La campaña de 2004 para la presidencia de Estados Unidos se ha convertido en la más cara de la historia, una ironía si se tiene en cuenta que es la primera que se celebra después de la nueva legislación destinada a controlar el flujo de dinero en las carreras electorales. La segunda novedad de estas elecciones, que se celebran el próximo 2 de noviembre, es que los demócratas han aprendido a recaudar con una eficacia que ha dejado atrás a los republicanos. En total, se van a movilizar unos 1.400 millones de dólares a través de donaciones, fondos de los partidos y de los grupos de presión.

Campaña tras campaña, el récord se supera para convertir siempre las últimas elecciones en las más caras, a pesar de los límites que se introducen en la legislación electoral para poner freno al flujo masivo de fondos y donaciones privadas. En 2000, los aspirantes a la presidencia lograron recaudar 345,1 millones de dólares. Ahora, si se tienen en cuenta las cantidades recogidas por los demócratas que lucharon en las primarias -Wesley Clark, Howard Dean, Dick Gephardt, John Edwards o Joe Lieberman-, el total de lo recaudado supera los 650,2 millones.

“Cualquiera que desee lanzarse a la carrera para ser presidente necesita conseguir mucho dinero. Pero los candidatos con posibilidades reales para ganar las elecciones deben recaudar sumas enormes para financiar sus campañas, porque la contienda este año es muy reñida”, señalan desde el Center for Responsive Politics.

Solo George W. Bush y John Kerry han logrado recaudar casi 500 millones de dólares a través de aportaciones directas de contribuyentes privados durante las primarias, a lo que hay que sumar otros 74,6 millones de dólares del presupuesto federal que se le da a cada uno para financiar las campañas desde el momento en el que acaban las convenciones y ya no pueden recibir más donaciones privadas.

El senador John Kerry ha recogido 304,2 millones de dólares desde que se lanzó a la conquista de la Casa Blanca. George W. Bush, que lucha por la reelección después de cuatro años de mandato, ha logrado acumular 243,6 millones, más del doble de los 106 millones que amasó en la campaña de 2000 frente a Al Gore.

Empresas que colaboran

A ellos les sigue muy de lejos, con 2,2 millones, el abogado Ralph Nader, candidato ecologista y antisistema que puede volver a dar un disgusto a los demócratas, como ocurrió hace cuatro años. A las donaciones hay que sumar los fondos que movilizan los partidos, que en el caso del Demócrata asciende a 200 millones de dólares, y en el del Republicano, a 270 millones de dólares.

Otra novedad en estas elecciones -aunque la tendencia ya apuntaba antes- es que cada vez hay más empresas o grupos que no quieren poner todos los huevos en la misma cesta: John Kerry ha recibido dinero de compañías que históricamente habían apoyado a los republicanos.

De hecho, los dos rivales comparten siete de los principales donantes, como los grupos financieros Morgan Stanley, Citigroup, Goldman Sachs, UBS o el Bank of America, además de la corporación Microsoft y de funcionarios de la Administración estadounidense. Es la manera que tienen las grandes compañías de Estados Unidos de cubrirse las espaldas ante cualquier resultado que pueda salir de una competición tan reñida como esta.

De todas formas, sigue habiendo diferencias sobre la procedencia de los fondos que engrasan la maquinaria electoral de los dos contrincantes. El dinero le llega a Kerry sobre todo de las firmas de abogados y del sector de las telecomunicaciones, mientras que en el caso de Bush, procede más bien del sector financiero, como Morgan Stanley, Merrill Lynch o Pricewaterhouse Coopers.

Alex Knott, especialista del Center for Public Integrity, explica que el flujo de fondos hace a los candidatos “dependientes de los intereses de sus contribuyentes”, que les están pagando 600.000 dólares diarios para mantener vivas sus máquinas de propaganda. Por eso Knott advierte que este sistema puede ser uno de los motivos que explique por qué los rivales no entren en muchos de los temas que interesan al público en general. “Se podría caracterizar de esa manera”, apostilla.

La ley electoral fija unos límites muy precisos para evitar estos extremos e impedir aportaciones masivas de fondos de multimillonarios, corporaciones o sindicatos. Además, ninguno de los dos candidatos puede destinar más de 50.000 dólares de su fortuna personal a financiar las propias campañas en la recta final de las elecciones presidenciales. Tampoco las donaciones individuales pueden superar los 2.000 dólares, salvo excepciones en las que se pueden alcanzar los 4.000 dólares.

