UN PROCESO QUE DURA SEGUNDOS

Quito. 06.08.95. Las pruebas nucleares en Mururoa Fangataufa
se realizarán a mil metros de profundidad, en el corazón del
atolón.

Para ello se utilizará un orificio que mide 1.50 metros de
diámetro que atraviesa la capa de coral de 300 metros de
longitud y más de 600 metros de basalto hasta encontrar el
denominado punto cero, que es donde se realizará la explosión.

Posteriormente se introduce un contenedor de acero que
contiene los mecanismos de medida que recibirán la información
durante el estallido. Para ello se utilizan seis cables de
fibra óptica.

El proceso de transmisión de la información dura una milésima
de segundo, (el tiempo de dura la explosión, antes de que se
destruya el sistema de medida) y capta 10 mil señales
distintas por microsegundo que son enviadas a 260 aparatos de
medida colocados en una estación exterior. La información
recorre a una velocidad de 330 mil metros por segundo. Estos
aparatos tienen entre el 97 y 99% de efectividad.

El estallido provoca una onda en el subsuelo de
aproximadamente millones de grados centígrados que diluye el
maciso. Al enfriarse esta contenido se vitrifica y encierra en
el fondo el contenido radioactivo que tarda en desaparecer por
medios naturales entre 100 y 300 mil años.

Una zona contigua a la zona vitrificada sufre un
recalentamiento que la resquebraja, pero por ser material
dúctil vuelve a unirse. Los conductos perforados son sellados
con cemento armado. Días después se inicia un nuevo proceso
introduciendo una sonda ultrasensible que por sí sola perfora
la roca y recoge una muestra de la radiación en milésimas de
segundo.

Greenpeace a raya

El gobierno de Francia aseguró que actuará según reza el
derecho internacional para frenar las pretensiones de grupos
ecologistas opuestos a la realización de los ensayos nucleares
en Mururoa.

Los comandantes de la marina francesa establecidos en la
polinesia señalaron que de ninguna manera reforzarán el
contingente militar existente en la zona, aunque sus fuerzas
son lo suficientemente capaces de mantener el control de la
soberanía francesa e impedir infiltraciones, haciendo alusión
al anuncio de la agrupación ecologista Greenpeace que anunció
el traslado de una flotilla hacia el atolón con el objeto de
frenar los ensayos nucleares.

"Si ingresan en las 12 millas marinas internacionales se
actuará sin violencia y se procederá conforme a derecho",
dijeron aunque estimaron que Francia se reserva el derecho de
actuar y realizar las pruebas según su propia soberanía sobre
la zona de la Polinesia.

Los portavoces califican la campaña de Greenpeace como el
engaño de una multinacional ecologista y reiteraron que las
pruebas se harán pese a las antipatías.

Señalaron que las pruebas no sobrepasarán los 100 kilotones de
potencia y que luego de ello se permitirá el acceso de una
misión científica internacional para que realice
constataciones.

Cuando alguien preguntó el por qué Francia no realiza los
ensayos en sus costas advirtieron que este país tiene toda la
infraestructura en Mururoa por lo que sería absurdo ir a
realizarlos en Francia. En todo caso, agregaron, el presidente
Jacques Chirac realizará contactos personales con los
mandatarios de los países opuestos a las pruebas.

¿Puro susto o miedos reales?

Posiblemente el presidente de Francia, Jean Chirac, pensó que
nadie se iba a molestar por un par de experimentitos atómicos
en un lugar tan apartado del mundo. Solo un grupo de
ecologistas, pacifistas, altruistas, exagerados, revoltosos o
vegetarianos podía arruinar sus planes. ¿Pero si nadie va a
salir perjudicado? ¿Acaso la población del mundo va a tener
que sufrir consecuencias serias?

A "grosso modo" se puede decir que los temores de
organizaciones internacionales como el Greenpeace tienen su
fundamento.

Unicamente el recuerdo de los daños que produjo el "little
boy" -la bomba que cayó sobre Hiroshima- hace exactamente 50
años puede hacer temblar al mundo.

