l A día seguido, con motivo de las fiestas julianas, Guayaquil y sus autoridades, su gente, nos han entregado buenas noticias. Se inaugura un viaducto, se remodela una terminal para el transporte, se pone en operación un gran mercado. La acción resulta ejemplificadora. Así deben actuar los pueblos y sus dirigentes. Menos quejas, menos excusas, más tarea redentora.
l Hubo una época, venturosamente superada, en que Guayaquil y sus vecinos fueron víctimas de bandidos disfrazados de munícipes que, como su calificativo denuncia, asaltaron las arcas del cabildo, desvalijándolas. Así, nunca hubo recursos para intentar propósitos regeneradores. Venturosamente, digo, eso ha terminado. Terminó hace rato, cuando se iniciaron las alcaldías de León Febres Cordero y Jaime Nebot Saadi, de lucido cumplimiento. Es justo decir lo que ahora digo, porque las discrepancias ideológicas no pueden impedir el ejercicio de un periodismo serio, que juzgue con objetividad la realización de la obra pública. Guayaquil es otra ciudad. Sus habitantes conocen ya las ventajas de la eficiencia administrativa y la pulcritud presupuestaria.
l Que la cita presidencial de Guayaquil no haya sido una de aquellas en que menudean los brindis, las frases efectistas, las promesas que pierden toda connotación. Ha llegado el momento -en verdad debió ocurrir hace mucho-, en que un auténtico liderazgo latinoamericano, sudamericano, más concretamente, sea receptivo al clamor social. Hechos, no palabras. La democracia es una obra viva.
l Una habría sido la lid electoral con Febres Cordero y otra será la lid electoral sin Febres Cordero. Nadie va a discutir el carisma del líder socialcristiano, su capacidad de promover reacciones encontradas, de encender la parroquia, de poner una dosis de su personalidad en cada jornada. Aunque, permítasenos una herejía: en la práctica no ha sido tan buen candidato. Recuérdese ciertos avatares de sus campañas anteriores.
l La defección del todavía rugiente León inaugura un espacio político que buscará ocupar más de un candidato presidencial, si bien Xavier Neira defenderá su predio con unas garras que no posee y una melena de la cual carece. Pero hará lo suyo con solvencia, aunque es evidente que no alcanzará la estatura del patriarca.
l Ahora viene un reacomodo del tablero eleccionario. Veremos, entonces, cómo los más osados quieren tomar para sí un territorio bien avaluado, al que no le faltarán compradores. Por lo demás, el ingeniero Febres Cordero puede retirarse en paz: jefe socialcristiano indiscutido, con una influencia política decisiva, polémico, dueño de una alcaldía admirable. En cuanto a su paso por Carondelet..., ahí sí ya entramos en conflicto.
l Las últimas proclamas de las Farc equivalen a una declaración de guerra a la Colombia institucional. Con tal antecedente, el nuevo gobierno de Uribe, sus Fuerzas Armadas y, claro, el contingente civil del país entero, deberán hacer causa común contra una mafia que abandonó sus ideales revolucionarios para dedicarse a los negocios que enriquecen y envilecen al mismo tiempo.
EXPLORED
en Autor: Diego Oquendo - Ciudad Quito

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