Quito. 10 ago 2000. Los compatriotas forman el grupo extranjero
más numeroso en la capital española. Anotaciones de un domingo en
el parque de El Retiro.

Vamos, cholito, a comer una fritada... Ñaño, te invito un
cebiche... Al son de los pasillos...

Son frases que se escuchan en Madrid, en Murcia, un poco en
Barcelona y en otras ciudades y poblaciones de España. Los
ecuatorianos trabajan bajo presión durante la semana, se
divierten los sábados -muchos, lamentablemente, con exceso- y el
domingo se reúnen para pasar el chuchaqui, conversar, hacer
deporte y rememorar.

Actualmente, la comunidad extranjera más grande de Madrid es la
ecuatoriana, como resultado de la crisis del Ecuador.

Un diario, El País, acaba de publicar que hay 30 398 ecuatorianos
legalmente registrados en la capital española. Un año antes eran
solo 6 401.

En julio último estuvimos en el tradicional parque madrileño de
El Retiro, en uno de cuyos rincones se congregan los compatriotas
durante los fines de semana.

Luego de algunas conversaciones se puede sacar algo en claro. Los
que tienen sus papeles en regla están contentos. Con sus ingresos
pueden ahorrar, tal como lo soñaron. Los ilegales, en cambio,
sufren mucho. Ganan menos, son estafados en más de una ocasión,
viven amenazados por la posibilidad de una deportación.

Los sitios de covocatoria son desahogos. Permiten divertirse y
hasta volver mentalmente a la patria lejana o buscar empleo.

Las concurrencias del parque de El Retiro son las más conocidas.
Pero hay también por lo menos otros dos sitios para los fines de
semana ecuatorianos en Madrid e igual sucede en las demás
ciudades hispanas que han recibido la inesperada y cada vez más
multitudinaria visita procedente de un país sudamericano sumido
en la pobreza.

El gigante Retiro, uno de los parques más hermosos de Europa,
estuvo muy visitado ese día. En la "zona ecuatoriana" -allá, por
la derecha, hacia el oeste- había fútbol. Un partido amistoso con
jugadores peruanos, colombianos, un argentino y varios
procedentes de Loja, Cuenca, Quito o Guayaquil.

Ahora estamos jugando así no más. Pero hay campeonatos bien
interesantes entre ecuatorianos- dijo Henry Guerrero, luego de
anunciar que su equipo ganó 6-5 en la cancha de tierra adjunta al
"territorio ecuatoriano".

Los jugadores contaron sus andanzas. El más entusiasta, Alberto
Padilla, quiteño que vivió varios años en Guayaquil, festejó que
por fin está trabajando luego de que en dos oportunidades no le
pagaron abusando que no tenía los papeles.

Jaime Enríquez Carrera, un quiteño, anotó que está bien porque
"ya tengo papeles, luego de tres años aquí". Añade: "fui unos
días al Ecuador y me regresé a la carrera. Ese país, aunque sea
mío, ya no sirve. No se puede ganar nada. Lo que se gana sirve
poco". Él es decorador y llega a ganar 170 mil pesetas (unos 1
000 dólares) "y tengo mi carrito y ahorro". "Pero que ya no
vengan más ecuatorianos. La llegada de tantos que vienen a
ofrecerse y no saben hacer nada nos está fregando. Además, sin
papeles cada vez esto se pone más jodido", comentó Rafael Méndez,
un azuayo que dijo tener trabajo algunos días y otros no en la
construcción.

Todos coincidieron en que "el trabajo es durísimo...A veces bajo
el sol, cargando ladrillos, con el capataz encima...".

El grueso de los ecuatorianos llega al parque desde las 4 de la
tarde y a las 5 hay ya un grupo nutrido. Varios centenares. Más
de mil y hasta dos mil ese domingo en El Retiro. Van sumándose y
se quedan hasta cerca de la medianoche, cuentan, lo cual no es
extraño tomando en cuenta que el sol del verano alumbra hasta las
10 de la noche.

Hay una amplia oferta de comidas típicas, comenzando por la
tradicional fritada, que es el plato más solicitado. No faltan
las dosis de cebiche, de plátanos fritos y de otros platos que no
sólo hacen recordar a la patria lejana sino que permiten pasar el
día con poco gasto.

Por aquí y allá se escuchan las canciones ecuatorianas. Un grupo
de lojanos se luce con un guitarrista en el centro. En otro sitio
los del coro son costeños. Algunos se dedican a voleibol, en las
canchas que les ofrecen otros ecuatorianos que obtuvieron ese
derecho del Ayuntamiento de Madrid, previo algún pago.

Cobramos 300 pesetas (2 dólares) por cada partido- dice uno de
los dueños de cancha, Felipe Martínez, de Milagro.

Hay un hombre triste.

Estoy aquí dos meses. Tengo 56 años. Llevaba seis de jubilado en
el Ecuador pero con un millón de sucres (40 dólares) qué se puede
hacer...Hipotequé mi casa en 70 millones, le dejé 30 a mi mujer y
me vine con los 40. Aquí en El Retiro encontré trabajo, gracias a
un paisano que me recomendó, pero ahora el panorama está triste.
Cargando bajo el solazo. ¿Voy a resistir? Claro. No tengo otra
cosa. Aguantar. De lo contrario me quedo sin casa-, según las
tristes palabras de Hilario López.