Las discusiones acerca de los efectos que pueden causar los
ocho ensayos nucleares que se quieren efectuar a partir de
septiembre próximo en la Polinesia francesa no han terminado.

Los científicos han sido claros: cualquier exceso de
radioactividad en la atmósfera es malo, sin embargo, las
pruebas de Mururoa están tan alejadas de lugares poblados que
muy dificilmente traerían desenlaces sobre la raza humana. No
se descarta una mínima posibilidad de que los vientos del
océano Pacífico lleven algún efecto radioactivo a los países
de América Latina. Más allá de lo que pueda acontecer o no en
la Polinesia francesa, un manejo irresponsable de la energía
nuclear podría traer una serie de consecuencias irreversibles.

"Hoy, después de 50 años, niños que nacen en Hiroshima y
Nagasaki todavía registran lesiones de tipo cardíaco y en el
sistema nervioso", indicó Lenín González, cardiólogo e
investigador.

Desde su perspectiva, los riesgos más altos están en las
mujeres que han sido expuestas a radioactividad durante el
primer trimestre del embarazo. "Los niños que nacen en estas
condiciones presentan severas y múltiples lesiones, como
hidrocefalia -cabeza gigante-, síndrome de Down, defectos en
las cámaras interiores del corazón, parálisis cerebral,
etcétera".

Por otro lado, González destacó que en el ámbito genético
puede producirse una transmisión recesiva de genes, lo que
implica "que terceras, cuartas y quintas generaciones puedan
heredar males adquiridos por sus abuelos".

Otro investigador, Luis López Campuzano, precursor de la
medicina nuclear en Ecuador, destacó que los efectos negativos
de la radioactividad en seres humanos pueden presentarse sobre
órganos genitales y dar lugar a malformaciones que se
trasmiten por herencia.

Su idea se complementó con el siguiente argumento: "existe una
ley de riesgo: cuanto mayor es la capacidad reproductora del
individuo, mayor es la incidencia de radioactividad".

En su punto de vista, las pruebas de Mururoa significarían
únicamente un leve incremento de la radioactividad ambiental
en los países de América Latina, sin ningún efecto sobre los
pobladores de la región. Enfatizó que Estados Unidos, Rusia,
Inglaterra o Francia llevaron a cabo, hace algunos años,
experimentos nucleares sobre sus propios territorios. "Estos
hechos tuvieron riesgos sumamente altos y muy distintos a los
que representan las pruebas de la Polinesia Francesa",
explicó.

Finalmente, López Campuzano recalcó: "los seres vivientes
siempre han estado expuestos a radiaciones ionizantes porque
existe una radiación que viene de la misma naturaleza".

También hay efectos "impredecibles"

"Los efectos físicos y geológicos de estas pruebas son
impredecibles". Esa es la opinión de Ricardo Muñoz Burgos,
científico ecuatoriano de la Universidad Politécnica Nacional,
experto en el tema.

Para él, las consecuencias físicas son incluso más
"preocupantes" que los posibles efectos radioactivos de la
experimentación nuclear.

"Las temperaturas que se producen en una explosión atómica
superan los 10 millones de grados centígrados. Cuando se
liberan generan grandes masas de agua y de tierra que se
desplazan y que podrían llegar a tierras americanas. En ese
caso, lo más peligroso sería su paso por la falla de San
Francisco, que produciría violentos movimientos de tierra",
explica Muñoz.

Según el científico, se trata de energía "supremamente alta",
acumulada, que puede liberarse en cualquier momento por un
"efecto secundario", generando fuertes olas de movimientos.

Pero -para la fuente- esas no son las únicas preocupaciones de
la comunidad científica frente a los riesgos de las pruebas.

"El estallido submarino provocará la evaporación de grandes
volúmenes de agua y esto traerá como consecuencia una terrible
modificación de las condiciones meteorológicas en todo el
mundo".