Las tablas del Campaign Finance Institute muestran que los dos candidatos combinados recaudaron en este ciclo electoral 194 millones de dólares a través de donaciones inferiores a los 200 dólares, cuatro veces más que en 2000, lo que representa el 33% del total de las contribuciones privadas.

El grueso de la recaudación, sin embargo, proviene aún de donaciones de 1.000 y 2.000 dólares. Pero, como advierte Knott, hay agujeros o atajos aceptados en el sistema de financiación electoral por los que los multimillonarios pueden hacer llegar a los candidatos cuantiosos apoyos, a través de vías alternativas como los grupos de presión 527 o la difusión de propaganda electoral masiva a través de páginas en Internet.

“Así es como los millonarios consiguen impactar en las campañas a favor de uno u otro candidato, porque, evidentemente, 14 millones de dólares son mucho más poderosos que 4.000 dólares regulados”, explica Knott. Se estima que estas organizaciones independientes de los grandes partidos han recaudado en torno a los 120 millones de dólares hasta la fecha.

La actividad de estos grupos de presión, cuyo nombre procede del código fiscal que se les aplica, no está regulada por la ley electoral federal y pueden aceptar cantidades ilimitadas de dinero -sin pagar impuestos- para desarrollar campañas de propaganda, movilizar electores y defender su causa a favor de uno u otro candidato.

La única condición -sospechosamente ingenua- que impone la normativa es la prohibición de que exista una coordinación directa entre la campaña política de los candidatos y las actuaciones de estas organizaciones. Para diferenciar los anuncios en televisión de los partidos y equipos de campaña de los más agresivos que hacen los 527, la nueva ley obliga a los candidatos a decir, antes o después de cada anuncio, su nombre y a hacer una declaración expresa de que respaldan el contenido del mensaje.

El club de los 527

John Kerry se pasó el mes de septiembre contrarrestando el ataque propagandístico lanzado por el Swift Boat Veterans for Truth (Veteranos delas Lanchas Rápidas por la Verdad), el grupo de presión que puso en cuestión, con dos anuncios que se emitieron en tres Estados a principios de agosto, las condecoraciones de Kerry en Vietnam y que resaltó las denuncias del senador a su vuelta de la guerra.

La convención demócrata había hecho de Vietnam el eje del lanzamiento de su candidato, y la propaganda de los Veteranos por la Verdad fue muy perjudicial. Este es solo un ejemplo de cómo los movimientos políticos que se amparan en la legislación sobre los grupos de presión 527 se han convertido en uno de los principales actores, en medio de una gran controversia por su agresiva irrupción.

El grupo que atacó el historial militar de Kerry recaudó siete millones de dólares desde su primera embestida. Pero Kerry, salvando el traspiés de Vietnam, es el que más se beneficia de la labor de estas supuestas organizaciones independientes.

The Joint Victory Campaign, que lleva recaudados 41,7 millones de dólares, se declara “terriblemente preocupada por la agenda extremista de los republicanos de Bush”.

En la misma línea se pronuncia The Media Fund (28,1 millones), que actúa desde hace más de un año y que orquestó el furor anti-Bush que se desató en otoño de 2003. Esta coalición tiene al filántropo y magnate George Soros entre sus grandes donantes, con siete millones de dólares. Soros ha dado en total 18 millones de dólares de su inmensa fortuna para conseguir la victoria de los demócratas. Los republicanos, que tenían otros canales tradicionales de financiación, se han pasado meses denunciando los 527 hasta que decidieron tirar la toalla y ponerse a estimularlos.

El segundo debate quedó empatado

El presidente Bush, y su rival demócrata, John Kerry, volvieron ayer a la campaña electoral tras su segundo debate televisado, mucho más igualado que el primero y que les enfrentó sobre Irak y la marcha de la economía.

Los primeros sondeos efectuados entre los votantes apenas concluido el debate el viernes en la Washington University de San Luis (Misuri) apuntan a que el intercambio verbal de ambos candidatos concluyó en tablas.

