Quito. 9 feb 2001. Un derrame de combustible cerca de las islas reavivó el debate
sobre la conveniencia de la presencia humana en ellas. Mientras la población aumenta,
los recursos naturales corren peligro de desaparecer.

Bañados completamente por búnker, cuatro lobos marinos y 20 aves, entre pelícanos
y piqueros de patas azules, fueron las primeras víctimas de uno de los mayores
accidentes ecológicos ocurridos en las islas Galápagos durante los últimos años.

El viernes 19 de enero pasado, los tanques en los cuales el buque Jessica encallado a
pocos kilómetros de las islas- transportaba 60 mil galones de búnker y 160 mil
galones de diesel, se agrietaron y provocaron el derrame de más de 100 mil galones
del combustible. "Este es un daño ambiental extremadamente grave", comentó el
ministro de Ambiente, Rodolfo Rendón, y de inmediato, comenzaron los operativos de
emergencia para controlar la fuga del combustible.

Tres remolcadores intentaron enderezar al Jessica -que tenía una inclinación de 25
grados y corría el riesgo de hundirse completamente- y un grupo de guardacostas de
los Estados Unidos arribó al país para ofrecer su experiencia en este tipo de siniestros.
El derrame afectó más de 1.200 kilómetros del mar que rodea las islas y dejó un
penetrante olor a combustible y huellas aceitosas en las piedras.

No hace falta ser muy perspicaz para deducir los motivos de aquel desastre ecológico:
la presencia humana en las islas trajo una serie de problemas que pusieron en riesgo
la integridad de su ecosistema.

Corporación Oikos dio otra voz de alarma: un reciente estudio elaborado por sus
consultores revela que cinco especies endémicas de las islas Galápagos -cuatro de
mamíferos y una de reptiles- ya no existen. El mismo informe determina que el 43%
de las especies de reptiles, al igual que el 36% de los mamíferos, el 22% de las aves y
el 7% de las plantas vasculares, corren el peligro de desaparecer para siempre.

El incremento de la población, a más de generar mayores presiones sobre los recursos
naturales, provoca cambios en el comportamiento social y desarrolla nuevos intereses
económicos. El paraíso natural podría convertirse en un infierno.

LA VIDA EN LAS ISLAS

Hasta 1950 el archipiélago apenas estaba habitado; ahora es escenario de un
acelerado crecimiento poblacional. En 1950 había unos 1.400 habitantes y, en 1998,
15.300. La recesión económica que atravesó el Ecuador continental durante los dos
últimos años, complicó aún más el asunto migratorio, pues convirtió a las islas en
destino alternativo de los emigrantes que buscaban trabajo.

De hecho, la tasa de crecimiento poblacional de las islas bordea el 7% y, según el
Instituto Nacional Galápagos (Ingala), apenas un 2% corresponde al crecimiento
natural. El archipiélago tiene, actualmente, una población de 17 mil habitantes; todo
esto a pesar de que la Ley Galápagos, en vigencia desde 1998, establece un sistema
de residencias: permanente, temporal, transeúnte y turismo.

El más reciente Informe Galápagos, elaborado por Fundación Natura y el Foro Mundial
para el Medio Ambiente (WWF), informa que este crecimiento ha sido comprendido de
dos maneras: para los conservacionistas, representa un peligro para la integridad del
ecosistema de las islas, no porque la población quiera destruirlos, sino porque la
demanda de recursos de todo tipo y la movilización de personas entre las islas y el
continente permite la introducción de especies introducidas. De su lado, la población
residente ve la migración como una amenaza para su estabilidad laboral.

El presidente de la Cámara de Turismo de Galápagos, Juan Schiies, dice que "El mayor
patrimonio de las islas es su ecosistema, pero para proteger a la naturaleza del ser
humano, primero hay que procurar que éste no sea tan agresivo con ella". Afirma que
desechar la agresividad implica mejorar las condiciones de vida de la gente.

A los centros poblados no les va muy bien. La mala calidad del agua es uno de los
mayores problemas del archipiélago. Según la Dirección Provincial de Salud, el líquido
que se distribuye en la isla Santa Cruz, una de las tres más grandes, no es apto para
el consumo humano, pues es salobre y está contaminada con coliformes, las bacterias
presentes en las heces.