Un efecto similar (pero absolutamente mayor) que el que
produjo la quema de los pozos petroleros de Kuwait, durante la
Guerra del Golfo y que -según este científico- es la causa de
las terribles olas de calor y frío que azotan a algunas
regiones del mundo.

Burgos asegura que las bombas que harán estallar los
franceses, son "por lo menos" 10 veces más potentes que la
lanzada sobre Hiroshima. "Los efectos de una mínima falla
podrían ser terribles", dice.

Sus consideraciones se acercan también al campo de la ética:
"los franceses deberían pensar que el lugar dónde se hacen las
explosiones algún día dejarán de ser posesión suya y este
experimento dejará contaminada toda el área".

"Un accidente en la transportación de esta carga produciría
peores efectos que el derrame de los desechos tóxicos del
barco japonés Pacific Pintail", dice Muñoz.

El "show" de la muerte

Fue el 6 de agosto de 1945. La bomba atómica "Little boy"
estalló en Hiroshima, devastando la ciudad en contados
minutos.

Excepto por los edificios de cemento, el lugar, compuesto por
casas de madera, ardió instantáneamante en llamas.

Desde el aire, la muerte se expandía como un manto instantes
después de que el "Enola Gay" -al avión encargado de
transportar la bomba atómica- expulsara su carga mortal.

Dicen que la tripulación no conocía exactamente el terrible
efecto que seguiría a la misión. Que tras el silencio del
primer impacto, vino la euforia y -solo segundos después- la
constatación de la magnitud del desastre: "Dios mío ¿qué hemos
hecho?", exclamó entonces el copiloto del Enola Gay.

El espectáculo -dijeron desupués los testigos- era abominable.
A menos de quinientos metros no quedaron sobrevivientes; entre
los quinientos y los mil metros, los afectados sufrieron daños
supremamente graves y muchos murieron también. 100 mil
personas murieron de contado.

La radioactividad se expandió en un área de entre 1000 y 2500
metros, provocando afecciones instantáneas y tardías.

La leucemia fue la más común. Pero no la única: vómitos,
desgarraduras de la carne, o "garras del diablo" -como las
llamaban los japoneses- esterilidad, deformaciones y
mutilaciones fueron algunos de los efectos más crueles.

La ciudad -según los relatos- se convirtió en una especie de
horno, que abarcaba un perímetro de 4 kilómetros a la redonda
y dentro del cual lo muros se derrumbaban.

La segunda bomba, denominada "Fat man", fue lanzada en
Nagasaki, tres días después, matando a 36 mil personas y
dejando heridas a más de 40 mil.

En los dos ataques atómicos y el bombardeo de Tokio, ese mismo
mes, con armas convencionales murieron unos 800.000 civiles.
Alrededor de unas 200.000 personas murieron inmediatamente y
en los años posteriores por efectos de la radiación de las dos
bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.

¿Por qué?

La resolución de utilizar la bomba atómica había sido adoptada
tiempo atrás por el presidente norteamericano Harry Truman,
ante la perspectiva de una prolongación indefinida de la
guerra en el Pacífico.

Pero muchos se preguntan si el uso de la bomba atómica para la
rendición del Japón era realmente necesario.

La derrota se produjo tres meses más tarde desde que Alemania
se rindió a los aliados. La marina del Japón estaba reducida a
un 10% de su potencia. La aviación, igualmente menguada y la
industria semidestruida. El colapso -según muchos- era
evidente.

Los argumentos para el uso de la bomba se asentaban,
paradójicamente, en "razones humanitarias": ahorrar más vidas
humanas que las que iba a costar la bomba atómica.

De hecho, cuando los soldados norteamericanos que esperaban
para la invasión a Japón conocieron la noticia del estallido
de la bomba la fetejaron entre gritos y cervezas: "nosotros
vamos a crecer, vamos a llegar a ser adultos, después de
todo", diría después uno de ellos.

Sin embargo, había, en el fondo, un motivo político: evitar
que la Unión Soviética participara en al guerra contra Japón.
Y otro económico: justificar los dos mil millones de dólares
gastados en el proyecto.

