Estaba dispuesto a firmar el registro electoral de la misma forma como pinta sus obras: con el puño cerrado. Sin preguntarle, le mancharon el dedo gordo. Vinicio Cervantes, a quien los médicos le dieron cuatro meses de vida y lleva pintando con la boca y con la mano izquierda 1 500 cuadros en lienzo y óleo, puso su huella digital sin protestar.
Hasta las 11:30, al recinto electoral de la Escuela Tarqui, al norte de Quito, en Calderón, solo habían llegado cinco personas con discapacidad. En la mesa 14, Vinicio fue el primero. No hizo fila, le acercaron el pupitre a la silla de ruedas. Y por sí solo, igualito como pinta (con el pincel sujeto a una liga que le aprieta la muñeca izquierda), votó por Paco Moncayo. Su hijo Christian lo miraba de reojo, por eso de que el voto es secreto.
Es la segunda vez que vota en esta "nueva vida", que empezó el 8 de mayo de 1994, a las 08:30, al estrellarse con el auto. Se quedó cuadrapléjico (100% de discapacidad). Ahora, a los 36 años, y contradiciendo cualquier diagnóstico médico, movía libremente su mano izquierda para guiarle hasta la Junta Electoral 14 a Juan Javier Dávalos, el papá de Ana María, su lazarilla, su amiga.
Trasladarse nunca es fácil y más, como ocurrió hace dos semanas, cuando un guardia del Consejo Nacional de Discapacidades (Conadis) le dijo que para renovar su carné vuelva mañana. Más si se siguen haciendo leyes sin pensar en ellos: "Voy a mandar una carta al Congreso para exigir la exoneración del 50% en todo, no solo para los que sufrimos de discapacidad física, sino también para nuestros acompañantes".
Esa es su propuesta política y se suma a la de sus compañeros, porque: "Las limitaciones solo son físicas, somos seres con gran fortaleza, tanto que aportamos, incluso, desde nuestras camas". Y el pintor no se equivoca: "No solo con las manos se piensa".
Su lazarillo más íntimo es su hijo mayor, un flaco de 1,65 m de estatura, pero cuando carga a su papá, se ve inmenso. Desde el segundo piso de su departamento, en la Mz 3 de la urbanización Hernando Parra, en Carapungo, Vinicio hizo como si se impulsara y Christian lo cargó en su espalda.
Al llegar a la urna fue igual. No hubo problemas. Marco Cevallos, presidente de la mesa, tenía bien clara la disposición: "Darles a las personas con discapacidad todas las facilidades". Lo mismo repitieron los uniformados de la Policía al dejar pasar el carro hasta la puerta principal del recinto.
El policía Pedro Romero, de 20 años, dejó de estar firme para ayudar a Vinicio. Y los curiosos preguntaban quién era. "Es un discapacitado que viene a ejercer su derecho", respondía la señora de las tortillas. Romero no tiene parientes con discapacidad. Miraba a Vinicio con admiración: "Son superiores. Nadie lo logra. Ellos sí". (LM)

EL DATO

En Quito 120 personas con discapacidad van a votar

Ángel Tipán votó por primera vez a sus 41 años. Su discapacidad mental se lo impedía. Ayer, desde el Comité del Pueblo, Ángel se trasladó del brazo de su hermana Ana María Tipán, de 50 años, hasta la estación norte del "trole". Ahí, ocho integrantes del grupo Cultura por la Paz "reclutaron’ a unas 50 personas con discapacidad para llevarlos a sus recintos electorales.
En la escuela Tarquino Hidrovo, al norte de Quito, Ángel repetía en voz baja el número de su Junta: “En la 363, en la 363, 363...”. Su hermana sostenía sus papeletas y le indicaba: “Verás ñaño, aquí tienes que elegir, ¿dónde quieres que raye?”. Riéndose, Ángel señaló: “El Paquito, ñaña, el Paquito”.
Más de 20 voluntarios, de entre 16 y 20 años, fueron buenos lazarillos. A Edison Olmos, de 30 años, paraplégico, le llevaron las papeletas hasta el bus, donde estaba con más compañeros, ya que en el colegio Veinticuatro de Mayo no había ninguna rampa para llegar a la mesa 11: “Esto me pasa todo el tiempo. Nadie se preocupa porque tengamos rampas”, dijo.
El mismo problema tuvo Geovanny Silva, de 28 años, con discapacidad visual total. Con la ayuda del bastón, se guió como pudo, por los escalones del colegio Gran Colombia, hasta llegar a la mesa 130. En la Junta, Paúl Mena, otro miembro de Cultura por la Paz, leía los nombres de los candidatos y Geovanny le indicaba por quién votar: “Cuando una persona no ve, tiene que confiar en el otro que le guía. Yo sé que Paúl votó en donde le indiqué. A través de las voces de las personas que me rodean, yo sé en quién confiar”. (GCA)

LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS FRENTE A LAS TRADICIONES

EL VOTO ELECTRONICO

Ángelo por poco "colapsa" a las 10:45

En la U. Salesiana de Quito hubo 87 urnas computarizadas

Ángelo Pavón, del sexto curso, novena sección, del colegio Mejía, por poco "colapsa" a las 10:45. Encargado de capacitar a los lectores, a esa hora no alcanzaba a explicar a tantos que llegaron a aprender cómo votar electrónicamente.
Durante una semana, muchos vecinos de La Floresta, al norte de Quito, pudieron recibir la instrucción. Pero ayer, a última hora, miles se agolparon en las 40 máquinas a cargo de alumnos del colegio Mejía. Algunos, como Hortensia M., no entendieron el funcionamiento de la máquina, porque cada estudiante tuvo que atender a más de cinco sufragantes. Ella prefirió una papeleta de votación.
Todo lo contrario ocurrió con Manuel Orellana Ayora, de 77 años. Llegó a las 08:45, con el libro La era del vacío, de Gilles Lipovetsky, bajo el brazo. Recibió la instrucción básica, en menos de tres minutos. Se demoró casi 10 en encontrar su Junta Electoral y menos de dos, en votar. "Lo más difícil fue escoger a los consejeros y concejales, porque todavía no tengo mucha práctica con la maquinita", dijo este jubilado a quien le da lo mismo lo que ocurra con el resultado, pues "todo seguirá igual".
Cerca del mediodía, con la "tropa" de Federico Pérez, que le cantaba "Yo quiero tener un millón de amigos", por su cumpleaños y la de Ramiro González, quien llegó acompañado de Rodrigo Borja, la confusión puso en aprietos a otros electores, algunos de los cuales mandaron a callar a los "cantantes" de Pérez.
Para la hermana María Elena Moya, de las dominicas de La Imaculada, quien rezó por "los malos políticos" y para que Dios iluminara a las nuevas autoridades que se eligieron ayer, a las 07:30, en la iglesia de El Girón, el sistema electrónico de votación le pareció "facilito y estupendo para agilitar el proceso". Lo mismo creía hasta el mediodía el alumno del Mejía. Ese instante pensó que se debió hacer una práctica casa por casa. (OP)

PARA EL FUTURO

"La capacitación es una leve falla en este proceso que hay que corregir", reconoció el vocal del Tribunal Supremo Electoral Eduardo Villaquirán, en el recinto de la Universidad Salesiana de Quito, donde se instalaron por primera vez 87 juntas para votar a través de un sistema computarizado.
"Todavía falta preparar a la gente para que se adapte a un sistema distinto", comentó. Quizá "en las elecciones de 2006 se tenga a un 50% de juntas con este sistema", dijo. (OP)

LA RESPONSABILIDAD DE SUFRAGAR

Rosa ve a sus hijos solo en elecciones

La mujer de 71 años preparó la comida del día desde la 05:30

Para Rosa Pilamonta, de 71 años, su día empieza a las 05:30 de domingo a domingo. Vive en el barrio Monjas, de la parroquia San Buenaventura (Latacunga). Ayer, a las 07:00, el mote ‘sin calzón’ y las patas de res se cocían.
La cocina olía a eucalipto y a pencos secos. Durmió poco. Cada hora se levantaba a mecer la olla con la ‘mamacuchara’ para que no se "acentara el motecito". Es el regalo que ofreció al medio día a sus hijos: "Hay que aprovechar estas fechas para estar juntos".
Antes de salir a votar, vigiló que las ollas estuvieran en su punto, mientras arreglaba su cuarto y barría el patio de tierra. Vive sola. Sus nueve hijos son casados. María Lasteña, de 40 años, llegó de Calderón: "Al menos tiene un pretexto para venir", dice la madre. Los demás viven cerca, pero igual no los ve, solo en Pascuas y en Año Nuevo. Los cuyes, su vaca y un chancho son su entretenimiento. A las 08:30 les dio de comer.
Una hora más tarde fue a sufragar en la escuela Numa Pompillo Llona, a 30 minutos a pie desde el centro de la parroquia. Solo puede escribir su nombre y los números. Su papá no la dejó ir a la escuela: "Para que no me carteara con los enamorados".
Su nieta Marina, de 17 años, le acompañó a la mesa número 4. Hizo una raya en el casillero de su candidato: "Es del campo, uno de los nuestros, la gente blanca ya tiene todo, por eso, no se preocupa por nosotros".
En su barrio falta agua de regadío y potable, caminos adoquinados, alumbrado público… Para Rosa, elegir a buenas autoridades es responsabilidad de todos: "Lo malo es que no sabemos elegir bien, por eso, uno se vive mal; aunque no me sirva este papelito, voto por el futuro de mis hijos y mis nietos".
A las 13:00, el mote "sin calzón’ y el caldo de patas estuvieron bien cocinados y aliñados para la hora de servir el almuerzo. (GV)

OTRAS CIFRAS

En la provincia de Cotopaxi no hubo mayores inconvenientes en el proceso electoral.
Miembros de la fuerza pública ayudaron a controlar el sufragio tras el fuerte aguacero que cayó a las 16:30.
En la parroquia Once de Noviembre se detuvo a una persona por llevar wipala, luego se la dejó en libertad. En Latacunga hay 107 275 sufragantes; en Pujilí, 44 876; en Salcedo, 39 999; en La Maná, 21 402; en Sigchos, 13 612; Saquisilí, 13 770 y en Pangua, 11 821. (GV)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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