Quito. 24 feb 2000. Creo que la dolarización es un sistema
extremo que escogió el país y requiere de coherencia,
consistencia y una realidad económica muy exigente, que demanda
gran consenso político y social para tener éxito.

El país busca un sistema cambiario que le asegure que la relación
de 25 mil sucres por dólar no se mueva, que dé confianza para
promover producción, empleo, en general, riqueza. Hay varios
sistemas: tipo de cambio fijo, convertibilidad, dolarización,
pero cualquiera debe ser coherente, consistente para que el
resultado sea inalterable al fin.

El país está a tiempo para una convertibilidad. Para entrar en
una dolarización conceptualmente pura se requiere modificar la
Constitución para que tenga una base jurídico-político clara,
incontrastable, que no deje el menor resquicio de duda y, sobre
ella, construir una base económica.

Como no tenemos posibilidad de reformar la Constitución y en ella
se asegura la existencia del sucre, la incorporación del dólar
como otra moneda de curso legal en Ecuador, genera un sistema
bimonetario con un ente controlador y supervisor que es el Banco
Central del Ecuador.

Así, la llamada dolarización, por la forma como se va a
estructurar en Ecuador no es otra cosa que una convertibilidad.
Se necesita clarificar bien la estructura de esta para que pueda
funcionar a lo largo del tiempo y no tenga confusiones en su
aplicación, que no esté sometida a riesgos de
inconstitucionalidad ni injuridicidad y que se estructure de
manera transparente para que todo el país sepa que hay un sistema
cambiario muy rígido, extremadamente organizado en el cual
podemos confiar y darle un horizonte de vida indefinido.

La Ley Trolebús tiene muchos artículos que demuestran que se
trata de una convertibilidad: permite que las obligaciones se
contraten en sucres y se paguen en dólares o viceversa, de modo
que por la concepción propia de la Ley, se está tratando en el
Congreso una convertibilidad.

Si no se vuelve coherente a la Ley el asunto es grave porque se
pueden cometer errores que vuelvan inviable al esquema. Primero,
el Banco Central (BC) tiene la facultad constitucional de emitir
sucres y esta no puede quedar prohibida por una ley.

Como el sucre es moneda de curso legal hay que darle una
circulación consistente para que conviva con el dólar. Prohibir
su emisión es una inconsistencia notable. Se debe, más bien,
poner reglas rigurosas al BC para que la emisión esté bien
respaldada en las divisas que tiene en su poder. El Central tiene
alrededor de USD 800 millones de reservas líquidas que sirven
para cubrir la emisión monetaria, cuentas de encaje y
obligaciones y las cuentas de Gobierno. Esto debe estar
totalmente cubierto en divisas.

De esa manera, el BC será verdadero coordinador del programa y
conforme el país se adapte al dólar pueda seguir retirando los
sucres. Todo aquel que quiera demandar sucres está protegido por
la Constitución y el BC tiene que atenderlo. La Ley debe tener
una disposición clara para que el Central mantenga la emisión
siempre que esté cien por ciento respaldada.

Así, vamos a ganar tiempo para que la dolarización sea
ejecutable. Si se prohíbe la emisión se provocarán en el país
desajustes muy graves, como el que el Gobierno de manera
instantánea tendría que cambiar sus sistemas de pagos que hace
en sucres, a dólares, roles de pago de maestros, Fuerzas Armadas,
de salud y todo, automáticamente. Y la estructura del Estado no
está lista para asumir una responsabilidad así. Si el BC puede
emitir, el Estado se adecuará de a poco al uso del dólar.

La dolarización funciona según los incentivos de política para
traer divisas. La cantidad de dinero que va a circular dependerá
de cuan atractivo sea para los inversionistas internacionales y
los propios ecuatorianos que traigan los recursos que sacaron del
país. Entonces, necesitamos que la Ley deje al sistema financiero
con la libertad de fijar las condiciones de tasa de interés. Un
óbice ha sido la Ley del desagio, que al bajar abruptamente las
tasas quita el atractivo para el retorno de capitales, lo que
contraría al funcionamiento de la dolarización.

Si el desagio, el descongelamiento y las normas de la
dolarización, no están bien coordinados, pueden trabajar en
contra de lo que todos buscamos: que la dolarización sea el
mecanismo para la recuperación económica. Si con el desagio se
desestimula el ahorro financiero, si con el descongelamiento se
establecen intereses congelados por la Ley, en lugar de captar,
van a salir dólares del país, como el año anterior que fugaron
USD 2 500 millones. La pérdida de depósitos de la banca en 1999
equivale a USD 2 300 millones. La dolarización debe partir de
recuperar esos depósitos. La confianza vendrá si el BC mantiene
la regulación de la oferta de sucres y dólares y de que las tasas
sean razonables.

Deben existir tasas de interés en sucres y dólares porque en
convertibilidad las dos monedas tienen igual curso legal.

Otro tema crítico es el de la Reserva Monetaria, porque es el
único fondo de estabilización internacional que tenemos y si lo
vamos a transferir a todos los ecuatorianos nos desprotegemos.
La convertibilidad tiene esa gran ventaja: el mantener un buen
nivel de Reserva significa plantar sobre tierra firme. El perder
la referencia de la Reserva puede dar la sensación de
inseguridad.

Todo mecanismo de estabilización en torno al BC debe tener
respaldo en divisas, si no fracasa la dolarización. El país debe
tener fondos amortiguadores.

Uno es el internacional (Reserva). Hay que aumentarla para tener
protección.

El de estabilización fiscal, y que los ingresos que excedan lo
presupuestado estén lejos del gasto de Finanzas, utilizarlo solo
ante caídas fuertes.

Otro, el de estabilización laboral: por la rigurosidad del modelo
hay impactos sobre ese mercado. Hay que crear un mercado de
transición de empleo y que quienes lo pierden puedan tener una
fuente transitoria de ingresos. Hay que crearlo en el tiempo con
aporte de trabajadores, empresas y Gobierno.

El fondo de exportaciones, permitirá afrontar eventuales caídas
de los precios internacionales y que los sectores no bajen la
producción. El otro es el financiero: si un banco cae en
iliquidez, con cargo a este fondo que halle apoyo. Este debe
administrarlo el Central.

Para la reactivación productiva hay que atraer capitales pero con
ese interés, no se va a poder. El plazo para dolarizar depende
del grado de convicción en el sistema, de lo que se aporte. Todos
los elementos deben trabajar armónicamente. Los partidos que
apoyan la dolarización deben ser conscientes de que se requieren
ajustes en combustibles, gas, luz eléctrica.

Asimismo, el Estado debe arreglar la moratoria de deudas para que
en el mercado internacional se restituya la credibilidad en el
país. La dolarización no tolera desequilibrios, pérdidas de
credibilidad, politización de la economía. El empresario
ecuatoriano que sacó divisas pide seguridad jurídica, estabilidad
política y oportunidades económicas. (Texto tomado de El
Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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