Quito. 22 jul 99. El dueño del Banco del Progreso fue uno de los
hombres más ricos del Ecuador: incursionó en electricidad,
banano, inmobiliarias y medios de comunicación

Debería aprender a dominar su baja tolerancia a la frustración
y practicar la sonrisa amable", dice por casualidad el horóscopo
de los nacidos un 10 de enero. En esa fecha, en Quito, hace 64
años, nació Fernando Alfredo Aspiazu Seminario. De la cuna de los
"Gran Cacao" de la costa ecuatoriana llegó a ser ministro de
Jaime Roldós, dueño de la empresa eléctrica de la ciudad más
populosa del país, tenedor mayoritario de las acciones del
segundo más grande grupo financiero del país, propietario del
periódico más antiguo del Ecuador y de un canal de televisión.
Hoy está en la cárcel acusado de no transferir al Fisco los
valores recaudados por la retención del impuesto del 1% a la
circulación de capitales. Enfrenta, además, otro juicio por
delitos contra la Ley de Instituciones Financieras en el Juzgado
Séptimo de lo Penal del Guayas.

MINISTRO ABALEADO

Fernando Aspiazu proviene de una de las familias cacaoteras más
importantes de la provincia de Los Ríos. El primer Aspiazu llegó
de España en el siglo XVIII, se casó con una guayaquileña y se
estableció en Palenque, el mayor centro agrícola de la época. El
auge de la familia llegó con su abuelo Lautaro Aspiazu Zedeño,
quien logró convertirse en exportador del 1,5% de la producción
mundial de cacao. La caída de la bolsa de Nueva York, la baja de
los precios internacionales y el azote de "la escoba de la
bruja", una plaga que destruyó las plantaciones en toda la costa
ecuatoriana, colapsaron el negocio. Las haciendas, a mediados de
este siglo, estaban bajo la administración de Miguel Aspiazu
Carbo, padre del dueño del Banco del Progreso.

Miguel Aspiazu, quien había nacido en París, se casó en 1929 en
Lima con Enma Seminario Palacios. De esa unión nacieron Jaime,
Fernando y Leonor. La última solo vivió cuatro meses, falleciendo
en agosto de 1937. Fernando nació en la capital de la República
en 1935 mientras su progenitor era diputado por Los Ríos. Liberal
y cercano al gobierno de Arroyo del Río, Miguel Aspiazu vio
confiscados sus bienes después de la revolución del 28 de Mayo,
tras la que accedió al poder el doctor José María Velasco Ibarra.
La familia huyó a Lima donde, mientras el padre trabajaba de
auditor de la empresa norteamericana Lee White, Jaime y Fernando
asistieron a la escuela primaria. Luego de cuatro años regresaron
a Guayaquil. En 1958 se estrenó en el servicio público como
subsecretario de Educación, cuando el ministro era Leonidas
Ortega Trujillo y el gobernante Camilo Ponce Enríquez.

Graduado de abogado en la Universidad de Guayaquil, Fernando
Aspiazu marchó a los Estados Unidos para obtener un doctorado en
economía política en la Universidad de Indiana. A su regreso, en
1963, tanto Fernando como su hermano Jaime fueron detenidos en
el Penal García Moreno por la Junta Militar. La medida fue parte
de una redada militar contra todos los políticos de la época,
luego de la caída del gobierno de Arosemena Monroy.

En esos años trabajó para Cendes, Centro de Desarrollo del
Ecuador, y se casó con Anabelle Nebel, una de las más bellas
reinas de Guayaquil de los años 50. Al poco tiempo consiguió
trabajo en Venezuela donde llegó a desempeñarse con mucho éxito
como un alto funcionario financiero del Grupo Volmer, de uno de
los tres más importantes grupos económicos de ese país.

Con el retorno a la democracia, su hermano Jaime, vinculado al
CFP y amigo personal de Jaime Roldós, recomendó el nombre de
Fernando para integrar el gabinete del nuevo gobierno. Es así
como regresó al país y el 10 de agosto de 1979 asumió el
Ministerio de Finanzas y Crédito Público.

Como Ministro le tocó enfrentar un fuerte desfinanciamiento
presupuestario originado por la decisión del Congreso de duplicar
los sueldos de los servidores públicos y privados del país. En
febrero de 1980 el ex jefe de mantenimiento del Ministerio, que
había sido cancelado dos meses antes, Edgar Coronel, ingresó al
despacho ministerial y abrió fuego hiriendo al ministro Aspiazu
y al subsecretario Leopoldo Falquez. Coronel luego se suicidó,
Aspiazu quedó con una herida en el brazo izquierdo. Falquez,
quien quedó incapacitado por la herida en la médula espinal, se
convirtió luego en asesor de Aspiazu en el Banco del Progreso.

Un mes después, en marzo del 80 el director general de Aduanas,
Efrén Baquerizo Campos, acusó al Ministro de "no atender los
requerimientos aduaneros, de no haber realizado un solo
nombramiento y de falta de coordinación entre el Ministerio y la
Aduana". Aspiazu canceló al funcionario. El presidente Roldós
pidió la renuncia de ambos: "No es posible que altos funcionarios
del Estado hayan asumido posturas que son desde todo punto de
vista inadmisibles".

PROGRESO ECONÓMICO

En ese mismo año de 1980 un grupo de inversionistas de Quito y
Guayaquil, entre los que sobresalían Fernando Aspiazu, Sabino
Hernández y Pedro Pinto Rubianes, actual diputado de la
Democracia Popular, compraron un Banco en formación cuya
autorización había sido antes negada por la Superintendencia de
Bancos. Pinto recuerda: "Los accionistas del Banco Popular me
pidieron que los represente en la creación del Banco del Progreso
y es así como suscribí el acta fundacional de dicho Banco,
conjuntamente con otras personas de Quito, y si mal no recuerdo
con el doctor Fernando Aspiazu, quien también fue uno de los
primeros accionistas. Dos meses después, los accionistas de Quito
recibieron una atractiva propuesta del doctor Aspiazu para la
compra de sus acciones, habiendo todos ellos aceptado. El Banco
del Progreso abrió sus puertas al público con posterioridad a la
venta de las acciones de los accionistas de Quito al doctor
Aspiazu".

