Quito. 10 sep 98. Este Diario decidió reflejar algunas de las
lógicas que están presentes en el debate sobre un posible
acuerdo definitivo con el Perú. Nuestro papel: el abogado del
diablo.
El líder de los industriales, Gustavo Pinto, no ve desventaja
alguna en concretar la firma de la paz con Perú. Los cambios
serán importantes para el desarrollo económico y social del
país. Según él, las estrategias ya están develadas.
¿En qué condiciones debe firmarse la paz?
Considero, como muchos empresarios nacionales, que el acuerdo,
que significa muchas ventajas se debe firmar según se ha
venido negociando. Por algo se dialogó dos años y, en
especial, los últimos meses, con profundidad y al más alto
nivel, asistidos por la voluntad y decisión de los países
Garantes, sin presiones, en los términos que los dos países se
pusieron de acuerdo. Si bien los resultados no eran
obligatorios, se han presentado todos los argumentos,
información, documentos, incluso mapas virtuales, se ha
revivido la historia... Entonces hay que a culminar esto con
la firma de la paz y desarrollo de la zona fronteriza lo antes
posible.
¿Ceder puntos que aún se discuten sería, de alguna manera,
desconocer la historia y sacrificios de la gente en la
frontera?
No se trata de desconocer a los héroes, de ambos lados, ni se
puede negociar solo viendo un lado. Hay que ver la posición
del otro y buscar que se vea la posición ecuatoriana, eso es
indispensable puesto que en los dos países hay un altísimo
componente político en estas decisiones y es entonces oportuno
que se encuentre una fórmula como creo que sucede en los
últimos días entre los presidentes Mahuad y Fujimori. Eso sí,
tanto en Ecuador como en Perú: el Presidente, Canciller,
Ministro de Defensa, hagan conocer a la población los
detalles, los efectos que tendría la firma del acuerdo para
que no se piense que se está tratando de engañar a la
ciudadanía.
¿Qué tan negativo puede ser revelar las estrategias?
Terminada la negociación, no hay estrategias que esconder, ya
fueron reveladas con la argumentación. Así mismo, cuando los
otros usan su estrategia, el otro lado de la mesa la entiende.
Es tarde para decir que estamos revelando estrategias. Sí
debemos reconocer que el diálogo se dio gracias al éxito
militar ecuatoriano en el 95. Allí se recobró la dignidad y se
logró un espíritu patriótico muy fuerte; se consiguió que Perú
reconozca el problema y acepte sentarse a dialogar. Algo
inédito, porque en sus libros el mapa es cerrado, no hay una
zona en conflicto. Los mapas ecuatorianos siempre pintamos
hasta el Amazonas y ponemos una zona no delimitada por el
Protocolo de Río. Esta es una diferencia para nosotros no es
discutible pero que en Perú no existe. Entonces el lograr que
Perú diga que existe y se siente a negociar fue gracias al
éxito del 95. De allí a tratar de cerrar la frontera por algún
otro punto es mucho más difícil, también debemos reconocer
nuestras debilidades -y no es revelar estrategias si no
reconocer un poco la historia-: Ecuador, nunca dijo por dónde
debía ir la frontera sino recién hasta el año 97. Perú ha
dicho siempre por donde cree que debe ir.
¿Quiere decir que hay que negociar en un marco internacional
definido?
Correcto. Lo que hemos dicho siempre es que el Protocolo de
Río es nulo y que una parte es inejecutable, lo cual solo le
ha hecho daño tras daño al país. Está bien que al inicio del
41 el Gobierno firmó el Protocolo y el Congreso lo ratificó
bajo presión... pero es una durísima realidad y, por tanto, es
hora de cerrar ese capítulo, reconocer ventajas, errores y
avanzar orgullosamente como un Ecuador que pueda dibujar su
mapa completo.
¿Cómo concibe dignidad y soberanía?
Cada ecuatoriano tiene su definición y por eso es difícil
negociar teniendo de por medio que hacer esas definiciones. La
dignidad tiene que ser el honor, el orgullo, el poder
presentarse con la frente en alto en los foros nacionales e
internacionales, el tener la frente limpia de haber hecho lo
mejor. Soberanía es la facultad y posibilidad de tomar las
decisiones que más el convienen al país, sinceramente, con
total libertad. En el país existen altos índices de pobreza y
desocupación, que tenemos que soberana y conjuntamente -no es
cuestión solo del Mandatario- resolver esos problemas
estructurales de nuestro país.
