Quito. 6 nov 96. "Hace cuatro años que no mantengo relaciones
sexuales con mi esposo y es lo que por milagro me ha salvado
de contagiarme", afirma Carmen Montesdeoca, esposa de Roy
Loor, quien se contagió de SIDA en el centro particular de
Nefrología, Galo Garcés.

Tres veces a la semana este comerciante viaja desde Portoviejo
a Guayaquil, por espacio de tres horas y media para luego ser
sometido en Nefrón a hemodiálisis.

"Luego de salir de la diálisis con otros compañeros nos
sentimos débiles, decaídos y unos más deprimidos que otros,
pero le digo con sinceridad que mi deseo de vivir es tan
grande que estoy haciendo lo imposible por salvarme", dice
sollozando.

Loor tiene como único sustento los ingresos del restaurante
que arrienda en la Terminal Terrestre de Portoviejo, cuya
clientela poco a poco ha disminuido, tras diseminarse la
noticia que padece de SIDA.

Su movilización hacia Guayaquil significa un gasto de 30 mil
sucres exclusivamente en pasajes, y cerca de medio millón en
medicinas que deben suministrársele de manera inmediata y que
el IESS hace más de dos meses suspendió la entrega.

Doña Carmen recuerda lo más duro para su familia fueron los
ocho meses de incesante llanto de Roy.

"El todo ese tiempo sabía de su enfermedad y lo mantuvo en
secreto, a los niños los apartaba. Cuando despertaba lo
encontraba llorando y le decía: Roy, ¿qué te pasa? ¿será que
te han dicho algo grave? Hasta que un día me dijo que era uno
de los infectados de SIDA y yo no sabía si correr, gritar o
llorar", dijo Carmen.

Mientras tanto, Roy, que tiene en sus piernas a la menor,
Angie, de cuatro años, afirma no sorprenderle la marginación a
la que es objeto por parte de extraños, pues su propia familia
lo ha aislado.

"Jamás bajaré la frente porque esta enfermedad no la adquirí
en la calle sino por culpa de médicos negligentes", sentenció.

"Los niños me preguntan ¿qué cosa es el Sida?. Kathy, mi
segunda bebé me cuenta que en la escuela le han dicho que su
papá va a morir. Eso me duele mucho", narró.


Historias humanas

-Roy nació el cinco de noviembre de 1957, en Calceta, proviene
de una familia de agricultores manabitas y permaneció junto a
sus padres hasta la edad de 21 años, posteriormente conoció a
la que hoy es su mujer con quien procreó tres hijos: Roy
junior, de ocho años; Kathy de siete y Angie Michel de cuatro.

Doña Luciola Peñafiel, vendedora de billetes de lotería y
periódicos tiene su puesto al lado del restaurante de Roy,
afirma que su vecino es muy bueno, pues lo conoce desde hace
tres años "es muy amable, se porta bien y siempre hace favores
a quien se lo pida, por eso rezamos para que el presidente,
Abdalá Bucaram, que le prometió ayuda, no se olvide de su
promesa".

Otros testimonios

Un viacrusis que para tres de los 21 infectados con el Virus
de Inmuno Deficiencia Humana (VIH), en la Clínica de Galo
Garcés, concluyó con su último aliento de vida. Para otros 18
continúa con el constante fantasma de la muerte rondando en su
familia.

Todos sufren las inclemencias de la insuficiencia renal
crónica, a la que se sumó el contagio del sida, pero para seis
la situación se torna más grave, el sacrificio parece ser
mayor. Las carreteras del país son mudos testigos del
padecimiento al que se someten tres días a la semana, cuando
deben viajar tratando de ganarle una batalla a la muerte.

AMENAZAS Y MUCHOS GASTOS

-Desde Portoviejo, Manta y Colorado, en la provincia de
Manabí. De Machala en El Oro, Babahoyo en Los Ríos y Daule en
Guayas, cada semana se movilizan seis de los pacientes.

-Muchos de ellos prefieren mantener su nombre en reserva, como
una manera de proteger a su familia de las discriminaciones
que sufren quienes son víctimas de la letal enfermedad, así
como sus parientes.

-Con su esposa, desde Manta, viaja uno de ellos, quien reveló
a HOY sus preocupaciones. A las 08h00 sale de su hogar, luego
de cuatro horas de angustioso viaje arriba a la Terminal
Terrestre "Presidente Jaime Roldós Aguilera", toma un vehículo
de la línea 65 y posteriormente la furgoneta Samanes, una hora
más tarde ingresa a la Clínica Nefrón, donde se le practica la
hemodiálisis. Todo eso es una tortura, dice.

-El gasto solo en viaje supera los 100.000 sucres. Cuando se
atendía en el Centro Garcés conducía su vehículo, pero debía
estacionarse al menos cuatro ocasiones por la debilidad a la
que lo somete la insuficiencia renal crónica.

-Ante eso, insiste en que se debe agilitar un convenio con la
Cruz Roja, para que los asegurados que requieren la
hemodiálisis, puedan seguir el tratamiento en Manta, donde se
cuenta con equipos de primera para el efecto. Las gestiones se
iniciaron a principios de año pero no se concretan, agregó.

-Por otra parte, reveló a HOY que están siendo amenazados y
chantajeados por miembros del IESS. Uno de los afectados
dialogó con él para recomendarle que reciba los 40 millones de
sucres que se tramitan en el Congreso Nacional, como
indemnización, porque de lo contrario podría atentarse contra
sus vidas.

-El denunciante advirtió que dará el nombre del afectado que
están utilizando como correo de las amenazas, para que éste
descubra a los chantajistas, cuando se le llame a declarar al
Juzgado Sexto de Penal del Guayas.

-Me quitaron la última oportunidad que tenía de vivir, ya el
trasplante no es una esperanza, dice con tristeza.
Este paciente tiene ocho hijos, dos de los cuales están aún
bajo su responsabilidad y teme perder su trabajo en una
empresa privada por las constantes faltas (los días de
práctica de hemodiálisis).

-Cuando habla de su familia, precisa sentir una gran
indignación por el mal causado no solo a él, sino también a
sus parientes, que sufren un terrible impacto psicológico.
Anhela que con justicia social se castigue a los responsables
de que su vida se haya convertido en un infierno.

-Indica que una de las enfermeras de Galo Garcés está
colaborando en Nefrón, donde hasta hace pocos días se sentía
inseguro, por el mal carácter de Nelly Freire, la directora
técnica del centro.

-No indicó el nombre de la enfermera, porque ella tiene
temores, pero están contentos, porque tienen mayor
experiencia, aclara.

-Entre los pacientes que desde otras provincias vienen a
Guayaquil cada tres días para efectuarse la hemodiálisis, está
una niña de 15 años, de Machala. Sin conocer que fue
contagiada con el sida, mantiene la esperanza de un
transplante de riñón. (DIARIO HOY) (P. 1-B)
EXPLORED
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