Cuenca. 03.07.94. El cierre repentino de la "Textil San Pedro" es
solamente uno en una larga lista de casos que ponen en evidencia
la decisión creciente del empresariado de enfrentar por cuenta
propia y con métodos drásticos lo que ni los legisladores, ni las
autoridades, ni los sindicatos han intentado siquiera solucionar:
las anticuadas relaciones obrero-patronales.

En el aviso a los trabajadores, publicado por la prensa el lunes
pasado, "Textil San Pedro" anuncia de antemano a sus clientes que
"reanudará sus operaciones en el menor tiempo posible, con una
nueva organización que garantice eficiencia".

Se trata entonces de un recurso, cuya legalidad formal ha sido
confirmada por las autoridades, para reducir las obligaciones
impuestas por el "obsoleto Código del Trabajo", las leyes
laborales y los contratos colectivos.

Probablemente, en adelante "Textil San Pedro" recurrirá a las
nuevas posibilidades de contratos temporales, de maquila o
similares, a los que cada vez más empresas acuden para aliviar
los costos de producción.

Raccionando a un reportaje de "HOY" (4.4.94) sobre intermediarias
de fuerza laboral, que se han hecho cargo de estos sistemas de
colocación de mano de obra menos complicada, las empresas
cuencanas "Cartopel" y "Ondutec" se identificaron entre las
aludidas y explicaron sus motivos y método de trabajo.

Para evitar los sindicatos

Las dos fábricas de papel y cartones tienen una "relación
mercantil de contratación de servicios" con diez empresas
colocadoras. "La intención no es disminuir ninguno de los
beneficios a los que tendría derecho individualmente cada uno de
los trabajadores", afirma Rodrigo Andrés Cordero, uno de los
ejecutivos de las empresas. "Inclusive tenemos previsto
transferir utilidades. Estamos liderando el mercado en salarios y
beneficios, después de ERCO" (Compañía Ecuatoriana del Caucho).
En "Ondutec", donde la participación de la mano de obra es muy
alta, "existen incentivos a la calidad, a la producción, al
volumen de desperdicios".

De la conversación con los directivos de estas fábricas se
desprende entonces que el objetivo es otro: evitar un comité de
empresa y los sindicatos, aludiendo al elevado nivel de
"politización laboral" en Cuenca. Originalmente, cuando comenzó a
funcionar primero Cartopel en 1991, ninguna de las intermediarias
tenía en su rol a más de 35 personas, aunque hoy hay algunas que
sobrepasan los 40. "Es más, hemos comenzado a pensar en un
programa paulatino de incorporar a Cartopel-Ondutec por ejemplo a
los más antiguos, a los más eficientes y a los de mayor
jerarquía", dice el gerente de recursos humanos, Hector Saltos.
"Yo pienso que es un sistema con el cual no debemos vivir
permanentemente", agrega a título personal.

Una ley mal traída y mal manejada

Para Héctor Saltos, que llegó a Cartopel-Ondutec con la amarga
experiencia de la aniquilación de la mueblería "Artepráctico",
pero no culpa de lo ocurrido -como otros- al problema laboral,
"nuestra ley es una copia de una ley laboral extranjera, en una
época en que el país no pensaba ni remotamente en un despegue
industrial. Mal traída y mal manejada, ha sido el escaparate de
muchos políticos para conseguir réditos de otra índole". Dice que
"ahora, cuando estamos hablando de la globalización de los
mercados, cuando estamos sientiendo en carne propia los primeros
resultados, aún los políticos que no quieren reconocerlo
públicamente se dan cuenta que el manejo paternalista de la ley
ha dado resultados totalmente negativos".

Según Saltos, el principal problema de la legislación ecuatoriana
es que no permite desarrollar una tarea conjunta con los
trabajadores. Habla de la situación reinante hace unos 20 años,
cuando muchos dirigentes, aprovechándose de las debilidades de la
ley, hicieron -según dice- de las suyas en el país. "Las
autoridades, cedieron a presiones o interpretaron nuevamente mal
el verdadero sentido de la ley. Es por eso que muchos empresarios
han buscado por todos los medios posibles evitarla".