¿Qué tan cohesionados son los gremios de Costa y Sierra sobre
esta concepción?
Total y absolutamente. Habrá diferencias en maneras de
expresar las cosas en mecánicas, pero totalmente de acuerdo en
apoyar al país, al Gobierno, en llegar a una paz pronta y
definitiva. Hemos promovido en todas las cámaras de producción
del país, un proyecto para hacer conocer al Presidente la
opinión de la población. En pocos días hemos reunido más de
30.000 cartas y esperamos más para hacer saber al Presidente
que están de acuerdo. Hicimos una entrega inicial al Canciller
de las primeras 6.000.
¿Cómo ve las críticas de algunos sectores a la Cancillería por
la negociación?
Bueno, no es el cien por ciento de ecuatorianos que van a
apoyar esto. Es indispensable que haya más información
detallada justamente para que la gente tenga más opción de
opinar. Creo que con eso, el espíritu de la gente todavía va a
ser mayor la voluntad de opinar. Obviamente hay gente que se
opone y esto es absolutamente natural y eso hay que respetar.
Eso es democracia, pero creo que es la inmensa mayoría de
ecuatorianos cree que hay que llegar ya a la paz.
¿Qué gana el país?
Muchas cosas: el vivir en paz con su vecino; una reducción en
gastos militares, necesarios pero que en este momento se
requieren diferir; el desarrollar 120 proyectos identificados
en la zona fronteriza, que pueden traer al país unos UDS 1.500
millones y otros 1.500 a Perú, en tres años y en muy buena
parte no reembolsables. Son de inversiones en escuelas,
hospitales, carreteras, caminos vecinales, puentes,
facilidades de aduana, promoción de proyectos agrícolas y
agroindustriales, o sea de desarrollo. Ese dinero, en Ecuador,
hace un cambio estructural muy importante no solo en las zonas
de frontera sino en el país entero.
¿Qué han hecho los gremios empresariales en este proceso y qué
están dispuestos a dar para apoyarlo?
La respuesta es sencilla, todo lo que sea necesario. En 1995
fuimos los primeros en reunirnos con empresarios peruanos en
la frontera en Huaquillas y hacer un acuerdo de apoyo
empresarial a los gobiernos, un pedido de paz, un ejemplo que
fue seguido por otro sectores. Hicimos documentos de apoyo,
participamos en las comisiones de paz. Ahora hacemos esta
campaña de opinión de apoyo a la paz. Lamentablemente a muchos
opuestos a esto no les escuchamos una alternativa. Lo máximo
que se llega a decir es sigamos negociando. Pero negociar por
negociar no lleva a la solución de un problema. Cuando se
inicia un diálogo es necesario llegar a un final. Lo otro
desgasta, sin llegar a cosechar beneficios, manteniendo la
herida abierta.
¿Y qué pierde el país?
Nada. Creo que se gana mucho, no veo que se puede perder más
allá de lo que se ha perdido. Sin la firma, sí se puede perder
mucho: puede volver a cambiar la historia la geografía y cada
vez que esto sucedió fue en contra del país. Entonces, este es
el momento más adecuado de delimitar las posibilidades de
cambio, de ser realistas, pragmáticos.
Con el tratado de libre comercio y navegación habría más
competencia ¿estarían dispuestos a arriesgar más capitales?
Definitivamente. Competir es un reto como se lo hizo con
Colombia. El empresario debe enfrentarse a mercados más
amplios y hacerle al producto ecuatoriano capaz de competir en
el mercado interno y en los externos. Hay muchos ejemplos
válidos: flores, camarón, banano, tableros de madera,
plásticos...
Ante las ventajas de la paz, ¿qué cesiones sociales están
dispuestos a hacer?
No se ha hablado de esto pero creo que no es solo cuestión de
ceder sino de reestructurar al país para ser más competitivos,
con paz o sin paz con Perú.
Los sistemas jurídico, social, político, económico, laboral
público, ecuatorianos necesitan cambios estructurales
profundos. Son costos que están fuera del manejo empresarial.
