Quito. 8 sep 98. Se tiene la impresión de que el papel que
usted está jugando en el proceso de paz sigue inspirado en el
deber ser. El Presidente dijo cómo había recibido la
negociación con el Protocolo, el fallo de Dias de Aguiar y el
parecer que el Ecuador no aceptó. ¿Usted. admite que ese es el
escenario de la negociación?

La verdad es que en el país nos hemos acostumbrado a forjar
una verdad y después adaptar los hechos a la verdad forjada.
Primero nos imaginamos al general Moncayo como queremos verlo
y después adaptamos todo lo que él piensa y dice a esa visión.


El problema no es Usted sino su visión...

Me refiero a eso precisamente. Yo procuro ser objetivo en los
análisis porque el estratega, y mucho más el aspirante a
estadista, tiene que ser pragmático. Vuelvo a la idea de
Kissinger de que para el estadista el mundo debe ser entendido
como es y no como quisiera que sea.

Justamente por eso, admite usted, pues, que en la negociación
hay mecanismos ya estipulados, un marco y realidades jurídicas
que, en parte, están dados.

Yo quisiera que usted recoja todas mis declaraciones
anteriores y va a ver que están absolutamente en la línea de
lo que usted acaba de expresar. Cuando todavía estaba
uniformado se acordará que dije era necesario que al país se
le diga la verdad.

Se había creado la idea de que la paz estaba más cerca que
nunca, que la solución conveniente estaba más cerca que nunca
y yo, que era parte de algunos organismos como el Consejo de
Seguridad y la Junta Consultiva, veía que no había ningún
avance objetivo y que el Perú no cedía ni un milímetro de sus
más extremas pretensiones.

Entonces dije que al país había que decirle la verdad: era
para que se hiciera un análisis objetivo del avance de las
negociaciones para que no estemos engañados con la idea de que
todo estaba saliendo muy bien.

Cuando en los últimos días se planteó que había una
contrapropuesta que se iba a llevar a Panamá, ¿qué dije? Que
sería conveniente que se activen los órganos, las
instituciones, que tiene el Ecuador como un estado moderno que
es, que son las que deben participar asesorando al Presidente
para que sus decisiones sean las mejores.

En un momento dije que es importante que el pueblo esté
enterado del proceso de negociación. Creo que el Canciller
desde una visión honesta de su forma de informar se ha reunido
más de 150 ocasiones con grupos reducidos y él considera que
informó y que esa información fue difundida. La verdad es que
eso no ha sucedido. Yo me he reunido con los 18 diputados de
mi bloque y los interrogué sobre su conocimiento del estado de
las negociaciones: ninguno, ni el general Yandún, estaba
informado.

Cuando los 121 diputados le llamaron al Canciller es porque no
estaban informados.

No es malo pedir información. Pero algunos políticos dan la
impresión de querer que la negociación se haga pública.

Nadie ha dicho que se ponga en tapete los elementos de la
negociación porque yo soy un estratega y hay también una
estrategia de negociación. No voy a pretender que se abran las
cartas de esa estrategia inoportunamente, pero hay muchas
cosas que es importante ir informando.

Usted da la impresión de ser un francotirador. Cuando critica
no dice cuáles son las alternativas pero situándolas al
interior de los límites que ya reconoció que existen.

Magnífica su pregunta. No hay peor sordo que el que no quiere
oír y aquí hay algunos sordos de conveniencia en los que
rebotan mis razones y triunfan sus prejuicios. No digo que ese
sea su caso. Nosotros sabemos exactamente los límites de la
negociación, por eso hemos pedido al país qué estamos
negociando. Por eso, de alguna manera, me he transformado en
un francotirador, sí en un francotirador de la verdad, porque
a falta de voces transparentes que orienten la gente acude a
quien dice con solvencia y conocimiento y con un sincero amor
a su país la verdad objetiva.

Es evidente que el presidente Sixto Durán aceptó la vigencia
del Protocolo de Río de Janeiro. Eso es un hecho. Jamás he
dicho que debemos negociar conforme al tratado de Guayaquil.
Jamás el general Moncayo ha dicho "Tumbes, Huancabamba o la
guerra".

