Quito. 10.10.93. Guayaquil, importante puerto del Mar del Sur, se
había convertido para fines del siglo XVIII en uno de los más
dinámicos centros del comercio hispanoamericano, gracias a
licencias comerciales que le fueran otorgadas por la corona y a
su habilitación oficial como puerto abierto al libre comercio.

Y es que nuestro gran puerto no era solo un sitio de importancia
estratégica, cuya posesión garantizaba el control de las rutas
navales en el Mar del Sur, sino un centro productivo de la mayor
significación. Era la capital de un amplio y rico distrito, que
abarcaba toda la cuenca alta y baja del río Guayas, "siendo sus
confines -según Dionisio de Alsedo- las ondas del Mar Pacífico, y
sus lindes los Altos Montes de la Serranía, con extensión de
ochenta leguas de longitud, desde el Morro de la Península de
Santa Elena hasta las Playas del Pueblo de Ojiva; y otras tantas
de latitud desde el Puerto de Manta hasta el Pueblo de Túmbez,
con doscientas y veinte y cuatro de circunferencia".

Dicho de otro modo, para fines del siglo XVIII la antigua
provincia de Guayaquil abarcaba el territorio de las actuales
provincias de Manabí, Guayas, Los Ríos, Bolívar y la parte baja
de El Oro.

Para entonces, Guayaquil era también una ciudad en dinámica
expansión. Según lo ha demostrado María Luisa Laviana, este
puerto, "que a fines del siglo XVII... se reducía a Ciudad Vieja
y unas pocas casas en la planicie situada al sur del cerro de
Santa Ana", para el XVII fue adquiriendo decididamente "su
fisonomía de ciudad moderna estructurada en cuatro grandes zonas,
de importancia desigual: Ciudad Vieja, el Centro o Ciudad Nueva,
el Bajo y el Astillero, y al finalizar la centuria ya se habían
empezado a formar otras tres aglomeraciones urbanas, el barrio de
las Peñas en Ciudad Vieja, el Barrio Nuevo del Astillero, y el
barrio de la Sabana".

Por fin, y siempre para la misma época, Guayaquil era el centro
motor de un comercio regional cuyos brazos alcanzaban, por el
sur, hasta el centro del virreinato peruano; por el norte, hasta
Panamá, y, por el oeste, hasta Riobamba, Quito y Pasto.


El astillero

Ese dinámico tráfico comercial de Guayaquil no hubiera podido
realizarse sin la presencia de su afamado astillero, asentado en
dos recursos fundamentales: la abundancia de maderas finas en el
bosque tropical y la notable capacidad constructora de los
carpinteros porteños, herederos tanto de la experiencia marinera
indígena como de la tradición naviera española. En 1736, ese
astillero mereció elogios de los afamados marinos españoles Jorge
Juan y Antonio de Ulloa, al punto de afirmar estos que "un navío
fabricado en aquel astillero (era) incomparablemente de mayor
duración que los que se (hacían) en todos los demás conocidos,
así en Europa como en las Indias".

El resultado mayor de esa excelente ingeniería naval guayaquileña
fue que nuestro país llegó a tener, ya en la segunda mitad del
siglo XVIII, una flota mercante nada desdeñable, a través de la
cual se proveía de productos de los mercados peruano y granadino
y transportaba buena parte de sus propias exportaciones.

Obviamente, la presencia de esa creciente flota implicaba también
la existencia de un complejo sistema mercantil-naval, integrado
por armadores, maestres, tripulantes, prácticos, aviadores,
consignatarios, guardiamarinas, oficiales de aduanas,
estibadores, etc.

Las importaciones guayaquileñas

Separado del interior del país por un territorio poblado de
selvas impenetrables, grandes ríos y altas cadenas montañosas,
que dificultaban enormemente el tráfico de gentes y productos,
Guayaquil quedaba totalmente aislado en el invierno, debido a las
crecientes de los ríos y las consecuentes inundaciones. Así se
explica que, para complementar la producción local, sus
abastecimientos llegaran mayoritariamente por vía marítima desde
los países próximos.

¿Qué productos importaba Guayaquil a fines del siglo XVIII? De
conformidad con los Registros de Alcabalas, podemos afirmar que
básicamente compraba alimentos, ropa, menajes de casa,
quincallería y materiales de construcción naval.

Los alimentos importados, que por su elevado precio estaban
destinados al consumo exclusivo de los altos sectores sociales,
venían por vía de El Callao y Paita, y procedían originalmente
del Perú y Chile.

