Guayaquil. 04 ene 98. Los problemas crecen, a las inundaciones
se suman las bandas de delincuentes. Las casas abandonadas son
saqueadas.

La llegada del Nuevo Año no deparó mayores sorpresas a 46
familias del barrio Chionani, en el cantón Santa Lucía.

Los monigotes de año viejo no fueron quemados sino lanzados al
agua para que se ahoguen.

Los pobladores frustrados porque las calles están anegadas
tomaron esa decisión para que el agua se lleve sus
padecimientos y penas, pero es solo una ilusión...

Es que desde el pasado 26 de diciembre el cauce del río
Babahoyo, que cruza a escasos 30 metros de la barriada, creció
y rompió un débil y rústico muro de contención, construido con
piedras de río, palos y sacos de arena. La corriente llegó
hasta las instalaciones del colegio Santa Lucía, localizado
dos cuadras hacia el oeste del sector. Ahí el nivel del agua
alcanzó hasta un metro y medio. Para una de las moradoras de
este cantón, Laura Coello, Navidad y Año Nuevo no fueron
fechas de celebración, sino de angustia. "La tarde del 24 de
diciembre llovió torrencialmente parecía que el agua rasgaba
el viento y rayos y truenos que cayeron querían entrar por los
techos de las casas. Fue una noche tormentosa".

Esa misma sensación se repitió el último día de 1997. El cielo
se rompió cerca de las 17h00 y no cesó de llover hasta poco
antes de la medianoche. El agua del río llegó hasta las
puertas de la escuela Manuela Cañizares, situada a 600 metros
del cauce.

La escuela sirve de albergue para 9 familias que fueron
evacuadas hace cuatro semanas de la cooperativa de vivienda 3
de Abril, cruzando la carretera, al otro lado del barrio
Chionani.

Las costumbres de Jerónimo Mota, Josefina Jiménez, Roberto
Sánchez, Pedro Banchón, Isidora Ortega, cambiaron desde la
primera crecida del río. Uno de los primeros cambios fue los
medios de transporte. Las bicicletas quedaron de lado para
usar las balsas, construidas de palo, lianas y caña picada con
remos de 3 metros de largo. Sonia Loor, una manabita de 30
años, vive en el barrio hace cuatro años y aunque su casa está
en la parte alta, también sufrió los estragos de la
inundación. Su esposo Roberto Villamar, construyó un puente de
caña de 20 metros, pero de nada le sirve, igual tiene que
caminar con el agua hasta el cuello. A lo largo de la calle
principal del barrio, en dos casas de la manzana 31 el agua
entró a los patios y ahogó pollos, cerdos y un perro.

Electra Ayala, de 57 años, y casi toda una vida viviendo en
Santa Lucía, dice que no había pasado una emergencia desde
1982, cuando se presentó el fenómeno de El Niño. Quince años
después se repite la misma historia.

En aquella ocasión estaba con su esposo Carlos, ahora está
sola. En ocasiones la acompañan un sobrino y su hermana
Yolanda, que viven en una casa contigua. Del otro lado de la
carretera, hacia el norte, están las cooperativas de vivienda
3 de Abril, 1 de Octubre, Patria Libre, Los Jardines, Riberas
Lucianas, sus habitantes no solo soportan la inundación,
mosquitos, culebras, sino también a los ladrones.

En la última semana de diciembre y los tres primeros días de
enero, bandas de delincuentes comenzaron a saquear viviendas
de la cooperativa 3 de Abril .

Desde el 4 de diciembre las casas de Isabel Ruiz, Primitiva
Castro, Pascual Cantos, Julia Cuadra, Margorie García, Alfonso
Medina, Reina Segarra, Sonia Segura, Osvaldo Pisa, Isabel
Polanco, Víctor García y Walter Morillo, perdieron el piso,
techo, ventanas, puertas por la acción de los delincuentes.

LA CRECIDA DE LOS RIOS CORTA EL PASO * En casi todos los
cantones de la provincia del Guayas caminar y usar bicicletas
quedó atrás, ahora se utilizan canoas. RESULTADOS DE LA
CAMPAÑA * Las medicinas, paquetes de ropa ligera y alimentos
no perecibles están siendo distribuidos en las zonas más
alejadas.