Efectivamente, el Progreso abrió el 15 de Octubre de 1981 en una
oficina del décimo piso del Pasaje Valco, en Nueve de Octubre y
Chile, en el centro de Guayaquil. Las primeras ventanillas
funcionaron días después en la planta baja del mismo edificio y
en abril del 82 ya atendía en la esquina de Primero de Mayo y
Pedro Carbo, frente Parque del Centenario.

Durante la primera década fue un Banco modesto. Recién en 1992
abrió la primera sucursal en Quito. La política de ofrecer la más
alta tasa de interés del mercado lo catapultó a los primeros
lugares de la banca nacional.

Paralelamente, Aspiazu movía sus fichas en otros sectores. En
1993 adquirió la Empresa Eléctrica del Ecuador al norteamericano
John Scopetta, quien había tenido problemas legales con el Estado
después de la culminación de un contrato de generación firmado
en 1925. Un año después compró las acciones del canal 12 de
televisión que era propiedad de Rafael Guerrero e Isidro Romero.
El canal pasó a denominarse SíTv. Casi al mismo tiempo fundó la
exportadora de banano Costa Trading que la gerenció el actual
presidente del Congreso Juan José Pons. La exportadora se
convirtió en la tercera bananera después de Noboa y Reybanpac.

En 1994 intentó comprar el ingenio Aztra, propiedad de la
Corporación Financiera Nacional (CFN), entidad que había ofrecido
reestructurar una parte de la cartera del ingenio. Luego del
anuncio público de que el Grupo Aspiazu lo había adquirido en 10
millones de dólares, el gerente de la CFN, Leonardo Stagg salió
a desmentir diciendo: "Creo que la intención del Grupo Aspiazu
fue llevarse todo, sin pagar una parte de la reestructuración de
los pasivos de Aztra". El ingenio fue finalmente comprado por la
familia Isaías.

Al mismo tiempo, el Banco del Progreso seguía creciendo y
abriendo oficinas en varios cantones del Guayas, Azuay, Cañar y
El Oro y captando grandes cantidades de sucres y dólares. Tampoco
descuidó el área social y cultural. En cada Teletón que se
organizaba por diversos motivos, era común ver a Fernando Aspiazu
como el mayor donante. En los círculos culturales el Banco apoyó
el lanzamiento de varios libros, exposiciones artísticas y la
restauración de museos. En el área de viviendas ha contribuido
con el programa Hogar de Cristo en Guayaquil y con la Fundación
Mariana de Jesús en Quito. En diciembre del año pasado recibió
una condecoración del Municipio de Quito por su contribución con
el patronato San José.

En lo social, varios guayaquileños, socios del Club de la Unión,
recuerdan que hace más de 15 años, al finalizar una reunión por
el día del socio, León Febres- Cordero increpó duramente a
Aspiazu, produciéndose una ruptura entre ellos. La enemistad duró
muchos años y recién se habría zanjado cuando se encontraron el
uno como alcalde de Guayaquil y el otro como propietario de la
Empresa Eléctrica.

En lo deportivo, Aspiazu incursionó en la dirigencia del Club
Sport Emelec, consiguiendo el campeonato nacional en 1994. Poco
antes había salido el técnico Salvador Capitano por discrepancias
con el directivo: "Llegó el doctor Aspiazu el día que fuimos a
jugar contra Aucas, me dijo que éramos unos cobardes, que no
podíamos jugar al fútbol, que los muchachos no servían. Hay
muchas cosas que manifiesta el doctor Aspiazu que son mentiras".
El nuevo técnico, Carlos Torres Garcés, puesto por Aspiazu
consiguió el título.

En 1996 amplió sus dominios en los medios de comunicación al
adquirir diario El Telégrafo, el periódico más antiguo del país.
Con el periódico llegó también la radio El Telégrafo. La
transacción se hizo en 3,5 millones de dólares.

A principios de 1998 el ex presidente Abdalá Bucaram propuso a
Aspiazu la candidatura a la presidencia de la República por el
Partido Roldosista Ecuatoriano. Fernando Aspiazu lo meditó y
declinó esa posibilidad dejando el camino para que la aceptara
Álvaro Noboa Pontón.

Su mayor pelea con los gobiernos de turno ha sido por la
situación legal de la Empresa Eléctrica del Ecuador Inc. En 1995
llegó a un acuerdo con el Ministerio de Energía mediante el cual
cruzaban deudas deudas de parte y parte. Pero según Aspiazu el
Gobierno no cumplió su parte y presentó, cuatro años después, una
demanda por daños y perjuicios reclamando 1.200 millones de
dólares. El fin era presionar para obtener el contrato de
concesión para Emelec y negociar la empresa en el mercado
internacional. Según las cuentas reveladas por el presidente del
Consejo Nacional de Electrificación, Alfredo Mena, es el Estado
quien debe recibir dinero de Emelec y no al revés.

Hoy por hoy el futuro de Fernando Aspiazu Seminario está en manos
de la justicia ecuatoriana.

Era el mayor donante en las teletones organizadas por políticos.
También apoyó a la cultura.

En 1998 Bucaram le propuso la candidatura presidencial, pero no
aceptó. Lo reemplazó Álvaro Noboa. (Texto tomado de La Revista
Vistazo)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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