"Hiroshima habia dejado de existir"

"De pronto, una enceguecedora luz blanquecino-rosada apareció
en el cielo, y vino acompañada de un temblor no natural, al
que siguió una ola de calor sofocante.

En segundos, miles de personas, que se hallaban en las calles
y en los jardines del centro de la ciudad, fueron calcinadas
por una ola de calor indescriptible. Muchos murieron de
contado; pero los más quedaron tendidos en el suelo, gimiendo
del insoportable dolor producido por sus quemaduras y llagas.

Todo lo que se erguía en el camino de la onda expansiva fue
aniquilado, y en un segundo los desechos se elevaron en el
aire y partieron hacia el cielo como en un tornado.

Los tranvías fueron levantados de sus rieles y arrojados a un
lado. Lo mismo pasó con los trenes. Parecían juguetes.

Los caballos, los perros y el ganado corrieron la misma suerte
de los humanos. Todo lo que había estado vivo quedó
petrificado en una actitud de horror.

Hasta a una distancia de tres millas, las casas humildes se
aplanaron, como si hubiesen estado construidas con cartón.
Quienes estuvieron dentro, murieron o quedaron malheridos. Los
que por un milagro consiguieron escapar, se vieron rodeados
por un anillo de fuego que los iba cercando.

Los pocos que lograron salvarse del primer impacto murieron
veinte o treinta días después, como resultado de los rayos
gamma.

A la noche, el fuego comenzó a ceder, y finalmente se
extinguió. Ya no quedaba nada por arder.
Hiroshima había dejado de existir".

(Extracto del testimonio de uno de los sobrevivientes del
desastre de Hiroshima. Tomado del suplemento SEMANA)

Las reglas del juego

Los ejércitos de Hitler se habían rendido. Hitler mismo acabó
con su vida y su cadáver seguía oculto por los soviéticos.
Mussolini pendía de una horca. Solo Japón resistía apenas. Le
había dado el pretexto a Estados Unidos para entrar en la
segunda guerra y ahora le daba el pretexto para inaugurar una
era de muerte que nadie podía saber hasta dónde iría, ni el
mismo Harry Truman, el presidente norteamericano que,
finalmente, dio la orden de decolar a los dos aviones de
guerra que llevaban en sus entrañas la bomba. ¿Sabían sus
portadores cuántas vidas dependían de ellos? No. Uno de ellos
perdería la razón al poco tiempo.

¿Se justificaba en momentos en que la guerra agonizaba? ¿Lo
necesitaba Estados Unidos para no compartir con nadie el
poder, luego de una guerra que la ganaron, en gran medida,
soviéticos y europeos? ¿Cómo entendió el mundo esta
desproporción bélica? Como la ha entendido siempre la
humanidad: cuando el gesto viene de los vencedores de la
guerra se entiende, si los actos son de los vencidos, son
excecrables. A partir de Hiroshima y Nagasaki los aliados de
occidente sacarían todo el provecho posible: establecer las
reglas del juego a lo largo de 50 años de guerra fría. Japón
asimiló lentamente la hecatombe, nadie juzgó el ataque
atómico, nadie lo puso en duda, nadie se disculpó ante el
mundo. Al contrario, al poco tiempo comenzó la carrera
armamentista, incluso con pruebas nucleares abiertas, ni
siquiera subterráneas.

Terrorismo nuclear

Bienvenidos a la nueva era atómica. Bienvenidos a la era del
terrorismo nuclear. Ya no se trata de naciones poderosas con
armamentos capaces de hacer temblar al mundo. No. Ahora llegan
las granadas de mano, las bombas de maletín, los proyectiles
de bolsillo.

Como van las cosas, en el futuro las tiendas de armamento
venderán manuales que titulen: "Fácil. Fabrique su bomba
atómica en casa".

