Es difícil creer que la decisión presidencial de congelar las tarifas de gas, teléfono y luz esté inspirada en el revanchismo político. Así lo cree el prefecto de Pichincha, Ramiro González, quien ha visto en la medida de Gustavo Noboa un "desquite" del presidente ante el fracaso de su plan de privatizar las empresas de distribución de energía eléctrica. Difícil de tragar, la retórica interpretación de González se ha dado por lo inesperado del anuncio de Gustavo Noboa y por la falta de una exhaustiva explicación técnica que sustente la medida. Y, en especial, porque ha sido un tiro de gracia, disparado desde el escritorio presidencial, a los agónicos esfuerzos del Consejo Nacional de Modernización (Conam) en su objetivo de conseguir una apertura del sector eléctrico a la inversión privada. Va más allá lo resuelto por el presidente. Entraba los piñones de los planes de reforma impulsados por importantes grupos empresariales y, en apariencia, por lo pronto, contradice las recetas del irrebatible Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero el presidente de la República no es estúpido ni visceral, aunque le gustan los retruécanos y de ordinario se arriesga a jugar peligrosamente con los adjetivos y con su peculiar sentido del humor. Por tanto, es legítimo concederle el beneficio de inventario. Hay que imaginar que puso en una balanza los propósitos fundamentales de su gestión, uno de los cuales es mantener el ritmo de decrecimiento de la inflación: no subir el precio del cilindro de 15 kilogramos y dejar sin efecto el plan de focalización del gas de uso doméstico, suspender, desde mayo, el alza mensual de 5% en las planillas de luz, y prohibir que Andinatel y Pacifictel eleven las tarifas telefónicas suprimen los pretextos que estaban usando algunos industriales y comerciantes para elevar los precios. El sinceramiento de precios y tarifas, la propaganda de "precios reales" ha caído bajo sospecha con la decisión de Gustavo Noboa. Sí se puede vivir sin ellos, incluso es necesario que ello ocurra, si el objetivo de bajar la inflación está por sobre los otros. Y, en adelante, la revisión de tarifas deberá demostrarse fehacientemente y no con argumentaciones que lo único que buscaban (como en el caso de las eléctricas, tal vez en las telefónicas no sea así) es maquillar los balances para entusiasmar a los inversionistas del exterior. ¿Acaso el camino de las tarifas es el más fácil, en vez de complicarse con corregir los problemas de administración y los elevados costos de operación de las empresas estatales, sobre la base de una reingeniería, como la que ha prometido ejecutar el alcalde en la Empresa Eléctrica Quito S.A.?Noboa ha respondido a un llamado de alerta que se hizo la semana anterior en este Diario, respecto del necesario control de la inflación. Luego del tema de las tarifas, debe exigir al Banco Central el control de la masa de dólares que ingresa a la economía, que también empuja los precios hacia arriba, además de estimular la competencia con productos importados, para que los productores nacionales refrenen su apuro de maximizar utilidades. Y, luego, en las sábanas del Gobierno, disminuir drásticamente el gasto público. En lo político, el mandatario debe hacer más que tildar de "hechos bolas" a quienes han interpretado sus medidas como una jugada electoral. Tienen que argumentar, él o sus ministros, el sustento técnico de lo consumado, señalando sus efectos en el régimen monetario de dolarización y los demás objetivos del Estado. Eso es lo que espera el país y la opinión pública.
EXPLORED
en Ciudad QUITO

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