Todos debemos apoyar con ideas, capitales... (Texto tomado de
El Comercio)
lógicas que están presentes en el debate sobre un posible
acuerdo definitivo con el Perú. Nuestro papel: el abogado del
diablo.
El líder de los industriales, Gustavo Pinto, no ve desventaja
alguna en concretar la firma de la paz con Perú. Los cambios
serán importantes para el desarrollo económico y social del
país. Según él, las estrategias ya están develadas.
¿En qué condiciones debe firmarse la paz?
Considero, como muchos empresarios nacionales, que el acuerdo,
que significa muchas ventajas se debe firmar según se ha
venido negociando. Por algo se dialogó dos años y, en
especial, los últimos meses, con profundidad y al más alto
nivel, asistidos por la voluntad y decisión de los países
Garantes, sin presiones, en los términos que los dos países se
pusieron de acuerdo. Si bien los resultados no eran
obligatorios, se han presentado todos los argumentos,
información, documentos, incluso mapas virtuales, se ha
revivido la historia... Entonces hay que a culminar esto con
la firma de la paz y desarrollo de la zona fronteriza lo antes
posible.
¿Ceder puntos que aún se discuten sería, de alguna manera,
desconocer la historia y sacrificios de la gente en la
frontera?
No se trata de desconocer a los héroes, de ambos lados, ni se
puede negociar solo viendo un lado. Hay que ver la posición
del otro y buscar que se vea la posición ecuatoriana, eso es
indispensable puesto que en los dos países hay un altísimo
componente político en estas decisiones y es entonces oportuno
que se encuentre una fórmula como creo que sucede en los
últimos días entre los presidentes Mahuad y Fujimori. Eso sí,
tanto en Ecuador como en Perú: el Presidente, Canciller,
Ministro de Defensa, hagan conocer a la población los
detalles, los efectos que tendría la firma del acuerdo para
que no se piense que se está tratando de engañar a la
ciudadanía.
¿Qué tan negativo puede ser revelar las estrategias?
Terminada la negociación, no hay estrategias que esconder, ya
fueron reveladas con la argumentación. Así mismo, cuando los
otros usan su estrategia, el otro lado de la mesa la entiende.
Es tarde para decir que estamos revelando estrategias. Sí
debemos reconocer que el diálogo se dio gracias al éxito
militar ecuatoriano en el 95. Allí se recobró la dignidad y se
logró un espíritu patriótico muy fuerte; se consiguió que Perú
reconozca el problema y acepte sentarse a dialogar. Algo
inédito, porque en sus libros el mapa es cerrado, no hay una
zona en conflicto. Los mapas ecuatorianos siempre pintamos
hasta el Amazonas y ponemos una zona no delimitada por el
Protocolo de Río. Esta es una diferencia para nosotros no es
discutible pero que en Perú no existe. Entonces el lograr que
Perú diga que existe y se siente a negociar fue gracias al
éxito del 95. De allí a tratar de cerrar la frontera por algún
otro punto es mucho más difícil, también debemos reconocer
nuestras debilidades -y no es revelar estrategias si no
reconocer un poco la historia-: Ecuador, nunca dijo por dónde
debía ir la frontera sino recién hasta el año 97. Perú ha
dicho siempre por donde cree que debe ir.
¿Quiere decir que hay que negociar en un marco internacional
definido?
Correcto. Lo que hemos dicho siempre es que el Protocolo de
Río es nulo y que una parte es inejecutable, lo cual solo le
ha hecho daño tras daño al país. Está bien que al inicio del
41 el Gobierno firmó el Protocolo y el Congreso lo ratificó
bajo presión... pero es una durísima realidad y, por tanto, es
hora de cerrar ese capítulo, reconocer ventajas, errores y
avanzar orgullosamente como un Ecuador que pueda dibujar su
mapa completo.
¿Cómo concibe dignidad y soberanía?
Cada ecuatoriano tiene su definición y por eso es difícil
negociar teniendo de por medio que hacer esas definiciones. La
dignidad tiene que ser el honor, el orgullo, el poder
presentarse con la frente en alto en los foros nacionales e
internacionales, el tener la frente limpia de haber hecho lo
mejor. Soberanía es la facultad y posibilidad de tomar las
decisiones que más el convienen al país, sinceramente, con
total libertad. En el país existen altos índices de pobreza y
desocupación, que tenemos que soberana y conjuntamente -no es
cuestión solo del Mandatario- resolver esos problemas
estructurales de nuestro país.
