Washington. 29.06.93. Más de dos años después de la guerra del
golfo Pérsico, el "problema Saddam" parece ser una asignatura
pendiente para Estados Unidos, aunque también es, para los
presidentes de este país, una constante oportunidad de mostrar su
determinación.

A los cinco meses de haber llegado a la Casa Blanca, el
presidente Bill Clinton, cuya victoria electoral fue celebrada en
las calles de Bagdad, se ha convertido en el nuevo "enemigo" del
presidente iraquí.

Prueba de ello, según testigos extranjeros en la capital de Irak,
es el hecho de que el nombre de "Clinton" ha sustituido al de
"Bush" en los gritos de los manifestantes que el domingo
invadieron las calles de la ciudad para protestar contra el
ataque estadounidense del día anterior.

Bagdad, sin esperarlo al parecer, fue nuevamente el escenario, en
la noche del sábado al domingo, de un guión ensayado en el que 23
misiles "Tomahawk" estadounidenses fueron los principales
protagonistas.

Clinton explicó a la nación estadounidense, poco después de los
hechos, que ordenó la operación militar contra el cuartel general
del espionaje iraquí porque disponía de "evidencias" sobre la
vinculación del Gobierno de Bagdad con un intento de asesinato
del ex presidente de EEUU, George Bush.

Para la Casa Blanca, se trataba de una nueva provocación de Irak
que -como dijo el presidente Clinton- no podía quedar sin
respuesta.

Esta vez, no obstante, no hubo ni siquiera advertencia. Y de ello
se quejaban ciudadanos de Bagdad totalmente sorprendidos por el
ataque, que pensaron incluso, cuando escucharon sonar las
alarmas, que era un bombardeo de su más cercano enemigo, Irán.

Con esta acción rápida calificada de éxito por el Gobierno de
EEUU pese a las bajas en la población civil, Clinton parece
haberse ganado la imagen de líder que muchos le reprochaban no
tener.

Si se consideran los sondeos de hace dos años, el alza de
impopularidad de un dirigente norteamericano en las calles de
Bagdad coincide con el incremento de su popularidad en Estados
Unidos.

Así, Bush alcanzó los más altos índices de adhesión de los
ciudadanos estadounidenses cuando terminó la guerra del Golfo con
la derrota de Irak y la liberación de Kuwait.

Ahora, con prácticamente los mismos protagonistas, Clinton puede
ser el beneficiario de la nueva prueba de fuerza con el
presidente iraquí.

En su intervención del sábado ante las cámaras de televisión, el
presidente de EEUU utilizó las mismas palabras que su antecesor
-Bush- para denunciar a Sadam Husein, acusado esta vez de haber
planificado el asesinato de un ex presidente.

El atentado -según las conclusiones de la investigación oficial
llevada a cabo por las autoridades estadounidenses- estaba
previsto para el pasado mes de abril, durante la visita de Bush a
Kuwait, este mismo emirato cuya ocupación por las tropas de Irak
motivó la guerra del Golfo.

Hace dos años y cuatro meses, cuando la coalición internacional
liderada por EEUU estaba venciendo a las tropas de Sadam Husein,
Bush se negó -contra la opinión de algunos de sus principales
jefes militares- a "ir hasta Bagdad".

Ahora, según revela la revista "Newsweek" en la edición que
saldrá a la venta el lunes, el presidente Clinton rechazó la
opción de bombardear el cuartel general de Sadam en la capital
iraquí, un objetivo propuesto por algunos asesores como medida de
represalia.

El dirigente estadounidense prefirió ordenar el ataque contra la
sede de los servicios secretos porque -según una fuente del
Gobierno de EEUU citada por la revista- "no queremos entrar en un
ciclo de acción-reacción, en el que Sadam apunta a nuestro jefe
de Estado y nosotros le apuntamos a él". (EFE) (9A)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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