EL COMERCIO llega a Los Ríos

La campaña de Solidaridad de diario EL COMERCIO llegó a
Ricaurte, parroquia urbana del cantón Urdaneta en Los Ríos. 46
familias de los recintos La Hojita, Santo Tomás, La Fortuna,
Satélite, Santa Clara, 5 de Febrero, recibieron alimentos y
ropa. Eran las 15h45 cuando la caravana, compuesta por tres
vehículos, entre ellos un camión, hizo la primera parada. Fue
en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, a la entrada de
Babahoyo.

Ahí el párroco de la comunidad, el sacerdote español José
Ramón, recibió 150 raciones de alimentos no perecibles en
fundas, cada una contenía 5 kilos de arroz, 2 kilos de azúcar,
1 litro de aceite, 1 kilo de fréjol, medio kilo de sal y
harina. También se entregó ropa y medicinas.

Una hora después fue la segunda parada. Esta vez en Ricaurte.
Aquí las damas voluntarias de la Fundación Avances, que
atiende a niños discapacitados, colaboraron en la entrega.

La caravana avanzó cerca de 45 minutos hacia los recintos
Santa Clara, La Fortuna y Santo Tomás. El acceso hacia esos
sectores es difícil. El camino empedrado había desaparecido
por la creciente del río Catarama que está a 25 metros. El
viernes las aguas bajaron y permitieron la llegada de los
vehículos. El camino de piedras se extiende por 25 kilómetros
hasta llegar al recinto Santa Clara. Quince familias quedaron
aisladas porque la corriente del río les cortó el paso.

Para recibir la donación de EL COMERCIO, Juan Saltos, Adolfo
Vinces, Joel Saltos, José Miranda, José Suárez, Débora Saltos,
Matilde Coello, Ofelia Bonilla, Julia Avilés, Fausto Coello,
Esperanza Saltos, Domiciliano Suárez, Paola Miranda, Ciro
Bajaña Eliseo Coello y otros, debieron cruzar un riachuelo de
10 metros de ancho por 1 metro de profundidad.

Ayer desde las 08h00, el sacerdote José Ramón, con la
colaboración de catequistas y voluntarios, inició la
distribución de raciones a los habitantes de las comunidades
del sector conocido como Ecuavegetal. Otro grupo de la
caravana repartió ayer raciones en el cantón Mocache.

La salud está desatendida...

En el albergue de la escuela Manuela Cañizares, en las calles
Dionisio Anchundia y Antonio Saá, en Santa Lucía, cuatro
menores y dos adultos sufren de fiebre, vómito y diarrea desde
hace una semana y hasta ayer no habían recibido atención
médica.

Para este sábado estaba previsto la visita de una brigada
médica de la Dirección Provincial de Salud y la entrega de
medicinas. El director provincial del Guayas, Víctor Hugo
Mite, reconoció que este era uno de los cantones un poco
abandonados.

María Bueno, decidió asumir la curación de su hijo Miguel de 2
años, con medicina casera. La primera acción fue darle suero
de arroz para hidratarlo y aplicarle paños de agua tibia para
tratar de bajarle la fiebre. Pero eso no fue suficiente.

Los alimentos también escasean en el albergue. El 31 de
diciembre directivos de la Defensa Civil entregaron una ración
de alimentos (arroz, azúcar, fideos, aceite, sal, fréjoles,
lentejas) que se le terminó el viernes.

En el albergue esperan ayuda las familias de Amalia Vélez,
Avelina Hidalgo, Nelly Bueno, Norma Bajaña, Carmen Heredero
mientras sus maridos, humildes agricultores que se quedaron
sin trabajo salen a buscar empleo. Amalia Vélez cuenta que
hasta fines de noviembre su cónyuge, ganaba 30.000 sucres
diarios por desmonte, pero las lluvias inundaron las
plantaciones y se quedó con las manos vacías. (Texto tomado de
El Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Guayaquil

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