Quito. 7 dic 97. El fatal incendio ocurrido en la Bahía de
Guayaquil, originó una agresiva campaña en contra de los
explosivos.

El viernes, como ayer sábado, se decomisaron grandes
cantidades de las mortales "tumba casas" y "camaretas",
escondidos en los negocios de los comerciantes.

Sin embargo, algunos ciudadanos consideran a estos actos como
"tardíos", que "no combaten directamente a los lugares donde
producen los explosivos".

Mientras tanto, las actividades retornaron a la Bahía casi
inmediatamente.

El saldo del flagelo aún no es determinado con precisión, pues
mientras las cifras oficiales de la Gobernación mencionan
siete fallecidos, el hospital Luis Vernaza reportó 11.

Pese a todo, el negocio de los explosivos parece sobrevivir a
los incendios. "La razón es sencilla: vendiendo estas cosas se
gana en dos meses lo que normalmente se gana en cuatro o cinco
vendiendo ropa u otra mercadería".

El lugar de fabricación de estos materiales está en el centro
interandino del país. En talleres artesanales se elaboran,
sin ninguna norma de seguridad, los tradicionales torpedos,
voladores, castillos, vacas locas, etc.

DOLOROSA RECONSTRUCCION

Un día después del incendio en la Bahía, la normalidad ha
retornado casi completamente a este sector de comerciantes.
Del desastre, solo quedan los hierros retorcidos y los
escombros de mercaderías.

El número de quioskos afectados asciende a cuarenta, pero el
resto retomó su intensa actividad como si nada hubiese pasado.
"La vida continúa y no hay tiempo de llorar", comentó Antonio
Espinoza, un vendedor de gafas "Ray-Ban, de las legítimas",
según él asegura.

Pero pese a las apariencias, las cosas no siguen igual. Entre
los comerciantes afectados existe un profundo resentimiento,
por lo que algunos llaman "pagar justos por pecadores".

Este es el caso de los que se ubican en la Asociación "Huayna
Cápac", una de las más perjudicadas con el flagelo. "Son los
de la 10 de Agosto los que se dedican al comercio de
explosivos, y nosotros les advertimos el peligro que
representaba que los embodeguen aquí mismo. Pero no nos
hicieron caso", explica indignada Rosa Merchán, mientras
limpia los jabones y lociones que ella vende desde hace quince
años. "Nosotros nunca hemos vendido estas cosas. Ahora resulta
que en las noticias aparecemos como los culpables de la
tragedia. No es justo".

Otros se encuentran de un comprensible mal humor y los más
católicos aceptan con resignación, y agradecen el estar con
vida. Por eso la imagen del Divino Niño, ubicada a escasos
metros de las escenas de fuego, y "que se salvó de milagro",
ahora es venerada con más devoción. Decenas de comerciantes
permanecían largo rato dando gracias por no resultar
afectados.

Pero volviendo la mirada a la tierra, los problemas se
multiplican. Nelly Ruiz López, perteneciente a la asociación
23 de Septiembre, perdió 45 millones de sucres invertidos
exclusivamente en ropa. Ahora no tiene dinero para cubrir los
cheques con los que se endeudó.

"Hasta ahora no salimos del asombro, de la confusión. Espero
que todos los compañeros nos reunamos y entre nosotros nos
ayudemos. En estos momentos la solidaridad es importante".

ACTUACION TARDIA

Lo que también disgusta a muchos es el "show" que montó la
Policía, después del siniestro, con el decomiso de los
explosivos. "Esperan que pase una desgracia para actuar. La
Policía tiene perfecto conocimiento de la existencia de estos
almacenamientos y lo sabe porque todos los años es la misma
historia. Ahora intentan quedar bien cuando ya es demasiado
tarde", comenta una madre que se encuentra comprando adornos
navideños.

Tal vez por esta razón, el intendente Alfredo Chacón declaró
"que no se siente obligado a renunciar" pese a esta desgracia.
En la tarde, el Gobernador Rafael Guerrero anunció su remoción
y la de diez inspectores más "por negligengia en el ejercicio
de sus funciones". Uno de los inspectores, Carlos Zamora, se
defendió de la manera más sencilla que encontró: "¿Cómo vamos
a actuar si nunca nos ordenaron hacerlo?"

AMBATO FABRICA SIN SEGURIDADES

La fabricación de los petardos y infinidad de juegos
pirotécnicos han ocasionado más de una desgracia en la
provincia Tungurahua.

