Quito. 04.03.93. Mientras el presidente peruano Alberto Fujimori
espera recibir en el Palacio de Pizarro al presidente Sixto Durán
Ballén, en una visita programada para el primer semestre de este
año, un nuevo escándalo ha estallado. Un funcionario de rango
medio de la embajada de los Estados Unidos en Lima, Frederick
Christopher Hamilton, asistente del agregado militar y esposo de
la cónsul norteamericana, ha sido enjuiciado por entregar
secretos militares peruanos al Ecuador. En una audiencia de 15
minutos el 6 de febrero, ante una corte federal en Alexandria,
Virginia, Hamilton se confesó culpable, señaló que lo había hecho
para evitar una guerra (ya que los documentos aludidos
demostraban la falta de capacidad operativa del Ejército
peruano), y ahora espera sentencia para abril. El hecho se
complica cuando informes de prensa peruanos han mencionado en el
hecho al todopoderoso asesor militar de Fujimori, el ex capitán
en retiro Vladimiro Montesinos, condenado por la justicia militar
en 1976 por vender secretos militares a los Estados Unidos, y al
que uno de los militares que intentaron derrocar a Fujimori el
año pasado, el general Luis Soriano Morgan, habría acusado de
asesorar a altas autoridades del Ejército ecuatoriano".

EL JUICIO

Hamilton habría entregado primero tres informes con el sello
"secreto" y se habría explayado en otros cuatro informes orales,
basados en igual cantidad de reportes documentales, dos de ellos
secretos, y los otros confidenciales. Posteriormente Hamilton
habría entregado dos informes más. La Corte juzga a Frederick
Hamilton por el delito de haber entregado, mientras era
funcionario del gobierno de los Estados Unidos, información
clasificada como secreta a personas que no tenían autorización
para recibirla. En su acusación, el fiscal tipifica el delito
como federal, porque habría afectado los intereses de la Unión
americana. De acuerdo al sistema penal estadounidense, Hamilton
debería cumplir aproximadamente seis años en prisión. Pero su
declaración de culpabilidad le permitirá avenirse a las ventajas
de un juicio negociado. El cual ha sido declarado secreto en los
partes en que la investigación comprometa la seguridad de los
Estados Unidos. Algo similar a lo que ocurrió con el proceso del
Irangate.

Se desconocen con exactitud las circunstancias en que la
administración norteamericana descubrió que Hamilton había
revelado por su cuenta y riesgo información secreta al Ecuador.
Según el semanario "Sí" (que además fue el primer medio que
publicó fotografías de Hamilton), citando fuentes diplomáticas,
propone la hipótesis de que en Quito, personal de la DIA habría
dado la voz de alarma. La revista "Caretas", en cambio, asegura,
aunque sin citar fuentes, que Hamilton fue descubierto en Lima
por el FBI, la agencia norteamericana que investiga los delitos.
Cada embajada de los Estados Unidos cuenta con un par de agentes
del FBI, que opera dentro de la misión diplomática como si fuera
territorio norteamericano. Lo cierto es que Hamilton comenzó a
ser investigado por su gobierno hace poco más de un año.

HAMILTON Y LA DIA

Alto, de cabello entre canoso y rubio, en contraste con las
monturas oscuras de sus lentes, Frederick Christopher Hamilton,
tiene unos 50 años, y llegó a Lima en 1990 como asistente del
agregado militar norteamericano, coronel Robert Froude. Oficiales
peruanos que trataron a Hamilton lo describieron a la revista
"Sí" como "dicharachero, acriollado y simpático". Según la
revista Caretas, antes habría trabajado en Quito, siempre en su
condición de agente de la DIA (Defense Intelligence Agency), una
de las más importantes agencias de espionaje de los Estados
Unidos, encargada de proporcionar a la secretaría de Defensa la
información y el análisis de lo que está ocurriendo en los
ejércitos del mundo entero.

Su trabajo en la embajada de los Estados Unidos en Lima era el de
ser un supervisor civil, enviado por el Departamento de Estado,
de un Grupo Consultivo de las relaciones entre las Fuerzas
Armadas de los Estados Unidos y el Perú, entre cuyos puntos
destacados estaban becas de instrucción, lo que le permitía
cultivar importantes relaciones, tanto con la oficialidad
intermedia como con las cúpulas militares. Los agregados
estudiaban los expedientes y recomendaban ternas, pero la palabra
final la tenía el supervisor.

