EL LEGADO DEL PRESIDENTE BORJA. Por Martín Pallares

Quito. 03.05.92. Cuando apenas faltan contados meses para que
concluya el mandato del gobierno de Rodrigo Borja, su ministro de
Gobierno, César Verduga, sostiene que el régimen ha hecho las
mayores reformas estructurales que gobierno democrático alguno
haya hecho en el último medio siglo. Pero existen dos reformas
que, en la óptica de César Verduga, quedan por hacerse: la
educativa y la judicial. Sin ellas la modernización económica no
tendrá futuro alguno, dice.

Además, asegura que entre las herencias que deja el gobierno
queda la cogestión. Veamos...

-¿Cómo se prepara el gobierno para dejar el poder?

Nuestra posición ha sido que gobernaremos hasta el último día.
Pero más que prepararnos para dejar el poder, estamos empeñados
en cumplir nuestras metas, porque el cumplimiento de esas metas
son las que permitirán al país una transición responsable.

Cuando recibimos el gobierno nos tomó dos o tres semanas de
trabajo muy intenso para poder conocer cómo estaba realmente el
país. Si mal no recuerdo, no había archivos en muchas partes y
sobre todo no había información confiable. Nosotros no pensamos
hacer lo mismo: vamos a entregarle al país y al próximo gobierno
información completamente confiable de los principales asuntos
económicos, de los proyectos en marcha, la situación
internacional, el estado de la seguridad de los ecuatorianos,
etc.

Yo creo que nuestro gobierno, a medida que pasen los meses y se
aquieten las pasiones, va a ser evaluado mucho mejor de lo que ya
es. Quiero decirle que a tres meses de irnos del poder, a
contrapelo de lo que generalmente ocurre en el Ecuador , la
figura del presidente y su respetabilidad crece, según dicen las
encuestas.

Pero, repito, en el balance que se hará serenamente cuando pasen
los meses y los años, se podrá ver que en estos cuatro años, en
el área interna, hubo mejoras sustanciales en los derechos
humanos. El gobierno logró no solo practicar, sino además
comprometer, al conjunto de la opinión pública, una concepción
democrática del orden público y la paz social. Hoy los
ecuatorianos, en su mayoría, quieren seguridad pero no la quieren
a costa de los derechos humanos.

- ¿Cómo queda el Estado?

Quedan fortalecidas las instituciones democráticas, a pesar del
desprestigio de algunas de ellas. Pero quedan fortalecidas porque
durante los cuatro años no ha habido un solo acto de fuerza por
parte de la función que acumula la mayor fuerza coercitiva, es
decir el poder ejecutivo.

La vigencia plena de una legalidad basada en el respeto a las
normas ha sido una contribución muy importante.

Pero además, y esto es fundamental, hemos revitalizado la vida
municipal; porque no puede haber sociedad democrática sin
municipios sólidos. Nosotros encontramos herido de muerte, por
las unidades ejecutoras, al municipalismo ecuatoriano. Lo hemos
revitalizado, le hemos devuelto la fortaleza, la independencia
administrativa y le hemos dotado de fondos. Finalmente, si ha
habido una característica de este gobierno ha sido hacer del
diálogo una metodología. Nosotros no hemos negado la existencia
del conflicto social, estructuralmente vigente en las sociedades
como la nuestra. Pero hemos aceptado que el conflicto existe y lo
hemos incorporado permanentemente al manejo y administración del
Estado, de manera que el diálogo permita absolverlo y resolverlo
en medidas de las posibilidades.

Hemos tenido grandes logros en una política exterior que ha
respondido a determinados objetivos y que nos ha permitido volver
al Consejo de Seguridad después de 30 años e ingresar a todos los
foros internacionales. Pero también el haber patrocinado una
nueva tesis ecuatoriana en relación al conflicto territorial y
que le ha dado al país la recuperación de la iniciativa.

- ¿No serán las urnas las más calificadas en juzgar al gobierno?

El gobierno no está en campaña porque no participa en las
elecciones. Es la Izquierda Democrática que lo hace. No hay una
identificación entre partido y gobierno porque generalmente
gobiernan hombres. De manera que el juicio de las urnas no es
necesariamente un juicio al gobierno.

- Pero este ha sido un gobierno de la ID ¿o no?

Desde luego que sí. Pero yo quería, sobre esto, hacer una
precisión: el problema de los gobiernos, en países con crisis
estructurales, cuando terminan su mandato no es un asunto de
popularidad sino de respetabilidad. En estos cuatro años, en un
país tan frágil en su estructuración democrática como el nuestro,
usted no vivió ninguna crisis institucional tan aguda como para
poner en riesgo la estabilidad. Si usted mira hacia atrás, no ha
habido gobierno, en esta tormentosa historia de gobiernos
civiles, que no haya tenido situaciones en las cuales el régimen
institucional, como tal, ha estado en riesgo de perderse. Es
decir, ha sido un gobierno cuyo presidente ha mantenido los
cuatro años su autoridad moral para gobernar. Y ese es el balance
que hay que hacer.

