Quito. 20.09.94. Marco está hipnotizado. Perdido en la
interminable cadena de imágenes de colores. Abstraído en la magia
de la caja cuadrada. Flotando entre Chavos, Pitufos, Tortugas
Ninjas y Videos Shows.

Hace tiempo que Marco -el más pequeño de la familia Garcés- dejó
de jugar. Claro que al principio extrañaba las aventuras de
guerra, los viajes imaginarios y los partidos de fútbol con toda
su pandilla en el parque de su barrio. Claro que antes sentía
asfixia metido todo el tiempo entre esas cuatro paredes. Pero al
final empezó a acostumbrarse.

De todas formas no le quedaba otra alternativa desde que ese
espacio verde cercano a su casa fue ocupado por los materiales de
construcción del edificio que se levantaba junto a él. Luego fue
la basura, la tierra, los bloques y la enorme hierba que nunca
más volvieron a cortar. Ya ni los columpios, ni la escalera
china, ni la resbaladera servían para nada... todo estaba sucio y
viejo. Todo descuidado. Y la verdad es que a nadie parecía
importarle. Por último, tampoco a él, pues la caja de colores se
ponía cada vez más divertida...

Para Luis y Elena, el parque de su barrio fue siempre el mejor
lugar. Nada era comparable con pasar esas románticas tardes
respirando el aire fresco y oyendo cantar a los pajaritos. Nada
era mejor ver caer el sol bajo la sombra de algún árbol protector
de vientos y de miradas. Pero desde hace algún tiempo, la cosa
fue perdiendo su encanto. No era lo mismo ver jugar a los niños
entre la hierba que ver a las ratas comerse la basura; ni sonaba
igual el trino de los pájaros que el incesante ruido de motores y
reparaciones de la mecánica que, ahora, ocupaba una esquina que
antes le pertenecía al parque. Luis y Elena también se cansaron.

En cambio para Jorge, la vida cada vez se ponía más bonita. Todo
empezó cuando al salir una tarde de su trabajo descubrió una
hermosa y colorida plaza adecuada por el Municipio. Todo en ella
estaba limpio y nuevo. Todo bien cuidado. Y lo mejor era que no
corría el riesgo de recibir un "pelotazo" o de ser despertado por
los gritos de los niños: nadie jugaba allí. Además, desde hace
poco, vigilaban su sueño unas bonitas -aunque algo extrañas-
esculturas que el Municipio colocó en media plaza.

Las diferencias...

Es que en Quito hay parques y "parques". Unos -generalmente los
más vistosos y céntricos- que están casi siempre bien cuidados y
mantenidos y otros -los parques de los barrios más pobres que
sirven para que los niños jueguen fútbol, los enamorados retocen
y los ancianos descansen- que permanecen sucios, olvidados y
subutilizados.

Unos en los que los niños saltan y juegan libremente; los
enamorados se quieren más; los ancianos descansan y los obreros
duermen su siesta y en otros en los que lo único que se ve son
paisajes de tierra y descuido.

¿Quién cuida el 5. 5% de espacio de la ciudad dedicado a las
áreas verdes? ¿Quién se preocupa de que al descuido no se sume el
uso ilegal y suceda que, de pronto y como si nada, los espacios
verdes se conviertan en parqueaderos, basureros, comedores,
canchas privadas y hasta baños públicos?

La palabra la tiene la Dirección de Parques y Jardines del
Municipio que, en Quito, es la entidad directamente encargada de
las áreas verdes de la ciudad.

"Falta de recursos"

Según Esteban Moscoso, director de este organismo, las ordenanzas
municipales establecen que un 10% del área total de cualquier
urbanización debe estar destinado a áreas verdes y una vez que
éstas han sido aprobadas en el Municipio "pasan a ser patrimonio
de la ciudadanía" y es muy díficil que se las utilice para fines
individuales. Este principio básico podría ser muy útil si en la
práctica la ciudadanía lo respetara. Sin embargo, hay muchos
parques en Quito ocupados con materiales de construcción,
cercados con mallas o hasta invadidos por pequeñas edificaciones
que sirven para viviendas o clubes particulares.

Para Moscoso, una de las razones de estas ilegalidades es la
falta de recursos humanos y materiales para realizar un control
efectivo sobre el uso de los más de 800 parques que hay en la
ciudad. "Existe un sistema de multas para cuando se detecta el
uso ilegal de un parque; sin embargo es muy complicado realizar
un control total pues contamos solo con 6 inspectores para toda
la ciudad", dice el director.

Al uso indebido de las áreas verdes -que le resta un gran
porcentaje de estos espacios a los ciudadanos- se añade el
problema de que las pocas que quedan no siempre están en buen
estado. "También aquí tenemos problemas de recursos humanos y
materiales y hay lugares en los que no podemos hacer un
mantenimiento periódico", señala Moscoso. Así, la Dirección de
Parque y Jardines ha optado por mantener los lugares más
tradicionales, más grandes y más visitados. "Hay sitios que
siempre deben estar bien y se los cuida diariamente, pero hay
otros en los que se puede hacer mantenimiento una vez cada 6, 8 y
hasta 10 meses, como los parques de barrio".

¿La solución?

Según Moscoso, la alternativa es la colaboración de la empresa
privada en el mantenimiento de los espacios verdes. Para ello, la
Dirección impulsa un proyecto de microempresas que involucra a la
comunidad en el cuidado y utilización de los parques. "Tenemos
aquí un asesor internacional que está colaborando en la
elaboración del proyecto y la idea sería que, a partir del año
entrante, se contrate además a la empresa privada para el
mantenimiento de las áreas más importantes".

Lo ideal sería que esta falta de recursos municipales sea
compensada con la colaboración ciudadana para salvar los pocos
espacios verdes que le quedan a la ciudad.

El verde en números

* Según datos recogidos por el Reglamento Urbano de Quito (RUQ)
en 1990, el territorio correspondiente a Quito y sus áreas
protegidas alcanza las 37.090 hectáreas de extensión, de las
cuales más de 800 (o sea menos del 5% del territorio de la
ciudad) corresponden a espacios verdes y recreacionales (públicos
y privados).

* Aunque el porcentaje de áreas verdes es, según estos datos,
mayor que el dedicado a salud y educación, la cifra es resulta
insignificante en relación a las 6904 (más del 36%) de tierra
vacante repartida entre las distintas zonas de Quito.
Actualmente se suman a ese porcentaje las 560 hectáreas (150 mil
metros cuadrados) del recientemente inaugurado Parque
Metropolitano, que de alguna manera, superan el déficit de áreas
verdes de la ciudad.

* Según Janet Vega, encargada de la Dirección Técnica del Sistema
Urbano de Información del Municipio, la nueva reglamentación
metropolitana contempla 1050 hectáreas de áreas verdes, que
representan un total del 5.5% del territorio urbano de la ciudad.

A esto se suman las 18.150 hectáreas destinadas a zona de
protección ecológica. Estas representan el 50% del área urbana,
pero no pueden tomarse en cuenta como espacios de recreación. En
resumen, volvemos al 5.5% del cual, un gran porcentaje está
ocupado por tierra, piedra, basura o edificios. (5B)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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