Creada a comienzos de la década de los 60 por el presidente John
F. Kennedy y el Secretario de Defensa Robert McNamara, la DIA
coordina la inteligencia captada por el Ejército, la Marina, las
Fuerzas Aéreas y el Cuerpo de Marines de los Estados Unidos.
Según Bob Woodward (una institución del periodismo norteamericano
desde que descubrió el caso "Watergaten), la DIA tiene acceso a
las comunicaciones de inteligencia interceptadas por la Agencia
de Seguridad Nacional, que realiza escuchas encubiertas en el
extranjero a través de puestos especiales de escucha, satélites y
una variada gama de tecnología altamente sofisticada; y además a
las fotografías por satélite de la Oficina Nacional de
Reconocimiento, responsable de la descripción detallada de
lugares a través de satélite y otros medios de investigación
aérea. Su primera responsabilidad fue siempre la de avisar los
movimientos de las tropas soviéticas, pero además están al tanto
de la clase de armamento que ha adquirido Nicaragua, o si existe
descontento entre los militares mexicanos. Fue la DIA por
ejemplo, quien primero percibió, a través de las fotografías de
los satélites, que el ejército de Saddam Hussein se estaba
movilizando hacia Kuwait, lo que permitió a los Estados Unidos
avisar del hecho a sus aliados árabes e iniciar las acciones que
concluyeron en la guerra del Golfo. Una responsabilidad muy
grande para la DIA y sus 4.500 empleados que proporcionan el 96%
de la inteligencia militar que llega a las manos del Comandante
de la Junta de Jefes de Estado Mayor, y al Secretario de Defensa.

EVITAR LA GUERRA

"Mientras la CIA hace revoluciones o levantamientos políticos, la
DIA hace la guerra", dice Woodward en su libro "Las guerras
secretas de la CIA". "Eso no significa que sea belicista. La
filosofía es simple: cuanto más sepa uno, menos probabilidades
hay de que estalle una guerra. El mensaje debe ser simple: los
árabes van a atacar o no; los rusos vienen o no; o los chinos, o
quien fuera". El mensaje que Hamilton habría dado a Ecuador era
de que estemos tranquilos, que los peruanos no venían.

Según Robert Powell, abogado de Hamilton, su cliente actuó con el
fin altruista de "evitar una guerra", al entregar informes que
daban cuenta de que Perú no tenía ni la intención ni la
preparación para llevar a cabo un ataque temido por Ecuador en
1991. En ese año las discusiones respecto a la instalación de dos
puestos militares (el ecuatoriano "Etza" y el peruano
"Pachacutec") en un territorio no demarcado que ambos países
reclaman como suyo habrían creado una gran tensión.

En agosto de 1991 los cancilleres de ambos países llegaron a un
acuerdo secreto para retirar los destacamentos a zonas no
discutidas, pero el hecho fue filtrado a la prensa por el propio
Ejército peruano descontento con el Canciller peruano Carlos
Torres y Torres Lara y con el Congreso peruano que pensaba
congelar el presupuesto militar. Curiosamente, el vehículo que
empleó fue la revista "Sí", que empezó un incendio nacionalista
acusando al Ecuador de agresor y provocando que el Congreso
discuta otra vez la restitución de un Fondo de Defensa Nacional
que proveía a las Fuerzas Armadas de 418 millones de dólares. Un
informe de la inteligencia militar ecuatoriana, fechado en
diciembre de 1990 y al que VISTAZO tuvo acceso en octubre de
1991, describía la preocupación del Ecuador de la dependencia, ya
bastante marcada, de Fujimori con respecto a sus Fuerzas Armadas,
lo que hacía temer "la iniciación de un problema". Ese temor se
disipó posteriormente, y para enero de 1992 el presidente
Fujimori fue recibido con entusiasmo por el presidente Rodrigo
Borja, en Quito.

Si bien se desconoce cuál fue la información que Hamilton
proporcionó, para octubre de 1991, Ecuador no esperaba ya un
enfrentamiento y tenía un perfil claro de la potencia militar del
vecino: un ejército afectado por la crisis económica, pero
preparado y concentrado mayormente en las zonas fronterizas con
Chile; una Infantería de Marina de cuidado, por haber permanecido
diez años en combate con el grupo terrorista Sendero Luminoso (lo
que le ha dado un enfrentamiento práctico) y un poder aéreo
vulnerable y sin condiciones para una guerra prolongada: apenas
el 30% del sistema de radares y misiles estaba en operación, por
falta de mantenimiento; el 60% de la flota estaba obsoleta y el
resto necesitaba de un mantenimiento que la crisis económica
dificultaba realizar.

LA CONEXION MONTESINOS

La edición del 18 de febrero de la revista "Caretas" añade un
nuevo elemento. Caretas cita la declaración del general EP Luis
Soriano Morgan en el juicio militar seguido en su contra acusado
de intentar un golpe de Estado en noviembre del año pasado.
Soriano habría acusado al principal asesor militar de Fujimori,
el ex capitán Vladimiro Montesinos de estar implicado en el
"reciente caso de espionaje que involucra a un funcionario de la
embajada de los Estados Unidos..."

