Las Fuerzas Armadas suman un personal que llega a la cifra de 66 193 miembros. En la Policía Nacional, con los últimos incrementos e ingresos, se cuenta con 36 907 uniformados

Para el rancho de policías y militares se gastarán anualmente, a partir de julio, $156 629 520. Esa cifra resulta del incremento de $50 mensuales ofrecido por el presidente Lucio Gutiérrez. En total, desde ese mes le corresponde a cada uniformado $126,6, sin importar si es oficial o de la tropa.
Las FFAA, con 66 193 miembros, tendrán para ese rubro un presupuesto anual de $100 560 405,6. La Policía, con 36 907 miembros, tendrá un gasto anual de $56 069 114,4. Ahora se tendrá un rancho diario de $4,22 para desayuno, almuerzo y merienda, que antes era de $2,20.
Para los oficiales consultados, en el Comando Conjunto de las FFAA y de la Comandancia de la Policía, este incremento solo compensa los déficit regulares en los gastos por comida para el personal. En cambio, a condición de no ser citados, varios oficiales y tropa señalan que el aumento no mejorará para nada la calidad del servicio ni de la comida y siempre favorecerá a la oficialidad y a ciertas prácticas de subfacturación.
En lo que todos coinciden es en que no existe un sistema eficiente de organización del servicio porque está a cargo de un jefe que rota (oficial ranchero), una comisión que también atiende otros problemas castrenses y personal de cocineros que generalmente sale de las mismas filas de la tropa.
Esta situación da lugar a una queja frecuente: la comida no es óptima, no se cuenta con una dieta con base en un criterio de un nutricionista (algunas unidades sí cuentan con este tipo de especialistas), las compras se hacen a diario con los proveedores escogidos por el oficial, las raciones no contemplan la necesidad orgánica de los uniformados y por estas "anomalías" se han facilitado, en muchas ocasiones, actos de corrupción.
Si alguna vez se tercerizó el servicio, los oficiales cuentan que no fue efectivo, pues no había transferencias regulares para pagar puntualmente. Lo mismo ocurre ahora con los proveedores, que en varias ocasiones han tenido que esperar hasta dos meses para recibir sus pagos.
Y hay una queja más: del presupuesto general del rancho se utiliza para limpieza, combustible y, de vez en cuando, para actos especiales (recepciones, por ejemplo) que demandan gastos extras y más costosos. (OP)

EN LAS CARCELES

"Es casi un milagro dar de comer, tres veces al día, a todos los presos"

La inadecuada organización y la escasez de recursos favorecen el descontrol y los actos de corrupción

En la Cárcel de Mujeres de Quito existen 420 internas, una cantidad que bordea la mitad de esa cifra permanece con sus hijos, algunas hasta con tres niños.
Y hoy, día de visita, el menú es para el desayuno: maicena en maracuyá con pan; en el almuerzo: locro de lenteja, col, papas, hueso de res, arroz con estofado de carne, papa picada, arveja, zanahoria y jugo de piña; en la merienda: sopa de fideo de hueso, papas, zanahoria y agua aromática.
Todo eso con un presupuesto de $0,75 diarios para cada interna. Es decir, $315 para cada día de comida. Sin embargo, los gastos reales superan esa cifra. Por ejemplo, el 26 de abril, el gasto total fue de $353,04 por un menú más o menos similar al de hoy.
Según Luis Caicedo, ecónomo de esta entidad, los hijos reciben "lo que les pueden dar las personas encargadas de la fundación que los cuida, y los más grandes comen del plato de sus madres". Además, con esos $ 0,75 se cubre la compra de gas y artículos de aseo que se utilizan en la cocina.
Claro, no hay una contabilidad exacta de cuántas internas no consumen el rancho. Y eso precisamente genera problemas y crea las condiciones para la corrupción. Si no hay ese dato, lo que sobra puede ir a parar en manos de guías, funcionarios u otras detenidas.
Incluso, varias internas consultadas por este Diario dicen que en el papel se ve bonito el menú, pero la calidad de la preparación es pésima. Andrea Barreto, de 27 años, asegura que prefiere cocinar sus propios alimentos, pues las dos veces que comió de lo que ahí se cocina tuvo problemas digestivos. Miriam Quiñónez cuenta que casi siempre las internas nuevas se quedan sin comer. Para ella, los días en que la comida es más aceptable son los lunes, ya que todas reciben una presa de pollo.
A todas esas quejas se suma otra que nadie (internas y funcionarios) se atreve a denunciar públicamente: el robo de alimentos y ciertos acuerdos con los proveedores. En el primer caso es "normal" y extensivo a todos los centros penitenciarios del país, como lo reconocen las autoridades de la Dirección Nacional de Rehabilitación Social (DNRS).
En el segundo, aunque no hay denuncias concretas, a sotto voce, se sabe que la subfacturación y la preferencia por determinados locales puede favorecer a los encargados de la adquisición de alimentos.
En este centro carcelario no hay vehículo para transportar los alimentos. Caicedo utiliza su camioneta para llevar lo que compra en el mercado de San Roque hasta el centro carcelario, ubicado en el barrio El Inca.
El director nacional del DNRS, Fernando Cassis, dice que aparte de los problemas económicos, están las condiciones físicas y la infraestructura de todas las cárceles. Para él es "casi un milagro" cómo se da de comer en las prisiones.
Al mismo tiempo reconoce que no existe, ni siquiera por falta de dinero, una organización adecuada que garantice un servicio efectivo y una buena preparación de los alimentos, que evite los riesgos de corrupción y enfermedades. (OP/EY)

