EL VERDADERO INVASOR. Por Roger Garaudy y Ahmed Ben Bella

Madrid. 10. 09. 90. (Opinión). El sentido profundo de la
invasión norteaemricana al Gofo Pérsico después de las de
Vietnam y Panamá corre peligro de perderse en el alboroto de
los medios informativos. Nos hallamos ante la guerra del
petróleo, una nueva agresión contra el Tercer Mundo, una
escalada decisiva en la guerra de los ricos contra los pobres
camuflada de defensiva local de un pueblo soberano contra una
invasión extranjera.

Una comparación basta para denunciar esta hipocresía:

-El 2 de agosto de 1990 el ejército iraquí entra en Kuwait:
inmediatamente, Estados Unidos denuncia la invasión, exige a
sus vasallos el bloqueo económico y financiero de Irak y envía
a Arabia Saudí, Bahrein y Omán un cuerpo expedicionario como
no se veía desde los tiempos de Vietnam.
_ En 1967 el ejército israelí ocupa Jerusalem. Cisjordania y
Gaza; allí sigue desde hace 23 años.
-Las Naciones Unidas condenan esta ocupación ilegal, pero las
tropas de ocupación cometen matanzas cotidianas y el Estado
arrebata la tierra a los palestinos para instalar colonias
israelíes. Estados Unidos se opone con su veto a toda sanción
y envía a Israel armas y dinero para perpetuar su ocupación,
violando así deliberadamente la ley internacional.

¿Por qué dos actitudes diametralmente diferentes en casos
jurídicamente intolerables?

No existe, en efecto, más que una falaz semejanza jurídica
entre dos ocupaciones.

El verdadero objetivo de Estados Unidos es el poder absoluto
sobre el petróleo de Oriente Próximo necesario para el
crecimiento de los píses ricos y su dominio del Tercer Mundo.

Todo se aclara a partir de un hecho. Kuwait no es ni un
pueblo, ni una nación: es una provincia de Irak, separada del
conjunto en 1967 por voluntad de las compañías petroleras y
gracias a la intervención militar inglesa, aprobada por sus
cómplices occidentales cuando el general Kassem, jefe del
Estado iraquí, decidiera en 1961 retirar a los magnates del
petróleo sus concesiones. Estos para disponer a gusto de las
inmensas riquezas de Kuwait, crean allí un Estado impotente y
sin raíces.

El problema era puramente iraquí y no implicaba en absoluto
una invasión de Arabia Saudí.

Los dirigentes Saudíes no temían una invasión, sino un
contagio, pues su monarquía es una pura imagen de la de
Kuwait; en el interior reina el absolutismo arbitrario del rey
Fahd. Como en Kuwait existe un régimen sin raíces y sin
fundamentos que se mantiene desde hace ya tres cuartos de
siglo gracias exclusivamente a la protección occidental.

El papel internacional que hoy le asignan sus señores a Arabia
Saudí consiste en prestar a Estados Unidos las bases navales y
aéreas que le permitan controlar la región del petróleo.

Todas la fuerzas interiores de represión de Arabia Saudí se
encuentran en manos occidentales. La guardia nacional ha sido
forjada por la Vinnel Corporation de Estados Unidos. Su
instructor es un oficial alemán.

Otro factor ata estrechamente a los emires saudíes a Estados
Unidos: han invertido allí 172.000 millones de dólares (cuatro
veces más que en su día el sha).

Arabia Saudí, además, sirve a los norteamericanos de correa de
transmisión para manipular a varios miembros de la Liga Arabe.

La Liga Arabe es un viejo sueño inglés del tiempo de la I
Guerra Mundial; después de la II Guerra Mundial los
norteamericanos tomaron el relevo. Tras conseguir dislocar la
umma musulmana levantando a los árabes contra los turcos, los
occidentales consiguen oponer a los árabes y a los iraníes (a
los que la Liga Arabe define en 1988 como enemigos
principales).

