Quito. 27 may 99. Enfrentar solos una cultura distinta es el gran
reto de cientos de jóvenes ecuatorianos que viajan anualmente de
intercambio cultural. Quienes lo han hecho aseguran que se trata
de una situación difícil en la que aprenden a vivir el mundo real


Con mochila al hombro, vestido de blue jeans, zapatos de lona y
un saco típicamente ecuatoriano, Martín de 17 años, cruza los
largos pasillos del aeropuerto de Chicago, Estados Unidos. Solo,
con poco conocimiento del idioma y 300 dólares en cheques de
viajero en el bolsillo, ve cumplir el inicio de su gran sueño:
un año de intercambio estudiantil en el exterior. Allí, una
familia desconocida lo acogerá en su casa por el tiempo de su
estadía, estudiará en un colegio de ese país para perfeccionar
el idioma, vivirá día a día una cultura diferente, hará nuevas
amistades y por unos momentos sentirá que el mundo se encuentra
a sus pies.

Una experiencia que, según sus padres, dejará una imborrable
huella en su vida personal, lo adiestrará en otros idiomas y le
permitirá obtener con el tiempo mejores cargos profesionales.

Como él, alrededor de 500 estudiantes ecuatorianos viajan cada
año al exterior, por intercambio. De ellos, el 50 por ciento
escoge como destino los Estados Unidos, básicamente por el idioma
inglés, pero últimamente se ha intensificado hacia distintos
puntos de Europa y el mundo como Inglaterra, Francia, Alemania,
Países Bajos, Canadá y Australia.

Requisitos

Para ser seleccionados en un programa de intercambio, los
estudiantes deben llenar un formulario en las distintas oficinas
que ofrecen este servicio. Escogen el país de destino y conocen
los requisitos que deben reunir. Entre las principales
formalidades deben: no reportar problemas académicos o de
disciplina durante su trayectoria educativa, tener un promedio
no menor de 16 puntos, tener conocimientos básicos del idioma del
país que piensan visitar, someterse a una serie de entrevistas
personales y poseer cierta madurez para asumir responsabilidades
en una cultura diferente.

Cuando son seleccionados, las agencias les asignan una familia
en cualquier parte del país que han elegido, reciben una serie
de charlas y conferencias sobre el país anfitrión, la correcta
forma en que deben proceder en los lugares donde han sido
asignados, cómo actuar en momentos de conflicto y adónde acudir
si estos no son solucionados.

A su vez, las agencias de intercambio buscan hogares anfitriones
en los pequeños poblados al interior de cada país, principalmente
porque en ellos la cultura es más arraigada y los peligros son
mucho menores que en las grandes ciudades. Las familias
seleccionadas deben encontrarse constituidas legal y
afectivamente, no presentar problemas legales de cualquier
índole, tener la capacidad física y económica de albergar a un
huésped y poseer la apertura suficiente para recibir a un joven
de cultura diferente.

"Son tiempos difíciles en el que los estudiantes se demuestran
a sí mismos que poseen la inteligencia que no se ve en las
calificaciones, sino en la capacidad de enfrentar cualquier
dificultad, los jóvenes demuestran que dejan de ser niñitos
mimados que requieren protección especial", asegura María
Mercedes Jara, de 19 años, ex participante de la agencia
Convivencia de Experiencia Internacional.

"Con esfuerzo es posible conseguirlo todo, ahora sé que no
existen imposibles sino imposibilitados", señala Martín Mora, ex
becario de uno de los programas.

Las compañías

El intercambio cultural comenzó en el país con American Field
Service, AFS, hace 50 años. Ahora existen más de 12
organizaciones que se dedican a esta labor y han hecho más de
5.000 intercambios en el país. Cada una funciona de acuerdo a su
propio reglamento y prácticamente se han convertido en
multinacionales presentes en decenas de países.

Sus ofrecimientos no sólo están dirigidos al intercambio cultural
de un año, también brindan oportunidades de viajar a grupos de
estudiantes o ejecutivos que necesiten perfeccionar sus estudios
de inglés, principalmente para mejorar sus posibilidades
laborales. A través de estos planes las organizaciones colocan
a sus estudiantes en universidades de Estados Unidos e Inglaterra
por el tiempo que cada persona crea conveniente.

Sin embargo, el programa de intercambio cultural sigue siendo el
más apetecido por la juventud. Por ello, organizaciones como
American Field Service, AFS; Educación Internacional, EF; Youth
for Understanding, YFU; Experiencia de Convivencia Internacional,
Apex, Ayusa y Aya no escatiman esfuerzos al vender sus servicios.
Entre ellas existe una competencia regional por captar a los
potenciales viajeros, que representa un paquete aproximado de 2.5
millones de dólares al año.

