Quito. 15.02.94. A diferencia de Octavio Paz, que permanece en el
país, pero nos observa siempre desde afuera, Carlos Fuentes
intenta siempre, desde un exilio constantemente interrumpido,
construir una mirada interna. En el gozo de su creación indaga
continuamente en torno a nuestras realidades y nuestras
obsesiones, para revelarlas, para hacerlas evidentes.

- Tanto en tus ensayos como en tus novelas aparece reiteradamente
la relación entre el pasado y el presente en el sentido de
actualidad, de que está con nosotros y en el sentido de ser un
regalo que nos dan quienes nos precedieron.

- Creer que el presente niega al pasado es un falso conflicto. Un
presente sin pasado vivo es un presente muerto. Y un futuro
muerto también. Creo que la creación, para serlo, necesita el
apoyo, la savia de la tradición. La tradición, a su vez, para
mantenerse viva, requiere una nueva creación. Esto es lo que
mantiene un equilibrio en la cultura de un país, de una persona,
de una comunidad.

No creo en la idea lineal del progreso hacia adelante, que va
quemando al pasado, condenándolo a muerte. Creo que el pasado lo
portamos todos porque lo hicimos todos, todos los que nos
precedieron. Negarlos a ellos es negarnos a nosotros mismos y es
cometer error tras error, creyendo que siempre vamos hacia la
novedad. La novedad es pasajera, sólo es nueva en tanto está
alimentada por el pasado.

- En realidad no tenemos más que un tiempo que es el presente.
En él estamos tú y yo, recordando el pasado; no hay otro pasado
más que el de la memoria. Y estamos deseando, y ese es el
verdadero futuro. El futuro en sí mismo no existe. Tú tratas de
agarrar el futuro y siempre se te está escapando de la mano. Por
definición está más adelante de ti, pero tu deseo es el futuro
que podemos tener: la fuerza de tu deseo, la fuerza de tu pasión,
ese es ya el futuro en el presente. Y la fuerza de tu memoria es
la fuerza del pasado en el presente. Todo ocurre hoy, con
nosotros, vivos. Nada del pasado está muerto entre nosotros.

Podemos escoger muchas tradiciones, muchas vivencias del pasado
para crear modelos del desarrollo, de progreso, verdaderamente
consonantes con lo que hemos sido, con lo que somos, con lo que
queremos ser.

- Los parcelamientos y cancelaciones del pasado fueron típicos de
los hombres de la Independencia, a quienes les pesaron
terriblemente el pasado indígena, el pasado español y el pasado
negro. Queríamos ser europeos, queríamos ser demócratas,
progresistas, por arte de magia. Pero la realidad está ahí: es
obstinada y generalmente injusta. Hoy nos damos cuenta. En la
nueva mirada la Revolución Mexicana tuvo mucho que ver. Fue la
primera vez en América Latina que una nación decidió mirar su
pasado.

Decidió mirarse a la cara, sin importar lo desagradable que
fuese. Tengo una cicatriz, una rajada, lo que sea, pero así soy.
En la actualidad, en la historia acelerada que estamos viviendo,
cancelar algo del pasado, sostener que es innecesario, que es
viejo, que no nos sirve, resulta un gran error. No sabemos qué
nos depara el futuro, pero el mundo indígena de México y de las
Américas tiene unas reservas importantísimas, que son
fundamentales para construir un mundo humano. Hay muchas cosas
que la llamada civilización occidental ha perdido, como el
sentido de comunidad.

Vamos hacia un mundo de extremos egoísmos, de individualismo, de
falta de solidaridad, en que se trata nada más de ganar dinero,
de ganar prestigio por cualquier medio. El mundo indígena es un
mundo que le da valor a la comunidad, la pone por encima -a
veces- de la ambición individual.

El sentido de la muerte es otro ejemplo. Por más que progresemos,
vamos a seguir muriendo. Y tener una respuesta a la muerte, una
inteligencia ante la muerte, una filosofía de la muerte, es otra
cosa que nos da el mundo indígena, el sentido del rito y de la
ceremonia. No podemos vivir sin rito y sin ceremonia, los
necesitamos para que encuadren nuestra vida, para que le den
forma y sentido. Son todas estas cosas que el mundo indígena
tiene vivas, que no las tiene que inventar. Nosotros podemos
alimentarnos de ellas en un momento dado, porque nos hace falta.

- Lo que pasa es que la idea del progreso que han tratado de
aplicar en nuestros países -y en México, por supuesto,
también-siente como un estorbo todo esto.

- Pascal decía una cosa muy buena: todo lo que nace del progreso
será destruido por el progreso. El progreso es autodestructivo.
Como seres humanos, estamos siempre ante una elección: ¿con qué
nos quedamos? ¿qué desechamos? Yo creo que un ejército
latinoamericano como el de Venezuela ya no nos sirve, es un
anacronismo. Hay que echarlo para afuera. Pero una visión onírica
de la realidad, que incluye todo lo que no podemos explicarnos
racionalmente como el mundo indígena, eso sí que nos hace falta.

