Guayaquil. 28 jul 98. Tras cuatro años de la muerte del mayor
empresario de este siglo, se abrió el testamento de Luis Noboa
Naranjo. Sin embargo, la apertura del testamento no termina
con los litigios ni tampoco con el cumplimiento de la voluntad
del testador

Por Patricia Estupiñán de Burbano

El doctor Carlos Julio Aroseme-na Monroy, ex presidente de la
República y conocido abogado en litigios de sucesión, alguna
vez manifestó a Vistazo: "Ya en el entierro, entre lágrimas y
sollozos, principian las peleas encarnizadas entre los
parientes, por el reparto de los bienes".

Tal fue el caso de la mayor fortuna que ecuatoriano alguno
haya legado a sus descendientes, la del empresario Luis Noboa
Naranjo, estimada por la revista Forbes en 1996 en 1.200
millones de dólares. A la muerte de Noboa Naranjo, su imperio
constituía el 5% del P.I.B. del Ecuador, cifra impresionante
si se considera que los ingresos petroleros significan
alrededor del 7%. De más de 100 empresas que conforman el
conglomerado hecho por Luis Noboa, 74 estaban en el Ecuador y
fueron la base de múltiples litigios.

EL TESTAMENTO

Quienes conocieron y trabajaron con Luis Noboa Naranjo
aseguran que su mayor preocupación a la muerte era ver
desmembrado el grupo empresarial que él hizo, tras más de 50
años de incesante trabajo. De-safortunadamente para Noboa
Naranjo, ninguno de sus hijos varones trabajó en sus empresas
para asumir el mando a su muerte. Con el mayor de ellos, Luis,
se distanció a comienzos de los años 80 y con el segundo,
Álvaro, tampoco tuvo una relación empresarial óptima. El
propio Álvaro, en una entrevista concedida a Vistazo en 1996,
dijo: "Los dos teníamos luz propia y pienso que en todo barco
no pueden haber dos capitanes y yo, como él, quería realizarme
con mis propias obras".

En todo caso, Noboa Naranjo habría diseñado una compleja
fórmula para su sucesión. Disolvió su sociedad de bienes
conyugales con la señora Mercedes Santistevan, su segunda
esposa con quien estuvo casado durante 22 años y con quien no
tuvo descendencia. A ella le traspasó 48% de las acciones de
las empresas y el 48% debía distribuirse entre sus seis hijos.
El 4% restante, que a la postre significaba el control
administrativo del imperio, lo puso en un fideicomiso: el Club
Angalá S.A., cuya fiduciaria a perpetuidad debía ser la señora
Santistevan y a cuya muerte, el 4% de las acciones debía
traspasarse así: 1.5% a Isabel Noboa Pontón, 1.5% a María
Elena Noboa Pontón, hijas del magnate, y 1% al nieto Luis
Noboa Ycaza.

Todo este complejo arreglo, que se convirtió en un secreto a
voces, debía entrar en efecto una vez leído el testamento
solemne que firmó Noboa Naranjo ante el cónsul ecuatoriano en
Nueva York, pocos días antes de su muerte -marzo del 94-. Pero
por un raro misterio, el sobre conteniendo la copia del
testamento fue abierto en el trayecto entre Nueva York y los
juzgados ecuatorianos. Esto fue la semilla para que se inicien
múltiples litigios entre los herederos, cuyo final no ha
terminado con la apertura del testamento del magnate, el
pasado seis de julio.

LOS JUICIOS

Los dos hermanos Noboa Pontón: Álvaro y Luis, siguieron
estrategias judiciales paralelas para impedir que en la
práctica se lleve a término la apertura del testamento y que
la viuda Mercedes Santistevan termine administrando el
conglomerado empresarial.

Argumentaron en sendos procesos, que no podía darse la
disolución de la sociedad de bienes entre la señora
Santistevan y su padre Luis Noboa, porque no existió sociedad
conyugal, ya que el matrimonio de los dos se efectuó en Nueva
York y debía regirse de acuerdo a las leyes norteamericanas.
Por otro lado, ambos impugnaron la validez del testamento. De
declarárselo nulo, el reparto de los bienes se realizaría no
de acuerdo al testamento, sino a las leyes ecuatorianas sobre
bienes intestados, es decir se daría a partes idénticas entre
los herederos.

LA POLÍTICA Y LA LEY

Los juicios por la herencia hubiesen seguido el tortuoso
camino de todos los litigios, en una sociedad donde la
justicia es corrupta, lenta e ineficaz, de no mediar una
situación política que terminó por favorecer los intereses de
uno de los demandantes: Álvaro Noboa Pontón.

En agosto de 1996 subió al poder Abdalá Bucaram y Álvaro Noboa
fue nombrado presidente de la Junta Monetaria. Hasta ese
momento, dos de las hijas de Noboa, María Elena e Isabel
estuvieron alineadas con la viuda e inclusive la respaldaron
en comunicados de prensa contra su hermano Álvaro. "Nosotras
sus hijas hemos tratado de que se aperturase -el testamento-
para conocer la última voluntad de nuestro padre, pero de
manera inexplicable se ha impedido el conocimiento del mismo.
Confiamos en que no se especule más sobre el tema y se proceda
a la aprobación y lectura del testamento".

