Quito (Ecuador). 15 jul 96. Cuando el director ejecutivo del
Instituto Nacional de Desarrollo Agrario, INDA, Angel Sereni,
llegó a tierra huaorani, guerreros armados con lanzas le
dieron la bienvenida. Los huaoranis se dieron cuenta de la
llegada de Sereni porque el funcionario era el único, entre
mil asistentes a la Asamblea del Pueblo Huao, que usaba saco,
corbata y mancuernas en plena selva amazónica.

Sereni se puso pálido por el recibimiento; pero siguió
caminando hasta la cabaña huao, sitio en que se realizó, el
pasado viernes, la Asamblea que tenía por objeto discutir los
reclamos huaoranis sobre las tierras que los colonos han
ocupado durante los últimos siete años, y sobre el papel de
las petroleras en el territorio.

Sin embargo, los representantes de las petroleras, que
aguardaban en la cabaña huaorani, se retiraron apenas vieron
la llegada de la prensa, y no quisieron dar declaraciones bajo
el argumento de que "ya mismo nos ponchan las llantas de los
autos". Por eso, las discusiones se centraron únicamente en el
aspecto de las tierras, que empezaron cuando el director
ejecutivo del Instituto de Desarrollo Agrario (INDA), Angel
Sereni, llegó.

La cabaña estaba sitiada a dos kilómetros de Tigüino,
localidad de Petroecuador, levantada en el río del mismo
nombre que sirve de límite norte entre los territorios huaos y
los del Estado.

Dicho límite fue fijado en 1989 por el INDA (cuando se llamaba
IERAC), y acatado por Iqui, jefe huao de aquel entonces. Si el
lector mira el gráfico, podrá ver que existe una carretera que
conecta la ciudad de Coca con Tigüino. Y podrá percatarse de
que esa carretera se extiende en un "diente" (en barras
oblicuas) que penetra en tierra huaorani. Pues bien, desde
1989, el INDA autorizó a los colonos (ahora se les llama
"campesino emigrados") a instalarse a lo largo de dicha
carretera, incluyendo el "diente" que no "es" de los
huaoranis, legalmente hablando.

Pero la presencia de los colonos ha significado la destrucción
de la selva atravesada por la carretera. Los huaoranis
reclaman por el maltrato a la selva, y exigen que los colonos
abandonen el "diente" o que, por lo menos, se prohíba la
llegada de otros colonos.

Sereni trabaja 14 horas al día

En la Asamblea se escucharon los argumentos de los huaoranis y
de los colonos durante cuatro horas; ambas partes, con
documentos, buscaban que Sereni les diera la razón.

Pero Sereni no se quitó la corbata ni el saco durante las
ardientes cuatro horas. Dijo que él trabajaba 14 horas diarias
y que asistía a la Asamblea porque "tenía pantalones" para
resolver el problema. Y, al golpear furiosamente la mesa para
resaltar lo de sus pantalones, se estropeó la mano.

Cuando las cocineras huaoranis le dieron un sabroso plato de
mono con yuca acompañado de una taza de chicha (de la
masticada, por supuesto), alegó que "cuando yo trabajo nunca
me da hambre".

Hubo varios momentos de tensión. Los guerreros huaos
advirtieron que, "o salen los colonos de la carretera o los
sacamos". Babe, uno de los guerreros huaos más fuertes, casi
atraviesa con su lanza a varios colonos que querían escuchar
la Asamblea desde la parte posterior de la cabaña. Y parecía
que los huaoranis empezarían en ese instante a cumplir su
amenaza de despejar la carretera.

Sin embargo, Sereni resolvió posponer la discusión. Convocó a
una reunión en Quito para el jueves 18, al mediodía, en la
sede del INDA. Y se retiró porque dijo tener "un helicóptero
esperando para llevarme a otra reunión, porque ya les dije que
yo trabajo 14 horas al día". Sin probar el mono y la yuca, el
helicóptero sobrevoló la cabaña y se perdió en el aire. Los
colonos, con la preocupación reflejada en sus rostros, se
fueron a sus tierras. Y los huaoranis, a rediseñar su
estrategia para viajar a la capital.

