Nueva Loja. 27 sep 2000. Cerca de 1 000 militares realizan controles vía
aérea, terrestre y marítima en la zona fronteriza. Entre la población hay
un desinterés generalizado.
La lluvia va y viene en Sucumbíos y sus alrededores: diez minutos garúa,
30 minutos cae un fuerte aguacero y otros 15 escampa. Esa ha sido la
tónica del clima en la última semana en la ciudad petrolera que recibirá
mañana a los presidentes de Ecuador, Gustavo Noboa, y de Colombia, Andrés
Prastana.
En la capital de Sucumbíos, también conocida como Lago Agrio, el
incremento de la vigilancia no es muy visible. Los habitantes, que no
están muy enterados del encuentro presidencial, se acostumbraron a ver a
policías y militares rondando las calles adoquinadas con charcos en los
bordes. Sin embargo, la supervisión está presente desde el control de
Santa Cecilia, a 10 kilómetros de la ciudad, en la vía Quito-Lago Agrio.
En el lugar, cuatro policías y cinco militares revisan de pies a cabeza a
quienes entran y salen. Los conductores y pasajeros de los buses se bajan
y pasan por un pequeño corredor donde muestran sus documentos y son
revisados para comprobar que no carguen armas, drogas, explosivos... Los
asientos son inspeccionados uno a uno, no importa si en ellos viajan
niños o mujeres, el trato es igual para todos los pasajeros.
El policía Marcelo Mazón dice que el control se incrementó a partir del
lunes, pero el trabajo conjunto con los militares se realiza desde hace
dos meses. ¿Por la aplicación del Plan Colombia? El oficial no responde,
pero la inclinación de su cabeza hacia adelante da entender que sí.
En la zona están desplazados alrededor de 1 000 efectivos del Grupo de
Fuerzas Especiales, Brigada de Selva Coca y otros destacamentos del
Ejército. La revisión de viajeros dura las 24 horas y la inspección de
cada bus no toma más de diez minutos al igual que los pasajeros. Con los
camiones y camionetas pasa lo mismo, pero los moradores como Johni
Cabascango no se sorprenden ni molestan. "Dicen que es para evitar el
tráfico de droga y de gas. A nadie le hace daño un poquito de
vigilancia", sostiene el hombre de cabello negro y rostro pálido.Los
miembros de la fuerza pública no solo procuran evitar el tráfico de armas
y drogas, sino también de gas y químicos, que probablemente tienen como
destino las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). También
han detectado carros robados, que según Mazón, se devolvieron a sus
propietarios.
La vigilancia se extiende al extremo del control de Santa Clara. En La
Punta o General Farfán las lanchas aún cruzan el río San Miguel para
llegar a Colombia. Los norteños y ecuatorianos pagan 2 mil pesos (1
dólar)para cruzar el afluente que está crecido porque la lluvia no para.
Las largas embarcaciones de madera, que se mueven con gasolina, llevan a
las familias que salen a General Farfán a comprar arroz, gallinas, botas
siete vidas...
En el pequeño puerto ecuatoriano está instalado el Destacamento del
Ejército Teniente Molina. La caseta de revisión está a la altura del río
y allí voluntariamente se presentan las personas que salen o vienen de
Colombia para pasar la revisión. Lo primero que hacen los viajeros al
bajar de las lanchas es sacar sus cédulas y presentarlas a los militares
que no sueltan sus fusiles.
Desde el nuevo puente de San Miguel, que será reabierto por cuarta
ocasión, un grupo de militares con largavistas en las manos observa el
movimiento. Los hombres de verde se cubren del aguacero con unos ponchos
plásticos y miran con insistencia el movimiento que hay sobre el río que
separa a Ecuador de Colombia, mientras que otros recorren los alrededores
de la ribera por tierra.
La vigilancia, que según el coronel Salvador era esporádica, desde el
lunes se realiza las 24 horas por la llegada de los presidentes Noboa y
Pastrana. Los soldados no temen los atentados, pero prefieren tener todo
bajo control para que no se repita la escena del domingo: ese día, el
puente que está a menos de cien metros del nuevo paso internacional fue
dinamitado. Los trabajos de reparación avanzan, porque es posible que los
mandatarios salgan del aeropuerto de Lago Agrio y lleguen por carretera a
la inauguración.