Esto se debe a que el agua servida que arroja la isla se filtra en el subsuelo,
contaminando los pozos subterráneos de los cuales extraen el líquido. El agua del
resto de las islas es dulce, pero no recibe un tratamiento correcto. Esta situación
afecta directamente al sector turístico, pues no puede ofrecer un servicio de mayor
calidad.

El servicio de energía eléctrica ha mejorado este último año: ahora hay energía las 24
horas del día, mientras que antes las luces se apagaban a las 21h00. Justo ahora, el
Ingala y otras instituciones públicas y privadas ensayan proyectos pilotos para
producir energía alternativa: solar y eólica.

¿Enfermos? Muy pocos, según dice el director Provincial de Salud, David Basantes,
quien sostiene que a pesar de la mala calidad del agua, no hay problemas
parasitarios. No obstante, Óscar Aguirre, gerente del Ingala, asegura que los dos
hospitales de Galápagos el República del Ecuador, en Santa Cruz, y Óscar Handle, en
San Cristóbal- se hallan en precarias condiciones económicas. "Quienes tienen
problemas de salud más graves deben irse al continente", agrega.

DE PESCADORES Y TURISTAS

La Ley Galápagos determina un régimen especial para la conservación del medio y su
desarrollo sustentable. Sin embargo, el cuerpo legal no ha podido ser implementado
del todo por la falta de 18 reglamentos específicos que regulan las actividades
productivas de las islas: pesca, agricultura, turismo y situación ambiental. Esto ha
provocado la sobresaturación de empleados en dos actividades productivas: el turismo
y la pesca.

El sector pesquero tiene grandes problemas. La madrugada del 17 de noviembre del
2000, un grupo de pescadores ingresó a la fuerza a la casa de Juan Chávez, jefe de
las oficinas del Parque Nacional Galápagos de la isla Isabela. Sus objetos personales,
incluso los juguetes de sus hijas, fueron lanzados a las calles y destruidos. Horas más
tarde, militares y personal de la Estación Charles Darwin debieron protegerlo, pues se
había refugiado entre los manglares.

Este episodio fue el epílogo de una de las movilizaciones más violentas que ha tenido
el archipiélago durante los últimos años, provocada por la discusión entre pescadores,
la Estación Charles Darwin y el Parque Nacional Galápagos por las cuotas de captura
de langosta en la Reserva Marina de Galápagos.

El Parque Nacional informa que la actividad pesquera ha crecido en un 200% en los
últimos dos años: en 1998, se registró la existencia de cerca de 500 pescadores y,
ahora, la cifra asciende a 950.

"En las Galápagos, el sector pesquero artesanal ha crecido rápidamente en los últimos
13 años, la presión sobre los recursos marinos es cada vez mayor, así como tiende a
reducir los ingresos económicos para sus integrantes y a acentuarse la insatisfacción
social", opina Alfredo Carrasco, asesor del Ministro de Medio Ambiente.

Por el turismo, anualmente, las islas reciben ingresos directos por más de seis
millones de dólares, aunque el negocio total mueve cerca de 80 millones. "Existe un
modelo turístico -el hotel flotante- por medio del cual una gran cantidad de los
recursos fugan de las islas; debería impulsarse actividades alternativas que se realicen
desde los centros poblados", dice Óscar Aguirre. Al respecto, Juan Schiies opina que
"El turismo y la pesca son las actividades mejor pagadas y más rentables y, de hecho,
en el caso de la pesca no se necesita mayor preparación académica".

Un estudio presentado por Alfredo Carrasco determina dos escenarios posibles para la
evolución de la actividad turística de las islas. El primero advierte que, conforme se
tiende a masificar el turismo, disminuyen los ingresos que potencialmente podría
recibir el país. El segundo escenario: si la tendencia de crecimiento es más lenta,
habría oportunidad para mejorar la calidad de los servicios y utilizar adecuadamente el
espacio turístico.

No existe un informe que determine la capacidad de carga de las islas. En 1982,
durante la gestión del presidente Osvaldo Hurtado, se elaboró un Plan de Manejo de
las Galápagos que establecía como límite de turistas un total de 25 mil, pero a
continuación lo condicionaba al mejoramiento de la infraestructura turística. Quince
años después, el Parque Nacional Galápagos elaboró un inventario de sitios turísticos y
estableció la capacidad de carga de cada uno de ellos. En total, Galápagos podría
recibir 84 mil turistas durante todo el año.
El agro es el sector más deprimido. Alfredo Carrasco dice que dedicarse a la
producción agrícola es mucho más complejo, requiere mayor inversión y la ganancia
no está asegurada, pues el campesino tiene que competir con los productos que llegan
desde el continente. "No hay fomento a la producción local ni otras oportunidades de
ingresos. Si existiera, aquella sería la mejor forma de evitar la presencia de especies
introducidas, pues las islas producirían lo suficiente para su autoabastecimiento",
sostiene.