Por eso, las organizaciones ofrecen en sus contratos una amplia
canasta de servicios que incluye convenios con líneas aéreas para
obtener precios más ventajosos, un hogar debidamente calificado
en el país anfitrión, inscripción en un colegio acreditado,
gastos relativos como textos educativos y transporte escolar,
seguro contra accidentes y apoyo completo a los estudiantes y la
familia anfitriona. Agencias como AFS y AYUSA ponen énfasis en
la selección de las familias; mientras que AFS puede ocupar
hogares donde ya han recibido jóvenes de intercambio, AYUSA posee
estrecha relación con el club Kiwianis, lo que le permite colocar
a los jóvenes en familias que son parte de ese Club.

El contrato exige a los estudiantes realizar sus pagos a través
de cheques en dólares, no pueden usar sustancias ilegales como
drogas, es prohibido manejar automóviles, jalar dedo, realizar
viajes sin la autorización de la familia, las autoridades de la
agencia y los padres naturales, la asistencia al colegio es
obligatoria.

Para evitar que los estudiantes se queden en el país anfitrión,
los sistemas de migración de cada país emiten visas de estudio
exclusivamente por el tiempo que deben permanecer. Las
organizaciones señalan que no se han presentado casos donde el
estudiante se haya quedado, porque el que viaja conoce muy bien
que puede ser expulsado del país para siempre.

A parte de estos programas algunas organizaciones como Ayusa,
Experimento de Convivencia Internacional y Geselischaft für
internationale Jugendkontakte, GIJK, ofrecen intercambios bajo
otro tipo de premisas. A través del sistema llamado Au- pair,
chicas entre 18 y 24 años viajan por 12 meses a realizar tareas
de niñera en familias de Estados Unidos y Europa. El sistema
brinda a las jóvenes la oportunidad de vivir con una familia a
cambio de alimentación, un sueldo mensual y la posibilidad de
ingresar a un instituto de idiomas.

¿Se trata de un trabajo de quehaceres domésticos? Sofía Navas de
GIJK, afirma que no. "De ninguna manera, en Europa existe un alto
respeto por el trabajo, se trata de aprovechar una coyuntura para
estudiar el idioma y conocer otros países". Por este sistema
Navas asegura que ya han viajado dos jóvenes a ese país.

Otra alternativa de intercambio es la que proponen ciertos
colegios de elite. En el caso de Quito, colegios como el Celestín
Freinet, Alemán, Academia Cotopaxi, Intisana y Sek, mantienen
lazos con instituciones similares fuera del país. Aunque estas
instituciones educativas presentan todo tipo de requisitos de
seguridad a la hora de viajar, muchos jóvenes prefieren hacerlo
a través de las grandes agencias de intercambio porque aseguran
que se trata de una experiencia mucho más enriquecedora.

Las cifras

Según las organizaciones de intercambio cultural consultadas por
Vistazo, alrededor del 50 por ciento de los jóvenes seleccionados
pertenecen a un nivel socioeconómico medio alto, que les permite,
con holgura, pagar el valor del año de intercambio; un 25 por
ciento puede cancelar las cuotas realizando cierto sacrificio y
el restante busca apoyo a través de becas que ofrecen algunas de
las agencias u otras organizaciones afines.

El precio del programa cultural por persona varía de acuerdo al
destino seleccionado por el participante y la agencia en la que
decida enrolarse; si es en los Estados Unidos tendrá un valor
entre los 4.000 y 8.000 dólares; si es Europa, Canadá o Australia
entre los 5.000 y 8.500 dólares por persona. El valor no incluye
los gastos de bolsillo que el joven deba realizar en el país
anfitrión, esto es aproximadamente 150 dólares mensuales. Es
decir 1.500 dólares adicionales para los 10 meses que durará su
estadía en el exterior.

Con respecto a los programas de tipo académico, los costos varían
dependiendo del número de semanas que cada persona necesite para
mejorar su idioma y a la escuela que escoja el participante. El
precio promedio de estos programas es de 8.000 dólares en
adelante. El mayor número de viajeros, a través de estos planes
provienen de Manabí, El Oro y Guayas. La razón: mucha gente no
tiene las bases suficientes de inglés u otros idiomas para ser
incluidos en el programa de intercambio cultural de un año.

¿Son las organizaciones empresas lucrativas? La mayoría, a
excepción de EF, son organizaciones sin fines de lucro, que
revierten sus ganancias en favor de la organización.

"Que sea una organización sin fines de lucro no significa que
trabajemos a pérdida, eso sería absurdo, cualquier superávit lo
revertimos en actividades de la organización. Además, debo
señalar que el 31 por ciento de los participantes viaja becado
por nuestro programa", señala el director nacional de AFS Juan
Rodríguez Heredia. Se pudo conocer que el superávit generado por
AFS en 1997 fue de 386.624 dólares. El resto de organizaciones
prefiere mantener en secreto sus ganancias.