El arribo por tierra es la segunda opción para movilizar a los
presidentes, la primera es que del aeropuerto ecuatoriano salgan en un
helicóptero y aterricen en el nuevo helipuerto que está a unos 50 metros
del puente. Todo dependerá del clima.
El garrote y la zanahoria para combatir los cultivos
Garrote y zanahoria. La estrategia del gobierno colombiano para la
erradicación de cultivos ilícitos tiene dos aristas: la fumigación de
plantaciones con el apoyo de la fuerza pública y la sustitución pacífica
de cultivos a través de convenios de cooperación con los campesinos.
Para este programa, hasta fines de este año, se ha previsto invertir 15
millones de dólares: 10 millones en infraestructura y 5 millones en los
proyectos de cultivos alternativos.
Para coordinar la ejecución de los programas, que se enmarcan en el Plan
Colombia, el presidente Andrés Pastrana designó a Gonzalo de Francisco
como consejero para la Convivencia y la Seguridad Ciudadanas. El
funcionario, quien está en el país desde el lunes, ha mantenido reuniones
con diferentes representantes y autoridades de la sociedad civil, para
explicar en detalle la política de combate a las plantaciones ilegales.
En Colombia, actualmente existen aproximadamente 140 000 hectáreas de
cultivos ilícitos, que producen 800 toneladas de cocaína al año. El 70
por ciento de esa producción es absorbido por el mercado interno de
Estados Unidos, principal financiador del Plan Colombia, con un aporte de
mil trecientos millones de dólares.
De Francisco dice que la única alternativa para solucionar el problema
del narcotráfico es el ataque directo a las fuentes de producción de
coca, con un trabajo adicional de interdicción.
Según el representante, el conflicto del gobierno con las FARC es
permanente, y no será el detonante para la escalada del conflicto
interno."Además, la fuerza pública ha sido reforzada para dar respuestas
efectivas al problema de la guerrilla que en este tema cometió un error
histórico". (Texto tomado de El Comercio)
aérea, terrestre y marítima en la zona fronteriza. Entre la población hay
un desinterés generalizado.
La lluvia va y viene en Sucumbíos y sus alrededores: diez minutos garúa,
30 minutos cae un fuerte aguacero y otros 15 escampa. Esa ha sido la
tónica del clima en la última semana en la ciudad petrolera que recibirá
mañana a los presidentes de Ecuador, Gustavo Noboa, y de Colombia, Andrés
Prastana.
En la capital de Sucumbíos, también conocida como Lago Agrio, el
incremento de la vigilancia no es muy visible. Los habitantes, que no
están muy enterados del encuentro presidencial, se acostumbraron a ver a
policías y militares rondando las calles adoquinadas con charcos en los
bordes. Sin embargo, la supervisión está presente desde el control de
Santa Cecilia, a 10 kilómetros de la ciudad, en la vía Quito-Lago Agrio.
En el lugar, cuatro policías y cinco militares revisan de pies a cabeza a
quienes entran y salen. Los conductores y pasajeros de los buses se bajan
y pasan por un pequeño corredor donde muestran sus documentos y son
revisados para comprobar que no carguen armas, drogas, explosivos... Los
asientos son inspeccionados uno a uno, no importa si en ellos viajan
niños o mujeres, el trato es igual para todos los pasajeros.
El policía Marcelo Mazón dice que el control se incrementó a partir del
lunes, pero el trabajo conjunto con los militares se realiza desde hace
dos meses. ¿Por la aplicación del Plan Colombia? El oficial no responde,
pero la inclinación de su cabeza hacia adelante da entender que sí.
En la zona están desplazados alrededor de 1 000 efectivos del Grupo de
Fuerzas Especiales, Brigada de Selva Coca y otros destacamentos del
Ejército. La revisión de viajeros dura las 24 horas y la inspección de
cada bus no toma más de diez minutos al igual que los pasajeros. Con los
camiones y camionetas pasa lo mismo, pero los moradores como Johni
Cabascango no se sorprenden ni molestan. "Dicen que es para evitar el
tráfico de droga y de gas. A nadie le hace daño un poquito de
vigilancia", sostiene el hombre de cabello negro y rostro pálido.Los
miembros de la fuerza pública no solo procuran evitar el tráfico de armas
y drogas, sino también de gas y químicos, que probablemente tienen como
destino las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). También
han detectado carros robados, que según Mazón, se devolvieron a sus
propietarios.