¿Qué tan cohesionados son los gremios de Costa y Sierra sobre
esta concepción?
Total y absolutamente. Habrá diferencias en maneras de
expresar las cosas en mecánicas, pero totalmente de acuerdo en
apoyar al país, al Gobierno, en llegar a una paz pronta y
definitiva. Hemos promovido en todas las cámaras de producción
del país, un proyecto para hacer conocer al Presidente la
opinión de la población. En pocos días hemos reunido más de
30.000 cartas y esperamos más para hacer saber al Presidente
que están de acuerdo. Hicimos una entrega inicial al Canciller
de las primeras 6.000.
¿Cómo ve las críticas de algunos sectores a la Cancillería por
la negociación?
Bueno, no es el cien por ciento de ecuatorianos que van a
apoyar esto. Es indispensable que haya más información
detallada justamente para que la gente tenga más opción de
opinar. Creo que con eso, el espíritu de la gente todavía va a
ser mayor la voluntad de opinar. Obviamente hay gente que se
opone y esto es absolutamente natural y eso hay que respetar.
Eso es democracia, pero creo que es la inmensa mayoría de
ecuatorianos cree que hay que llegar ya a la paz.
¿Qué gana el país?
Muchas cosas: el vivir en paz con su vecino; una reducción en
gastos militares, necesarios pero que en este momento se
requieren diferir; el desarrollar 120 proyectos identificados
en la zona fronteriza, que pueden traer al país unos UDS 1.500
millones y otros 1.500 a Perú, en tres años y en muy buena
parte no reembolsables. Son de inversiones en escuelas,
hospitales, carreteras, caminos vecinales, puentes,
facilidades de aduana, promoción de proyectos agrícolas y
agroindustriales, o sea de desarrollo. Ese dinero, en Ecuador,
hace un cambio estructural muy importante no solo en las zonas
de frontera sino en el país entero.
¿Qué han hecho los gremios empresariales en este proceso y qué
están dispuestos a dar para apoyarlo?
La respuesta es sencilla, todo lo que sea necesario. En 1995
fuimos los primeros en reunirnos con empresarios peruanos en
la frontera en Huaquillas y hacer un acuerdo de apoyo
empresarial a los gobiernos, un pedido de paz, un ejemplo que
fue seguido por otro sectores. Hicimos documentos de apoyo,
participamos en las comisiones de paz. Ahora hacemos esta
campaña de opinión de apoyo a la paz. Lamentablemente a muchos
opuestos a esto no les escuchamos una alternativa. Lo máximo
que se llega a decir es sigamos negociando. Pero negociar por
negociar no lleva a la solución de un problema. Cuando se
inicia un diálogo es necesario llegar a un final. Lo otro
desgasta, sin llegar a cosechar beneficios, manteniendo la
herida abierta.
¿Y qué pierde el país?
Nada. Creo que se gana mucho, no veo que se puede perder más
allá de lo que se ha perdido. Sin la firma, sí se puede perder
mucho: puede volver a cambiar la historia la geografía y cada
vez que esto sucedió fue en contra del país. Entonces, este es
el momento más adecuado de delimitar las posibilidades de
cambio, de ser realistas, pragmáticos.
Con el tratado de libre comercio y navegación habría más
competencia ¿estarían dispuestos a arriesgar más capitales?
Definitivamente. Competir es un reto como se lo hizo con
Colombia. El empresario debe enfrentarse a mercados más
amplios y hacerle al producto ecuatoriano capaz de competir en
el mercado interno y en los externos. Hay muchos ejemplos
válidos: flores, camarón, banano, tableros de madera,
plásticos...
Ante las ventajas de la paz, ¿qué cesiones sociales están
dispuestos a hacer?
No se ha hablado de esto pero creo que no es solo cuestión de
ceder sino de reestructurar al país para ser más competitivos,
con paz o sin paz con Perú.
Los sistemas jurídico, social, político, económico, laboral
público, ecuatorianos necesitan cambios estructurales
profundos. Son costos que están fuera del manejo empresarial.
Todos debemos apoyar con ideas, capitales... (Texto tomado de
El Comercio)
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