Quito. 20 de 2001.(Editorial) Hoy llegará a las cálidas manos del
presidente de Absurdistán la nueva ley del Instituto Ecuatoriano de
Seguridad Social. La envía el Congreso tras una gestación elefantina de
dos años. ¿Desenvainará el doctor Gustavo Noboa la espada del veto chico
para incorporar a la ley las Agencias Colocadoras de Ahorro Provisorio?

Es probable, aseguran los que todo lo saben. Si el Ejecutivo veta y el
Congreso se deja vetar, Ecuador entrará en el sobrecogedor terreno de las
ACAP. Y los poetas absurditanos podrán casi rimar ACAP con HuainaCAPAC,
el inca macbetiano que llenó de sangre una de las lindas lagunas de la
hoy provincia de Imbabura.

El Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social se ha convertido en los
últimos 30 años en un YAGUARIESS. La actual Constitución le hizo afluir
gran cantidad de sangre al rostro cuando dispuso que el seguro general
obligatorio cubrirá las contingencias de enfermedad, maternidad, riesgos
de trabajo, cesantía, vejez, invalidez, discapacidad, muerte. Y cubrirá a
los campesinos. Y cubrirá la salud universal. Demasiada sangre para unas
arterias tan cargadas de colesterol.

El Estado desangró al IESS cogiéndose el dinero de los afiliados. Los
partidos políticos desangraron al IESS cuando lo tomaron como botín una
vez llegados al poder. Y lo saquearon sin vergüenza, con grosería, con
maldad.

Algunos empresarios desangraron al IESS al trampearle el aporte patronal.
Los sindicatos del IESS desangraron al IESS engordando ellos y
enflaqueciendo a la gallina de los huevos de oro.

Y ahora lo amenaza el desangre final, el acapicidio. Y no es que las ACAP
sean malas per se, por nacidas putanescas del seno de su madre.

No. Las ACAP son una idea creativa, financiera, ideal. Pero las ACAP en
absurdistán se vuelven surrealistas, porque los absurdistanos son los más
surrealistas del mundo.

Esta exagerada afirmación se fundamenta en la triste historia de
Filabanco tanto en su edad virginal a manos de la empresa privada tan
inteligente, tan eficiente, tan creativa, como en su etapa de viudez en
manos del Estado tan tonto, tan ineficaz, tan rutinario. Los eficientes
empresarios privados filanbánquicos hicieron de las suyas. Robaron a los
clientes. El Estado se hizo cargo de la viuda. Y no pudo con Filanbanco.
Pero la distinción entre empresa privada y Estado es una distinción
meramente jurídica, meramente política, meramente de apariencias. Los
mismos empresarios del Filanbanco virginal pasaron con otros apellidos a
manejar el Filanbanco de la viudez.

La prueba de que son los mismos radica en que restructuraron buena parte
de la deuda grande a plazos largos y a intereses cero o bajitos. El zorro
privado cuando pasa a zorro estatal sigue siendo zorro.

Y si estas afirmaciones parecen de nuevo exageradas tenemos a mano el
caso de los courier. Tantos ha habido y bastantes de ellos han estafado a
los emigrados y han robado a los pobres a vista y paciencia de las
autoridades del Estado.

Y si estas afirmaciones parecen por tercera vez exageradas tenemos un
nuevo argumento: el de las Aduanas. En ellas Estado y empresarios se
unimisman. En las Aduanas la unimismidad no es de hace 30 años. Ha sido
de toda la vida.

Y para decirlo con crudeza, por si acaso lo de más arriba no se hubiera
entendido: Las ACAP no inspiran confianza por ACAP sino por HUAINACAPAC,
porque serán administradas por una oligarquía roñosa. Las ACAP serán
buenas si las manejan banqueros suizos. Por todo esto, mejor quedarse con
el Estado, donde el robo se filtra al menos hacia abajo. Si las cálidas
manos del señor presidente vetan y ganan el veto habrá que echarse a
temblar. Le habrá dado a la oligarquía un respaldo definitivo con tanta
plata de los afiliados.

E-Mail: [email protected] (Diario Hoy)
EXPLORED
en Autor: Simón Espinosa - [email protected] Ciudad Quito

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