Guayaquil. 08 ago 99. La recesión económica ha afectado a todas
las capas de la población. El desempleo es una de los síntomas
que la hacen evidente. Hasta julio la inflación anual superó el
56% y el dólar vale más del doble de lo que costaba cuando el
actual Gobierno asumió el poder. El Banco Central del Ecuador
(BCE) calcula que este año en lugar de crecer, retrocederemos.

Las familias ecuatorianas están aprendiendo una nueva receta, la
del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Aunque desconocen por qué el país debe prepararla, están
convencidos que el solo intento debilita desde hace un año con
más fuerza su economía.

La eliminación de subsidios, el conseguir más ingresos por la vía
de nuevos impuestos y el saneamiento bancario, constituyen
algunos de los ingredientes para no perder el apoyo económico del
organismo, en que el Gobierno desde sus inicios sustentó el
objetivo de estabilización.

Planificar con esta idea fue fácil: primero se firmaría con el
FMI, para conseguir recursos que alimenten la Reserva Monetaria
Internacional (RMI) e impedir así que el precio del dólar se
dispare, de esta forma podría empezarse a renegociar la deuda
externa para disminuir su peso en el presupuesto y estar en
condiciones para recibir más créditos que posibiliten la
reactivación de la economía.

Ya en la práctica y transcurrido un año de la actual
administración, la estabilización todavía es una meta, mientras
el camino para llegar a ella arroja un saldo negativo.

No se ha logrado financiar el presupuesto estatal y todavía se
arrastra un déficit fiscal (diferencia entre ingresos y gastos);
aunque no puede determinarse la inflación de agosto, hasta julio,
la

anual superó el 56%; el dólar vale más del doble de lo que
costaba cuando el Gobierno asumió el poder, la Reserva Monetaria
Internacional (RMI) sigue cayendo y el Banco Central del Ecuador
(BCE) calcula que este año en lugar de crecer, retrocederemos.

La recesión implacable que no abandona al país se tradujo en el
cierre de compañías. Hasta diciembre de 1998, se calculaba que
un total de 16.000 empresas habían liquidado, la mayoría de ellas
en los últimos meses del año, y aunque en un número bastante
menor los bancos siguieron la misma ruta.

Esto produjo el consecuente desempleo, solo en los seis primeros
meses del año, 120.000 personas perdieron sus trabajos, según
informes del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

Exigencias y subordinación

Pero ¿cuál es la razón de estos resultados? Los analistas lo
atribuyen a la insistente necesidad de seguir los lineamientos
del FMI.

En efecto, poco después de asumir el poder, se adoptaron medidas
que habitualmente constan entre las condiciones del organismo,
se decidió la reducción de los subsidios, el precio del cilindro
de gas, pasó de 4.900 sucres a 25.000 y las tarifas de energía
eléctrica subieron en el 800%, lo que generó el rechazo
ciudadano.

Esta medida tal vez la más dura de aceptar por parte de la
población, se produjo a pesar de que Mahuad, días antes de la
visita que realizara a Guayaquil, se había comprometido a no
adoptar medidas de shock.

A esto le siguió la política de aumento en los costos de los
combustibles, debido a que su precio se ató al del dólar
(indexación) y si este último subía, el hidrocarburo también.

En el tema cambiario al inicio se siguió con el esquema de bandas
que fijaba piso y techo al precio del dólar. Sin embargo, un día
antes de anunciar la reducción de subsidios, las bandas se
reemplazaron por la flotación controlada y el precio del dólar
subió. Siguió una tendencia al alza, con altibajos pero alcista,
señaló Leonardo Vicuña, director del Instituto de Investigaciones
Económicas y Políticas de la Universidad de Guayaquil.

Para controlarlo, el Banco Central, vendió más de 500 millones
de dólares de su reserva e incrementó las tasas de interés en
sucres para hacer más atractivas las inversiones en sucres. En
algún momento las tasas sobrepasaron el 90%.

Crisis bancaria

Como un capítulo aparte, pero que ha contribuido a que la
situación empeore, debe tratarse el tema de la crisis bancaria.

Aunque los problemas no cesan, se conoce que sus costos superan
con creces el dinero que el Gobierno no posee.

Una banca que ya arrastraba la dificultad en la recuperación de
los créditos, debido a los estragos causados por el fenómeno El
Niño, que afectó seriamente a sus clientes, siguió debilitándose
por la imposibilidad cada vez mayor de exigirles a sus clientes
los pagos.

