1998
Quito. 10 jun 98. Hasta el 5 de mayo de 1998, según los
reportes emitidos por Defensa Civil, el fenómeno de El Niño
había afectado a 32.368 personas en todo el país: 20.826
habitantes podrían considerarse damnificados, pues
temporalmente han tenido que abandonar sus viviendas para
alojarse en albergues o en casas de familiares y amigos.

Hasta esa fecha se debe lamentar la muerte de 249 personas,
mientras que 193 fueron heridas y 59 se encuentran
desaparecidas. Por otro lado, 7.620 viviendas fueron afectadas
y, de ellas, 1.685 fueron destruidas totalmente.

El número de desgracias personales provocadas por este evento
es más alto de lo ocurrido durante 1982-1983 (considerado, por
parte de los expertos meteorólogos, de similar magnitud al
actual), lo que de alguna manera se puede explicar por el
aumento de la densidad poblacional en el sector urbano
experimentado en estos 15 años.

En efecto, como se puede apreciar, la población urbana de las
provincias de la Costa casi que se ha duplicado; en cambio,
las poblaciones rurales, a excepción de Esmeraldas, han
experimentado crecimientos leves. Este crecimiento de las
ciudades en muchos casos implica el asentamiento en terrenos
poco aptos para ser habitados.

El relleno de terrenos pantanosos y quebradas, la tala de los
bosques y de los manglares, así como la semidestrucción de las
laderas de las pequeñas montañas para implantar las
edificaciones, canalizaciones y demás tuberías que implican la
instalación de los servicios básicos, supone un serio
deterioro de la consistencia de esos suelos y la eliminación
de los desfogues naturales de las lluvias, así como el aumento
de las dificultades para absorber las aguas. Estos elementos
se convierten en factores que facilitan las inundaciones y
deslaves y, por tanto, la destrucción de viviendas.

La sobresaturación de humedad de las tierras, especialmente de
la Costa y de las estribaciones de la cordillera occidental,
como consecuencia de las permanentes y fuertes lluvias
registradas desde que se inició este evento, ha determinado
que las crecidas de ríos, inundaciones y deslaves se
intensifiquen en los últimos días, a pesar de que los
indicadores utilizados para medir la intensidad del evento de
El Niño, ponen en evidencia que se encontraría en su fase de
declinación.

En efecto, la menor temperatura del mar, la velocidad de los
vientos alisios, así como otros indicadores, mostrarían una
reducción de la intensidad de ese fenómeno, lo que no
significa que las lluvias desaparezcan. En realidad, el mes de
abril y los primeros días de mayo se caracterizan por ser un
período de intensas lluvias en un invierno normal.

Para hacer un seguimiento de las condiciones meteorológicas de
este evento natural, se recomienda consultar la siguiente
dirección de Internet:

http://www2.usma.ac.pa./~cathalac/enos.htm

Los daños causados en el sector agrícola

A pesar de las dificultades que existen para realizar una
estimación objetiva de los daños que el fenómeno de El Niño ha
causado al país, los organismos públicos que tienen que ver
con las actividades más afectadas están desplegando esfuerzos
en esa dirección. Los organismos competentes están conscientes
de que una evaluación correcta posibilitará que la posterior
reconstrucción sea exitosa y que los recursos humanos y
financieros necesarios sean canalizados en forma eficiente.

En ese contexto, una evaluación preliminar realizada por el
Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) señala que las
pérdidas en el sector agropecuario, sea por la destrucción de
lo sembrado o por la imposibilidad de sembrar, así como por la
muerte de ganado, alcanzarían la suma de 530 millones de
dólares, de los cuales, 233 millones corresponderían a la
producción perdida en el transcurso de El Niño; 296 millones
por haber dejado de sembrar; y, 640 mil dólares por la pérdida
de animales y aves.

A esos costos se debe añadir aproximadamente 204 millones de
dólares por la no exportación de los productos como banano,
café y cacao, por pérdidas directas en la fase productiva.

