Gerardo Quimí Galecio, afectado de dengue clásico, permanece asilado en una de las salas del Hospital de Infectología de Guayaquil desde el sábado anterior, cuando empezó a sentir escalofríos y mareos. Su familia lo visita tan seguido como se lo permite su escuálida economía.
Gerardo aún no está seguro de cómo se contagió. Pudo haber sido en su casa, ubicada en el sector del Guasmo Sur, en la cooperativa Proletarios con Tierra, al sur de la ciudad, pues aunque la temporada de lluvias aún no llega con toda su fuerza, la carencia del servicio de agua potable hace que él y sus vecinos improvisen depósitos para conservar el líquido, creando el medio ideal de proliferación del Aedes aegypti, transmisor del dengue.

Pero también pudo haber sido infectado cerca de su trabajo, en una fábrica ubicada en el kilómetro cinco de la vía a Durán, casi a orillas del río Guayas. "Hay hierba crecida y los mosquitos abundan, sobre todo a la hora de la salida, cuando oscurece", dice recostado en una de las camas.
El 60% de la población ecuatoriana vive en áreas de transmisión de enfermedades, según reportes del Ministerio de Salud. Los focos de proliferación, donde los mosquitos ponen sus huevos, son las superficies de aguas estancadas, almacenadas en tarros, en botellas, en llantas, entre otras.
Doce provincias fueron declaradas en alto riesgo sanitario, la semana pasada, pero todos los laboratorios del Servicio Nacional de Erradicación de la Malaria (SNEM) sufren por la escasez de químicos, vehículos deteriorados y carencia de personal, sobre todo de microscopistas, que realizan los exámenes en los laboratorios del SNEM y en las Direcciones Provinciales de Salud.
La mayoría de los microscopistas tienen contratos temporales con una de las dos entidades o con los Municipios, pero rara vez son renovados. Todo depende de los cambios de autoridades. Esto se hace sentir especialmente en Los Ríos, que presenta el más alto índice de malaria (1 310 casos en las tres primeras semanas de enero), y que solo cuenta con 18 microscopistas. En El Oro, donde se registra 18 casos confirmados de dengue clásico y uno de dengue hemorrágico en lo que va del año, los pacientes se ven disuadidos de acudir al Instituto de Higiene por tener que pagar los exámenes.
El director del SNEM, Carlos Ledesma, sostiene que hay suficiente medicina para los tratamientos, pero que para las fumigaciones tienen un déficit de deltametrina y alfacipametrina, los componentes del abate. Lo poco fue repartido durante la reunión del Consejo Técnico Regional, en Guayaquil, a provincias de la Costa y la Amazonía, con la advertencia de que el uso "debe ser estricto".
Aunque en el país no hay "datos exactos" sobre epidemiología, las mayores transmisiones de dengue y malaria ocurren en Loja, Napo, Sucumbíos, Zamora Chinchipe, Guayas, El Oro, Los Ríos y Manabí, en esta última el mosquito transmisor encontraría su hábitat ideal en las presas de agua Poza Honda, La Esperanza y en cientos de kilómetros de canales de riego que atraviesan la provincia.
Ricardo Giler, director del Hospital de Infectología José Daniel Rodríguez de Guayaquil, dice que las áreas predominantes de procedencia están en Durán, pese a que en esta semana en áreas suburbanas de Guayaquil, como los Guasmos, se ha registrado un incremento de los casos de dengue.
Para la movilización de los materiales para la fumigación y prevención, solo en el área urbana de Guayaquil, se necesitarían 20 vehículos, pero al momento solo seis están en condición de circular.
El paciente de Infectología se queda pensativo cuando escucha que de los cinco casos de dengue hemorrágico confirmados en Guayas, dos son del Guasmo Sur. Gerardo Quimí sabe que su barrio es uno de los más propensos al contagio, y para él, "no es tan simple decir que hay que eliminar los recipientes con agua, cuando no se tiene otra manera de conseguirla".
En Huaquillas, El Oro, zona fronteriza, existe un foco de infección en el canal internacional que une a Ecuador con Perú. Entre tanto, en la provincia de Esmeraldas, persisten los problemas de infraestructura obsoleta y falta de medicamentos. (DV-CHM)

