República. Cierto es
que en algunos momentos, estas situaciones cambiantes suponían
asumir tomar algunos riesgos. Y en otros casos, precisamente
para evitar los riesgos, actué de la manera que lo hice.
Observe usted que entre la fecha en que los garantes presentan
su propuesta y la fecha en la que se firma el Acta de Brasilia
solo median tres días. Y lo hice enseguida, a pesar de que
tenía previsto viajar al Canadá por compromisos previamente
adquiridos.

Aparentemente sus opositores, por su ascendencia japonesa, le
critican con especial énfasis sus iniciativas de política
exterior. ¿Es ese su talón de Aquiles?

He ejercido mis facultades plenamente. Soy el jefe supremo de
las Fuerzas Armadas y dirijo la política exterior. Y he
alcanzado resultados. He mejorado las relaciones con los
Estados Unidos, en materia de narcotráfico. Igual la imagen
internacional de Perú en foros internacionales, como la
reunión presidencial Asia Pacífico, de la que acabo de
regresar. Son mejores las relaciones con Bolivia.

Con Chile para superar los problemas del 29 pero que se van a
superar finalmente. Como ingeniero no puedo concebir que los
problemas permanezcan por años de años de años. No tengo el
espíritu para discutir y discutir sin avanzar. Que me digan
los críticos que ha ocurrido con esas relaciones durante
tantos años, consumiendo el tiempo, cuando se han quedado en
responder a los argumentos de los otros y a las discrepancias,
pero sin la fijación clara del objetivo común. En el caso de
la relación con Ecuador el objetivo no era ganar una discusión
sino alcanzar la paz. Por eso cuando nos encontramos con
Mahuad nos hicimos la pregunta: ¿cuál es el problema de fondo?
¿Cuál es el problema para Perú y para Ecuador? Y lo
resolvimos.

El presidente Alberto Fujimori cuenta a HOY los momentos más
trascendentes de la negociación del tratado territorial con el
Ecuador

- Para usted tal vez fue un mal momento de la política interna
tomar la decisión sobre el arreglo con Ecuador, cuando su
popularidad se encuentra en el punto más bajo de sus ocho años
como gobernante, alrededor del 30 %.

No tomé en cuenta la situación coyuntural. Cuando asumí la
decisión algunas personas me hacían notar que un acuerdo a
este ritmo supondría un alto costo político. ¿Para quién? me
pregunté entonces. ¿Para el Gobierno? ¿Para el País? Era un
alto costo personal del cual estaba consciente y lo asumí
plenamente. Esto me trago yo solo.

¿Cómo se puede explicar que las reacciones adversas hayan
ocurrido en el Departamento de Loreto y en Iquitos, que son
precisamente las regiones, en donde cualquier desarrollo
económico por la integración tendrá las mejores consecuencias.
Sin embargo, allí hubo cuatro muertos en las protestas?

Hay manipulación de la población. Y también es producto de la
desconfianza. Producto de que debía lograrse un acuerdo pero
sin ceder ninguna símbolo al Ecuador. La gente desconocía que
de acuerdo al artículo 6 del Protocolo de Río de Janeiro el
Ecuador tiene derecho a la navegación libre y gratuita en el
Amazonas. Desde el lado peruano, todo estaba enfocado a la
demarcación. No se conocía la globalidad de las obligaciones
mútuas entre los dos países. El debate estaba centrado en la
cuestión de la demarcación pero se olvidó lo demás. El Ecuador
tiene derechos similares a Colombia y Brasil para la
navegación en el Amazonas. O mejores.
¿Y la prensa del Perú, cómo ha reaccionado?

Después del Acuerdo hubo una reacción positiva. Pero cuando se
solicitó el dictamen a los garantes hubo una reacción de
oposición. La mayoría de la prensa ha tenido finalmente una
reacción positiva.
¿Cree usted que la colocación de los hitos levante nuevos
problemas entre el Ecuador y el Perú?