Adicionalmente, el Ministerio de agricultura y Ganadería
incorpora como pérdidas del sector el déficit que la caída de
la producción ha originado al mercado interno, algo de lo cual
se debió importar, como es el caso de azúcar, arroz y soya,
por ejemplo.

El siguiente cuadro resume lo anteriormente señalado :

De los datos proporcionados por el MAG, se desprende que los
cultivos más afectados por El Niño son la caña de azúcar, el
arroz y la soya. En efecto, dado que el 90% de la producción
nacional de azúcar se concentra en tres ingenios de la Costa
(Valdez, San Carlos y La Troncal) y que la cosecha de la caña
de azúcar se la realiza de julio a diciembre, por efectos de
El Niño durante 1997 la cosecha se redujo a 3 meses
(agosto-octubre) y sólo se cosecharon 25.000 de las 68.000
hectáreas sembradas (únicamente el 37%). Las pérdidas que se
calculan para este producto son de 189 millones de dólares.

En el caso del arroz, se debe anotar que la cosecha del
período de invierno de 1996-1997 fue bastante buena (ello
posibilitó exportar 112.671 TM a Colombia, principalmente),
mientras que la cosecha correspondiente al verano de 1997 fue
menor, si se compara con niveles obtenidos en años normales.

Esa disminución de la producción de verano (que determinó que
las existencias de la gramínea disminuyan) y la imposibilidad
de que las siembras de invierno de 1997-1998 se realicen en el
calendario acostumbrado (entre diciembre y febrero de cada
año), dio como resultado la necesidad de realizar
importaciones para cubrir la demanda doméstica.

Las pérdidas para los productores de este cultivo se estiman
en 68 millones de dólares.

Sin embargo, una vez que El Niño termine y si se dispone de
las semillas y crédito suficiente, como consecuencia de la
mayor humedad de los suelos, es posible que las siembras del
ciclo de verano sean mayores que en años normales, lo que
permitirá que los arroceros se repongan de las pérdidas
sufridas.

La soya es quizá uno de los productos más afectados, en
términos relativos, por la fuerza de El Niño, pues en 1997
prácticamente no se sembró este producto pues los riesgos de
pérdida eran elevados.

Así, los meses en los que normalmente se siembra este producto
(mayo a julio) coincidieron con el primer "pico" de incidencia
de El Niño, lo que disuadió a los agricultores sembrar este
producto, más aún si se preveía que en los meses de cosecha
(septiembre-diciembre) continuarían las fuertes lluvias.

Por ello, se estima que en 1997 sólo se pudo cosechar
alrededor del 8% de lo realizado en 1996, año considerado como
malo si se lo compara con anteriores períodos. Como
consecuencia, en 1997 se tuvo que incrementar los volúmenes de
importación de este producto que básicamente es utilizado en
la elaboración de aceites comestibles y alimento balanceado
para animales. Las estimaciones realizadas por el MAG señalan
una pérdida para los productores de 28 millones de dólares.

Afortunadamente el banano, que es el producto agrícola de
exportación que más divisas aporta a la economía del país, fue
uno de los menos afectados por El Niño en 1997 cuando sus
exportaciones registraron un nuevo récord. Los problemas se
presentarán en 1998, pues las bananeras asentadas en las
partes bajas de la cuenca del Guayas, así como en otras áreas
vulnerables, han sido afectadas por las fuertes lluvias e
inundaciones; estas pérdidas se estiman en 114 millones de
dólares.

En el caso del banano, cabe señalar también que el exceso de
humedad disminuye la calidad de la fruta, por lo que
eventualmente se podría esperar una disminución de sus
precios.

Por su lado, al café, que había disminuido sus volúmenes de
exportación en 1997, también le afectaron las fuertes lluvias
de los meses de octubre-diciembre lo que determinó que el
proceso de floración se altere, por lo que se estima que en
1998 la exportación sería menor en aproximadamente el 30%, lo
que significaría una pérdida para los productores de 53
millones de dólares.