En los juicios, Álvaro argumentó que él no solo se
representaba a sí mismo, sino que tenía dos poderes
adicionales: el de su hermana Diana casada con Omar Quintana y
el de la menor de todos, María Leonor. El poder de María
Leonor fue concedido en 1979 y en los juicios se convierte en
uno de los puntos de mayor discusión. Pues el abogado de la
viuda, Gonzalo Noboa Elizalde, primero y después los abogados
de Luis Noboa Pontón, argumentan que el poder es inválido, ya
que María Leonor se casó después y nunca revocó el poder
porque no podía hacerlo, porque se encuentra gravemente
enferma, como lo certifica el doctor Carl Feind del Columbian
Presbyterian Hospital de Nueva York. "María Leonor tiene una
completa atrofia cerebral desde noviembre de 1991", dice el
informe de su historia clínica # 3553461. No obstante, ella
tiene descendencia: dos hijas menores de edad Natassia y
Cassandra Sicre Noboa. Su padre, Don Jat Lussier Sicre, un
norteamericano que reside en Madrid ha entregado un poder a
Luis Noboa Pontón para que las represente judicialmente.

En todo caso, en primera instancia, la viuda de Noboa Naranjo
ganó el juicio sobre la existencia de la sociedad conyugal,
pues el matrimonio fue registrado en Nueva York en el
consulado ecuatoriano y posteriormente inscrito en el país.
Además, la disolución de la sociedad conyugal se inició en
1990 y fue sentenciada en 1993, por el Juzgado Quinto de lo
Civil y protocolizada en enero de 1994, en la Notaría 30. Si
existía la sociedad conyugal, entonces, era legal la
disolución de la misma y el hecho que le corresponda a la
viuda 48% de las acciones de las empresas.

Al ser nombrado Álvaro Noboa, presidente de la Junta
Monetaria, el curso de los juicios tomó otro rumbo. La
Bananera Noboa, la joya de las empresas del imperio Noboa fue
intervenida por la Superintendencia de Compañías en diciembre
de 1996. La intervención determinó, que se dé una ruptura
entre Isidro Romero, esposo entonces de Isabel Noboa Pontón y
la viuda por discrepancias en torno al manejo del juicio de
intervención. El abogado de la viuda, Gonzalo Noboa no estuvo
de acuerdo con el recurso de amparo pedido por los abogados de
Romero -el estudio jurídico Moeller-. Ello generó rumores de
que Romero sería reemplazado en la dirección de la bananera
por Pedro Gómez Centurión, ex gerente general de Filanbanco.
Como consecuencia, las dos hermanas Noboa Pontón se alinearon
con su hermano Álvaro.

La estocada final la dio el ex presidente Abdalá Bucaram. En
un sorpresivo anuncio dijo que podría declarar de utilidad
pública los terrenos de la hacienda El Batán, de propiedad de
la familia Santistevan. Los terrenos ubicados en la zona de
mayor plusvalía de Guayaquil, habían pertenecido por
generaciones a la familia de la viuda de Luis Noboa Naranjo.
Con la espada de Damocles sobre su cabeza, la señora
Santistevan firmó el acuerdo.

EL ACUERDO

Los términos del acuerdo no se hicieron públicos. No obstante,
Vistazo logró una copia del mismo, que en esencia establece lo
siguiente:

La señora Santistevan traspasa a los hermanos Álvaro, Isabel y
María Elena Noboa Pontón, 48% de las acciones de las 74
empresas de propiedad de la sociedad conyugal. Además, entrega
el 4% de las acciones del Club Angalá, que ella debía
administrar hasta su muerte y con lo cual lograba el control
accionario de todo el grupo económico a sus beneficiarios:
1.5% a Isabel, 1.5% a María Elena y 1% a Luis Noboa Ycaza.

A cambio, los hermanos Noboa Pontón reconocen la existencia de
la sociedad conyugal y entregan a la señora Santistevan varias
propiedades entre las cuales se citan: el total del
Intercredit Bank de Miami; el departamento en Park Avenue; el
total del capital de South Hampton -compañía de Antillas
Holandesas-; el total de Alith Limited -compañía de Bahamas-;
el total de Pacific Investment Estate Limited -Bahamas; y la
totalidad de acciones de Pacific Aviation Limited- Bermudas.

La señora Santistevan no reclamará a futuro nada a los
herederos, pues según el convenio ella recibió el 50% de lo
que le correspondía. También renunció a cualquier disposición
estipulada en el testamento, que no fue "abierto por
incidentes procesales". Una vez abierto el testamento, ella
procedería a entregar "de la cuarta parte de libre
disposición, todo lo que se hubiere asignado a los hijos de
Luis Noboa Pontón por cuotas iguales. Una vez que ese contrato
de donación se celebre, ella aceptará la forma que Luis Noboa
Ycaza le proponga, siempre que todos sus hermanos sean
copropietarios por iguales cuotas y que se distribuya entre
ellos el 50% de los frutos netos del capital y el resto se
utilice para capitalizar".