Anne de Alvear, del Experimento de Convivencia Internacional,
asegura que del 100% de los ingresos que reciben las compañías,
apenas un cinco por ciento se queda en el país. "Con todo ese
dinero se mejora la estructura de las organizaciones locales y
regionales; y se cubren los gastos en licencias y permisos de
funcionamiento en cada país donde se trabaja".

Todas las organizaciones que poseen sus oficinas centrales en los
Estados Unidos se encuentran legalmente reguladas por la United
States Information Agency, USIA y la Standars for International
Educational Travel Programs, SCIET, encargadas de controlar las
tarifas de cada una de las agencias, sin embargo en el Ecuador
no existe una legislación que regule los precios y los montos de
ganancia de cada una de ellas. Así, hay organizaciones que
ofrecen sus paquetes desde los 3.315 dólares y otras que superan
los 7.000 en el mismo programa de intercambio estudiantil.

Producto final

Si bien el intercambio estudiantil no constituye un gancho para
ingresar a una universidad extranjera -ya que el programa sólo
proporciona un certificado de calificaciones o pase de año, que
puede ser revalidado en el Ministerio de Educación-, los
beneficios van mucho más allá de eso.

Para una mayoría de participantes el principal legado del
intercambio es la posibilidad de hablar y escribir fluidamente
un idioma extraño y experimentar una realidad diferente, lo que
permite a la persona ingresar al mundo globalizado.

"Más allá de haber aprendido un idioma obtuve la visión de que
detrás de nuestro provinciano medio existe un mundo por conocer,
eso nos conlleva a comprender cuál es la dinámica del mundo que
está detrás de nuestras fronteras", señala el periodista de
Ecuavisa Bernardo Abad. A su vez Santiago Flores, uno de los
primeros becarios de Apex y actual director de esa organización,
señala que la mayoría de sus compañeros de intercambio se
encuentran fuera del país, realizando estudios de postgrado.
"Luego del intercambio la mayoría de ellos comprendió que salir
fuera del país les permitiría obtener una sólida base
profesional".

El criterio es compartido por el doctor Benjamín Puertas, ex
participante de AFS y actual director del Colegio de Ciencias de
la Salud de la Universidad San Francisco de Quito. Para él los
beneficios reales del intercambio están más conectados con la
capacidad de liderazgo que se puede obtener ya que las
características del nuevo líder se encuentran en "pensar
globalmente y actuar localmente", una cualidad que se adquiere
a través del intercambio. "Los programas de intercambio, nos
ofrecen la oportunidad de vivir en un país con una familia
extranjera, palpar las diferencias culturales, alimentarse de
ellas y convertirlas en herramientas de entendimiento, lo que
crea el pensamiento global".

Los problemas

El radiante mundo que ofrecen las compañías, de hecho, se ve
oscurecido con problemas que nunca faltan.

Las agencias señalan que para evitar inconvenientes escogen
pueblos pequeños donde las circunstancias de violencia son
mínimas. Si bien no se han conocido hechos violentos como
asaltos, robos o violaciones, el principal conflicto al que se
ven abocados los jóvenes es al de adaptación al nuevo medio de
vida. A pesar de la preparación a la que se somete cada
estudiante, hay casos de fracaso.

Por eso, un grupo de padres de familia se encuentra indagando
sobre todos los percances que deben enfrentar los chicos en
tierras ajenas. Quien dirige el grupo es el publicista quiteño
Gustavo Vallejo, que vivió el drama de su hija, Cristina, que
estuvo de intercambio en Suiza -a través de YFU- y sufrió el
chantaje emocional de su hermana anfitriona, que al parecer
sufría de esquizofrenia. Él asegura que los programas de
intercambio funcionan sin ningún control y reclutan jóvenes para
hacerles creer que ganan una beca de intercambio. "El programa
trafica con las ilusiones de los jóvenes y el dinero de los
padres, pues una vez que salen del país y ellos han cobrado el
dinero, se convierte en un juego de azar donde un gran porcentaje
de jóvenes fracasa y ello conlleva a depresiones profundas,
pérdida del habla, intentos de suicidio o invitaciones al consumo
de drogas". Asegura que las experiencias han sido constantes en
AFS, YFU y EF.

Los apoderados de las organizaciones señalan que los casos
responden a excepciones, pero reconocen que si no se toman las
providencias adecuadas estos problemas podrían agudizarse.

"Para evitar este tipo de inconvenientes pedimos a los ex
participantes del programa que les expliquen las experiencias
buenas y malas y cómo deben responder", señala Diana García,
directora de EF.