También la floración del cacao fue afectada por las intensas
lluvias; a esto se añade el aumento de la incidencia de
enfermedades y plagas que afectan a la productividad de este
cultivo. Por esto, se estima que las exportaciones en 1998
serán menores en aproximadamente el 40%, lo que significa una
pérdida para los productores de aproximadamente 37 millones de
dólares.

Existen otros productos agrícolas (mango, melón, sandía, etc.)
que también han sido afectados por el fenómeno de El Niño,
aunque no existe aún estimaciones de los daños causados.

En el caso de la ganadería (incluida la avicultura), el
Ministerio de Agricultura y Ganadería estima que las pérdidas
son de alrededor de 640 mil dólares.

De todas maneras, tanto el MAG como el Banco Nacional de
Fomento tienen una importante tarea por delante, pues además
de cuantificar los efectos de El Niño, deben preparar a los
agricultores para la etapa de reconstrucción, pues una vez que
disminuyan las lluvias se abre una gama de posibilidades
inmediatas que pueden ser aprovechadas por las mejores
condiciones de humedad y de fertilización del terreno
cultivable.

En el caso del Banco Nacional de Fomento, que asumió la
condonación de las deudas de los agricultores que perdieron
sus cosechas como consecuencia de El Niño, tiene la tarea de
realizar una evaluación de los clientes que deberían ser
favorecidos por esa condonación, así como de buscar los
recursos financieros suficientes para ofrecerlos a
agricultores y ganaderos.

Los problemas que han debido enfrentar los agricultores en
estos últimos meses han determinado un aumento de la migración
del campo a la ciudad, especialmente a Guayaquil. Esto podría
traducirse, en algunos casos, en un abandono definitivo del
campo, con doble efecto negativo: el mayor requerimiento de
las ciudades para dotar de infraestructura a barrios
marginales (donde generalmente tiene acogida la población
migrante) y, por otro, una disminución de la capacidad
productiva del sector agropecuario.

Los daños en el sector de la vialidad

El Ministerio de Obras Publicas y Comunicaciones ha realizado
una importante tarea de evaluación de los daños, reparación
temporal de carreteras destruidas, sustitución (también
temporal) de puentes afectados, etc., en coordinación con los
organismos seccionales para la contratación de obras
emergentes con empresas del sector privado.

Resulta difícil cuantificar los daños que ha ocasionado El
Niño en la red vial del país, pues aún no termina su
incidencia y porque en no pocos casos será necesario hacer
importantes variantes de las carreteras más duramente
afectadas por las crecidas de los ríos y el deslizamiento de
tierras.

Sin embargo, el Ministro de Obras Públicas y Comunicaciones ha
estimado que los daños ocasionados a la red principal
(carreteras asfaltadas y los puentes que en ellas se
encuentran) serían de entre 400 y 500 millones de dólares,
mientras que la reparación de la red secundaria costaría
alrededor de 400 millones de dólares.

El Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones ha estimado
también el número de puentes que han resultado afectados y
destruidos, así como las carreteras que actualmente se
encuentran dañadas.

Con la finalidad de facilitar el tráfico de personas y
vehículos, hasta el momento, se han colocado 24 puentes
provisionales (tipo bailey) por una longitud aproximada de 580
metros, a lo que se añade las obras de relleno, restitución o
reparación de alcantarillas, construcción y mantenimiento de
muros de contención y muros de gaviones, bacheo de carreteras;
etc.

Por la magnitud de los daños, la reconstrucción será una
temática que deberá ser abordada con una perspectiva de
mediano y largo plazos, sobre todo en función de la superación
de la crisis fiscal que enfrenta el sector público no
financiero en 1998 por la baja del precio del barril de
petróleo de exportación. (Texto tomado de El Banco Central del
Ecuador)
EXPLORED
en Ciudad 1998 Quito

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