Lo peor para el gerente de recursos humanos es el artículo 7 del
Código de Trabajo, que concede al trabajador el beneficio de la
duda. "En la práctica ha hecho que se creen deliberadamente
situaciones de duda, para que se apliquen las sentencias en este
sentido". Para salir de esta postura paternalista, Saltos dice
que "ambos sectores tienen que comenzar a cambiar sus hábitos,
crear nuevas culturas laborales".

UN NOVEDOSO CONTRATO COLECTIVO

ERCO, siendo la empresa que mejor paga, ha sido también en el
Austro la empresa que mayores problemas laborales ha tenido. La
última prolongada huelga concluyó en 1990 con una reorganización
total. "Han cambiado los hombres y ha cambiado su
comportamiento", declara Joel Soto, actual secretario del Comité
de Empresa que agrupa a 375 afiliados. "Hay que irnos ubicando",
dice el dirigente que trabaja ya 13 años en la Llantera. "Antes
la empresa trabajaba con ofreciemientos, chantajes y amenzas.
Ahora tenemos reuniones de trabajo, donde podemos exponer
nuestros puntos de vista, nuestros problemas y ser solucionados".

En ERCO se acaba de firmar un nuevo contrato colectivo que
mereció la presencia del ministro de trabajo, Alfredo Corral.
Este contrato preve el incremento de turnos, trabajo los fines de
semana, movilidad, aumentos de salarios en no más de un 13 por
ciento. A cambio de estas insólitas concesiones, la empresa se
encarga de las aportaciones al Seguro Social y ha asumido la
creación de un novedoso fondo de ahorros para cesantía, al que
aporta otro diez por ciento, mientras los obreros pagan el cinco
por ciento. El contrato congela los acuerdos de estabilidad hasta
el año 2.000 y prohibe la contratación de personal temporal para
las tareas de producción y mantenimiento. Solamente guardianía y
limpieza se contratan a través de colocadoras.

"Admiro la inteligencia negociadora de los sindicalistas",
comentó el presidente ejecutivo de ERCO, Alberto Farías, quien ha
enviado a los dirigentes como Soto varias veces al exterior para
cursos de capacitación en técnicas de negociación y calidad
total. Joel Soto, en cambio, expresó al respecto que "ha cambiado
la filosofía".

"Tenemos que remar hacia un mismo lado. Si la empresa va hacia el
éxito, nosotros también. Quiero que piensen en las empresas
grandes que están yendo al fracaso. Nosostros hemos dado algo,
quizás bastante, para evitar el fracaso. Si la empresa no puede
vender - y hay 50 diferentes marcas de llantas en el país -
tampoco podemos mantener nuestra fuente de trabajo". La nueva
postura del dirigente no siempre halla la comprensión de las
bases. "No es que el secretario general de tal o cual sindicato
se vende, sino que hay que actuar así para salvar las fuentes de
trabajo", se defiende. La ampliación de los turnos podría
suponer, de funcionar, la creación de 140 puestos nuevos de
trabajo, le han ofrecido.

Joel Soto no es partidario de las privatizaciones, pero sí de la
modernización y aboga por un diálogo comprometido. Para él, los
contactos entre obreros y gobierno han sido un "diálogo de
sordos". "Cuando existe tanta desocupación, yo creo que no es
prudente hacerse los héroes, llevar a los compañeros a un
conflicto. Entendamos la realidad en que vivimos", dice. Parte de
esa realidad es para Soto el hecho de que "los mismos empresarios
son también políticos" y que estos no escuchan los planteamientos
de los dirigentes sindicales. (7A)
EXPLORED
en Autor: Susana Klinkicht - Ciudad N/D

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