Partes del conflicto

Los huaoranis

Su idioma es el huao, y muy pocos hablan castellano, shuar o
quichua; ocupan 679.130 hectáreas entre Napo y Pastaza, de las
que 66.570 pertenecen a un protectorado religioso.

A principios de siglo existían 30 mil huaoranis, que fueron
exterminados por las empresas caucheras y petroleras conforme
avanzaba la "civilización". Actualmente existen solo 1.500
huaoranis, que están en contacto permanente con militares,
campesinos emigrados y dirigentes de las organizaciones
indígenas. Su líder, democráticamente elegido, se llama
Armando Boya.

La relación es muy estrecha con los militares ecuatorianos,
que proveen al pueblo huao de ropa y comida. Aún así, la dieta
de los huaoranis todavía se compone de caimán, monos y yuca.

Los jóvenes han cambiado sus tradicionales mallas por shorts
deportivos y camisetas con estampas de Reebok y de los Power
Rangers. Y tampoco exhiben las tradicionales orejas
agrandadas.

Unicamente se pintan el rostro con el rojo de la guerra en
ocasiones especiales.

La inteligencia militar está controlando permanentemente al
pueblo huao para evitar cualquier revuelta.

Los campesinos emigrados

Son los mal denominados "colonos". En la zona del conflicto
suman cinco mil personas, agrupadas en siete cooperativas, dos
de las cuales no tiene reconocimento jurídico. Llegaron hace
siete años con la carretera Coca-Tigüino, y viven
exclusivamente de la explotación maderera, que realizan de
manera artesanal.

La madera se vende en su mayor parte a Colombia. El comercio
con Coca es insuficiente.

Sus casas no tienen absolutamente ningún tipo de servicio
público. Cada familia ocupa, en promedio, 30 hectáreas.

No solo son mestizos, sino también shuaras y quichuas. Sin
embargo, tienen permiso del INDA para instalarse a lo largo de
la carretera en una extensión de ocho kilómetros por cada lado
de la vía. Se les acusa de provocar daños ecológicos porque
han devastado los árboles en sus terrenos. Algunos tienen
alguna res o chancho, pero lo que nunca falta es una pequeña
cancha de fútbol o de ecuavoley.

Tagaeris

Son huaoranis que no quieren tener contacto con la
civilización y viven en la selva, en el sector de Cononaco. Su
número es desconocido: se habla de que existen entre 20 y 120
tagaeris, nombre que supuestamente proviene de Taga,
presumiblemente su jefe.

Las organizaciones indígenas quieren que el Estado otorgue a
los tagaheris un territorio propio; pero no existe consenso,
pues es muy remota la posibilidad de entrar en contacto con
ellos. Los tagaeris asesinan a todo intruso que se aproxime,
incluidos misioneros cristianos. Se cree que ellos matan y
roban los animales de los colonos.

Petroleras: problema pendiente

Los huaoranis manifestaron su enojo por el retiro de los
representantes de las petroleras. El líder huao, Armando Boya,
manifestó que la amenaza de tomarse las carreteras e impedir
el ingreso o salida de los trabajadores se mantiene.

El pueblo huao aspira a que las diferentes empresas petroleras
instaladas en su territorio paguen un arriendo por explotar
petróleo. No existen cifras, pero se estima que podría ser 10
por ciento de las ganancias netas.

El pueblo huao ya no quiere recibir la limitada asistencia
social que algunas empresas han brindado. Por ejemplo, las
petroleras regalan motores fuera de borda, o balones de
fútbol, o comida.

Lo que desean es establecer un fondo económico, administrado
por el Estado y los huaoranis, que impulse proyectos de
desarrollo para contar con energía eléctrica, agua potable y
soluciones de vivienda dignas.

En esta semana los huaoranis y las organizaciones indígenas
del Ecuador definirán la estrategia a seguir con respecto a
las petroleras Petroecuador, Maxus, Petrobras, Elf, Orix y
Arcos. (Diario HOY) (9A)
EXPLORED
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