EN LOS CUARTELES

Con los mismos ingresos y alimentos, los menúes son de diversa clase

Entre oficiales y tropa existen diferencias en la preparación y servicio de las tres comidas en los recintos

Una pregunta se hacen muchos miembros de la tropa de las tres ramas de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional: ¿Cómo es posible hacer dos ranchos distintos (uno para la tropa y otro para la oficialidad) con un mismo presupuesto ($2,20 ahora y $4,22 diarios desde julio) para cada militar y policía?
La respuesta de los oficiales es: "Aquí no hay desigualdad". Empero, en todos los cuarteles policiales y militares hay varios "extras" que hacen la diferencia con respecto a los mandos superiores: agua mineral, café para después del almuerzo o algún postre. Además, si en el menú consta pollo, según un sargento ranchero, "las patas y las alas van para la tropa y las pechugas para los oficiales".
En algunos recintos militares, tras un recorrido de BLANCO Y NEGRO, la queja general es la mala calidad de la comida, por la compra de productos básicos de mala calidad y por las condiciones en las que se preparan los alimentos.
A eso se añade otro tipo de quejas, más puntuales y eventuales: el uso inadecuado y arbitrario de los alimentos para eventos especiales, en perjuicio del presupuesto diario y de la cantidad y calidad del menú.
En especial, la queja de los oficiales y de la tropa es la inadecuada preparación y organización para servir a un grupo humano numeroso y que realiza tareas agotadoras y tensas. "Claro que el presupuesto es para todos igual, pero con ese misma cantidad de dinero, en manos de un especialista o alguien que sepa de cocinar para muchas personas, como aquellos que organizan fiestas masivas, se podría mejorar sustancialmente la calidad y darle mejor uso al dinero", dice un coronel de la Fuerza Aérea que cuando fue subteniente fue oficial ranchero en un reparto de la provincia de Guayas.
El mismo oficial reconoce que las irregularidades o eficiencia dependen mucho de la ética de los rancheros, incluido el jefe de unidad. Por ejemplo, cuenta, si el comandante vela por el bienestar de sus subordinados pasará dos o tres veces por semana revisando si la cocina está en buenas condiciones y la comida bien preparada. Dice que más de una vez se ha sancionado a muchos militares por robos, subfacturación o desvío, pero "siempre esas cosas quedan casa adentro, pues se prioriza velar por el prestigio de la institución".
También hay denuncias verbales (ninguna de estas se ha hecho públicamente) de que del monto del rancho, algunos oficiales sacan dinero para comprar los periódicos, revistas o cubren los gastos para eventos especiales cuando hay invitados importantes y hasta la presencia de familiares o amigos que llegan a una unidad.
A todo esto, desde la Policía y las FFAA hay recelo por las ventajas que tienen entre las ramas. Para los del Ejército hay una explicación: en la Marina, FAE o Policía hay menos personal y cocinar para menos mejora la calidad de la comida.
En cambio para los de la FAE, Policía o Marina existe una ventaja a favor del Ejército: muchos recintos cuentan con granjas agrícolas que abaratan los costos del rancho y tienen verduras, hortalizas y hasta carne, leche y huevos frescos. (OP)

En las poblaciones amazónicas hay déficit por los precios más altos

Los uniformados destinados a operaciones especiales se quejan de que deben gastar mucho más