Muchos reconocen ese hecho, que se aceptó negociar conforme al
Protocolo, pero no sacan las conclusiones de lo que eso
implica...

Se aceptó negociar conforme al Protocolo, pero manteniendo los
impasses subsistentes y esos impasses fueron puestos por
escrito y no eran objetables. ¿Qué eran esos impasses? La
inejecutabilidad parcial y la salida soberana al Amazonas, al
sistema Marañón. ¿Qué implica eso? Que se pueden definir los
objetivos de la negociación en esos términos, esto habría sido
lo deseable.

En el proceso de negociación se nos dijo a los ecuatorianos
que la salida soberana era inaceptable para el Perú, lo que de
hecho constituía un veto. Se aceptó que se le vete y se habló
de que se debería desagregar el concepto soberanía y se dijo,
en términos muy parecidos a los que voy a decir, que el Perú
estaba dispuesto a hacer una concesión de un área
suficientemente amplia en el sistema Marañón Amazonas, donde
el Ecuador podría tener instalaciones, lugares de transporte,
con puertos, aeropuertos, una carretera que conecte al
territorio nacional sin soberanía sino con una aproximación a
la soberanía a la que se calificó de funcional.

¿No se ve qué no es lo que se le ha dicho al país?

No se le ha dicho que, después de que aceptamos el cronograma
cuando fue la comisión negociadora del Tratado de Comercio y
Navegación a Buenos Aires, el Perú dijo no concedemos nada,
solamente la navegación por los ríos Napo y Putumayo pues solo
esos son afluentes septentrionales del Amazonas.

¿Dónde estaba pues la soberanía funcional, la desagregación
del concepto de soberanía, esa área suficientemente amplia
donde podríamos tener inclusive una policía no armada? Todo
eso ofreció el Perú para irnos conduciendo a la negociación y
después, cero.

Lo importante es saber en su lógica, ¿hasta dónde cree Usted
que es reversible esa situación?

A eso voy a llegar, pero es un tema complejo y no puedo llegar
a esa respuesta sin informarle de antecedentes que son
importantes para poder hablar de este tema. El Ecuador, sobre
certezas geográficas y jurídicas, plantea que la
inejecutabilidad sea arbitrada. ¿No cree que nuestra
diplomacia no ha de ser ingenua al extremo de pedir que se
arbitre el tema sin tener certezas de la solidez de sus
posiciones jurídicas y geográficas?

¿Pero qué podía hacer la Cancillería ante ese parecer, fuera
de decir que no compartía sus conclusiones?

Estoy absolutamente de acuerdo con lo que ha hecho la
Cancillería. Esta hace lo que debía hacer y simplemente no
acepta el parecer. Pero, !oh sorpresa! inmediatamente el Perú
dice que el parecer es dictamen y las tropas peruanas
comienzan a querer ocupar el territorio que según ellos el
dictamen les atribuye.

¿Y qué hace el Ecuador? Poner a sus tropas en alerta en esa
misma línea y por eso se produce esta aproximación de tropas,
no porque el Ecuador haya ido a ocupar nada.

Aquí se presenta un elemento que daña completamente la
negociación, cuando un sector muy respetado -yo soy un
demócrata- comienza a difundir en el país que nunca hemos sido
amazónicos, que Quito solo ha sido un tambo del descubrimiento
del Amazonas que ha venido desde el Perú, que hemos vivido
engañados, que hay que rescribir la historia, que no tenemos
identidad. Créame que eso en el momento de tomar una decisión
es simplemente o un extremo de inocencia o un extremo de mala
fe. Cuando me han entrevistado del Perú, me dicen pero General
entienda que usted se ha quedado solo. Vea lo que dice el
señor Jijón, vea lo que dice el señor Ponce, vea lo que dice
el señor Corral, vea lo que dice el doctor Durán, vea lo que
dice la señora Briones, ¿no se da cuenta que usted está solo
en su país? La mínima actitud objetiva en el momento de una
negociación es no dar argumentos a la otra parte. La mínima
actitud estratégica es quedarse callado cuando usted está
negociando un tema tan delicado.