El último accidente ocurrió en la ciudad de Ambato, hace tres
meses, cuando a causa del incandecente sol se activaron los
juegos pirotécnicos que se expendían en la calle Espejo y
Cevallos, lo que provocó una explosión fuerte que
ventajosamente no causó la muerte de personas pero sí dejó a
cinco comerciantes con heridas de consideración y ventanales
rotos de edificios aledaños.

La Intendencia de Policía ordenó el decomiso de estos
artículos que se expendían libremente en la calle, pero los
comerciantes se dieron modos para ocultarlos y venderlos
clandestinamente.

Con lo sucedido en Guayaquil, el gobernador Wilson Santana
anunció que dispondrá operativos de control pero los
comerciantes informales que comienzan a instalar sus puestos
para el feriado de Navidad y Año Nuevo acudieron desde la
semana anterior masivamente a los centros de fabricación de
los juegos pirotécnicos para adquirirlos, a pesar de la
prohibición existente para su libre expendio.

En los talleres artesanales en donde se fabrican los
tradicionales torpedos, voladores, castillos, vacas locas e
infinidad de juegos en base de materiales explosivos,
especialmente en Izamba y barrio El Tambo del Cantón Pelileo,
también han sucedido más de un accidente que han terminado con
la vida de sus dueños, trabajadores y humildes viviendas.

La última tragedia ocurrió en la comunidad de Yacupamba, a 10
minutos de la ciudad de Ambato, con el fallecimiento de una
persona y la destrucción de una casa campesina.

El Terminal Terrestre de Ambato también fue escenario de la
explosión de camaretas y juegos pirotécnicos que ciudadanos
guayaquileños adquirieron para llevar al puerto, a inicios de
la presente década.

Los juegos explosivos fueron activados y terminaron con la
vida de media decena de personas que resultaron despedazadas y
la destrucción de un pequeño restaurante del terminal.

Las autoridades tampoco han hecho nada para evitar la
fabricación de estos artículos en la comunidad de El Tambo de
Pelileo, a pesar de estar junto a la feria del jean, que se
realiza todos los fines de semana en plena vía pública, vía a
Baños.

Una explosión en estas circunstancias podría acabar con la
vida de decenas de personas que acuden multitudinariamente
todas las semanas.

OTRO POLVORIN EN QUITO

En las calles aledañas a la avenida 24 de Mayo, hay por lo
menos 10 sitios donde se fabrica y se vende toda variedad de
juegos pirotécnicos, desde camaretas, voladores, hasta enormes
castillos de varios pisos con estructura de carrizo.

Es difícil encontrar alguno, porque los vendedores saben que
se trata de un negocio peligroso, por eso los mantienen
semiclandestinos.

MERCADERIA OCULTA

Cuando alguien se acerca a preguntar sobre la mercadería, se
muestran recelosos y enseñan únicamente los voladores, pero
conforme presienten que podría resultar un buena venta, sacan
el resto, generalmente oculto en otra habitación, dentro de
sacos o cartones.

En la calle Bahía de Caráquez, cerca del cementerio de San
Diego, HOY pudo encontrar, por informaciones de los vecinos,
un sitio donde se puede comprar una camareta por 5.000 sucres,
una docena de voladores, por 20.000 o una vaca loca, por
100.000.

Según la dueña de este lugar, ella y su familia fabrican estos
artefactos por pedido en épocas de fiestas y, desde que se
prendieron las de Quito, ha perdido la cuenta de cuántos
voladores y camaretas ha vendido, pero espera seguir vendiendo
más, no en vano guarda todo un arsenal debajo de un viejo
catre de madera.

ES UN POLVORIN

Si alguien soltara una chispa en ese sitio, es fácil
imaginarse el resultado. Pese a ello, el peligro no parece
preocuparle a la mujer, que sigue sacando voladores de todos
los rincones. "Estos se venden más, los otros no tanto, porque
solo son de luces, en cambio estos explotan en el aire y eso
le gusta más a la gente".

En el sector de Cotocollao también se venden este tipo de
artefactos explosivos. El 5 de diciembre el cuartito donde se
almacenan los castillos y camaretas estaba vacío a causa de
los múltiples pedidos. Los fabricantes aseguran que tienen
cuidado de no fabricarlos en ese mismo lugar, sino en un
taller ubicado en la vía a Nono.(DIARIO HOY) (P.1-A y 3-A)
EXPLORED
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