Y una mujer pensativa:

Esta semana se murió la viejita de 94 años a la que estaba
cuidando. El hijo me dijo que le siga cocinando, pero el futuro
se nos está poniendo gris.

La Policía no deja de rondar y hablamos con los dos vigilantes.

Bueno, estamos para controlar. Hay que usar el parque pero con
respeto. Este es un parque emblemático de Madrid. Sí. Los
ecuatorianos tienen costumbres que van contra muchas cosas.
Traían cocinillas para las comidas y quemaban los árboles. Se les
ha prohibido. Lo que no podemos erradicar es el licor. Vigilamos
con prudencia y si hay peleas, van a la comisaría. Ahora están
evitando lanzar mucho papel, gracias a nuestro control. La basura
es otro defecto y problema. Pero esto lo digo en reserva.
Nosotros no podemos hacer declaraciones, dice un sargento.

Eloísa Chicaiza, procedente de Guayllabamba, es una de las
proveedoras de comida típica. Tiene varios hijos en Madrid. Los
dos primeros que llegaron la mandaron a traer y ella gana unos
dineros los sábados y domingos ofreciendo una rica fritada.

Cobro 500 pesetas (3 dólares y unos centavos más) por cada
tarrina de fritada. En los salones el cochinillo vale como 2 000
pesetas (unos 12 dólares) el plato.

Es fino y rico pero caro. Yo cocino en la casa. Antes venía para
cocinar una parte aquí pero la Policía no deja ahora. La carne de
cerdo vale aquí unas 300 a 320 pesetas (dos dólares) el kilo. El
tomate, 250 pesetas, la cebolla paiteña 150. Si gano alguito,
para qué voy a negar. Uh, aquí vivimos toda la familia. Yo estoy
aquí desde hace casi un año. Me trajeron los hijos.

La fritada es el plato más solicitado, con una cerveza que vale
300 pesetas (algo menos de 2 dólares) la botella.

Los plátanos fritos son muy provocativos. Las gentes se dan modos
para calentarlos en el parque, mientras los vecinos y amigos les
cubren cuando pasa el coche de la Policía. Los costeños gozan con
esos plátanos, con el cebiche y con el arroz. La oferta es amplia
y a veces da la idea de que se trata de un mercado ecuatoriano.
"Rica fritada, cebiches, plátanos fritos" son los gritos del día
y hasta de vez en cuando se escucha algo muy extraño para
Madrid..."Yaguarlocro".

Las frases de El Retiro

Soy interna * (doméstica a tiempo completo). Gano unas 100 mil
pesetas (600 dólares) cuidando niños. Son horarios estrictos y
fuerte trabajo. Lo que me asusta es que no tengo papeles y está
fregado que me den.

Soy albañil * Es un trabajo que tienen hasta algunos
profesionales venidos del Ecuador. Se gana unas 150 mil pesetas
pero se desquita por el fuerte control y el sol.

No tengo papeles * Dejaron de pagarme tres veces. Abusan de
nuestra situación.

Vivo sufriendo por falta de papeles. Quiero conseguir algo...

Ya no hay espacio para más. Basta, por favor.

Los que quieren trabajar y son honrados, encuentran pegas. Ya
somos muchos ecuatorianos.

Dormimos ocho * En un departamento. Pagamos entre 10 y 12 mil
pesetas mensuales cada uno (unos 80 dólares). La comida nos
hacemos nosotros. Una vida dura para ahorrar y mandar al Ecuador.

El gran problema * Son las familias. Es lo terrible. Los niños
que se quedan. Allá dejé al marido y dos hijos. Sí ahorro algo
pero sufro mucho.

El nivel ecuatoriano es muy bajo. Allá se pasan protestando para
que les suban unos pocos sucres y el dinero no tiene poder
adquisitivo. Ya no pueden venir más a España.

Si pueden venir, pero que sea con papeles. Yo estoy bien.

Estoy en un restaurante * Gano unas 150 mil pesetas y tengo
comida. Mi mujer también trabaja. Nos va bien. Fui un domingo a
El Retiro y eso terminó en borrachera. No he vuelto más.

Estoy preparando mi viaje al Ecuador para traer visa de trabajo.
Soy feliz.

Lloro * por mis hijos que se quedaron en el Azuay...

Estamos contentos por fuera pero tristes por adentro. La
emigración es terrible. Pero qué se puede hacer.

Llegué hace 15 días y encontré trabajo pronto, con un amigo que
me encontré aquí, en El Retiro. Tengo 58 años y soy sargento
jubilado. Estoy como peón de construcción. Horrible pero tengo
que aguantar porque hipotequé mi casa para venir.

Vivimos 12 en un departamento. El que hace de jefe paga unas 100
mil pesetas y nos subarrienda en 10 y 12 mil. Vivimos bien
apretados pero no podemos pagar más.

Por lo menos pude entrar. Ahora están devolviendo mucho a los que
llegan por Alemania, Francia u Holanda. (Texto tomado de El
Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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