"Existen problemas que se originan por la excesiva protección de
los padres, lo que no permite que sus hijos enfrenten problemas
de la vida real. Intervenir en los problemas, sin duda que
confunde más a los muchachos. También se da el caso que muchos
padres ven en el intercambio una forma de corregir los fracasos
familiares, si es así, seguramente el estudiante no culminará su
año de intercambio. Comprendemos esto como un desafío
organizacional y estamos determinando pautas para actuar", afirma
Juan Rodríguez, de AFS.

Pero Vallejo asegura haber recopilado una basta información sobre
los "horrores" que han vivido ciertos chicos. En una primera
lista que él elaboró, se recoge el testimonio de siete jóvenes
de distintos puntos del país que vivieron su desgracia. María de
Lourdes Mosquera, de Cuenca, viajó a Alemania, la tuvieron en un
sótano, no la alimentaron y regresó con anemia; Sandra Galindo
y María Azucena García estuvieron en Inglaterra y mientras la una
comía en los platos de los animales, la otra vivió en un barrio
de asistencia pública; Ana María Ulloa viajó a Estados Unidos,
fue atormentada por cinco de sus hermanos anfitriones, la presión
le llevó a un intento de suicidio por lo que estuvo internada en
un hospital de Wichita, Kansas.

David Andrade nunca llegó a ser colocado en un hogar definitivo
y mientras se encontraba en Canadá, fue forzado por sus hermanos
anfitriones a consumir heroína, se negó y fue maltratado
psicológicamente hasta el punto en que pensó optar por el
suicidio.

Otro caso fue el de Margarita Burgos que regresó de Francia a la
semana de haber viajado porque vivía con una familia
monoparental. A la señora de la casa, nunca la vio.

Vallejo señala que la mayoría de problemas radican en la
incapacidad de las organizaciones en colocar a los jóvenes en
hogares adecuados, sin embargo los casos son difíciles de
determinar ya que los estudiantes prefieren olvidar sus
experiencias cuando regresan al país.

"La idea no es que un grupo pequeño de estudiantes tenga
problemas, sino que nadie los tenga. Después de todo, los padres
hemos pagado una gran cantidad de dinero por ese viaje y deben
existir reglas claras para proteger el bienestar de los niños",
dice la doctora Rosa Elena García, una de las madres que afirma
haber vivido un verdadero viacrucis.

Por ello, el grupo de padres solicitó al doctor Julio César
Trujillo elaborar un reglamento legal de intercambios. El
documento fue presentado en Cancillería y en él se exigen mayores
garantías de protección a los jóvenes que se encuentran en el
exterior, así como la posibilidad de exponer reclamos ante las
organizaciones, si el caso lo amerita.

La propuesta fue aceptada por Cancillería y a través del
memorándum N088-AJ del 24 de marzo, el departamento jurídico de
ese Ministerio señaló que era necesario coordinar con el
Ministerio de Educación y el Ministerio de Gobierno "un sistema
de control para responsabilizar a los directivos y organizadores
de estos programas de intercambio cultural", si es que los casos
de maltrato volvieran a repetirse.

De esta manera dentro de poco se podría contar con un marco legal
que rija a todas las organizaciones de intercambio.

Sobre los casos, Sandra Cartagenova, de YFU, es firme en asegurar
que el fracaso de un chico es el fracaso de todo un conglomerado
de gente que se inicia en la familia anfitriona, continúa por el
colegio, lleva a los coordinadores encargados de ser guías de los
chicos, llega a la coordinación regional y por último termina en
las oficinas del país de origen. "Le aseguro que si las cosas
andan mal como algunos afirman, simplemente nuestro servicio no
tendría razón de ser".

Hay problemas, sin embargo, la mayoría se encuentra satisfecha.
Los jóvenes enfrentan una realidad distinta que les coloca con
ciertas ventajas frente a quienes no salen al exterior. Si bien
la experiencia de vida adquirida en el intercambio, no aparecerá
en sus hojas de vida, el intercambio les ha dotado de
independencia, soltura y capacidad de desenvolverse bajo presión
en lugares extraños. Los ingredientes suficientes para enfrentar
el mercado laboral del siglo XXI

El 50% de los viajeros escoge los Estados Unidos, por el idioma.
El resto va a Europa y Australia.

Cada compañía posee su reglamento, pero no existe un marco legal
que controle sus actividades.

Los estudiantes deben cumplir estrictas normas de seguridad. Si
no, pueden ser regresados a sus países.

Entre los viajeros hay historias de horror, porque ciertas
agencias no investigan los hogares de los becarios. (Texto tomado
de La Revista Vistazo)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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