Fue entonces cuando se decidió atacar dos temas paralelamente:
financiar el déficit fiscal para lo que se creó el Impuesto a la
Circulación de Capitales (ICC) y el saneamiento bancario a través
de la Agencia de Garantía de Depósitos (AGD), ambos aspectos
formaron parte de una misma ley.

Al mismo tiempo que se buscaba salvar al sector, el ICC, conocido
como el 1%, desmotivó el ahorro y puso en aprietos a la banca.

Se empezó mal el año, sin un presupuesto que se aprobó dos meses
después de iniciado el nuevo ejercicio fiscal. Un mes más tarde,
los rumores de incautación que pese a ser desmentidos, resultaron
ser verdaderos agravaron el panorama.

El feriado bancario para decidir la congelación de fondos,
conocido técnicamente como reprogramación, infundieron
desconfianza en el sistema financiero que siguió
desestabilizándose, hasta requerir la gran lupa del exterior
(auditorías internacionales) para que deje al descubierto sus
debilidades.

El gran intento de presentar proyectos de modernización,
frustrados ante la oposición del Congreso, provocó que tampoco
se avance en este tema.

En términos económicos, este año puede considerarse como perdido,
el país sigue empobreciéndose y ve cada vez más lejana la
posibilidad de inversión, reactivación económica, estabilidad
monetaria, mayor trabajo, en fin bienestar.

El 1% desmotivó el ahorro y puso en serios aprietos al sector
bancario.

No se avizoran cambios antes de fin de año
Aunque esperarían dar una visión positiva a mediano plazo, los
expertos económicos aseguran que al menos hasta fin de año todo
seguirá igual.

Para Leonardo Vicuña, director del Instituto de Investigaciones
Económicas y Políticas de la Universidad de Guayaquil, los
indicadores no mienten y evidencian que la crisis está presente
y se ha intensificado.

Lo atribuye a la política económica aplicada por la actual
administración, enmarcada en lineamientos y exigencias de los
organismos internacionales. Una política de sesgo fiscalista que
introdujo una serie de ajustes con altos costos sociales, agrega.


Respecto a sus proyecciones, en el tema cambiario por ejemplo,
prevé que la tendencia alcista del dólar se mantendrá.

La gente busca adquirir dólares para defenderse de la crisis,
debido a que no hay un horizonte claro, explica.

Además está pendiente el acuerdo con el FMI, el Gobierno busca
mejorar su reserva monetaria a cambio de aceptar nuevas
condicionalidades como la eliminación de subsidios y nuevos
impuestos, señala Vicuña.

Afirma que los grados de libertad que tiene el régimen para
aceptar o no estas fórmulas son mínimos, porque su acción está
en la mira de millones de ecuatorianos, que le han dado plazos
a su gestión y han conseguido acuerdos a cambio de
rectificaciones en su proceder.

De esta forma hace alusión a las manifestaciones populares,
principalmente la de los indígenas y el gremio del transporte.

De la mano se encontrará el mayor endeudamiento.

El directivo calcula que desde la crisis de Filanbanco, hasta los
últimos procesos de reestructuración bancaria, el salvataje
financiero le ha costado al Estado 1.500 millones de dólares y
el anuncio de requerir otros 1.500 dólares adicionales para el
saneamiento total significaría alrededor de tres veces el monto
del déficit fiscal, es decir de todo el dinero que requiere el
Estado para financiarse.

Un sistema agotado

En tanto para René Báez, decano de la facultad de Ciencias
Económicas de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador
(PUCE), los agudos problemas de la sociedad constituyen el
correlato de una evolución capitalista, contrahecha, tardía y
subordinada.

Y continúa: En las dos últimas décadas y concretamente en la
administración del Dr. Jamil Mahuad, se ha buscado enjugar tales
problemas apelando al recetario liberal de inspiración
fondomonetarista.

Báez asegura que nos encontramos en lo que denomina espiral
descendente y su pensamiento hacia el futuro no es nada positivo,
al decir que este será el destino del país mientras los
ecuatorianos no nos unemos alrededor de un proyecto genuinamente
nacional y auténticamente democrático.

Según Báez, las medidas de salvataje bancario aplicadas por el
régimen pueden resumirse como un operativo de socialización de
pérdidas favorables a la bancocracia y como un nuevo bloqueo a
la reactivación económica, que urge en el país.

Este es el horizonte, no hay marcha atrás para cambiarlo, pero
al parecer tampoco hay marcha hacia adelante.