Del Perú nos llegaban aceite de oliva y aceitunas -entre las que
se destacaban las negras de Azapa, afamadas por lo grandes y
sabrosas-, vinos y aguardientes de uva de Pisco, de Nazca y de
Ica, vinagre, dátiles, higos, cajetas de dulce, turrones, anís,
orégano, pan abizcochado, azúcar y sal. Así también productos de
otros países, que eran reexportados por los comerciantes limeños,
tales como comino, yerba mate, canela, clavo de olor y pimienta
de Chiapas.

De Chile nos llegaban, por su parte, gran cantidad de vinos
tintos y algo de blancos (entre los que se destacaba el de
Concepción), vinagre, aguardiente de uva, harina de trigo,
nueces, pasas, miel, menestras en general (lentejas, arvejas y
fríjoles), garbanzos, así como "lenguas de Chile" y "coquitos de
Chile", muy apreciados en el país. En todo caso, los mayores
rubros de importación correspondían a aguardiente de uva, harina,
vino, azúcar, aceite y aceitunas, en su orden.

De otra parte, por Guayaquil llegaban también, desde los países
vecinos, una variedad de productos artesanales, mineros y
metalúrgicos destinados al consumo del puerto y de las diversas
regiones quiteñas. Entre ellos figuraban: sal de Paita
-apreciada por su blancura-, sombreros de paja y petates "de los
valles" peruanos, sombreros y ponchos de vicuña, pailas y ollas
de cobre chilenas, quincallería peruana y chilena, planchas de
cobre y plomo, barras de estaño altoperuano, badanas y
cordobanes, jabones y velas, pabilo, salitre, jabón, "vidrios de
Ica", "loza de la tierra", tinta añil de Guatemala, platería
peruana, del mismo modo que escobas, bateas y hamacas de Panamá.

A su vez, entre los productos europeos que llegaban a nuestro
puerto, tanto por vía de Panamá como de El Callao, constaban ropa
y bayetas "de Castilla", sedas de Cataluña, telas de Ruan, finos
sombreros de paño, cuchillos, espadas y espadines, peroles,
municiones de todo tamaño, libros, papel en resmas, alumbre,
"polvos azules" para pintar casas, vidrio plano y en frascos,
cera de Castilla, lozas de Barcelona y otros.

Particular interés tenía para la economía porteña la importación
de materiales para la construcción naval, toda vez que la
industria del Astillero garantizaba el crecimiento de la flota
mercante, la ampliación del comercio y la ocupación directa o
indirecta de cientos de trabajadores locales. De ahí que
figuraran entre las principales compras al exterior platinas de
fierro y de vergajón, clavazón de acero, planchas de cobre y
estaño, jarcia, lona para velas, brea de Izcuandé y El Chocó,
alquitrán de Amotape, herramientas, alambre, etc. Estos venían a
agregarse a los productos locales útiles a la construcción naval,
entre los que destacaban las maderas finas, la cordelería de
cabuya y la estopa de coco.

Los precios hacia 1769-1773

1 botija de aguardiente anisado: 10 pesos.

1 botija aguardiente de Pisco: 16 a 21 pesos.

1 botija de vino de Chile: 20 pesos.

1 botija de vino de Nazca: 12 pesos.

1 botija de vinagre: 8 pesos.

1 zurrón de pasas: 13 pesos.

1 botija de aceitunas: 8 pesos.

1 arroba de aceite: 6 a 8 pesos.

1 poncho peruano de algodón: 3 pesos.

1 quintal de fierro: 14 pesos.

1 quintal de acero: 30 á 32 pesos.

1 quintal de harina de trigo: 4 pesos.

1 costal de menestras: 6 pesos.

1 quintal de cera: 100 pesos.

1 costal de anís: de 12 a 20 pesos.

1 quintal de orégano: 25 pesos.

1 arroba de azúcar: 1 peso 7 reales.

1 tablón de cedro de 3 varas: 6 reales.

1 libra de tinta añil: 2 pesos 4 reales.

1 docena de cordobanes: 12 pesos.

1 resma de papel: 4 a 4 y medio pesos.

1 fardo de ropa de Castilla: 500 pesos.

1 cabo de bayeta de Castilla: 100 pesos.

1 quintal de munición: 25 pesos.

1 jaba de jarros: 8 a 16 pesos.

1 tercio de escobas: 6 pesos.

1 batea mediana: 4 pesos.

1 tercio de hamacas: 50 pesos.

1 zurrón de yerba mate: 50 pesos.

1 paila de cobre de 50 libras: 25 pesos.

(Nota: un peso de plata tenía 8 reales)
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en Ciudad N/D

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