Un sondeo elaborado por el instituto Gallup para la cadena CNN concedió una ligera ventaja a Kerry, al que el 47 por ciento de los encuestados considera vencedor, mientras que Bush es proclamado ganador por un 45 por ciento. La diferencia es tan mínima que se considera un empate técnico.

Una encuesta de la cadena de televisión ABC considera ganador del debate en San Luis a Kerry por un 44 por ciento de los votos, frente al 41 por ciento de Bush. Un trece por ciento de los entrevistados cree que el cara a cara concluyó en empate.

El presidente participó ayer en un desayuno para recaudar fondos a favor del gobernador de Misuri.

En su discurso de radio, Bush repitió en parte los argumentos esgrimidos en el debate y que ha utilizado en esta última fase de campaña.

Cuando comenzó la guerra de Irak, recordó: “Kerry dijo que era la decisión correcta. Ahora dice que es la guerra equivocada. Y trata de decirnos que solo ha tenido una posición. ¿A quién trata de engañar? Puede correr, pero no puede esconderse”.

Kerry tenía previsto participar en un acto electoral en Misuri, donde las últimas encuestas indican que los dos candidatos se encuentran empatados, y después se desplazará a Ohio y Florida, dos estados que se consideran clave en el resultado final de los comicios del 2 de noviembre.

En el debate de anoche, más dinámico y más intenso que el anterior, el candidato demócrata acusó al presidente de haber convertido la campaña electoral “en un arma de engaño masivo”, en alusión a la inexistencia de armas de destrucción masiva en Irak.

“El mundo es hoy un lugar más peligroso gracias a los errores de juicio del presidente”, denunció Kerry.

A preguntas del público, seleccionado entre votantes indecisos del área de San Luis, el presidente y el senador pasaron revista no solo a la situación de Irak, sino también a cuestiones como la seguridad nacional, el déficit público, los impuestos, el aborto o la investigación con las células madre.

Kerry arremetió contra Bush al acusarle de ser el primer presidente desde la Gran Depresión de la década de 1930 de saldar su mandato con pérdidas de trabajos.

Bush, por su parte, acusó a su rival de ser “un liberal que aumentará los impuestos”. El senador prometió que solo subirá los impuestos a quienes ganen más de 200.000 dólares anuales: “absolutamente sí, lo digo frente a las cámaras. No voy a subir los impuestos”.

En esta ocasión, a diferencia del debate de Florida del 30 de septiembre, ambos candidatos podían moverse libremente por el plató del estudio, algo que los dos aprovecharon para dar una mayor imagen de espontaneidad.

El mandatario evitó cuidadosamente los gestos de impaciencia que tanto se le criticaron en el primer debate e hizo gala de un discurso más fluido.

Su rival hizo gala de un discurso más prolijo y mostró una imagen más fría que el presidente, aunque no dejó tampoco de mostrarse contundente. EFE

Diario de campaña

KERRY, POR DELANTE. En la primera encuesta nacional después del primer debate televisado, el candidato demócrata, John Kerry, arrebató el liderato a George W. Bush y se sitúa dos puntos por delante de su contrincante, con un 47% de intención de voto frente al 45%, si se incluye al ecologista Ralph Nader (2%). Según el sondeo de la revista Newsweek, si no se incluye a Nader, Kerry obtiene un 49% frente al 46% de Bush.

GUERRA DE ANUNCIOS. Los republicanos han decidido difundir desde la semana pasada un anuncio televisado que pretende ridiculizar la doctrina Kerry de guerra preventiva que, según ellos, estaría sometida al veto de otros países. Los demócratas responderán con otro anuncio que afirma: Bush perdió el debate y ahora miente acerca de él. Durante ese debate, Kerry declaró: “El presidente siempre ha tenido el derecho de lanzar una guerra preventiva..., pero si lo hace, hay que demostrar al mundo que es por razones legítimas”.

LA BUENA SALUD DEL CANDIDATO John Kerry goza de buena salud, a pesar de la operación de cáncer de próstata -su padre murió de esta enfermedad a los 85 años- a la que fue sometido el año pasado, según dijo su médico al diario The New York Times. Una revisión de rayos X confirma que el candidato Demócrata, acusado de exagerar las heridas sufridas en Vietnam, tiene piezas de metralla en su muslo izquierdo. (Especial de El País para Expreso)
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