Riesgo inminente y advertido en la franja costera

El temor y la alarma predominan entre las autoridades de Salud de las provincias que están ubicadas en la franja costera, donde los ciudadanos reclaman urgentes labores de fumigación para prevenir la propagación del dengue y la malaria. Tal es el caso de Manabí, en donde sus habitantes deben convivir, cada año, con las amenazas epidemiológicas que reaparecen durante la temporada lluviosa.
Según las autoridades de Salud de esa provincia, existen dos causas para la proliferación de estas enfermedades: primero, la proximidad de las poblaciones a las presas de agua, especialmente a la Esperanza; segundo, es la falta de colaboración de las personas para combatir las plagas, pues no existe conciencia en la población sobre la lucha contra los vectores.
En Huaquillas, El Oro, se han registrado más de 15 casos de paludismo en el primer mes de 2003. Los puestos de vigilancia epidemiológica se limitaron a coordinar con laboratorios y centros de Salud la realización de talleres de capacitación para combatir el paludismo y dengue, pues El Oro aún es la provincia con menos casos.
"En cuanto a medicamentos para combatir la malaria (primaquina y cloroquina), los insumos son suficientes y las acciones de preveción son las adecuadas", manifestó el jefe del SNEM, Efraín Beltrán. (CHM)

Una combinación mortal circula por el ambiente

Dos casos de dengue hemorrágico en diciembre del año anterior, y uno en 2003 fueron confirmados por el Instituto de Higiene de Guayaquil y remitidos al hospital de Infectología José Daniel Rodríguez Maridueña, donde recibieron asistencia. Su estado de salud es, al menos, estable.
En el puerto principal, el cantón Durán (donde se han registrado dos casos hemorrágicos y tres de dengue clásico) y en otras zonas del país circula el serotipo (tipo de virus) tres de dengue, y no solo el uno, dos y cuatro: la combinación de cualquiera de ellos con el tercero, todos transmitidos por el mosquito Aedes aegypti, es lo que causa el dengue hemorrágico, el temor de los epidemiólogos. Lo admite Patricio Toledo, director técnico del Hospital León Becerra de Milagro, en Guayas. Y el problema es que quienes ya tuvieron el dengue clásico están sensibilizados, alrededor de dos millones de personas, según informó el ministro de Salud, Francisco Andino, tienen alto riesgo de contraer, con otra picadura de un mosquito infectado, el dengue hemorrágico.
El panorama de lo que pueda ocurrir aún es incierto, ya que "se requieren más de $8,8 millones para iniciar el Plan de Concienciación, y se analiza la posibilidad de pasar de la declaración de zonas de alto riesgo sanitario a una emergencia total. (CHM).

Las consecuencias de la falta de infraestructura se reflejan en los barrios de Babahoyo

Las lluvias esporádicas, la insalubridad y la falta de infraestuctura han causado un notable incremento de los casos de paludismo en Babahoyo, Los Ríos.
El mes de enero, según un reporte médico del director técnico del hospital Martín Icaza, José Garnica Vargas, la capital fluminense cierra con 361 casos confirmados de paludismo y dos personas con dengue clásico diagnosticado. Sin embargo, las labores de fumigación se han retrasado en Babahoyo, Quevedo, Vinces, Ventanas y otros cantones, debido a que los vehículos del SNEM (en el sector 27) se encuentran dañados y no existe personal contratado para contrarrestar una posible epidemia. Solo en Babahoyo, las labores de fumigación se realizan por tres empleados.