Ahora, en 1990, logran la división del mundo árabe con una
extraña mayoría: 12 miembros de 21 se alínean bajo la bandera
norteamericana. Seis de ellos son los emires del Golfo (Arabia
Saudí, Kuwait, Bahrein, Qatar, emiratos de Omán). Un
destacamento egipcio sirve para camuflar la invasión
norteamericana del Próximo Oriente.

La indiganación de los pueblos se manifiesta contra esta
tradición. Los palestinos, una vez más, dan ejemplo al
rebelarse contra este nuevo desafío al Tercer Mundo. No sólo
se manifiestan en los territorios ocupados: también en Líbano,
en el corazón de Damasco y en Túnez el movimiento popular
empuja al jefe de Estado a desmarcarse de los colaboradores
del Golfo. En Jordania miles de voluntarios se alzan para
salvar el honor. En Argelia se forma un comité de apoyo al
pueblo iraquí y hasta en Egipto, donde el jefe de Estado sirve
de coartada para todas las traiciones, el dirigente de los
Hermanos Musulmanes declara "Hemos vuelto a los tiempos del
protectorado y de la ocupación".

Esta es, pues, la nueva situación tras la intervención
norteamericana en el Golfo.

No sólo están amenazados los árabes, sino el Tercer Mundo.
Asia tuvo Vietnam, América Latina recientemente vivió las
invasiones de Granada y Panamá. En Africa, con el pretexto de
proteger a sus compatriotas, Bush, el ex jefe de la CIA,
ordena desembacar a los marines en Liberia.

Israel por su parte, se prepara a atacar a Jordania
proclamando que la entrada en ese país de soldados iraquíes,
aún a petición del rey jordano, constituye un caso de guerra.

La llegada masiva de judíos soviéticos exige este nuevo
espacio vital. Esta amenaza de guerra conviene al mundo
entero.

Permitir actuar a los dirigentes americanos significa:

-Permitir la dominación absoluta de Occidente sobre el
petróleo del Golfo y así agravar el equilibrio existente entre
los países ricos y del Tercer Mundo.
-Destruir toda esperanza de una liberación negociada de
Palestina.
-Preparar el camino a una guerra entre los mundos
generalizada, entre un Tercer Mundo empujado a miserias y
desesperaciones mayores y una oligarquía que dispone de todas
las riquezas y no representa más que un ínfima parte de la
población mundial.

La línea a seguir para todos los concientes del peligro
planetario, que anuncia la intervención norteamericana en el
Golfo, es clara.

Para escapar del caos y de la acción arbitraria de los fuertes
es necesario:
-Exigir una aplicación práctica de todas las decisiones del
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas:
1.- La retirada de todas las tropas de ocupación de
Cisjordania, de Gaza y del Golán (Resolución 242, del 22 de
noviembre de 1967).
2.- Restauración del estatuto internacional de Jerusalem
(Resolución 252, del 21 de marzo de 1948 y Resolución 267, del
2 de julio de 1969, del Consejo Ejecutivo, por unanimidad).
3.- Interdicción de las colonias israelíes implantadas en los
territorios ocupados (Resolución del 20 de julio de 1979 y
Resolución 465 del Consejo de Seguridad, en marzo de 1980).
4.- Retirada de todas las tropas iraquíes de Kuwait
(Resolución del Consejo de Seguridad del 2 de agosto de 1990).

La aplicación de las decisiones de las Naciones Unidas
permitiría un referéndum y eleciones bajo el control de la ONU
para todos los palestinos, en el caso de los territorios
ocupados, y para todos los kuwaitíes para determinar el futuro
de su país.

Los iraquíes, al no haberse planteado nunca la invasión de
Arabia Saudí, no tendrían inconveniente en que se cree un
cordón militar de interposición de la ONU en las fronteras de
Arabia Saudí. Esto significaría la retirada del ejército
norteamericano.

Poner fin a esta aventura militar dirigida contra ele Tercer
mundo significa salvaguardar la paz. (9).



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en Ciudad EL VERDADERO INVASOR

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