HACIA EL 2010

Una de las encuestas incluidas en el Informe Galápagos revela que cinco de cada 10
habitantes de las islas opinan que "Hay demasiado espacio para la conservación y
poco para la gente" y cuatro de cada 10 piensan que "Al Gobierno le interesan más los
animales que las personas".

En ese marco, el Ministerio de Ambiente presentó el documento Galápagos 2010, el
cual contiene líneas de acción para la preservación de las islas, sin descuidar al
elemento humano. El texto introduce nuevos conceptos como la promoción de una
cultura de excelencia, tanto en la conservación y manejo de los ecosistemas insulares,
como en la formación del capital humano y las actividades económicas compatibles
con el entorno, la promoción del capital humano de las islas basado en el desarrollo de
las potencialidades y aprovechamiento de las destrezas y capacidades de la población,
antes que el tradicional enfoque de satisfacción de las necesidades básicas y el
desarrollo de metodologías de diálogo para el desarrollo sustentable.

Galápagos 2010 enfatiza la estabilización del crecimiento de la población pues, si el
ritmo de crecimiento de la población de las islas mantiene la tendencia actual, en el
año 2010 alcanzará los 30 mil habitantes. El proyecto prioriza las acciones de
conservación y protección de las islas más grandes, que a la vez son las más
habitadas y las más amenazadas; y de la Reserva Marina, por medio de la explotación
racional de los recursos naturales desde una perspectiva de largo plazo.

Para solucionar el problema de la desproporción del sector pesquero, el plan propone
como meta aceptar un crecimiento de este sector en porcentajes no superiores al 3%
anual. En el tema turismo, se busca ejecutar un programa que, bajo un enfoque de
calidad, mejore los servicios turísticos que se ofrecen en los centros poblados, la
institucionalización de un sistema permanente de formación y capacitación profesional
en las diferentes ramas de actividad turística en el archipiélago y la promoción de
Galápagos como un destino turístico selectivo de calidad, orientado a la contemplación
de la naturaleza, la ciencia y la educación.
Más de 785 especies han sido introducidas en Galápagos desde los primeros contactos
humanos. Para el 2010, el Gobierno se propone, como meta, cero nuevas
introducciones, por medio del establecimiento y vigencia del Sistema de Inspección y
Cuarentena y la ejecución del Proyecto Integrado de Control y Erradicación de
Especies introducidas en las Islas Galápagos.

La reducción de la inversión pública en el archipiélago, de 589 dólares per cápita en
1997 a 358 dólares en 1998, ha conducido a que, en algunos casos, la tasa de
crecimiento en la dotación de servicios públicos sea menor a la tasa de crecimiento
poblacional de las islas. Las metas del 2010: que la cobertura de servicios supere el
crecimiento poblacional previsto para las islas y que todas las entidades públicas y
privadas hayan implementado procesos de certificación tipo ISO 14001.

Para ejecutarlo, el Ministerio de Ambiente maneja recursos por cerca de 40 millones
de dólares. Diez millones provienen de un préstamo del Banco Interamericano de
Desarrollo (BID) por 10 millones del Proyecto GEF; cuatro millones del Programa
Araucaria, del gobierno de España; seis millones de los ingresos por turismo, del
Presupuesto General del Estado y el aporte de organizaciones no gubernamentales.

¿Todo solucionado? Tampoco. Como conclusión puede decirse que el futuro de las islas
Galápagos está atado a la educación de su gente y a la decisión del Gobierno. "En
definitiva, tratamos de convertir a Galápagos en un ejemplo mundial de lo que es
desarrollo sustentable. Y algunas personas se nos ríen cuando hablamos de poner a
Galápagos como ejemplo", dice el ministro Rendón. La conciencia de conservación no
puede quedar dormida. (Texto tomado de la Revista Vistazo) (Edición 25-01-2001)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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