"El mayor foco infeccioso son los barrios suburbanos. Allí es donde se han realizado esporádicas fumigaciones y labor comunitaria para concienciar a los ciudadanos", explica Garnica. No obstante, añade, otras de las enfermedades características de la pobreza son la salmonelosis y la tifoidea, que han ocasionado 67 y 49 pacientes enfermos, respectivamente. "El paludismo predomina, pues hemos llegado a tener un promedio de 15 casos por día", sostiene.
¿Qué debe hacer la población para evitar la expansión de los vectores? Limpiar los canales donde se acumulan las aguas lluvias, eliminar los criaderos que existen en llantas viejas y botellas y no "automedicarse". Esa es la principal recomendación de Patricio Toledo, director técnico del hospital León Becerra de Milagro, en Guayas, lugar donde se han registrado dos casos confirmados de dengue clásico. (CHM)

LAS ACLARACIONES CLAVES

El dengue llega con el mosquito Aedes aegypti

El dengue es una enfermedad transmitida por el mosquito Aedes aegypti, en la época lluviosa. Se clasifica en clásico y hemorrágico. El primer tipo presenta síntomas como fiebre (que dura de tres a cinco días), cefalea intensa, anorexia, alteraciones del aparato gastrointestinal y erupción.
En la segunda variedad existen infecciones, permabilidad vascular, manifestaciones hemorrágicas extraordinarias y ataque de órganos específicos. Su período de incubación es de tres a 14 días. Se caracteriza por ser mortal. (CHM)

El paludismo o malaria, y la desorientación y el delirio

La malaria o paludismo llega con las lluvias, producida por el mosquito anofeles. Presenta cuatro tipos: plasmodium vivax (mortal), malariae, falciparum y ovale. Los síntomas de los primeros días de la infección (fiebre, cefalea, escalofrío, sudoración y dolor en articulaciones) se asemejan a enfermedades bacterianas, virales y parasitarias. Es causa posible de coma y otros síntomas como la desorientación y el delirio. La aparición del cuadro clínico es de unos 12 días para el falciparum, 14 para vivax y ovale y 30 días para malariae. (CHM)

Lluvias traen problemas para los sectores pobres

La temporada lluviosa, la insalubridad, la falta de infraestructura, entre otros aspectos, son los "compañeros inseparables" de las enfermedades de la pobreza: cólera, leishmaniasis, tifoidea, salmonelosis e infecciones intestinales y respiratorias. Tanto en los barrios marginales de Guayaquil como en las zonas rurales del país, la difícil situación que afrontan los habitantes -en materia de Salud- es evidente. Según investigaciones de las ONG, las enfermedades infectocontagiosas ocupan el segundo puesto en el escalafón. (CHM)

ANALISIS

La falta de prevención es también una manera de matar

"No tengo excusas, no tengo buenas razones; estoy seguro de que nadie lo entenderá", escribió Mark Barton, el famoso asesino de Atlanta, tras matar a martillazos a su esposa y a sus dos hijos en el hogar familiar, en julio de 1999, antes de ingresar a las oficinas de operaciones bursátiles de Atlanta para asesinar a nueve personas y luego suicidarse.
La frase, aunque pudiera parecer traída de los cabellos, puede ser usada por las autoridades de la Salud que nada han hecho para evitar que se repitiera, de manera cíclica, un problema sanitario por el que solo se responsabiliza a la pobreza. Si no, ¿qué excusas o qué razones se pueden esgrimir para justificar la existencia de carros que se han dejado deteriorar en el Servicio de Erradicación de la Malaria, o para que exista material que nunca se usó, por negligencia de tal o cual funcionario? ¿Qué excusas existen para que no se haya modernizado un organismo que se queja por falta de recursos, pero que desperdició muchos de esos recursos?
Como en otros años, se vuelve a hablar de una posible emergencia y se recomienda eliminar los focos de infección del dengue y el paludismo, pero la situación es tan precaria en las zonas marginales que sus habitantes creen que esa es una tarea imposible. ¿Quién podrá alegar una excusa para justificar esos crímenes? No hacer nada para prevenir la muerte es una manera de matar, lenta y silenciosamente. (JT). (BLANCO Y NEGRO)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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