No habrá nuevo problemas.

¿Prevé conflictos políticos internos en el Perú por le mismo
asunto?

Tampoco.

¿El Perú ha descartado la hipótesis de conflicto armado con el
Ecuador o permanece como una posibilidad?

La conducción de las fuerzas armadas y su posición es un
asunto llevado por el Presidente de la República. Puedo
afirmar que ha desaparecido la posibilidad de un conflicto con
el Ecuador, a tal punto que desde el punto de vista
diplomático y militar se debe producir un viraje profundo en
ambas áreas.

¿Usted va a necesitar un nuevo período de Gobierno para
alcanzar a perfeccionar la nueva relación entre Ecuador y
Perú?

Para ese propósito vamos a actuar rápidamente.

¿Pero usted va a ser otra vez candidato?

No tengo nada definido sobre mi participación como candidato
para un próximo período, pero las metas para el Perú tienen
que ser en cualquier caso progreso, crecimiento y bienestar.

Usted aparentemente ha conseguido la estabilidad económica y
atraer la inversión, incluso ha tenido varios años de rápido
crecimiento económico, pero no ha conseguido la redistribucion
del Ingreso, ni la creación de empleo.

Esto es un proceso. Las primeras etapas han tomado más tiempo
de lo previsto. Reconozco la dificultades. Pero me voy a
dedicar al tema del empleo y va a haber solución. En mi
opinión todo problema puede tener una solución.

¿Si usted no será candidato, ha pensado en algún sucesor?

El sucesor debería surgir de manera espontánea, como resultado
de los comportamientos de las fuerzas políticas.

Usted dio golpes definitivos a un sistema institucional en
crisis, pero que quedara después de usted, qué ha remplazado a
lo obsoleto?

El sistema político estuvo desmoronándose a fines de los 80.
EL panorama cambió ahora totalmente. No hay las instituciones
establecidas como las había antes, pero lo que se ha creado es
un manejo serio de la economía y del país, la búsqueda del
bienestar nacional y familiar. Esos nuevos conceptos se están
institucionalizando. Los partidos tradicionales están siendo
remplazados por este nuevo sistema de relaciones.

Encuentro amazónico shuar concluye hoy

El Segundo Encuentro Binacional Achuar, Aguaruna, Huambisa y
Shuar, se cumplirá en enero de 1999 en Súcua, según lo
acordado en la población de San Juan, Perú, sede del primer
encuentro que se inició el sábado 5 de diciembre y concluye el
jueves 10.

Alrededor de un centenar de dirigentes se reunieron, para
cumplir una agenda que priorizó la identificación de los
vínculos de familiaridad, el comercio y la integración, de los
pueblos indígenas separados por una línea imaginaria de
frontera.

El dirigente ecuatoriano José Luis Jimbikiki calificó a este
primer encuentro como "un gran paso para la unidad y hermandad
de los pueblos Achuar, Aguaruna, Huambisa y Shuar, que más que
ecuatorianos o peruanos esperan que se respete su propia
identidad".

En la reunión se acordó que el próximo encuentro se cumplirá
en el lado ecuatoriano en la población de Sucúa, en enero de
1999.

San Juan de Aguaruna, sede del Primer Encuentro Binacional
Achuar, Aguaruna, Huambisa y Shuar, es lo más cercano a la
frontera, ecuatoriano-peruana, tiene una población de
alrededor de 200 personas. Se trata del poblado más grande y
cuenta con una posta médica, una antena parabólica para
recibir señal satélite, una escuela, colegio, que posee un
mobiliario en buenas condiciones.

Las edificaciones contrastan con lo que ocurre en el lado
ecuatoriano. Aquí, las construcciones son mixtas, de madera y
cemento, techo de zinc y tienen una planta eléctrica que la
prende en la noche. (DIARIO HOY) (P. 6-A Y 7-A)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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