Hubo un llamado en la radio. El bombero Edwin García tuvo que acelerar la apertura de la casa. Los inquilinos se olvidaron las llaves adentro. “Todas las unidades 10-12 en el Congreso”. Se asustó. La clave decía que había que tomar todo el equipo y apagar un incendio en el Parlamento.

La alerta ocurrió a las 20h00. Antes, el diputado Andrés Páez (ID) telefoneó para advertir sobre el fuego. Llegaron diez compañías, con casi 100 bomberos, luego arribó la Cruz Roja, con dos ambulancias y un carro de apoyo.

El incendio, que comenzó a las 19h45, se había propagado rápidamente desde el cuarto de copiado, en la planta baja, hacia la bodega aledaña donde se almacenan cortinas, alfombras y escritorios en desuso.

Por eso las llamas se avivaron. Al enterarse del suceso, el cabo primero Óscar Ogonaga, de la escolta legislativa, tomó el ascensor desde la planta baja. Pensaba que su arriesgada actitud salvaría más vidas, pero se olvidó de que en estos casos no se usan los ascensores.

Cuando llegó al séptimo piso, no encontró a nadie. Al llegar al quinto, encontró a cinco diputados, al independiente Rafael Dávila y a los emepedistas Luis Villacís, Rafael Erazo, Xavier Cajilema y Geovanny Atarihuana. “¡Salgan, incendio!”, gritó Ogonaga.

Lograron bajar hasta el tercer piso, donde está la terraza. Fueron 80 minutos de sobrecogimiento. “¡Ayúdennos!”, se oía a lo lejos.

Los agentes del GIR llegaron a las 20h10. Montaron las tres escaleras para rescatarlos.

“Dios no quiera. Me muero si las llamas llegan acá. Jefe, bote agua”, decía César Pólit, el jefe del archivo y de la biblioteca. Las lágrimas le mojaban las mejillas.

Estaba seguro de que las motobombas llegarían con rapidez. Pero nada era suficiente: la presión del agua, las mangueras, ni sus gritos. La oficina de la Presidencia del Congreso se había reducido a cenizas, al igual que la sala de prensa, en el primer piso del edificio. La biblioteca y el archivo del Congreso no se afectaron, pues son las únicas dependencias que tienen una protección contra incendios.

El clamor de la gente de la Cruz Roja de evacuar no era suficiente. César Pólit no podía evitar la desazón. Las piedras para romper los vidrios. Cuatro, cinco, seis pedradas y el humo salió.

Las cuatro motobombas funcionaban a todo motor. No había ni un solo hidrante alrededor del Congreso. Tenían que ir al barrio El Dorado (hacia el este), y cuando la presión no era suficiente, fueron 14 cuadras más allá, cerca de la Universidad Salesiana.

El presidente del Congreso Nacional, Guillermo Landázuri, llegó al sitio a las 20h15. No pudo superar la tercera grada de la entrada que da a la calle Juan Montalvo. A las 22h05, cuando miró que la situación estaba controlada agradeció a los bomberos y advirtió “podremos sesionar este jueves”.

Aseguró que se preocupará por estructurar un plan de seguridad de las instalaciones.

TESTIMONIOS

Venía desde el área occidental hacia la oriental del edificio donde está mi oficina. Caminaba por la planta baja. Me di cuenta de la presencia de humo. Advertí a la guardia legislativa.

Miré por la rendija de ese lugar de donde salía el humo y pude observar que había fuego en su interior. Entonces rompimos la puerta con la escolta legislativa y salía un calor insoportable.

Me di cuenta de la magnitud del incendio. Vi que las llamas se habían tomado el techo. Opté por pedirle a la gente que se encontraba en los corredores que evacuara.

Muchos salieron por el patio de las banderas, pero también hubo otros que no podían salir y se refugiaron en la azotea. Luego salí y me puse a llamar a la Policía, Cuerpo de Bomberos, al 911. Miré mi reloj y marcaba las 20h05. No busqué los extintores porque lo único que pensaba era salvar vidas.

Mi oficina es una de las más afectadas y allí, desgraciadamente, se van a perder muchos documentos y recuerdos personales muy valiosos.
ANDRÉS PÁEZ,
DIPUTADO DE LA IZQUIERDA DEMOCRÁTICA


Todo comenzó con una explosión en los bajos de lo que es la Sala de Prensa, en las bodegas.
Vi, por una ventanita, las llamas que subían. Fue tan voraz porque por allí hay material inflamable como cortinas viejas, muebles de madera, alfombras...

Eran las 19h45. Yo estaba solo en la Sala de Prensa. Otros estaban en la planta baja. Entonces, comencé a gritar. Rompimos las puertas de la bodega, pero no hubo ni un solo extintor en todo el Congreso.
Fue cuando bajé corriendo a avisar a la escolta legislativa y con ellos rompimos las puertas y buscamos los extintores, pero no los encontramos. Creo que la Sala de Prensa se nos acabó.
WAGNER BOLAÑOS,
FUNCIONARIO DE LA SALA DE PRENSA DEL CONGRESO


Ayer un empleado del Parlamento informó que el edificio del Congreso Nacional no está asegurado para este tipo de siniestros. El palacio legislativo solo tiene dos ascensores y no cuenta con escaleras para emergencias.

La Cruz Roja envió hasta el Palacio dos ambulancias, una unidad de rescate y un carro de apoyo. Los socorristas rescataron a 20 personas en la terraza. También acudieron la Policía, el servicio de emergencias 911 y el Cuerpo de Bomberos.

El jefe de bloque del Pachakutik, Antonio Posso, dijo a Ecuavisa que el incendio se inició en la sala de prensa y en la biblioteca del Congreso. La sala de Presidentes –aseguró– tiene una alfombra muy gruesa que avivó las llamas.