Abogado de 47 años y ex capitán del Ejército peruano, Montesinos
ha sido descrito por el diario "The Miami Herald", como "un
valioso contacto de la CIA en Perú". En realidad lo más probable
es que Montesinos esté mayormente vinculado con la DIA: empezó su
carrera militar en el staff del general Juan Velasco Alvarado
(líder de un golpe militar en 1968 que instauró una dictadura de
doce años), y fue asistente del general Edgar Mercado Jarrín,
autor de la teoría de que el Perú debía tomar como prenda
territorial a la provincia de El Oro, para que Ecuador acabe por
aceptar el Protocolo de Río de Janeiro. La carrera militar de
Montesinos terminó abruptamente en 1976, después de un viaje no
autorizado a Washington, acusado de vender secretos militares a
los Estados Unidos. Fue expulsado del ejército y encarcelado por
dos años.

A pesar de ello, actualmente Montesinos es el principal asesor
militar y político de Fujimori, quien declaró en 1991 "que
Montesinos era su abogado persona". El entonces canciller Auguto
Blacker Miller dijo en una entrevista que Montesinos es un asesor
del general Julio Salazar Monroe, el director del Servicio de
Inteligencia Nacional, SIN. Otros informes aseguran que
Montesinos influenció para que Salazar, su antiguo instructor
militar académico, sea nombrado director del SIN.

Según un informe del Miami Herald, de abril de 1992, Montesinos
viajó a los Estados Unidos en 1991 atendiendo a una invitación de
la CIA; y desde esa visita el SIN recibe una nueva asistencia
extranjera, entre la que se incluye más de 20 nuevos vehículos,
alguno de los cuales son usados por Montesinos. El periodista del
Herald cita la siguiente declaración de un funcionario de la
embajada norteamericana en Lima, de apellido Hamilton, sobre los
contactos de Montesinos con la CIA: Nunca comentamos asuntos de
inteligencia".

Sin embargo, la CIA y la DIA no son las únicas agencias
norteamericanas con las que Montesinos está vinculado: un reporte
de la DEA, encargada de la lucha contra el narcotráfico, describe
su preocupación por sus relaciones con el narcotráfico. A pesar
que Montesinos nunca ha sido acusado de traficar con drogas,
aparentemente durante la década pasada él amasó una considerable
fortuna como abogado defensor de los narcos y como representante
de los mismos. En un caso él habría firmado documentos legales en
nombre de un cliente colombiano para alquilar dos edificios en
Lima, en los que luego la policía encontró coca y una
infraestructura para procesarla. En otro, Montesinos habría usado
su influencia con el fiscal para enjuiciar a policías honestos
que habían desbaratado bandas de narcotraficantes. Un reporte de
la DEA concluye que Montesinos tiene amistad con dos prominentes
narcos.

A pesar de esos problemas, Fujimori ha resistido las presiones
para separarlo de su lado. Su relación con él data de la campaña
de 1990, cuando una investigación en las finanzas de Fujimori
revelaron que el candidato y su esposa habían devaluado
sistemáticamente los precios de sus bienes raíces en una serie de
transacciones detectadas por sus oponentes que lo llevaron a él a
la corte por evasión de impuestos. Montesinos logró sacarlos del
embrollo mediante una astuta maniobra legal, de la que Fujimori
se siente aún en deuda.

Las denuncias en su contra tampoco parecen haber afectado las
relaciones de Montesinos con los Estados Unidos: la
Administración Bush nunca se quejó con Fujimori al respecto,
aparentemente porque los servicios de inteligencia lo consideran
como un valioso elemento. Los lazos de Montesinos con Washington
recuerdan a los de Noriega",comenta el Herald. "EI origen de
Noriega también estuvo en asuntos de inteligencia militar".

TRAFICANTES DE ARMAS

Montesinos regresó a Lima de un viaje relámpago a los Estados
Unidos horas antes que el ministro de Defensa peruano, general
Víctor Malca Villanueva, rindiera al Congreso Constituyente un
informe somero sobre el caso Hamilton. El panorama parece similar
al de 1991: las autoridades guardan un prudente silencio mientras
la prensa agita el escenario con informaciones filtradas por las
Fuerzas Armadas peruanas. Fujimori ha restado importancia al
suceso, atribuyéndolo a un manejo interesado de traficantes de
armas, mientras que el usualmente bien informado Diario Expreso
sugiere que Hamilton habría actuado siguiendo instrucciones de un
consorcio europeo relacionado con la fabricación y venta de
armamento a países del Tercer Mundo. (REVISTA VISTAZO N§ 113, PP.
4-10)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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