Nunca como ahora en América Latina, la situación social y económica de casi todos sus países (excepto Chile) se ha aproximado, no por lo alto sino por lo bajo, en el nivel de decadencia y deterioro que acusan casi todos los sectores de estos países. La política norteamericana en el continente busca mantener y robustecer su poderío e intereses imperiales bajo el pretexto de la lucha antiterrorista o de la campaña antinarcóticos. Eso explicaría el crecimiento de la ‘ayuda’ militar como la ofrecida a Costa Rica bajo el membrete de ‘Escuela Internacional de Policía’, dirigida por estadounidenses y con el envío de 38 naves de Marina de guerra; la colaboración en la breve caída del presidente Hugo Chávez en Venezuela; la intervención directa en las elecciones de Bolivia mediante su embajador en La Paz; la agresiva posición frente a Cuba, y el fortalecimiento de la colaboración militar al gobierno de Uribe en Colombia.
Respecto a la Argentina, el profesor neoliberal del MIT, Dornbush ha sostenido en un documento reservado, que “las instituciones argentinas seguirán cayendo, sin que pueda hablarse de ayuda externa hasta el retorno de algún dictador militar.”
Este es el escenario externo que presenta nuestro continente frente a la política imperial. Frente a ella, estos países están acostumbrados a escuchar la voz del amo y a inclinar su columna dorsal. Ninguna estrategia independiente, heredera del pensamiento de un Bolívar, Martí o San Martín. Solamente el acomodamiento, el pedir y regatear más dólares para todas las luchas posibles contra los enemigos y fantasmas que acosan a la gran potencia.
En reciente artículo, Heinz Dieterich sostiene que América Latina sí puede salir y librarse de este dogal que la asfixia. Señala que la resistencia a este poder imperial se puede lograr mediante el empleo de una estrategia común de los países afectados. La deuda externa que carcome todas las economías y que rebasa los $900 000 millones puede convertirse en una fuerza terrible al situarse en el ‘default’. El poder de compra de América Latina ha sido estudiado como otro instrumento de negociación y defensa. Nadie se atreve a ponerle el cascabel al gato. Las clases dirigentes, los partidos políticos en su mayoría, colaboran con la política exterior imperialista que nos daña, en una suerte de masoquismo colectivo.
América Latina deberá dirigir la mirada hacia la Unión Europea y el continente asiático que, frente a la hegemonía norteamericana, pueden ofrecer ciertas ventajas. En definitiva, lo importante es encontrar unión y solidaridad entre nuestros pueblos por una causa común que con mayor o menor fuerza afecta a todos. La idea de un cartel de deudores que una vez se enunció y causó urticaria en los países acreedores, no ha vuelto a ser manejada. La respuesta de que eso es imposible hacerlo porque las circunstancias de la deuda en cada país son diferentes, es una respuesta banal porque nunca hay dos deudas similares, pero sí hay países similarmente endeudados.
EXPLORED
en Autor: Claudio Mena - [email protected] Ciudad Quito

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