Quito. 10 abr 2000. Será el genoma humano la verdadera torre de
Babel? Al parecer sí, pues en la carrera por identificar todas las
letras y códigos químicos de los genes del ser humano se han
formado dos grupos que hablan idiomas diferentes.

Mientras del un lado están los científicos del Proyecto Genoma
Humano, que piensan que todo el mundo debe tener libre acceso al
mapa genético de la vida porque es un bien que le pertenece a la
humanidad; en la vereda de enfrente hay un grupo muy pequeño de
empresas de biotecnología que investigan el genoma humano pero se
niegan a hacer público el resultado de sus investigaciones, porque
su intención es vender la información que vayan obteniendo.

La más avanzada en el logro de este reto es Celera Genomics, una
compañía creada por el doctor Craig Venter, que tiene su sede
principal en Rockville, Maryland, muy cerca de Washington.

La Celera Genomics ha conseguido, hace pocos días, identificar
todas las letras químicas que conforman los genes, el primer paso
para obtener el genoma completo de un ser humano.

Este es un gran escalón pero no es suficiente para la elaboración
del mapa completo del genoma humano. La compañía biotecnológica
cree que podrá tenerlo listo en un plazo de un mes,
aproximadamente, pues se requiere un proceso de "ensamblaje", es
decir la unión, en un orden preciso, del rompecabezas que forman
todos los químicos del ADN.

Además, la identificación conseguida por Celera Genomics
corresponde a los genes de una persona y para poder obtener el
mapa completo del genoma se necesitan varios individuos
diferentes. Cuando se logre ese mapa completo, Los científicos
estarán en condiciones de poder entender el papel de los genes en
las enfermedades y reforzar los beneficiosos o tratar de anular
los perjudiciales.

Sin embargo, el hallazgo es importante y ha generado una verdadera
olla de grillos en la comunidad científica mundial.

"En el terreno de la genética no podemos perder tiempo. El
descubrimiento de un solo gen puede salvar la vida de miles de
personas. Cada minuto que perdemos es de vida o muerte", le dijo
Venter al diario Clarín de Buenos Aires, Argentina.

A primera vista el apuro de Venter parece muy altruista. Según las
estadísticas, uno de cada 1 000 niños nace con algún defecto
genético. Asimismo, una gran cantidad de enfermedades fatales son
de origen genético y el descubrimiento del gen que las provoca no
solamente permitirá producir fármacos personalizados para
tratarlas, sino también vacunas para prevenirlas.

Sin embargo, detrás de las buenas intenciones, afirma Ana Barón,
de Clarín, hay tantos millones y millones de dólares en juego que
en Wall Street llaman a Venter el Bill Gates de la genéticay a su
empresa, la Microsofot de la biotecnología.

Tanto dinero se mueve detrás del genoma humano que, según los
corredores de la Bolsa de la llamada nueva economía, las empresas
biotecnológicas que logren apropiarse legalmente de los genes
humanos -patentándolos- atraerán inversiones muy superiores a las
que están obteniendo actualmente las empresas de la informática y
de Internet.

El negocio de los genes y las enormes ganancias que puede llegar a
generar es el detonante que ha desencadenado la guerra
socioeconómica y ética entre los dos bandos científicos.

Una guerra que avanza a mil por hora. Mientras los investigadores
del Proyecto Genoma Humano vaticinaron que obtendrán el mapa
genético en el 2003, los de Celera aseguran que conseguirán los
primeros resultados este verano. Y, como no, esperan obtener una
pila de millones de dólares por su trabajo. Y un inmenso poder,
además.

El lado político de la cuestión tampoco queda de lado. Aunque Bill
Clinton y Tony Blair afirman que los hallazgos sobre el genoma
humano deben ser públicos, accesibles a todos y gratis, también
reconocen el derecho de las empresas privadas a recuperar lo que
han invertido; es decir, como afirma la revista española Época,
los dos líderes reconocen tácitamente que Celera u otra compañía
de biotecnología tienen derecho a sacar tajada de su esfuerzo,
tiempo y dinero.

Esa dicotomía de conceptos ha hecho, según Época, que muchos
científicos duden del altruismo de los dos dirigentes políticos.

El debate ético y económico está planteado. Juristas e
investigadores de todo el mundo afirman que patentar esa
información no es legal.

"No se puede patentar todo lo que uno quiere o desea. Se puede
patentar lo nuevo, lo inventado. Los genes existen desde que
existe el ser humano: no son un invento, son un descubrimiento,
algo que estaba oculto y que ahora se enseña.

No se puede patentar un gen", reseñó en Época, Carlos Romeo,
director de la cátedra interuniversitaria de Derecho y Genoma
Humano de la Universidad de Deusto/Universidad del País Vasco.