Podría haber también diversos anuncios publicitarios para esta
clase de productos: "Un poderoso proyectil para construir
entre amigos (piezas incluidas) por el módico precio de+"

Todo indica que las armas atómicas ya no son una exclusividad
de las potencias. Lo dicho en los dos párrafos anteriores
parecería una exageración, pero el transcurrir de la historia
a partir de 1989 podría dar lugar a una nuevo peligro: el
terrorismo nuclear. La base de su existencia: la antigua Unión
Soviética y el fin de la Guerra Fría.

Newsweek, del 24 de julio, piensa que el escándalo se
desataría si, por ejemplo, dos hombres sentados en una banca
del Rockefeller Center, Nueva York, hicieran estallar una
granada atómica que instantáneamente pulverize a más de 10 mil
personas. Un suceso semejante tendría más de un significado:
terroristas con poderío para hacer temblar a una nación. Un
juego atómico que ya no permanecería en manos gubernamentales.
Y, una escena similar a la de la película "El día después" (un
clásico del cine que visualizaba todo lo que podría ocurrir en
una tercera guerra mundial) presenciada en pleno centro de
Manhattan.

En síntesis, la amenaza de una explosión bélica nuclear no ha
terminado. Los profetas del fin del mundo todavía tienen
argumentos que no escapan de ser una locura.

Es un hecho real que el poderío atómico se ha expandido por el
mundo. Ya no es propiedad de Estados Unidos, Rusia, Francia,
Gran Bretaña y China. Ahora está en países más pequeños como
Israel, India o Pakistán. Inclusive Argentina, Brasil,
Sudáfrica y Rumania tienen sus programas particulares. En el
caso de otras naciones como Irán, Corea del Norte y Libia, se
sospecha que manejan armas de este tipo. Y como si esto fuera
poco, la apasionante novela del juego atómico, tendría hasta
terroristas que cuentan con arsenales para destruir una
ciudad.

Mientras el mundo respiraba tranquilo por el fin de las
tensiones políticas entre Estados Unidos y la antigua Unión
Soviética -"el fin del comunismo" y los múltiples tratados de
no proliferación de armamento nuclear-, se generaba otra clase
de conflictos. Nadie imaginó que del mismo fin de la Guerra
Fría surgiría el mayor problema de carácter nuclear que
actualmente tiene el mundo: los escasos sistemas de seguridad
en que se encuentran los arsenales nucleares en los Estados
que conformaron la Unión Soviética.

Newsweek sintetiza la situación de la siguiente forma: "Ahora,
con el ineficaz control de Moscú (de su armamento nuclear), es
una amenaza que los componentes de la bomba atómica puedan
trascender de Rusia y ponerse en manos terroristas".

Los analistas de la publicación internacional suponen que más
de una catástrofe puede llevarse a cabo mediante el robo de
materiales primarios para la construcción de una bomba
atómica. Estos componentes, por la debilidad política de
Rusia, están al alcance de terroristas que con conocimientos
técnicos suficientes podrían desarrollar poderosos y
sofisticados sistemas.

"En los escombros de la Guerra Fría permanecen 10 mil armas
nucleares y miles de toneladas de bombas de plutonio y
uranio", dice Newsweek y agrega: "El principal problema aún es
Rusia. Pero ahora el problema es su debilidad y no su fuerza".

Lo cierto es que, los tratados anti nucleares no han acabado
de resolver el más grande temor de los seres humanos en las
últimas cuatro décadas. Mientras tanto, podemos seguir bajo la
sicosis de la bomba atómica.

Misiles

- Estados Unidos y Rusia desmantelan sus armas nucleares en la
medida que sus posibilidades alcanzan. Bill Clinton, ha sido
el principal protagonista de los tratados de no proliferación
del poderío nuclear.

- Francia, sin embargo, no firmará el Tratado de interrupción
completa de ensayos nucleares, hasta después de efectuar las
pruebas en el polígono de Mururoa.

- Israel, India y Pakistán han llevado a cabo pruebas de
armamento nuclear sin confirmar estos hechos a los organismos
internacionales. (Revista BLANCO Y NEGRO Nº67, Pp 5-8)
(Diario HOY)
EXPLORED
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