La calidad del rancho en las unidades militares de la frontera norte ecuatoriana no varía, mayormente, con respecto a la comida de los repartos del interior del país, más allá de las pecularidades que se dan entre el menú de los oficiales y el que se ofrece a la tropa en una zona de "máxima alerta".
Los dos menúes se preparan y sirven en lugares diferentes, el comedor de tropa y el casino de oficiales, respectivamente. El personal de cocina es diferente. La tropa usa vajilla metálica (gamelas); la oficialidad, los platos de porcelana.
El martes pasado, el almuerzo de la tropa y los conscriptos, de uno de los repartos, consistió en sopa de sobre con papas, arroz con puré de yuca y un aguado de fruta como refresco. Ese día, la comida de oficiales tuvo, además, "contenido proteico" (carne), según una fuente militar que pidió la reserva del recinto.
Pero el tema del rancho y su organización, que resulta una práctica común, para la fuente, suele ser motivo de "resentimiento" entre un personal que está listo para entrar en acción. Unidades como el Batallón B56 Tungurahua y Batallón 24 Rayo, en el cantón Lago Agrio, realizan operativos con mucha frecuencia, y eso implica gastos extras.
Un alto oficial señaló que el costo de ración tipo C (comida preparada para operativos que lleve refuerzos vitamínicos) es de $8 por día. Es decir, $5,45 más cara que la dieta diaria normal de $2,55, pero por las circunstancias de la zona es necesario usarla.
Pero ¿el rancho del Ejército es también motivo de reserva? El coronel Walter Vela, jefe de Estado Mayor de la Brigada de Selva 19 Napo (B19 Napo), dijo que todo es claro. Hay un sistema que se sigue y tiene a sus responsables por la adquisición, provisión y preparación de los alimentos.
En el caso de la B19 Napo, hay una comisión integrada por el oficial ranchero, el clase ranchero, el oficial de logística y el conductor. El informe de gastos se presenta por la tarde y está sistematizado. A esa hora se aprueba el menú del siguiente día.
Vela asegura que en el rancho no hay diferencias: "El gasto es igual para el general que para el conscripto". No obstante, este Diario constató la inconformidad de ciertos militares y la relación de sus gastos con respecto a otras zonas, pues "la diferencia de costos no le deja un ahorro extra a un personal muy operativo", dijo otro alto oficial. "El incremento anunciado para el rancho permitiría ahorrar entre $10 y $20", dice.
BLANCO Y NEGRO pudo observar, en un largo recorrido por las provincias de Sucumbíos y de Orellana, la situación económica. En la frontera y en las áreas petroleras, como Nueva Loja y Francisco de Orellana (Coca), los precios de alimentos y de servicios son hasta 200% más altos que en Quito y Guayaquil. Por ejemplo, un pollo asado en Coca cuesta entre $10 y $13 cuando en ciudades grandes puede costar entre $5 y $8.
Para contrarrestar las carencias, la mayoría de las unidades militares, desde su creación, tienen unidades productivas que les permiten autoabastecerse. (LB)).

Con $4 diarios sí se puede planificar y elaborar una dieta adecuada y barata

Una experiencia paraguaya da pistas de un buen método

Los $2,20 diarios que actualmente reciben los uniformados, policías y militares por concepto de rancho es una cifra con la cual puede hacer un buen menú. Así lo señalan profesionales dedicados a la provisión de alimentos.
Esta opción solo está condicionada a que el número de personal sea igual o mayor a 100 personas, dicen. Aunque en ese caso, la calidad de la alimentación tenga un nivel básico, es decir, que incluya un desayuno tipo americano (un huevo), un almuerzo y una merienda balanceados, con un mínimo de contenido proteico (carne o pollo).
El incremento en casi 100% por concepto de rancho, a favor de los uniformados, previsto por el Gobierno, permitiría mejorar sustancialmente la calidad de la comida. Incluso, dice uno de los especialistas, podría dar lugar a que se obtenga un remanente, que puede significar un ahorro.
A eso debe agregarse que en muchos repartos, sobre todo militares, tienen espacios dedicados a la producción de alimentos que sirven para obtener recursos extras. Por ejemplo, en la Brigada de Selva 19 Napo hay personal dedicado a la crianza de ganado y existen espacios para cultivo.
Una dieta sana y de buena calidad podría estar en los márgenes de $2,80 y $3,50.
Una experiencia en el buen uso y aprovechamiento de los recursos es la de la Cooperativa de Trabajo Asunción Ltda., de Paraguay, para paliar las necesidades de los más necesitados. Su objetivo es comer mejor y más barato para elevar la calidad de vida. Para ello diseñaron un sistema de provisión, almacenamiento y distribución de alimentos, para protegerlos de su descomposición por distintos métodos; abaratar los costos de los alimentos en sí, de los costos de distribución y almacenamiento sin bajar la calidad ni el tipo de comida.
Asimismo, buscan que exista control exacto de stock, para evitar desperdicios; que cada comensal coma lo programado por el especialista; que todo esté listo para cocinar en una cocina limpia y fácil. En este proyecto no se pela, no se lava, no se corta, etc. Y, con todo, se pueden programar dietas adecuadas a cada necesidad y a cada costo. (OP/LB) (BLANCO Y NEGRO)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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