Pero Celera no es la única compañía en esta desaforada carrera de
la guerra de los genes. También están Incyte Phamaceutical, el
Human Genome Sciences, SmithKline Beechman, y otras.

La posición de estas empresas está totalmente definida. Craig
Venter, afirma Clarín, no tiene ningún problema en decir que su
empresa "no es una empresa sin fines de lucro". De hecho, Celera
cotiza en Wall Street bajo el logo de CLR. Esta semana sus
acciones alcanzaron un promedio de 104 dólares por acción.

Lideradas por Venter, la ofensiva de estas compañías de
biotecnología ha sido tan feroz en el último año que obligaron a
Clinton y Blair a redactar su declaración el 15 de marzo pasado.

"Estamos creando el manual de la vida e iniciando una revolución
en la medicina, que llevará a tratamientos individuales", comentó
Francis Collins, director del Proyecto Genoma Humano.

"Por esto hay que elaborar leyes eficaces en contra del espectro
de la discriminación genética, en contra del posible uso de
informaciones sobre el ADN de un individuo por parte de su
empleador o de las compañías de seguros", acotó.

Científico, playboy y millonario

Craig Venter, creador de Celera Genomics, abandonó el Proyecto
Público del Genoma Humano del Instituto Nacional de la Salud de
EE.UU., donde trabajó durante 10 años, y se instaló por su cuenta
en una ex fábrica de cerámica en las afueras de Washington.

El objetivo que se trazó fue bien preciso: derrotar a sus ex
compañeros y ser el primero en publicar el mapa genético del ser
humano. Aunque parecía una meta demasiada ambiciosa en aquel
momento, actualmente Venter está a punto lograrla.

En seis años se mudó de la fábrica de cerámica a un edificio nuevo
donde fundó Celera, la compañía que ahora preside.

Recientemente, el Bill Gates de la biotecnología congregó en su
mansión de South Beach, Miami, a 1 800 líderes mundiales de la
investigación genética. Se calcula que ya tiene una fortuna
personal de más de USD 300 millones.

Más allá de su aire de playboy científico, el éxito de Venter se
debe a que descubrió un método para rastrear los genes en nuestro
organismo 1 000 veces más rápido que el usado por sus colegas.

Ahora afirma que está a punto de descodificar totalmente el mapa
del genoma humano.

Una inversión que busca réditos

El solo anuncio del descubrimiento aumentó notablemente las
acciones de la Celera Genomics, cuyo valor subió 34 puntos, es
decir un 30 por ciento más.

Pero eso no es todo. También hizo subir los títulos de otras
sociedades biotecnológicas. Por ejemplo, la Human Genome Sciences
subió un 19 por ciento; la Incyte Pharmaceutics, un 21; y la Gene
Thearpeutics, un 25 por ciento.

La Celera tiene cinco clientes importantes para su banco de datos
genómico: Amgen, Pharmacia Corp., Pfizer, Novartis AG y Takeda
Chemical Industries.

Este indicador señala la una cara de la moneda. La otra ya mostró
sus alcances luego de la declaración conjunta Clinton-Blair.

Wall Street reaccionó con la furia de un rayo: todas las acciones
de las empresas de biotecnología bajaron vertiginosamente.

Según el New York Times, las empresas como Celera fueron las más
afectadas. Sus acciones perdieron hasta un 20 por ciento de su
valor. Pero eso no fue todo, el Nasdaq, es decir el índice de las
empresas de tecnología de punta, cayó más 200 puntos en un día.

El pánico creado obligó al vocero de la Casa Blanca, Joe Lockhart,
a explicar que Blair y Clinton no estaban en contra de la
industria de la biotecnología ni de la posibilidad de que
registren patentes de tipo biotecnológico.

No es posible pensar ingenuamente, dice El Clarín, que los
secretos del genoma no serán aprovechados por las empresas
farmacéuticas y de biotecnología para el desarrollo de
medicamentos. También es cierto que empresas como Celera y Incyte
han hecho inversiones enormes para avanzar en el conocimiento del
mapa genético del ser humano.

Quienes trabajan en el Proyecto Genoma Humano también son
cuestionados. "A pesar de la retórica altruista de los principales
científicos involucrados en el Proyecto Genoma Humano, muchos de
ellos han invertido en empresas que, si bien no se dedican a
trazar el mapa genético, esperan sacar provecho a largo plazo de
la información obtenida", escribió en el New York Times, Lee
Silver, profesor de Biología Molecular de la Universidad de
Princeton, y agregó:

"La falta de legislación en la biotecnología es un indicador de
las rapidez con que se producen los cambios. Se vive un proceso de
redefinición: desde cómo definir el principio y el final de la
vida, hasta si se debe permitir que un ser humano sea clonado".
(Texto tomado de El Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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