Quito (Ecuador). 01 ene 96. Saben de los cuatro millones de
pobres que existen en nuestro país y que menos del 20 por
ciento de los ecuatorianos está protegido por el sistema
social público, sufren por el atraso en infraestructura y
comunicaciones y están conscientes de que la diversidad
regional y étnica significa racismo, división y no pluralidad.


Sienten vergüenza cuando ven que Ecuador siempre figura a la
zaga de los paises latinoamericanos en materia económica, pero
ha logrado ocupar un espacio preponderante en el "mapa de la
corrupción" publicado por este periódico.

"Yo prefiero que me den un puñete a ver eso", dice con rabia
Jorge Caravajo, metalmecánico y dirigente sindical. Y sin
embargo asiente con fuerza al ser enfrentado con una frase
prestada de la mística indígena que dice: "Este es nuestro
único paraíso".

Concebida para inculcar respeto a la madre tierra, la idea de
una oportunidad única de crear felicidad para uno mismo y los
demás, la connotación de destino en relación con el lugar
donde uno hace patria, logra la aprobación de todos: además de
Caravajo, del empresario Enrique Mora Toral, la estudiante
Rosa Tene y el médico Emanuel Coronel, entrevistados por HOY
sobre las perspectivas del Ecuador.

La verdad es que por su proverbial riqueza y belleza natural
no es difícil asociar a nuestro país con el paraíso, según
Coronel. "Pero que duro que nos ha resultado", advierte Mora,
presidente de la Cámara de Comercio en Cuenca.

Con el "no" contra los dientes y en corazón

"Hacerlo menos duro es la propuesta" de quien dice se debe "en
parte a la banca" y además es comerciante de autos. La fórmula
es la modernización entendida como un cambio en las
estructuras política, jurídica y educativa no tanto como
privatización, ya que "ni siquiera queda mucho que vender".

Para Enrique Mora el país se dio contra los dientes con el
"no" en la consulta popular. "Perdió su oportunidad de
modernizarse. No va a cambiar el sindicalismo, el servicio de
salud ni el centralismo". Con igual subjetividad, a Caravajo,
presidente del Frente Unico de Trabajadores en Azuay, se le
hincha el corazón cuando piensa en la Consulta Popular. "Ha
dejado más claro que nunca la vigencia del sector organizado.
Hemos trabajado en asambleas, en reuniones, en el bus, en las
mingas, en la fiesta comunitaria", dice.

Allí terminan las divergencias. Obligados por una amenaza real
de "ahora sí tocar fondo", patrono y obrero buscan la
concertación. "Si mañana nos sentamos sindicalistas,
empresarios, Gobierno y congresistas a conversar, todos
tendremos que ceder. El sector financiero no puede aspirar a
utilidades en los volumenes actuales, los comerciantes
tendremos que reducirnos, el Congreso tendrá que entender
cuáles son las necesidades reales de la nación y los sectores
privilegiados del sindicalismo público tienen que
reflexionar".

Caravajo, que ha negociado nueve veces el contrato colectivo
en su empresa y que ha visto a "más de 20 entidades públicas y
privadas donde ha desaparecido la organización, algunas de
ellas a punto de quebrar y miles de obreros en la
desocupación", considera que es factible "ponernos de acuerdo
obreros y empresarios. El problema es el Gobierno. ¿En dónde
están las broncas? En el sector público".

Educación y el buen ejemplo

Caravajo dice haberse hecho sindicalista después de ver "cómo
un trabajador da toda su vida y lo único que hace es una
bicicleta". Mora aprueba en principio la política económica
del Gobierno aunque considera que 1994 fue un año "del que se
puede aprender para que no se repita". Sin embargo, a la hora
de diseñar un país nuevo, todos los entrevistados recurren a
la recuperación de valores como "valentía para no ser
cómplices", honestidad, identidad y cultura.

Rosa Tene, que cursa el cuarto año de Derecho y cuya meta es
defender a sus conciudadanos saraguros de los abusos de los
abogados mestizos, piensa que desde que los indígenas han
ganado terreno en cuanto a libertades y derechos, el Ecuador
se parece más a un paraíso. Es la única que habla del
medioambiente como "la vida para los indígenas saraguros". En
cambio coincide con todos los demás en que la educación es el
medio principal para "que el Ecuador progrese". Dice que "una
persona profesionalizada, con una educación política y
predominantemente técnica de acuerdo al contenido cultural de
cada región, es el punto de partida para que el Ecuador tenga
una mejor administración, más democracia y desarrollo".

Para Emanuel Coronel, que antes fue dirigente estudiantil del
MPD y ahora cree que no es él quien ha envejecido sino el
Partido, "salud, educación y empleo" son las fórmulas del
progreso. En su campo, la prevención, la nutrición, el
saneamiento ambiental y el equipamiento de hospitales deben
garantizar el desarrollo físico de la población. "El Gobierno
debería ser el impulsor de que todo ecuatoriano esté asegurado
junto con su familia y de acuerdo al ingreso".

Lejos de la "troncha"

Aumentar los puestos de trabajo y con remuneraciones adecuadas
es el objetivo "para el que todos debemos dejar de pensar con
egoismo y ponernos a trabajar. La propuesta no puede salir de
la Cámara de la Pequeña Industria", dice con ironía.

Como profesional, Emanuel Coronel es el único de los
entrevistados que cree en la existencia de una clase media a
la que se siente pertenecer. Su solución económica está, más
que en la concertación que obliga a todos a ceder, en la
eficiencia del fisco. "Hay que recaudar lo que la Ley manda.
El país sobrevive por la pequeña industria, los profesionales
y los negocios medianos. Los grandes no están cumpliendo".
Para el empresario, en cambio, la idea es incorporar a los
informales a la base de contribuyentes.

Mora, Caravajo y Tene ven que en los últimos 15 años se ha
esfumado la clase media. "Antes un profesor se podía comprar
un auto sin problema", recuerda Mora y Caravajo admite: "La
primera pelea que estamos teniendo con nuestros propios
trabajadores es evitar que dejen de pensar como trabajadores.
Hay gente pobre que piensa y sueña como los mismos
millonarios".

Rosa Tene sabe de lo que habla el compañero, que, como gran
parte de los obreros de Cuenca y Azogues, también es
campesino. "Las nuevas generaciones", dice la estudiante de
traje típico y sombrero, " están marcadas por el
individualismo, pretenden ser ricos cuando no son y piensan
como ellos".

Mientras el obrero y la indígena entienden por solidaridad el
trabajo compartido, el médico sirve a la sociedad desde la
cátedra universitaria, trabajando en el hospital y mediante la
investigación.

Para el empresario se trata de una mejor distribución de la
riqueza nacional. La distancia de su clase de la "troncha"
cercana a los gobiernos de turno es obvia. Sabiendo del costo
político y económico de una condena de los gobernantes que
puedan ser encontrados culpables de corrupción "yo prefiero
que sean acusados y sancionados", dice.

"El buen ejemplo" es para el obrero tan importante como para
el empresario.

En el paraíso de los ecuatorianos no tiene tanta vigencia como
parece el dinero y el consumo. Son otras las prioridades que
deben hacer pensar a los que serán encargados este año de
hacerlo "menos duro". (Social) (Diario HOY) (8B)
EXPLORED
en Autor: Susana Klinkicht -

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