Quito. 13.09.93. No negociaremos la salida de Líbano mientras el
grupo integrista Hezbolá no deje las armas, declaró el primer
ministro israelí Isaac Rabin. Dejó de ese modo un asunto
pendiente, un clavo en la negociación de la paz en Medio Oriente.

¿Qué se agita detras de las palabras de Rabin? Nada menos que el
nuevo fantasma que Occidente mira crecer apenas a la otra orilla
del Mediterráneo: el poder político del islamismo.

La sucesión de demonios se cumple: Kadaffi y Arafat ya no son los
legendarios enemigos, Saddam Hussein está en cierta forma
aislado. Hoy es toda una generación de fanaticos religiosos que
en el escenario de las mezquitas convocan a un combate político
contra los ateos occidentalistas dentro de los países musulmanes.
Llegan dotados de un radicalismo que recuerda aquel de Irán de
hace dos décadas, que puso a Occidente al borde de un infarto.

A una hora de Madrid crece una nueva pesadilla para el
capitalismo occidental, a la sombra de las desigualdades
económicas, las ambigüedades políticas y el desmoronamiento de
los ensayos revolucionarios, en países como Egipto, Arabia
Saudita, Sudán o Argelia.

Firmado hoy el acuerdo entre judíos y palestinos, el islamismo
siembra inquietud en el seno de una "paz norteamericana" de fines
de siglo.

"El Islam -afirma el escritor turco Tahar Ben Jelloun- última
religión revelada, se distingue de las otras dos religiones
monoteístas en el mundo por el hecho de que esta socialmente
integrada a la vida cotidiana. Es una moral, una fe, una cultura
y una identidad". Identidad y sentimiento de humillación por
parte de Occidente, que alimentan una oposición contra la
modernidad de ciertos países musulmanes, y que Europa y Estados
Unidos no lo entendieron hace década y media en Irán y que
tampoco parecen entenderlo ahora.

"El islamismo, sostiene Ben Jelloun, se ha convertido poco a poco
en la última fuerza organizada de los pobres"

Hacer un repaso de lo que ocurre en algunos países, permitirá
entender la dimensión del islamismo.

Con el apoyo de Siria que confía en que el integrismo expulse a
Israel, se mantiene activa en el atomizado Líbano, la guerrilla
del "Partido de Dios" (Hezbolá).

La guerrilla proiraní se dedicó los últimos meses a la paciente
tarea de vengar a las 132 víctimas de los últimos bombardeos
israelíes en el sur de Líbano. El resultado fue 8 militares
israelitas muertos en julio pasado, en una acción que alcanzó
dimensiones que no se conocieron en los últimos cinco años.
Por hoy, un frágil alto al fuego hace honor a las negociaciones
de paz pero nadie sabe hasta cuándo.

El laicismo amenazado en Turquía

70 años de reinado de un régimen musulmán laico está cubriéndose
de sombras.

Se trata de un país que está en el seno de la mismísima OTAN,
pero el islamismo ha puesto en jaque la modernidad de Turquía. No
solo a través de la acción armada, sino del retorno a los hábitos
tradicionales del integrismo (separación de hombres y mujeres en
los lugares públicos) y el fortalecimiento de medios de
comunicación islámicos. En Estambul, el 32% del electorado vota
por el partido islamista.

Una de sus más sonadas acciones bélicas fue el incendio, hace
unos meses, del hotel de Sivas, provocando la muerte de varios
escritores e intelectuales opuestos al retorno del islamismo.

El laicismo que se impusiera en Turquía hace setenta años, puso
en la picota los fundamentos musulmanes que hoy reviven: "Separar
el Estado de la religión -escribe Tahar Ben Jelloun- significa
dar al individuo, en tanto que ser singular y único, el derecho y
la libertad de creer o no creer, de pensar según su autonomía.

Pero esto es impensable en una sociedad (islámica) en la que no
se reconoce al individuo. Como es sabido, el surgimiento del
individuo en las sociedades árabe-islámicas se ve impedido por la
concepción comunitaria de la religión, base y aglutinante de la
nación, nación que trasciende los Estados...

El laicismo se convierte entonces en un desgarramiento, una
separación entre la vida social y la dimensión trascendente del
hombre. Los partidarios del laicismo defienden una modernidad a
la que los islámicos acusan de ser importada del exterior, de
Europa o de América, cuya política desde hace más de medio siglo
ha sido humillar a los musulmanes. Recuerdan sobre todo que estos
pueblos han luchado contra el colonialismo y contra el
imperialismo, ya fuera en Sudán entre 1839 y 1897, en Egipto o
incluso en el Magreb (Norte de Africa) en nombre del islam...

Occidente tal vez no se da cuenta hasta qué punto su
comportamiento con respecto a los pueblos musulmanes es vivido
como un desprecio intolerable".

Argelia es el punto más crítico

Argelia es tal vez, el caso más patético y más crítico. Allí, el
gobierno nacido de la guerra de independencia y que ha gobernado
el país con la aureola que les creó el haber sido quienes
desterraron la colonización francesa, se encuentra arrinconado
por el Frente Islámico de Salvación (FIS). Primero el régimen
debió desconocer los procesos electorales de hace dos años que
hacían prever un triunfo de los religiosos integristas; luego
declaró una guerra sin cuartel al FIS y ahora vive una auténtica
economía de guerra. Los atentados ocurren casi a diario y los
"imanes", jefes religiosos que predicaron desde las mezquitas la
violencia contra el gobierno "pro-occidental" lo hacen ahora
desde las cárceles, donde algunos están condenados de por
vida..."No tengamos clemencia con los agentes del poder, incluso
si se trata de padres de familia, de mujeres o ancianos"
proclamaba el jefe militar islámico Omar El-Eulmi, antes de ser
asesinado.

Todo ello, en medio de una inesperada crisis económica en un país
petrolero con un 25% de la población económicamente activa en la
desocupación.

La influencia del FIS es enorme en medio de la población. Desde
mediados del año pasado se cuentan más de 2 mil muertos en
diversos atentados. Y las redes que sostienen al movimiento,
conformadas preferentemente por mujeres, traspasan todo el país y
la organización está muy descentralizada y lleva adelante una
guerra de guerrillas a imitación de la que practicó el Frente de
Liberación Nacional contra Francia (­insólita paradoja!). El FIS
no requiere de una dirección centralizada y sus movimientos
clandestinos son tan precisos, que en un solo ataque a una
columna militar provocó 40 bajas en el ejército.

El jefe del ejecutivo Belaid Abdresslam fue recientemente
asesinado y el resto de los miembros de la élite en el poder
temen diariamente por sus vidas.

"Solo los islámicos -escribía Le Monde Diplomatique- parecen en
capacidad de canalizar el descontento. Sus consignas son simples
y movilizadoras y pueden hacer creer a algunos que constituyen
una alternativa decisiva y esperada: la promesa de edificar un
Estado islámico en una tierra que se ha vuelto a sus ojos tan
alejada de los preceptos de la religión musulmana. El retorno del
islam anunciaría un verdadero renacimiento, promesa de un
porvenir encantado y de poderes ocultos... El Estado islámico,
una vez triunfante el FIS, sería garante, defensor y protector de
una comunidad convertida bajo la sana observancia de los
preceptos y reglas de la religión..."

El porvenir de Argelia, a una hora de vuelo de Madrid y frente a
toda Europa, está lleno de incertidumbres. Todas las aventuras,
aún las más trágicas pueden ocurrir, en el marco de la violencia
y la represión actuales. (12A)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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