- ¿Cuál es la herencia política que deja el gobierno de Borja?

Su pregunta no tiene una respuesta corta. Usted me pregunta por
la herencia política y yo le digo que la profundización de la
democracia. Hemos incorporado al manejo del estado democrático
demandas que nunca antes habían estado presentes. Hemos abierto
el Estado a la posibilidad de su diversidad, de autoreconocerse
como diverso. Pero además hemos abierto el Estado a la cogestión
con la sociedad civil. Eso usted lo ve, en vivo y en directo, en
los programas de Desarrollo Rural Integral donde se ha dado, por
primera vez en la historia del país, una cogestión del Estado con
la sociedad civil.

- ¿Se puede decir que el discurso político en el país ya no es el
mismo luego del gobierno de la ID?

Desde luego que no. Por primera vez, desde el gobierno, se
incorporaron al discurso oficial temas que antes estuvieron fuera
de él. Ya nadie puede dejar de hablar de ciertas cosas que
nosotros, en estos cuatro años, hablamos, desde el poder.

- ¿Cómo queda la relación de quienes hicieron el gobierno con
quienes hacen las bases del partido de gobierno?

Las relaciones partido-gobierno son siempre complejas en todo
país y en toda sociedad. Pero la Izquierda Democrática, si usted
analiza, ha escapado al sino de otros partidos que han hecho
poder. No se ha quebrado, no ha perdido su mística y no ha
perdido nunca su relación fraterna con el gobierno, más allá de
las tensiones naturales de una relación que, "per se", es tensa.

¿Qué pasó con el CFP?... Se quebró la relación... Y podemos citar
otros casos de quiebra cuando hubo gobiernos de partidos. El
gobierno anterior no fue de partido. Fue un gobierno de amigos
del presidente, técnicos, empresarios de Guayaquil que luego se
incorporaron a un partido para participar en elecciones. El
nuestro ha sido un gobierno de partido. Si usted analiza la
historia ecuatoriana contemporánea, yo me atrevo a decirle que no
ha habido gobierno con tantos militantes del partido dirigiendo
el Estado.

- Usted dice que el Estado se ha reconocido como múltiple,
entonces ¿porque no ha firmado el convenio 160 de la Organización
Internacional del Trabajo que reconoce las diversidades étnicas?

Por una razón muy sencilla: porque hay normas de ese convenio que
son excelentes pero que no pueden entrar en vigencia en el
Ecuador si no se modifican algunos códigos como el penal. De
manera que era una firma meramente declarativa. Ese convenio está
en consideración pero requiere que se modifiquen ciertas normas
legales en el Ecuador, y en este país no es fácil hacer reformas
legales.

- El Congreso ha quedado desarticulado. ¿Cuál es el futuro que
usted le ve a esa función?

Creo que la crisis más profunda que vive el Ecuador es la de la
calidad de su clase dirigente. Y no hablo solo de tres dirigentes
sino de la clase dirigente en general. Una crisis originada en la
deficiencia, cada vez mayor, de su sistema educativo en el
aspecto cualitativo. El parlamento no puede ser ajeno a ese
déficit. Es la expresión pública, una permanente vitrina, de lo
que sucede en nuestras universidades. De manera tal que no creo
que podamos tener un buen Congreso mientras no hagamos una
reforma educativa a fondo.

- ¿Cuáles son, entonces, las reformas que le toca realizar al
próximo gobierno?

Eso no alcance a decir al hacer el balance de la obra de
gobierno. Este ha sido el gobierno que más reformas ha ejecutado
en legalidad y democracia en el último medio siglo. La reforma
tributaria, la reforma arancelaria, la reforma al Código de
Trabajo, la Ley de Minería, ahora la Ley de Régimen Monetario, la
Ley de la Maquila, la Ley de las Zonas Francas... En definitiva,
hemos cambiado el sistema económica ecuatoriano incluso en medio
de las tempestades de un Congreso agresivo.

Hay dos reformas que no pudimos realizar pero que el país tiene
que enfrentar y que nosotros impulsaremos desde el gobierno o
fuera de él: la reforma educativa y la reforma judicial.

Este país requiere urgentemente reformas en esos dos sectores, de
lo contrario cualquier reforma en el sistema económico se verá
trabado por la poca calidad de la fuerza de trabajo y la poca
capacidad para incorporarse a los procesos de modernidad que
vivimos.

Pero también será trabada por la inseguridad jurídica que provoca
un poder judicial que, evidentemente, no está funcionando de
acuerdo a las necesidades. (3A)

EXPLORED
en Ciudad N/D

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