En caso de que se dieran juicios por inconformidad con el
acuerdo suscrito por parte de otros herederos, los hermanos
Noboa Pontón firmantes del acuerdo se obligan a indemnizar a
la señora Santistevan por el dinero que ella desembolse a
consecuencia de tales acciones.

Finalmente, las partes desisten de los juicios planteados
previo al acuerdo y ninguno de los firmantes del acuerdo podrá
discutir pública o privadamente el arreglo.

EL CABO SUELTO

En un principio, Álvaro Noboa Pontón aseguró que todos los
miembros de la familia estaban en el acuerdo y que el caso por
la herencia de Luis Noboa Naranjo estaba cerrado. Habló de la
distribución de áreas dentro del grupo. Él manejaría el área
industrial y bananera. Su hermana María Elena y su cuñado
Oswaldo Molestina tendrían a su cargo la parte ganadera y las
relaciones con la comunidad europea, su hermana Isabel y su
cuñado Isidro, en cambio, se quedarían con Coca Cola, el Mall
del Sol, el Banco de Crédito Hipotecario, entre otros. Su
hermano Luis se haría cargo de la parte automotriz.

Empero, Luis nunca estuvo de acuerdo con el convenio y por lo
tanto no retiró los juicios contra la señora Santistevan. En
uno de esos juicios logró el 31 de octubre de 1997, que la
jueza séptima Mercedes Basilio lo nombre administrador de los
bienes de su familia hasta la apertura del testamento. De
acuerdo a la jueza lo hizo porque los poderes presentados por
los abogados de los demás hermanos Noboa Pontón eran
insuficientes. El acto fue apelado.

A partir de entonces, decurrieron una sucesión de actos
procesales, que terminaron en la Corte Suprema de Justicia,
para definir si la jueza séptima acertó o se equivocó con
respecto al nombramiento del hijo primogénito de Luis Noboa
Naranjo como administrador de los bienes, hasta que se abra el
testamento. El siete de julio de 1998, los magistrados de la
Primera Sala de la Corte Suprema: Galo Galarza Paz, Santiago
Andrade y Tito Cabezas Castillo, rechazaron en forma unánime
el recurso de casación interpuesto por los hermanos Noboa y
por ende ratificaron a Luis como administrador del 48% de la
herencia. Esto significaba que hasta que se abra el
testamento, según el abogado defensor de Luis Noboa, Carlos
Solórzano Constantine, "Luis debe liderar las 105 empresas del
grupo", situación bastante compleja, pues la pelea judicial
entre los hermanos no se limitó a las cortes.

Al anunciarse la candidatura a la Presidencia de la República
por parte de Álvaro, su hermano Luis emprendió una virulenta
campaña de prensa, en la que lo acusó entre otras cosas de:
haber intentado declarar interdicto -incompetente mental- a
Luis Noboa Naranjo para desconocer los actos legales de su
padre, según los cuales lo marginaba de la administración de
las empresas; de haber hecho aumentos de capital en las
empresas con el dinero de los bienes no repartidos y de haber
repartido bienes que no le correspondían. Entre ellos, los
supuestos 25 millones de dólares, que su hermana Isabel habría
entregado a Isidro Romero, producto de su divorcio, amén del
acuerdo firmado con la señora Santistevan.

EL TESTAMENTO

Ante la decisión de la Corte Suprema de entregar la
administración empresarial a Luis Noboa Pontón, en el Juzgado
22 se leyó el testamento. Con ello, Álvaro impidió la posesión
de su hermano como administrador y "una triquiñuela legal",
según dijo el abogado de Luis, Carlos Solórzano. ¿Caso
Cerrado? No, tan solo un capítulo más en la pelea por la
herencia del siglo. Otro de los juicios que siguió Luis Noboa
Pontón, para declarar nulo el testamento espera sentencia
definitiva en la Primera Sala de la Corte Suprema. ¿Qué pasa
si la Sala falla a su favor? Entonces, en teoría el testamento
es inválido y las disposiciones testamentarias no tendrían
ningún valor. Sin embargo, mientras no exista la sentencia de
la Corte Suprema de Justicia puede ejecutarse el testamento y
realizarse el reparto de las acciones, como en efecto ha
ocurrido. El testamento ya fue inscrito en el Registro de la
Propiedad y los beneficiarios de las acciones han comenzado a
retirar las mismas en las compañías respectivas.

¿Y en cuanto al primogénito? Tendría que entablar nuevos
juicios, lo que está dispuesto a hacerlo según su abogado,
Carlos Solórzano, porque "le asiste el derecho y la razón".
Por ello, con la apertura del testamento del magnate ni se
puso fin a la disputa, ni se ejecutó la voluntad del testador.


En el acuerdo firmado por la viuda y tres de los hijos, ella
renuncia a todo lo estipulado en el testamento.

Si se declara nulo el testamento, habrá nuevos juicios, pero
el reparto de los bienes ya se ha dado de hecho. (Texto tomado
de La Revista Vistazo #742)
EXPLORED
en Ciudad Guayaquil

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