El esfuerzo por la riqueza no ha crecido en veinte años
Mónica Néder

¡Qué tiempos aquellos!... dice Violeta Piedra, de 70 años de
edad, recordando lo fácil que era vivir hace tan solo dos
décadas.

Yo ya tenía ocho hijos y con 35 sucres desayunábamos,
almorzábamos y merendábamos bien cada día, cuenta tras afirmar
que un litro de leche costaba cuatro sucres, cada pan dos reales,
el arroz y el azúcar un sucre con 60 centavos, la carne cinco
sucres y la yerbita iba regalada, pues sí existía el tiempo de
la yapa.

El dinero también alcanzaba para vacacionar toda la familia y
para vestirse, los zapatos finos no pasaban de 20.000 sucres,
contaba con nostalgia.

Realidad diferente

Sin duda todo aquello quedó en el pasado, pues hoy la realidad
es diferente. Las cifras no dejan mentir y son escalofriantes:
En 1979 la inflación era de apenas el 10,3% anual, veinte años
después en vez de bajar se quintuplicó y es del 53%.

Otro indicador que evidencia los cambios en la economía en estas
dos décadas de democracia son la paridad o cotización del dólar
con respecto al sucre.

La moneda norteamericana valía solamente 27 sucres en 1979 y a
este mes su cotización es más de 400 veces esta cantidad (11.700
sucres).

Los ingresos del Estado en 20 años crecieron sustancialmente,
pues pasaron de 1.000 millones de dólares a cerca de 4.500
millones de dólares.

No crecimos

No se puede decir lo mismo del producto interno bruto (PIB) por
persona, ya que en 1979 se acercaba a los 1.200 dólares, cifra
que luego de 20 años incluso disminuyó a unos 1.100 dólares.

Es de resaltar que en los años 1980, 81, 82, 95, 96, 97 y 98, el
PIB por persona llegó hasta unos 1.650 dólares anuales.

A juicio del historiador económico Guillermo Arosemena, la salud
de un país se mide por el ingreso per cápita. Este en 1999 es el
mismo que el de 1979, y hasta menos, eso significa que en 20 años
de esfuerzo la riqueza promedio ecuatoriana no ha podido crecer.

La razón del retroceso, según Arosemena, se debe a que Ecuador
no sabe diversificar sus exportaciones. Hace 20 años dependíamos
de tres o cuatro productos y hoy sigue igual, eso es una
tragedia, explicó.

Otra razón es porque el ahorro no creció, comentó, eso es
esencial para desarrollar porque sin ahorro no hay inversión,
señaló.

La falla principal, mencionó, es la poca visión de futuro de
todos los gobiernos que vieron solo al corto plazo. Por eso en
20 años somos más pobres indiscutiblemente, es una gran tragedia
de la democracia, pero de la democracia a la ecuatoriana,
recalcó.

En cuanto al PIB del país, este rubro pasó de cerca de 10.000
millones de dólares en 1979 a 20.000 millones en 1997, pero
debido a la crisis, este año está en un franco descenso.

El endeudamiento externo del Ecuador tanto público como privado
creció fantásticamente en los últimos 20 años: pasó de unos 3.000
millones de dólares a la fabulosa cifra de aproximadamente 18.000
millones de dólares, esto es seis veces más que en 1979.

Y si la deuda del país subió, lógicamente también la de cada
ecuatoriano, es así que en 1979 se debían entre 200 y 300 dólares
por habitantes mientras que hoy la deuda pasa los 1.400 dólares.

En cambio la reserva monetaria internacional (RMI) tuvo sus
mejores tiempos desde 1994 que estuvo por los 1.600 millones de
dólares, 1.000 millones más de lo que se encontraba en 1979,
después de tres años pasó los 2.000 millones para descender a
1.200 millones.

Cabe anotar que en los años 1986, 87 y 88, la RMI registró
niveles negativos.

Para Arosemena, la merma en la RMI es terrible. Recordó que
Ecuador llegó a tener el equivalente a siete meses en
importaciones y ahora apenas se tiene para dos o tres meses.

Un país saludable debe tener entre 5 y 7 meses para importación
para no andar en apuros, agregó tras indicar que la balanza
comercial mejoró últimamente porque no se está importando nada,
porque no hay plata, las empresas se están comiendo el
inventario.

En resumen, cabe el refrán de que todo tiempo pasado fue mejor,
pues no hay duda de que antes (hace 20 años), el país estaba
menos endeudado, no había tanto desempleo y la inflación no
ahorcaba a los ecuatorianos como ahora. (Texto tomado de El
Universo)
EXPLORED
en Ciudad Guayaquil

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