En democracia, una de las reglas es poder disentir.

Pero cuando el general Moncayo habla para ayudar a que el
proceso marche, como no coincide con los negadores de la
historia, hay que atacarlo.

Pero cuando los que hacen tanto daño a la negociación con
argumentos en contra de nuestra tesis que los asimila la parte
contraria y lo asimilan los garantes, entonces eso está bien.

Es un deber de un ecuatoriano procurar tener el mejor
resultado posible. Nadie está diciendo que queremos Tumbes,
Huancabamba, Marañón o la guerra y mucho menos que soy un
defensor de la guerra.

En sus críticas, Usted no apunta las salidas dentro de los
límites que la negociación impone.

Bueno es una percepción equivocada porque cuando usted aporta
con un consejo, con una idea no es una crítica, trata de ser
un aporte. Cuando usted dice que se informe el país
debidamente del avance de la negociación lo hace pensando
positivamente y con el conocimiento histórico de que si el
momento menos pensando le salimos a decir al país que por
ejemplo hemos perdido Tiwintza, todo lo que es Base Sur, aquí
puede haber una reacción que afecte a la paz social y eso yo
no quiero. Valoremos ese bien enorme de nuestro país de ser un
país de paz, a pesar de esta enorme violencia estructural que
hay en la injusticia, en la exclusión, en el abandono de
tantos ecuatorianos a su miseria, a su pobreza.

¿No cree que algunos están acusando a la Cancillería
injustamente porque no quieren asumir los costos que implica
terminar con este conflicto?

Yo soy un militar y quiero decirle que las limitaciones de
guerrear son muy parecidas a las limitaciones de la
diplomacia. Y estas limitaciones están dadas por la naturaleza
del entorno estratégico en que se negocia y por las
condiciones del poder nacional con que se cuenta. De manera
que yo sería absolutamente injusto si pidiera milagros a la
Cancillería. A un General en el campo de batalla usted no le
puede pedir milagros pero sí le puede pedir que haga todo lo
mejor posible para obtener el mejor resultado posible. No le
voy a pedir a la Cancillería milagros pero sí me parece que es
oportuno prevenirle de cometer errores con ligereza o errores
por una mala interpretación del entorno y de las
posibilidades. Si la Cancillería al término de este camino le
dice al país que ha negociado poniendo por delante toda su
mejor capacidad y utilizando cada circunstancia de la mejor
manera para defender una nación, nadie le puede pedir más.
Pero no se puede negociar como no se puede guerrear con
posiciones derrotistas.

¿No está diciendo que la Cancillería las tiene?

No creo que pueda tenerlas, y lo que es más yo puedo admitir
que el Canciller tiene una gran sensibilidad para escuchar y
tengo que admitir también que por eso hablo, porque si supiera
que ahí hay un muro impenetrable no hablaría.

¿Usted está de acuerdo con algunos sectores que acusan al
Canciller de traidor?

No me haga una pregunta que no la merezco.

Es importante saber qué piensa a ese respecto.

He dicho reiteradamente que aquí no hay patriotas, patrioteros
ni vendepatrias. Aquí hay patriotas que tienen distintos
puntos de vista. Para mí el señor Ponce del diario Hoy que me
insulta todos los días es un patriota, él está viendo lo mejor
para el país desde su óptica. Yo estoy pensando lo mejor para
mi país desde mi óptica. Este no es un país de traidores, este
no es un país de vendepatrias. Este no es un país de
patrioteros. Este es un país de ecuatorianos que están
angustiados por el momento y que cada cual quisiera lo mejor
desde su óptica.

Lo que tiene que hacer el estratega es evitar la subjetividad
desde las ópticas parciales para buscar una línea estratégica
que procure encontrar el camino para defender de la mejor
manera el interés nacional. (Texto tomado de El Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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