La vigilancia se extiende al extremo del control de Santa Clara. En La
Punta o General Farfán las lanchas aún cruzan el río San Miguel para
llegar a Colombia. Los norteños y ecuatorianos pagan 2 mil pesos (1
dólar)para cruzar el afluente que está crecido porque la lluvia no para.
Las largas embarcaciones de madera, que se mueven con gasolina, llevan a
las familias que salen a General Farfán a comprar arroz, gallinas, botas
siete vidas...
En el pequeño puerto ecuatoriano está instalado el Destacamento del
Ejército Teniente Molina. La caseta de revisión está a la altura del río
y allí voluntariamente se presentan las personas que salen o vienen de
Colombia para pasar la revisión. Lo primero que hacen los viajeros al
bajar de las lanchas es sacar sus cédulas y presentarlas a los militares
que no sueltan sus fusiles.
Desde el nuevo puente de San Miguel, que será reabierto por cuarta
ocasión, un grupo de militares con largavistas en las manos observa el
movimiento. Los hombres de verde se cubren del aguacero con unos ponchos
plásticos y miran con insistencia el movimiento que hay sobre el río que
separa a Ecuador de Colombia, mientras que otros recorren los alrededores
de la ribera por tierra.
La vigilancia, que según el coronel Salvador era esporádica, desde el
lunes se realiza las 24 horas por la llegada de los presidentes Noboa y
Pastrana. Los soldados no temen los atentados, pero prefieren tener todo
bajo control para que no se repita la escena del domingo: ese día, el
puente que está a menos de cien metros del nuevo paso internacional fue
dinamitado. Los trabajos de reparación avanzan, porque es posible que los
mandatarios salgan del aeropuerto de Lago Agrio y lleguen por carretera a
la inauguración.
El arribo por tierra es la segunda opción para movilizar a los
presidentes, la primera es que del aeropuerto ecuatoriano salgan en un
helicóptero y aterricen en el nuevo helipuerto que está a unos 50 metros
del puente. Todo dependerá del clima.
El garrote y la zanahoria para combatir los cultivos
Garrote y zanahoria. La estrategia del gobierno colombiano para la
erradicación de cultivos ilícitos tiene dos aristas: la fumigación de
plantaciones con el apoyo de la fuerza pública y la sustitución pacífica
de cultivos a través de convenios de cooperación con los campesinos.
Para este programa, hasta fines de este año, se ha previsto invertir 15
millones de dólares: 10 millones en infraestructura y 5 millones en los
proyectos de cultivos alternativos.
Para coordinar la ejecución de los programas, que se enmarcan en el Plan
Colombia, el presidente Andrés Pastrana designó a Gonzalo de Francisco
como consejero para la Convivencia y la Seguridad Ciudadanas. El
funcionario, quien está en el país desde el lunes, ha mantenido reuniones
con diferentes representantes y autoridades de la sociedad civil, para
explicar en detalle la política de combate a las plantaciones ilegales.
En Colombia, actualmente existen aproximadamente 140 000 hectáreas de
cultivos ilícitos, que producen 800 toneladas de cocaína al año. El 70
por ciento de esa producción es absorbido por el mercado interno de
Estados Unidos, principal financiador del Plan Colombia, con un aporte de
mil trecientos millones de dólares.
De Francisco dice que la única alternativa para solucionar el problema
del narcotráfico es el ataque directo a las fuentes de producción de
coca, con un trabajo adicional de interdicción.
Según el representante, el conflicto del gobierno con las FARC es
permanente, y no será el detonante para la escalada del conflicto
interno."Además, la fuerza pública ha sido reforzada para dar respuestas
efectivas al problema de la guerrilla que en este tema cometió un error
histórico". (Texto tomado de El Comercio)
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