Con los ojos y la nariz enrojecidos, el diputado Luis Villacís aseguró a los canales de televisión que su bloque pedirá una investigación sobre el hecho, porque “se quemaron documentos de fiscalización”.

El alcalde de Quito, Paco Moncayo, señaló que las instituciones públicas deben tener planes de prevención de incendios. “No hay que esperar que ocurran estas cosas para lamentarse; los edificios que tengan documentos históricos tan importantes deben tener más precauciones”, expresó.

El Arq. Rafael Vélez dijo que el fuego afectó el friso frontal (de la fachada norte), que aloja el gran mural de piedra de la historia del Ecuador, del artista Luis Mideros. “Una obra extremadamente valiosa porque es de las pocas que se integró como parte del proyecto”, explicó.

A las 22h55, llegó al Congreso el vicepresidente de la República, Alfredo Palacio. Anunció que ayudará en la investigación sobre el incendio; y que el Ejecutivo está dispuesto a dar una tregua al Congreso en el trámite de la reforma aduanera. Palacio dijo que el Congreso debe buscar otro sitio para sus sesiones.

Evacuados: Ximena Mendoza, Rafael Erazo, Rafael Dávila, Luis Villacís, Xavier Cajilema, Giovani Atarihuana, Édgar Calasqui, Humberto Cholango, Ítalo Villavicencio, Marco Tandazo, Patricio Narváez, Enrique Quintero, Carlos Gómez y Antonio Ruiz.

Helicóptero de la Policía nunca llegó

A las 20h52, los beepers (buscapersonas) sonaron para alertar sobre un grupo de diputados que estaba atrapado en la terraza del edificio parlamentario en llamas.

El mensaje, enviado por el diputado Luis Villacís (MPD) por su celular, solicitaba el auxilio de un helicóptero de la Policía para evacuar a los atrapados.

Junto a él estaban los legisladores Rafael Dávila (independiente); Rafael Erazo, Xavier Cajilema y Giovani Atarihuana, del MPD, así como otros quince asesores y empleados del Congreso que esperaban angustiados la ayuda de los socorristas.

El bloque del MPD estaba reunido en sus oficinas cuando fue alertado del incendio. Cuando sus diputados intentaban bajar por las escaleras se toparon con Dávila. Rompieron ventanales para salir hasta la terraza, donde permanecieron por dos horas.

A las 20h30, el diputado se comunicó con el ministro de Gobierno, Mario Canessa, para solicitarle la intervención del helicóptero. Hasta las 21h30 no hubo respuesta.

“Aquí, tranquilamente, puede venir un helicóptero y salvarnos a todos; la Cruz Roja tiene buena voluntad, pero no tiene equipos”, decía Villacís.

A las 21h48, Canessa informó a este Diario que hacía todo lo posible para atender la emergencia. La Policía le explicó al Ministro que su helicóptero no podía salir, en la noche, para realizar ese tipo de operativo.
“Precisamente no sé por qué razón no lo puede hacer, me parecería que no tiene el equipamiento necesario”, dijo.

A esa hora, la Policía efectuaba gestiones para conseguir otro helicóptero o mecanismo para evacuar al grupo de diputados y asesores.

Canessa no descartó que buscaría ayuda del Ejército. No había recibido ningún informe preliminar sobre las causas del incendio. “Vamos a esperar una evaluación precisa del Cuerpo de Bomberos, que son los que tienen que pronunciarse técnicamente”.

Una hora después de que llegara el mensaje, hacia las 22h00 y sin que el helicóptero haya acudido, la Cruz Roja rescató a las 20 personas desde el lado occidental del edificio (avenida Seis de Diciembre). “Lo hicieron de manera precaria, con sogas y escalinatas, pero gracias a ellos –dijo Villacís– estamos sanos y salvos”.

La historia política estaba en el primer piso

El edificio Legislativo, que se incendió anoche, guardaba en su Biblioteca toda la historia parlamentaria y democrática del país.

El edificio, ubicado en las calles Piedrahíta y Juan Montalvo, entre Gran Colombia y la avenida Seis de Diciembre (centro norte de Quito), fue inaugurado en febrero de 1960 por el entonces presidente de la República, Camilo Ponce Enríquez. En esa época, el Ejecutivo también construyó algunas obras importantes para la XI Conferencia Panamericana, que paradójicamente nunca se realizó. Entre ellas se cuentan el hotel Quito, la Cancillería, así como los aeropuertos de Quito y Guayaquil.

El edificio, de siete pisos, corresponde al estilo internacional modernista (años 1950 y 1960), una corriente europea liderada por el arquitecto y escultor suizo Lecorbusier.

Para el Arq. Rafael Vélez, estas construcciones fueron las primeras intervenciones arquitectónicas importantes de un grupo de profesionales formados en el exterior, como Sixto Durán-Ballén y Jaime Dávalos; además del uruguayo radicado en Ecuador, Gilberto Gatto Sobral.

Vélez aseguró que “realmente el edificio nunca ha tenido una revisión completa de instalaciones ni de protección para el fuego, se construyó y ahí quedó, pese a que la actualización de los procesos de seguridad es obligatoria para las construcciones públicas”.

Los archivos de la Biblioteca del Congreso, con toda la historia legislativa del país, estuvo en riesgo.

Ahí constan las batallas políticas de la democracia ecuatoriana: las actas del primer juicio político contra un presidente de la República, Juan de Dios Martínez Mera (1933), o el debate por la destitución de Carlos Julio Arosemena, en 1963, cuando los militares que lo apoyaban amenazaron incluso con bombardear el Palacio.
EXPLORED
en Ciudad Quito

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