LA BUENA VECINDAD DEBE EMPEZAR POR CASA

Tulcán. 17.06.91. Como problema prioritario y "desesperante"
ha sido calificado, sobre todo por los usuarios, el déficit de
transporte interfronterizo. Las unidades que existen (busetas
o taxis), tanto en Tulcán como en Ipiales, sirven únicamente
desde estas ciudades hasta sus respectivas playas de
estacionamiento; en consecuencia, el pasajero debe cruzar el
puente de Rumichaca a pie, así llueva, haga sol, se encuentre
con niños y con equipaje. El problema se agudiza cuando los
"equipajeros", tramitadores, e incluso delincuentes, se
aprovechan de la situación del usuario (sobre todo en el lado
colombiano) que tiene que pagar entre 2.000 y 3.000 pesos para
que le crucen "la carga". Si el precio no es aceptado, corre
el riesgo de perder su equipaje.

En definitiva, en un viaje tan corto (10 km.) el pasaje de
600 sucres resulta exageradamente caro. Desde Tulcán hasta la
frontera cuesta 200 sucres, y desde allí hasta Ipiales 200
pesos (en busetas). La tarifa del taxi varía entre 1.500 y
2.000 sucres desde Tulcán hasta la frontera ecuatoriana.

Hay días críticos, como los jueves, sábados o domingos
(ferias), que en horas tope no hay servicio de transporte, por
las luchas intestinas de determinados grupos, que a su vez han
creado una proliferación de transportistas "piratas".

Para los taxistas, la aparición del "transporte fantasma" ha
hecho que su trabajo se vea reducido en un 50%. Añaden,
además, que la apertura de fronteras (hasta las 12 de la
noche) coadyuva para que este tipo de transporte siga
creciendo sin control. "Lo que pedimos es que la frontera
quede abierta hasta las 6 de la tarde, si nosotros no cruzamos
la frontera y trabajamos, ahora, solo hasta las 7 u 8 de la
noche es por precaución", manifiesta Hugo Herrera, dueño de un
taxi.

Más tarea

Por su parte, el cónsul de Ecuador en Ipiales, Héctor Aguirre,
indica que la extensión en el horario de frontera ha generado
mayor trabajo. "El caso es que la gente prefiere utilizar un
transporte que le preste el servicio completo", dice. Para él,
la alternativa para suplir la falta de transporte público es
que los vehículos que llegan desde Tulcán crucen el puente
hasta la playa de estacionamiento colombiano, regresen y se
enfilen en territorio ecuatoriano; igual cosa sucedería con
los vehículos que lleguen desde Colombia. Pero la apertura de
frontera no solo ha creado protestas a nivel de
transportistas, la ciudadanía toda coincide que a raíz de ello
(dos meses) la delincuencia ha proliferado en Tulcán. Para el
gobernador de la provincia, Miguel Villareal, "esta
inconformidad no se da por el hecho mismo, sino porque no se
han tomado medidas preventivas y complementarias, como es el
control de indocumentados, de Interpol y de la misma
Administración de Aduanas, que debería ampliar el horario de
atención". (Con su buen humor, los carchenses dicen que,
además, por esta apertura de frontera está entrando demasiado
frío).

De otra parte, la protestas tampoco se hacen esperar por la
falta de servicios básicos. En Rumichaca casi nunca hay agua,
los pocos servicios higiénicos que existían han dejado de ser
tales hace mucho tiempo, la playa destinada al parqueo, en
días de lluvias, se transforma en verdadero pantano, y en los
de sol en nubes de polvo. La falta de señalización y de
lugares de estacionamiento provoca caos y por consiguiente
amonestaciones para el ingenuo visitante que acaba de cruzar
la frontera, amén de las críticas a quienes están encargados
de vigilar nuestra frontera patria.

Desconcierto ante al futuro integracionista

Frente al desafío que representa la desgravación arancelaria,
que en Ecuador entrará en vigencia por completo en un año, la
población carchense se muestra inquieta, tanto por la
responsabilidad que implica, cuanto por el desafío que
representa la aplicación de las medidas operativas.

"Nosotros como provincia fronteriza, qué podemos exportar
hacia Colombia o hacia cualquier otro país andino, si la poca
industria que tenemos, apenas abastece para el consumo
interno; el momento que se empiece a exportar, como se
pretende, sobre todo entre las ciudades fronterizas, nos
veremos abocados a un desabastecimiento aún mayor", manifiesta
Ramiro Villareal, un joven economista, quien añade que para
los asuntos de integración primero debe existir una nivelación
de las economías entre los países participantes.

De otro lado, los carchenses están convencidos de que la era
integracionista no favorecerá, en mayor medida, a sus
intereses, aunque que reconocen la validez para que el
contrabando desaparezca.

El temor se fundamenta, además, por el desequilibrio
monetario, y "porque allá las cosas son más caras, eso si de
mejor calidad, pero aquí nosotros preferimos comprar una
camisa nacional en 6 mil sucres que ir a allá y comprar lo
mismo en 15 o 20 mil pesos, por ejemplo, porque con nuestros
ingresos se hace casi imposible", manifiesta un taxista (el
sueldo básico en Colombia es de 90 mil pesos).
EXPLORED
en Ciudad N/D

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