Si reducimos el mundo a un esquema racional nos vamos a encontrar
con tantas excepciones, que finalmente vamos a tener un mundo
irracional. Hay que estar siempre consciente de que hay una
realidad de la imaginación, una realidad invisible, una realidad
que quizás no podemos ver pero que intuimos, que es parte de
nuestro sueño, es parte de nuestra emoción. Y el poeta, el
novelista, el escritor, el pintor, están ahí para decirnos eso,
pare revelar esa parte oculta de la realidad.

- A lo mejor logremos quitar del centro de la vida a la economía
y poner cuestiones más humanas.

Eso ya pasó. Se decía que Marx puso de cabeza a Hegel. Yo creo
que ahora Mierzche un poco ha puesto de cabeza a Marx. Estamos
viendo que el elemento cultural es preponderante. No era una
superestructura. La cultura es un elemento infraestructural,
fundamental, que determina las respuestas ante la vida. Es una
respuesta a los desafíos de la existencia. Todos estamos inmersos
en una cultura, tenemos desafíos culturales y respuestas
culturales.

Esto va a ser primordial en el mundo que viene. Se acabó la
guerra fría y se globaliza la economía, pero al mismo tiempo
surgen por todos lados las etnias, las diferencias culturales,
los nacionalismos e incluso los separatismos. Tenemos que poner
el ojo sobre el asunto cultura, que va a ser el meollo de las
relaciones internacionales en el siglo XXI.

* Estracto de una entrevista publicada por la revista Diálogos de
la comunicación, número 33.

En la cartera de la dama y el bolsillo del caballero

Para Carlos Fuentes, el encargado de suprimir en América Latina
todas "las barreras de comunicación entre las literaturas" fue
Jorge Luis Borges, quien "enriqueció nuestro hogar lingüístico
castellano con todas las tesorerías inimaginables de la
literatura de Oriente y Occidente".

"A partir de Borges, Asturias, Carpentier, Rulfo y Onetti -dice
el escritor mexicano-, la narrativa hispanoamericana se convirtió
en violación del realismo y sus códigos". Y agrega que para ser
literatura, la literatura de América tuvo que superar "el
realismo chato, el nacionalismo chato, el nacionalismo
conmemorativo y el compromiso dogmático".

Estos son algunos de los temas que trata el escritor mexicano
Carlos Fuentes en "Geografía de la novela", su último libro, que
contiene ensayos sobre Borges, Juan Goytisolo, Salman Rushdie,
Gregory Konrad, Italo Calvino, Julián Barnes y Augusto Roa
Bastos, entre otros.

En él se reivindica un género acosado por la industrialización,
el mercantilismo y la falta de nuevas propuestas estructurales.
Una obra necesaria para quienes andan discutiendo sobre la novela
ecuatoriana sin ir a la raíz del tema; para los escritores que
gustan de participar en concursos; para los que no gustan y
quieren ser escritores; para quienes creyéndose escritores
aceptan que todavía tienen, algo que aprender; para los que con
un libro o veinte editados -buenos, regulares o malos- se creen
García Márquez; para los críticos que gustan de
leer-analizar-criticar novelas; para los organizadores de
concursos sobre novela que no conocen el género; para editores
culturales de los medios de comunicación -entre los que me
incluyo- que quieren aprender un poco más -¿o todo?- sobre un
género rico en expresividad y vida; para profesores de letras,
comunicación o afines -en colegios y facultades-, que quieren
estar a punto; para quienes -en mesas redondas, debates o
artículos periodísticos- gustan de citar libros que supuestamente
refuerzan su opinión -en los que también me incluyo-; para
dueños, encargados, gerentes u homónimos de editoriales que
apuntan a la narrativa como éxito comercial; para quienes
encaramados en algún puesto del Estado dicen hacer algo por la
cultura y para todos aquellos que les interese la literatura. En
fin, "un libro que no debe faltar en la cartera de la dama o en
el bolsillo del caballero", según dijera alguien por ahí. El
único problema para obtenerlo en nuestro país, es su precio.

Al análisis preciso y profundo de la creación de varios
escritores, se suma la descripción del mundo, las vivencias y el
tiempo de esos creadores.

"Abierta hacia el futuro, la novela exige para serlo plenamente,
idéntica apertura hacia el pasado. No hay futuro vivo con un
pasado muerto, pues el pasado no es la tradición rígida, sagrada,
intocable", dice Fuentes en este libro, y acota: "Acosada por la
anacronía, el chovinismo, las ruinas del realismo, la presbicia
fáctica, la frivolidad, el terrorismo racionalista y la
inseguridad psíquica, la geografía de la novela moderna se
aprovecha de todas estas fronteras para trascenderlas y
ensanchar, en contra de todos sus detractores, el horizonte de la
posibilidad humana de la historia". (K.L) (4B)
EXPLORED
en Ciudad N/D

Otras Noticias del día 15/Febrero/1994

Revisar otros años 2014 - 2013 - 2012 - 2011 - 2010 - 2009 - 2008 - 2007 - 2006 - 2005 -2004 - 2003 - 2002 - 2001 - 2000 - 1999 - 1998 - 1997 - 1996 - 1995 - 1994 1993 - 1992 - 1991 - 1990
  Más en el